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Digno de Ti
Digno de Ti
Por: Valery Archaga
SANDRA ES TU PASADO

NARRA SANDY 

—¡LARGO DE AQUÍ! ¡FUERA DE NUESTRAS VIDAS! Le faltaste el respeto a tu comunidad, a nuestras creencias, a tu familia. Eres una vergüenza Sandra, desde este momento quedas repudiada de este lugar. — me grita el reverendo de nuestra comunidad. Yo creo que sus palabras fueron innecesarias porque ya tenía la pequeña maleta que me llevaría. 

—Ustedes son unos ignorantes dejan morir a los más pequeños o a los adultos porque no dejan que nadie estudie y traiga el conocimiento a la comunidad. Me cansé de eso y no necesita venir a decirme estas cosas porque soy yo quien se va voluntariamente. Ya cumplí mi mayoría de edad hace años y puedo decir que allá afuera se vive mucho mejor que aquí. No por la tecnología, no por los vicios o una vida de libertinaje, sino por todo el conocimiento que se puede obtener al ir a una universidad y aprender. Si mi pecado y mi exilio es por ir a superarme a una universidad para ser la mejor doctora posible, está bien. Correré ese riesgo, pero no me quedaré aquí para ver cómo mueren más personas por negligencia de parte de ustedes. — iba a seguir hablando, pero mi padre se acercó y me dio una cachetada. 

—¡Cuida como le hablas al reverendo! Recuerda que no eres nadie aquí, ahora sal de mi casa y olvida que tienes familia. — me grita y esa bofetada fue mi último impulso para salir de mi casa. Antes de salir de ella, me quité el gorro dejando ver mi larga y rojiza cabellera. Caminé firmemente y sin ver atrás hasta la única salida y entrada a este lugar. Para mi sorpresa mi madre estaba ahí esperando por mi junto con mis hermanos. Dejé la maleta en el suelo por un momento y corrí hasta donde estaban ellos. 

—Mi hermosa Sandra, cuídate mucho, mi amor. Espero poder volver a verte. — me dice abrazándome súper fuerte. 

—Prometo que volveré madre, puede que no a este lugar, pero te aseguro que nos volveremos a ver y seré una doctora. Te sentirás muy orgullosa que tu única hija pudo hacer una vida fuera de esto, así como tú lo deseaste y por tus padres no lo pudiste lograr. — le digo dando muchos besos en su mejilla. 

—Vive por las dos mi hermosa Sandy, Sandra es tu pasado. Mira, aquí tengo un poco de dinero, creo que es lo suficiente para que compres ropa apta para el mundo y un vuelo de avión hasta tu universidad. Ahora vete antes que vengan a expulsarte a gritos. — me dice le di un beso en la frente a mi madre y tomé el sobre que me ofrecía. 

—Ahora ve, tu hermano te llevará hasta la carretera para que esperes a tu profesora. Te amo mi pequeña llamarada. — me dice y yo le doy un abrazo fuerte entre lágrimas. Me despido de mis hermanos y le doy un beso muy especial a mi hermano. 

—Prometo que volveré y te pondrás muy bien mi hermanito, lucha por esperarme ¿De acuerdo? — le pedí a mi hermanito que sufre de ataques de convulsión, fiebres altísimas y momentos en que no puede respirar. Mi padre al ser uno de los superiores en la comunidad es el primero que se rige por las creencias e ideales Amish. Está bien si es por voluntad propia, pero aquí se ve muchísimo abuso en especial cuando los padres concuerdan matrimonios de las más jóvenes, es muy raro que se les permita un noviazgo con jóvenes de la misma edad. La medicina es el principal problema en este lugar y es que por no tener las vitaminas, nutrición y revisión necesaria. Muchos bebés nacen con enfermedades y quien pone a sus hijos primero deciden irse, pero otros como mi padre no les importa. Tristemente a mi padre le puede más el llegar a ser un líder supremo. Lo cual dudo que ahora logre cuando se enteren que su hija fue exiliada porque estuvo estudiando la secundaria a escondidas e ira a la universidad como una mujer de mundo como nos dicen. Exploré la ciudad cuando cumplí dieciocho años y descubrí que nuestra comunidad carecía de muchas cosas. La primera vez que salí de la comunidad fue a los 15 años y porque mi mamá le rogó literalmente a mi papá que fuéramos con mi hermano a dejar un pedido de huevos a una escuela local. Mi hermanito estaba enfermo y mi padre se había lastimado una pierna. Al ver que volvimos sin ninguna novedad por la tarde, nuestro padre nos asignó esa tarea diariamente y así fue como con la ayuda de mi mamá y mi hermano logre estudiar la secundaria. En ese lugar miré muchas cosas y aunque la escuela estaba en una zona rural no tenía muchos estudiantes como un colegio en la ciudad. Pude hacer clases para nivelar los otros grados que no había cursado. Dios mandó a un ángel muy bonito a mi vida, la profesora Pamela. Ella me ayudó a lograr esta beca por la que tanto estudiamos. Estudiaba aparte conmigo por lo que no sabía lo que era estar en un salón de clases rodeada de compañeros. Las personas de la zona nos conocían y sabían cómo eran nuestras costumbres. Así que me ayudaron a que pasara desapercibida hasta por los mismos alumnos. Llegaba cuando ya las clases habían comenzado por lo que no había alumnos por los pasillos.

 —Es hora de irnos Sandra. — me dice mi hermano, suelto a mi hermanito y me subo en la carreta. No pude evitar ver atrás la sonrisa que tenía mi madre en su rostro era muy agridulce para mí. Había logrado que me fuera a cumplir mi sueño de ser alguien profesional y capacitado. No le iba a fallar me iba a convertir en la mejor pediatra que haya existido. Lo haría por las dos no solo por mí. Llegamos hasta los límites de la comunidad y mi hermano bajo mi maleta.

—Creo que tenemos que despedirnos aquí. — dijo el con sus manos en las bolsas de su pantalón y su mirada hacia el suelo.

—Ven aquí. — le dije y lo abracé.

—Sabes que si me quedo y sigo aquí es por mamá y nuestros hermanos. Espero pronto volver a verte, no nos olvides y principalmente no te olvides de nuestra madre y Michael. — me dice dándome un beso en la frente.

—Lo sé y hare todo lo que esté en mis manos para poder regresar muy pronto. Les escribiré a través de la señora Pamela. Igual en una libreta debajo de tu almohada dejé la dirección de la universidad por si me escriben no dudo que me hagan llegar su carta. — Le digo y el asiente. Nos separamos cuando vemos un carro venir y era la maestra pamela.

—Cuídate y cuídalos mucho. Te quiero mucho hermano. Gracias por todo lo que has hecho por mí. — lo abracé una última vez y caminé rápidamente hasta el auto. Al entrar la señora Pamela me toma de la mano dándome ánimo.

—¿Lista para tu nueva vida? — me pregunta y yo asentí.

—Lista y todo sea por ellos. — le dije secándome las lágrimas.

—Eres muy fuerte Sandra, me hubiera encantado tener esta misma fortaleza que tienes a las 21 años. — me dice mientras ponía el auto en marcha.

—Sandy, a partir de ahora soy Sandy. Sandra es a la que acabo de dejar con mi madre y mis hermanos. — le dije y ella me regaló una cálida sonrisa. Me acompañó a comprar algo de ropa para llevar, a comprar un celular, me invitó a comer y me ayudó a comprar el boleto de avión. El cual salía al día siguiente.

—Bueno Sandy, aquí tienes todo lo que la universidad envió y en el correo que configuramos en el teléfono también están todos los demás como lo del dormitorio y lo demás que podrías necesitar. — comenta para luego abrazarme.

—Muchísimas gracias por todo lo que ha hecho por mí. No tendría como pagarle por tanta amabilidad y dedicación para conmigo de su parte. — confieso entre lágrimas.

—Págame, volviéndote la mejor pediatra que exista. No te olvides de los amigos cuando comiencen a llegarte los cheques con cinco cifras. Que estoy segura de que ganarás. — me dice recordando una conversación que tuvimos sobre que el dinero enferma a las personas y las hace olvidarse de lo importante.

—No lo hare se lo aseguro. — le prometí y después de un último abrazo seguí mi camino hacia San Francisco. Era un vuelo nocturno y ver las lucecitas desde el cielo se sintió muy bonito e increíble. Cerraba mis ojos y lo único que venía a mi mente eran las personas que dejé atrás. Mantendré mi enfoque en ellos y en lograr lo que prometí. Llegué hasta la universidad casi 11 horas después, solo para darme cuenta de que me había quedado sin dormitorio a donde quedarme. Debía confirmar y no lo pude hacer a tiempo porque los últimos días no pude ir a donde la señora pamela a revisar mi correo. Ahora que lo vi no me percaté que tenía que confirmarlo.

—¡Dios mío! ¿Y ahora que hare? — me dije sentada en las escaleras de la universidad. En mi cartera lo único que tenía eran 150 dólares y no me ajustaba para nada más que para comer por un par de días.

—Hola, me llamo Clara. ¿Estas bien? — me preguntó una joven rubia con larga cabellera de más o menos mi altura. Me limpié las lágrimas que tenía en mis ojos y es que estaba asustada, esta era la primera vez que me miraba sola lejos de lo que conocía sin alguien que me conociera. Ella me miro con una cara de preocupación la cual me pareció sincera. Era una chica como yo así que, que podía perder en contarle lo que me está pasando.

—Hola, me llamo Sandy. Viajé desde muy lejos, porque se me fue otorgada una beca completa, pero me quedé sin donde quedarme por no fijarme que tenía que confirmar. Ahora no sé qué hacer, no cuento con el dinero para rentar nada ahorita, debo buscar un trabajo para mantener mis gastos, pero por ahora no tengo a donde dormir o vivir. No quiero perder la beca y regresarme a casa no es una opción compre todo de venida, pero no de ida. — le confese mi problema entre lágrimas.

—Yo acabo de alquilar un departamento tiene tres habitaciones y también acabo de llegar desde muy muy lejos. Si deseas puedes quedarte conmigo. Eso sí, tenemos que ir de compras pues el departamento no está amueblado. — me comentó con una sonrisa la cual la hizo ver como un ángel. De la emoción no pude evitar irme sobre ella y abrazarla.

—No solo tienes cara de ángel, sino que también eres uno. Gracias, muchas gracias de verdad. Por ahora no tendría como pagarte, tengo que conseguir un trabajo para poder ayudarte. — le repetí mi situación pues no podría colaborar con los gastos del departamento por ahora.

—No te preocupes, luego nos arreglamos. Ahora Sandy, te parece si me acompañas al hotel a buscar mis cosas y luego iremos de compras para nuestro apartamento. — asentí empujando mi maleta siguiéndola hasta su auto. Pasamos horas de compras, Clara para todo lo que comprábamos utilizaba una tarjeta y me preocupaba que sus padres se molestaran por gastar tanto dinero.  

—Esto parece un sueño, no tengo como agradecerte Clara, espero que tu padre o madre no se molesten por gastar tanto dinero. — ella negó y tomo mi mano.

—Es mi dinero, claro debo administrarlo con sabiduría, pero todo esto era muy necesario. Me alegra tener con quien compartir este lugar. — no pude evitar emocionarme ante sus palabras. No creí poder encontrarme mejor persona. Me recordé de una frase que dice mucho mi madre. Cuando haces las cosas bien y de corazón, Dios te premia con personas y oportunidades en el camino. Clara era un premio que la vida y Dios pusieron en mi camino. La cuidaría como si fuera un miembro de mi familia. Ya que ella también esta lejos de su familia por lo que ambas sabíamos lo que se sentía estar lejos de los que amas. La veo poner un cobertor a un lado del mío y me quedé un poco sorprendida.

—Pudiste seguir en el hotel y esperarte a dormir aquí mañana que estaría tu cama. ¿Por qué quieres dormir en el suelo? — le pregunté pues sabía que ella se estaba quedando en un hotel y tendría una cómoda cama y ella se está quedando aquí en el suelo a mi lado.

—¿Y perderme de la experiencia de dormir en mi primer apartamento, con mi nueva compañera? No, gracias. — me dice con una gran sonrisa. Supe en ese momento que había encontrado un tesoro, una amiga, una hermana la cual con solo horas de conocer se había ganado todo mi cariño, admiración y respeto. Atesoraría y cuidaría de ella y de nuestra amistad. Los días pasaron y encontré un trabajo en un restaurante a unas calles de nuestro departamento. Debo de admitir que ser observada por los hombres me incomoda un poco y más cuando me ven como si fuera un pedazo de carne seca. Ignoraba cualquier tipo de interacción que ellos quisieran tener conmigo. Por Clara se cómo manejar ciertas situaciones. Comencé a notar comportamientos en ella muy parecidos a los que mi madre tuvo cuando se embarazó de mi hermano, le pregunté que si estaba embarazada y la sola posibilidad la puso muy feliz. Toda esa felicidad se fue después que regresamos de esa cita donde le confirmaron su embarazo. Ella me conto una oscurísima historia sobre su expareja y su hermano gemelo. Luego que se enamoró del primo de ellos, un chico llamado Ángel que siempre estuvo cerca de ella como un amigo, pero que nunca lo había visto como hombre. Hasta una noche donde tuvieron, ustedes ya saben que. La posibilidad de que entre ellos tres fuera el padre de su bebé la mantenía super alterada. Peor para que me acerque a los chicos. Los meses y años pasaron con la sorpresa que mi hada como le decía a Clara, había tenido a una pequeña hermosa. Por fortuna no lo había hecho sola su pareja Ángel el cual resulto ser el padre de su bebé, la acompañó en el proceso. Eran muy felices y me encantaba verlos juntos anhelando que a mí también me toque un amor bonito. Claro después de cumplir con mis metas. La universidad me parecía muy fácil, no sabía si era por mi dedicación y mi pasión por aprender que cada palabra u explicación se me quedaba en mi cabeza. Al momento de aplicar la práctica era muy sencillo todo. 

—Te mandaré por correo el itinerario de vuelo, pero debes salir ya si no, no podrás llegar a tiempo para tomar el avión. — me dice Ángel y es que a el señor se le ocurrió pedirle matrimonio a Clara de un día para otro. Gracias a los contactos de la abuela de Ángel tenía documentos vigentes conmigo. No estaban aquí si no en Zaragoza con su familia. Sali casi corriendo al aeropuerto y mi vuelo hacia una escala en Nueva york, en Paris y a mi destino Zaragoza. En nueva york todo bien hice lo que desde el avión habían sugerido hacer. Llegué a Paris y ahí empezó mi odisea, cuando fui a buscar mi maleta y no aparecía. Todos me hablaban en francés y no podía entenderlos, hasta que un joven alto, cabello negro, ojos verdes y con una cara tallada por los mismos dioses se acercó hasta donde yo estaba con la señorita de la aerolínea.

—Puedo ayudarte a traducir si necesitas. — me propone y por primera vez me quede sin palabras. Mis ojos se conectaron con los suyos y era como si nadie mas existiera a nuestro alrededor. Su voz tan varonil me hizo temblar. La chica frente a nosotros aclara su garganta lo que me hace volver a la realidad.

—Si, por favor. Mi maleta no llegó y tengo que hacer un vuelo de conexión a Zaragoza. No puedo irme de aquí sin mi maleta. — le dije tratando de recuperar la compostura. Lo escucho como le habla a la chica en francés y yo no puedo evitar quedarme viéndolo completamente embobada, sin mencionar el olor de su perfume era algo estremecedor y atrapante.

—¿Tienes el tique que te dieron cuando registraste tu maleta? — me pregunta y yo asentí sacando el papel de mi cartera. Se lo entregué a la chica y ella reviso algo en la computadora. Segundos después ella le sonríe a el y le entrega mi tique. Hablan entre ellos y el asiente.

—Parece que te la enviarán allá en dos días. ¿Tenias algo de valor en la maleta? — me preguntó y yo negué.

—No, solo la ropa que usaría por los días de mi viaje. Muchas gracias por tu ayuda. — le dije acomodándome el cabello atrás de mi oreja.

—No hay problema, mucho gusto. — me ofrece su mano y una impecable sonrisa. Un poco temblorosa tome su mano y nos despedimos. Busqué la puerta de mi avión y ya estaban abordando. Me senté en la silla correspondiente a mi boleto y a los minutos alguien se sentó a mi lado. Yo me concentré en algo que tenia que hacer en mi computadora. Sin poderlo evitar el aroma de ese perfume volvió golpear mi nariz y voltee hacia esa dirección.

—Tal parece que nos volvemos a encontrar. ¿Cómo te llamas? — me pregunta de nuevo con esa blanca y reluciente sonrisa. Estiré mi mano en modo de presentarme.

—Sandra Kepler, pero me gusta que me llamen por Sandy. Mucho gusto nuevamente. ¿Tu nombre? — le pregunté y él toma mi mano nuevamente.

—David, Mi nombre es David Galeano. —

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