— ¿Qué ha pasado con mi encargo, reina Brida? ¿Acaso volvieron a atacar los piratas?— Lamento todo este percance, majestad. Estamos averiguando qué sucedió con el paquete para reponerlo y hacer la entrega.La reina Brida estaba conversando, esta vez, con la joven monarca del reino del Sur. Las fronteras de ambos reinos contaban con una extensa ruta que conectaba directo al sitio donde extraían los diamantes, por lo que los acuerdos comerciales de ambos países eran de los más enriquecedores.Pero, por culpa de los piratas, el negocio amenazaba con interrumpirse de la peor manera, arriesgando a que todos los pueblos limítrofes cayeran en una gran inflación por la falta de circulación del producto en el mercado.“No solo mi cobre quedó a manos del reino del Este, sino que las rutas que conectan a las cuevas de los mineros de diamantes se sitúan en el reino del Sur”, pensó Brida, con angustia. “Al menos la monarca de ese país es comprensiva, pero no puedo poner a límite su paciencia”.—
La duquesa Mila y el príncipe Abiel se presentaron al palacio y fueron recibidos por la pareja de reyes. Zuberi contempló a su hermana y la vio bastante relajada en compañía de su joven esposo. En el fondo se alegró de que las cosas con ellos dos marchara bien y comenzó a envidiarlos por su buena suerte.— Majestad, he decidido apoyarlos en su lucha contra los piratas como gratitud por haberme cedido esas tierras ricas en cobre – dijo Abiel, inclinando levemente la cabeza – mi madre considera que, si no hago algo al respecto, podrían atravesar nuestras fronteras y perjudicar a nuestro reino.— Sí, recuerdo que ese territorio contiene cobre – dijo Brida, mostrando una expresión de pena por acceder a vender ese sector a la reina Jucanda – en ese caso, contamos con su colaboración y lo tomaremos como símbolo de alianza entre ambas naciones.Una vez que terminaron de conversar en el trono, la reina Brida fue a su oficina con la duquesa Mila, debido a que quería preguntarle cómo iba con el
El rey Zuberi llegó al lugar en compañía de lord Aries, el príncipe Abiel y el ejército de la reina. El sitio que habían intervenido hacía meses se veía muy desolado: las casas estaban destruidas, los saqueadores recorrían las zonas y los pocos sobrevivientes no paraban de pedir clemencia.El monarca se preguntó de dónde salieron tantos piratas y pensó que esto parecía más bien una guerra que un simple asalto a un pueblo aislado.— Los piratas tienen rehenes – le informó un guardia al rey Zuberi – no podemos atacarlos de este modo.— Habría que llegar a un trato con ellos – dijo Zuberi – detectar quién es su capitán y, ahí, capturarlo para llevárselo ante la reina.Las tropas rodearon el lugar y los soldados llevaron a los pobladores que lograron escapar de los piratas a un sitio seguro.En una de esas, un niño salió disparado de un grupo de cuatro piratas, quienes comenzaron a dispararle. Lord Aries, al ver esto, tomó un rifle y disparó desde la distancia, acertando a uno de ellos. D
El pueblo intervenido por el ejército real comenzó a ovacionar al rey, debido a que todos los rehenes fueron rescatados y lograron expulsar a los piratas en segundos. Pronto, distribuyeron cañones por todos los alrededores y, así, aumentaron las defensas contra los ataques aéreos.El rey Zuberi volvió en sí. Se percató de que estaba en un sanatorio, en compañía de varios médicos y enfermeros que se aseguraban de que estuviese a salvo.— ¿Dónde está el capitán? – fue lo primero que preguntó Zuberi.— Está atendiendo a sus tropas, majestad – le respondió el médico principal – descuide, la ciudad está a salvo gracias a usted.— Por favor, llama al capitán.Cuando lord Aries se presentó, este rompió momentáneamente su etiqueta y fue a abrazar al rey Zuberi, diciéndole:— ¡Majestad! ¡Nos tuviste a todos preocupados! ¡La próxima ten más cuidado!— ¿Desde cuándo eres mi mamá? – le preguntó Zuberi, mientras le daba palmaditas en la espalda – solo soy un consorte, algún otro me puede reemplaza
A pesar de que el reino se encontraba en estado de guerra, Brida y Zuberi pensaron que lo mejor para calmar las tensiones era organizar una fiesta. Así es que, en el palacio, invitaron tanto a los nobles de la corte como a sus familiares y amigos, todos con una rigurosa vigilancia para prevenir cualquier incidente que pudiese afectar a la familia real.Además, también deseaban reconciliarse tras haber mantenido distancia por mucho tiempo. Deseaban recuperar el cariño de antaño y, así, reflejar una imagen de unidad en un periodo de crisis por culpa de una amenaza externa.Mara decidió usar un lindo vestido blanco de mangas discretas. Y en lugar de una tiara, llevó una corona de flores armada por Rubí. Ella también la ayudó a maquillarse y peinarse para estar bien presentable en la fiesta.— ¡Te ves bien, majestad! – le dijo una emocionada Rubí a Mara.— Gracias… supongo – dijo la muchacha, quien repentinamente se sintió incómoda al ser tratada como de la realeza - ¿Será que, esta vez,
Debido a que desobedeció órdenes directas de los monarcas, Mara fue encerrada en su habitación como castigo. La comida le era proveída por una apertura colocada por debajo de la puerta y, cada tanto, la visitaba una médica para asegurarse de que estuviera bien de salud.A Brida le sentaba mal tener que castigar a su hija, por lo que cada tanto la visitaba para conversar y hacerle entender que solo deseaba lo mejor para ella. Por su parte, Zuberi se sentía extraño. Si bien en un inicio pensaba que no soportaría la presencia de la muchacha en el palacio, al no encontrarla en el patio como de costumbre, le embargó de un extraño sentimiento que pensó jamás percibiría nunca en su vida.Un día, se acercó a la reina y le preguntó:— ¿Cómo está Mara?— Ella está bien – le respondió Brida – Solo se encuentra conmocionada. Es extraño que te preocupes así por ella, siendo que es…La reina enmudeció, debido a que estuvo a punto de decir “hija de Zaid”. No quería incomodar a Zuberi recordándole es
El príncipe Abiel, en conjunto con la duquesa Mila y lord Aries, contrataron a un par de espías para que se infiltraran a la base de los piratas. Estos debían localizar a la familia de Rubí y a los nobles secuestrados para, luego, sacarlos poco a poco de la isla.— Recuerden, si las cosas salen mal, huyan lo más que puedan – les indicó Abiel – busquen alguna nave que puedan usar para el regreso.— ¿Y cómo sabrá que somos nosotros, majestad? – le preguntó uno de los espías.— Envíenme una señal directo a mi dispositivo comunicador y diríjanse justo en la coordenada indicada. Mis hombres los recibirán, están entrenados para casos como estos.Una vez que los espías se marcharon, el príncipe Abiel recibió una llamada de su madre. Mientras la atendía, la duquesa Mila decidió explicarle lo sucedido a lord Aries y comentó:— Espero que esta operación resulte. Pero me preocupa el palacio. No sabemos si hay más nobles que estén apoyando a esa duquesa desde las sombras.— No se preocupe por eso
El día del paseo llegó. Mara y Rubí se prepararon para hacer compras en el mercado de la ciudad. Los padres de Rubí estaban en el hospital del palacio, debido a que se encontraban mal de la salud por culpa de las condiciones precarias en que los piratas los mantuvieron en aquella isla.Esta vez, el rey Zuberi y la reina Brida seleccionaron a los mejores soldados de lord Aries y les indicaron que protegieran a las chicas con sus vidas.— Recuerden, si ven alguien sospechoso o notan que están en peligro, no duden en escoltarlas directo al palacio – dijo Zuberi.— Sí, majestad. Así se hará.Una vez que ajustaron los detalles, las chicas subieron a un vehículo conducido por un chofer y salieron del palacio.Mara miró por la ventanilla del coche y notó cómo el largo camino de piedras que conectaba al palacio con la ciudad estaba vacía. Recordó que la primera vez que llegó al lugar, se encontraba repleto de personas que iban a visitar a la reina. Incluso había varios que levantaban tiendas