Una niña de no más de quince años bajaba las escaleras. Acababa de pasar una velada de lo más productiva en casa de su amiga Sara, una niña de cinco años de edad, y en ese momento, pensaba en ella.
Sara era una niña muy lista para su edad, eso era debido a su madre, que era maestra y la enseñó a leer incluso antes de ir a la escuela, y a su hermano mayor, Carlos, el cual cuidaba de ella en todo momento, excepto cuando se peleaban, que solía ser en pocas ocasiones.
Su padre era guardia civil, y nunca estaba en casa, cosa que agradecía bastante, pues cuando estaba era un hombre muy duro, que no dudaba en levantarle la mano a todo aquel que no acatase sus normas, la principal víctima de sus fuertes palizas era Carlos, incluso cuando no tenía culpa de ello.
Aquella familia estaba veraneando en la costa de la ciudad, en un pequeño apartamento cerca del mar, como solían hacer desde unos años hasta el momento, aunque, parecía que sería el último, pues el hombre de la casa, estaba cansado de no ver a su familia cuando volviese a casa, en la ciudad.
Aquella joven estaba algo triste por todo esto, ¿qué haría cuando ellos se marchasen? ¿volvería a ver a Sara? ¿y a Carlos? No es que no volver a ver a Carlos fuese un problema para ella, pues él para ella, tan sólo era el mejor amigo de su hermano, pero ... ¿y su hermano? ¿volvería él a ver a su mejor amigo?
Acababa de llegar abajo del todo, dispuesta a abrir la puerta del portal y marcharse, cuando esta se abrió y apareció aquella persona en la que había estado pensando minutos antes: Carlos.
- ¿Ya te vas? – preguntó él, mientras ella asentía, bajaba la cabeza y salía del edificio – espera – la llamó él, haciendo que la joven se detuviese y mirase hacia él, sin comprender que era lo que quería, pues ellos no solían hablar demasiado – hay algo que quiero decirte.
- ¿A mí? – preguntó ella, con incredulidad, pues él no solía dirigirse a ella casi nunca - ¿por qué?
- Porque me iré la semana que viene y puede que no vuelva más – aseguró él, dejándole claro que aquello que había escuchado de sus padres era cierto, él y su familia se marcharían, y ya no volverían jamás – verás yo ...
- Hace frío, Carlos – espetó ella, tocándose los brazos, molesta, mientras él tiraba de ella hacia el interior del portal - ¿qué...?
- Me gustas – aseguró él, haciendo que la muchacha se quedase de piedra al escuchar aquello – no pensaba decírtelo, pero ...
- Sólo eres un niño – se quejó ella, como si no pudiese creer su suerte. De todos los chicos que podrían fijarse en ella lo hacía el único que le restaba en edad. Ella nunca se fijó en él, no de esa manera al menos, y su reacción fue con tan poco tacto que lo explicaba perfectamente, su sorpresa - ¿qué esperas que diga?
Aquel chico desaliñado, aquel que siempre sonreía, al que muy pocas veces había visto llorar, ese que siempre estaba feliz por absolutamente todo, a pesar de las situaciones desfavorables de su vida, aquel que jamás pensó ver en aquella situación, perdió su sonrisa, luciendo triste, decepcionado, infeliz.
Lo supe en ese justo instante, le había roto el corazón a aquel niño sincero, aquel niño bueno que siempre tenía una bonita sonrisa en su rostro.
Porque sí, aquella niña llamada Lucía era yo, y estoy aquí para contaros que sucedió a partir de ese día.
El delicado sonido de las olas del mar puede ser realmente relajante a veces, sobre todo cuando estás tumbada sobre la arena, en la playa, observando las esponjosas nubes y las extrañas formas que pueden apreciarse si miras con atención.En aquel momento sólo podía pensar en el pasado, en todo lo que había perdido para llegar hasta dónde estaba, en las repentinas muertes de mis seres queridos (mi padre, mi perro, mis abuelos, ...), en todos los amigos que ya no estaban, en lo rápido que había pasado el tiempo, en los novios que ya no estaban. Pero, no podía quedarme sólo con lo malo, aun siendo tan negativa como era, tenía que reconocer que, en todo aquel tiempo, en los últimos dieciséis años, me habían pasado muchas cosas buenas, y el claro ejemplo de ello era mi actual trabajo.Trabajaba como recepcionista en el hotel Barceló, cerca de
Capítulo 2. El visitante.Acababa de levantarme aquel día, después de haber hecho horas extras el día anterior, estaba agotadísima, así que me levanté hiper tarde, pero no había problema pues mi madre seguía de viaje.Con aún el pijama, y aquellos pelos de loca que tenía, salí al salón, con la intención de desayunar algo antes de irme a sacar al perro, pero al parecer, Lucas tenía visita.¡Por el amor de Dios! Qué susto me dio llegar al salón y encontrar allí a mi hermano, y a su novia, hablando con un muchacho que no conocía de nada.Era alto, de complexión atlética, guapo, ojos pequeños, cejas bien pobladas, labios carnosos y alargados, espalda ancha igual que el resto de su musculatura, con barba, y guapo, muy guapo.Lucía despreocupado y sonriente, escuchando las
Descansaba sobre el sofá de casa, hacía poco que había llegado, tras dormir en casa de mi mejor amigaDescansaba sobre el sofá de casa, hacía poco que había llegado, tras dormir en casa de mi mejor amiga. No tenía que entrar hasta la tarde, y mamá, que llegó la noche anterior, preparaba la comida. Miraba el Facebook, despreocupada, cuando me percaté de que tenía un mensaje privado, y por supuesto era de él. Una extraña sensación me embargó tan pronto cuando vi su foto de perfil y leí su saludo.Carlos:"Hola"Yo:"Hola"Carlos:"Esta tarde voy a ir a la playa con unos amigos, ¿te apuntas?"Yo:"¿Con unos amigos?"Carlos:"Viene tu h
En el último momento él me avisó de que también venía su amigo, y que yo podría traer a una amiga, y así no sería tan raro, nuestra salida. Lo agradecí bastante, porque estaba histérica, y no paraba de cuestionarme si era una buena idea.Así que allí estábamos, Marta y yo, en aquella fiesta, en un pub, junto a la playa, vestidas de blanco. Ella llevaba un pantalón y una blusa simple, yo un vestido largo, hasta el suelo. Aunque debajo, ambas llevábamos el bikini, por si las moscas.Nos sentamos en los pubs, mientras los chicos lo hacían, frente a nosotras. Pedimos las bebidas al camarero, Marta y yo, por supuesto, cervezas, pues no tolerábamos demasiado bien las copas.Aún no era de noche del todo, por lo que podía verse el precioso atardecer, de fondo.- He escuchado que tienen
Estábamos en un pub del centro, bailando, reguetón lento, con las respiraciones aceleradas, calentándonos el uno al otro, porque era justo eso lo que hacíamos, aunque fingiésemos que no, que sólo estábamos bailando, aquello era mucho más.Me encantaba aquella sensación, al sentir su mano sobre mi cintura, su respiración agitada sobre mi rostro, mientras pegaba su pelvis a mi muslo izquierdo y se movía al ritmo de la canción.Me volteé, moviendo las caderas con ritmo y pegué mi trasero a su pelvis, sin dejar de moverme, mientras él mantenía sus manos en mi cintura, acercando su lado del rostro al mío, rozándolo, despacio.Nuestras respiraciones aceleradas se unían, haciéndose uno, sin dejar de bailar como si estuviésemos destinados a hacerlo. Parecía que nuestros cuerpos se reconocían de alg
Os mentiría si os dijera que me llamó el sábado, porque no lo hizo, y no volvió a hablarme en lo que quedaba de la semana.¿Había pasado algo? ¿Lo había estropeado de alguna forma? Porque era toda una experta en eso, siempre que las cosas iban bien, lo estropeaba.Aquella tarde, justo después de salir de trabajar, me tumbé un rato, en la cama, necesitaba descansar, estaba agotada, pues no había pegado ojo pensando en todas las posibilidades por las que él dejó de hablarme. Me sentía realmente mal, así que decidí hablarle yo aquella vez, interesarme por él, porque igual le había pasado algo y yo ni siquiera lo sabía.Yo:Hola.Esperé un rato a que me contestara, pero no lo hizo, y no es que no estuviese conectado o no hub
Atención, escena para mayores de 18, llena de contenido sexual.Ambos nos montamos en el auto, sin decir ni media palabra, y él puso rumbo hacia lo desconocido, según pude apreciar a medida que avanzábamos nos dirigíamos a la casa de su madre, en Sevilla.¡Dios! Aquello era una locura, ir a Sevilla, a su casa, sólo por un estúpido calentón. No podía dejar de pensar en el terrible error que estábamos a punto de cometer, mientras el conducía, totalmente en silencio.Alargó la mano, apoyándola sobre mi pierna izquierda, sin tan siquiera mirarme, provocando que ladease la cabeza para prestarle atención.Subió esta un poco más, introduciéndola entre mis piernas, haciéndome estremecer y emitir un leve gemido. Sus dedos llegaron hasta mi intimidad, acariciándome por encima de las bragas.- Joder – s
Lo hicimos dos veces más después de esa, sin detenernos, hasta que él cayó dormido, a mi lado, y yo me levanté a comer algo, pues estaba muerta de hambre.Me puse el vestido y me preparé un sándwich de atún, para luego tomármelo en el salón, admirando la pila de fotos que había sobre el mueble del salón.Había muchas fotos allí: una de él con su hermana pequeña, ya de mayores. Otra de él con su madre, agarrándola de los hombros, mientras sonreía feliz hacia la cámara. Otra vestido de militar. Y una que llamó mi atención completamente, él sonriendo hacia la cámara, agarrando a una chica morena y bajita, parecía muy poca cosa mirándola desde ese punto.Casi me había terminado el sándwich cuando el llegó hasta mí