Capítulo 2. El visitante.
Acababa de levantarme aquel día, después de haber hecho horas extras el día anterior, estaba agotadísima, así que me levanté hiper tarde, pero no había problema pues mi madre seguía de viaje.
Con aún el pijama, y aquellos pelos de loca que tenía, salí al salón, con la intención de desayunar algo antes de irme a sacar al perro, pero al parecer, Lucas tenía visita.
¡Por el amor de Dios! Qué susto me dio llegar al salón y encontrar allí a mi hermano, y a su novia, hablando con un muchacho que no conocía de nada.
Era alto, de complexión atlética, guapo, ojos pequeños, cejas bien pobladas, labios carnosos y alargados, espalda ancha igual que el resto de su musculatura, con barba, y guapo, muy guapo.
Lucía despreocupado y sonriente, escuchando las hazañas de mi hermano en Colombia, mientras Aria se daba cuenta de mi presencia.
- Ya he sacado yo a Black – aseguraba, haciendo que los presentes mirasen hacia mí. Fue en ese justo instante en el que nuestras miradas se cruzaron en el que me di cuenta de quién era aquel chico.
- Hola – me saludó él con voz varonil y sexy, haciendo que tuviese que tragar saliva, luchando conmigo misma por no quedarme como una idiota babeando por las esquinas.
¡Por el amor de Dios! ¿Qué estaba mal conmigo? Sí, lo sé, lo que pasaba es que jamás imaginé volverle a ver. ¿Cómo podía alguien cambiar tanto?
- Hola – fue lo único que pudo salir de mis labios. Pero gracias al cielo, mi hermano emprendió una conversación sobre motos, que yo agradecí bastante, pues estaba tremendamente en blanco.
- ¿Esta noche sales? – me preguntó Aria, haciéndome salir de mi ensoñación.
- Si, Marta y yo saldremos esta noche – aseguré.
Volví a mi habitación, me puse algo más presentable y volví a salir al salón, pero cuando llegué, él ya se había ido.
- ¿Y Carlos? – Pregunté, despreocupada, mientras mi hermano volvía la cabeza hacia mí.
- Se ha marchado, tenía prisa – aseguró.
Capítulo 3. Detrás de mi espalda.
Estaba increíble con aquel corpiño negro que me había comprado hace un par de semanas en las rebajas, y una falda corta, enseñando mis preciosas piernas, era la parte de mi cuerpo que más me gustaba de mí misma.
Llevaba el cabello suelto y algo aleonado, un ahumado en tonos marrones oscuros y los labios con un tono nude.
Además, me había puesto, los pendientes que mi madre me regaló el año anterior, para mi cumpleaños, esos que aún estaban sin estrenar.
Me detuve con el coche frente a la casa de mi mejor amiga, y pité varias veces, avisándole de que ya estaba allí, observándola salir de su portal y montarse junto a mí, después.
Conduje hacia el centro, aparqué el coche con bastante acierto, y nos marchamos a tomar unas cervezas, para posteriormente irnos a bailar.
Cuando quise darme cuenta ya lo estaba dando todo en la pista, con cinco cervezas y tres chupitos metidos en el cuerpo, tan juguetona como siempre, y con muchas ganas de ligar. Así era yo siempre que salía, me encantaba sentirme deseada, y era demasiado provocativa, a veces.
Miré hacia atrás, y me encontré a mi mejor amiga, ligando con un tipo que no conocía en lo absoluto
Miré hacia atrás, y me encontré a mi mejor amiga, ligando con un tipo que no conocía en lo absoluto.
Volví a voltearme, con tanta rapidez que me caí sobre un tipo, el cual, fue tan sumamente amable de ayudarme a ponerme en pie.
- ¿Estás bien? – preguntó, con esa voz tan varonil, dejándome tan sumamente estúpida, que tuve que levantar la vista para observarle, para convencerme a mí misma de que aquello era real – parece que has visto a un fantasma.
Era él, era Carlos. Y estaba demasiado sexy como para ser ignorado.
- No pensé verte aquí – le dije, observando como él me sonreía, dejándome totalmente en shock
- No pensé verte aquí – le dije, observando como él me sonreía, dejándome totalmente en shock. ¡Por dios! Su sonrisa era preciosa.
- Ya... - comenzó, sin saber que más decir, yo también lucía incómoda, y no era para menos, hacía mucho que no nos veíamos, que no hablábamos, que no estábamos el uno tan cerca del otro. Y sobre todo con su transformación.
Se acercó despacio, y comenzó a bailarme, sin tan siquiera decir nada más, y yo le seguí el juego. La verdad es que se movía divinamente. Estaba echo todo un hombre, no tenía nada del niño aquel que me confesó sus sentimientos en el pasado.
Bailé con él durante el resto de la noche, sin dejar de mirarnos, se sentía bien. Hasta que la música se detuvo y nos echaron del local. Él nos animó a seguir la fiesta en su hotel, pero mi amiga quería volver a casa, así que decliné su oferta.
Y en aquel momento, nos despedíamos en la puerta de la discoteca, mientras mi amiga hablaba con su amigo.
- Los años te han sentado bien – aseguró, haciéndome sonreír con ello – estás más guapa.
- Tú no te quedas atrás.
- ¿Me das tu número? – Preguntó, haciéndome sonreír. Negué con la cabeza, era más que obvio que no iba a dárselo.
- ¿Para qué?
- Podríamos quedar un día y tomarnos algo.
- ¿Quedar? ¿Con el amigo de mi hermano pequeño?
- También era tu amigo.
- Si ni siquiera hablábamos en aquella época.
- No hablábamos porque me sentía cohibido cuando estabas cerca – aceptó, haciéndome reír.
- No hablábamos porque me sentía cohibido cuando estabas cerca – aceptó, haciéndome reír
- Carlos – le llamó su amigo - ¿las acercamos a casa?
Y allí estábamos, de camino a casa, y nos dejó, sin que hablásemos mucho más. Aunque, por supuesto, ya que no le di mi número, me agregó a F******k.
Descansaba sobre el sofá de casa, hacía poco que había llegado, tras dormir en casa de mi mejor amigaDescansaba sobre el sofá de casa, hacía poco que había llegado, tras dormir en casa de mi mejor amiga. No tenía que entrar hasta la tarde, y mamá, que llegó la noche anterior, preparaba la comida. Miraba el Facebook, despreocupada, cuando me percaté de que tenía un mensaje privado, y por supuesto era de él. Una extraña sensación me embargó tan pronto cuando vi su foto de perfil y leí su saludo.Carlos:"Hola"Yo:"Hola"Carlos:"Esta tarde voy a ir a la playa con unos amigos, ¿te apuntas?"Yo:"¿Con unos amigos?"Carlos:"Viene tu h
En el último momento él me avisó de que también venía su amigo, y que yo podría traer a una amiga, y así no sería tan raro, nuestra salida. Lo agradecí bastante, porque estaba histérica, y no paraba de cuestionarme si era una buena idea.Así que allí estábamos, Marta y yo, en aquella fiesta, en un pub, junto a la playa, vestidas de blanco. Ella llevaba un pantalón y una blusa simple, yo un vestido largo, hasta el suelo. Aunque debajo, ambas llevábamos el bikini, por si las moscas.Nos sentamos en los pubs, mientras los chicos lo hacían, frente a nosotras. Pedimos las bebidas al camarero, Marta y yo, por supuesto, cervezas, pues no tolerábamos demasiado bien las copas.Aún no era de noche del todo, por lo que podía verse el precioso atardecer, de fondo.- He escuchado que tienen
Estábamos en un pub del centro, bailando, reguetón lento, con las respiraciones aceleradas, calentándonos el uno al otro, porque era justo eso lo que hacíamos, aunque fingiésemos que no, que sólo estábamos bailando, aquello era mucho más.Me encantaba aquella sensación, al sentir su mano sobre mi cintura, su respiración agitada sobre mi rostro, mientras pegaba su pelvis a mi muslo izquierdo y se movía al ritmo de la canción.Me volteé, moviendo las caderas con ritmo y pegué mi trasero a su pelvis, sin dejar de moverme, mientras él mantenía sus manos en mi cintura, acercando su lado del rostro al mío, rozándolo, despacio.Nuestras respiraciones aceleradas se unían, haciéndose uno, sin dejar de bailar como si estuviésemos destinados a hacerlo. Parecía que nuestros cuerpos se reconocían de alg
Os mentiría si os dijera que me llamó el sábado, porque no lo hizo, y no volvió a hablarme en lo que quedaba de la semana.¿Había pasado algo? ¿Lo había estropeado de alguna forma? Porque era toda una experta en eso, siempre que las cosas iban bien, lo estropeaba.Aquella tarde, justo después de salir de trabajar, me tumbé un rato, en la cama, necesitaba descansar, estaba agotada, pues no había pegado ojo pensando en todas las posibilidades por las que él dejó de hablarme. Me sentía realmente mal, así que decidí hablarle yo aquella vez, interesarme por él, porque igual le había pasado algo y yo ni siquiera lo sabía.Yo:Hola.Esperé un rato a que me contestara, pero no lo hizo, y no es que no estuviese conectado o no hub
Atención, escena para mayores de 18, llena de contenido sexual.Ambos nos montamos en el auto, sin decir ni media palabra, y él puso rumbo hacia lo desconocido, según pude apreciar a medida que avanzábamos nos dirigíamos a la casa de su madre, en Sevilla.¡Dios! Aquello era una locura, ir a Sevilla, a su casa, sólo por un estúpido calentón. No podía dejar de pensar en el terrible error que estábamos a punto de cometer, mientras el conducía, totalmente en silencio.Alargó la mano, apoyándola sobre mi pierna izquierda, sin tan siquiera mirarme, provocando que ladease la cabeza para prestarle atención.Subió esta un poco más, introduciéndola entre mis piernas, haciéndome estremecer y emitir un leve gemido. Sus dedos llegaron hasta mi intimidad, acariciándome por encima de las bragas.- Joder – s
Lo hicimos dos veces más después de esa, sin detenernos, hasta que él cayó dormido, a mi lado, y yo me levanté a comer algo, pues estaba muerta de hambre.Me puse el vestido y me preparé un sándwich de atún, para luego tomármelo en el salón, admirando la pila de fotos que había sobre el mueble del salón.Había muchas fotos allí: una de él con su hermana pequeña, ya de mayores. Otra de él con su madre, agarrándola de los hombros, mientras sonreía feliz hacia la cámara. Otra vestido de militar. Y una que llamó mi atención completamente, él sonriendo hacia la cámara, agarrando a una chica morena y bajita, parecía muy poca cosa mirándola desde ese punto.Casi me había terminado el sándwich cuando el llegó hasta mí
Me dejó sobre el suelo de la ducha, para luego apagar el grifo de la ducha, mientras yo me salía de esta y me secaba con una toalla, sin mirar hacia atrás, caminando hacia su habitación, con la intención de vestirme y marcharme de allí. Él llegó justo detrás de mí, se secó un poco y se vistió, sin tan siquiera dirigirme la palabra. Era de lo más incómodo estar allí. Me sentía como una intrusa, como una cualquiera. Parecía que había tenido razón desde el principio, él sólo quería sexo. - Es tarde – dijo, cuando terminó de vestirse, mientras yo me cogía una coleta, mirando hacia el espejo de su pared – duerme conmigo y te llevo mañana temprano al trabajo. - No – le dije, dándome la vuelta para mirarle – yo me voy ya, tengo que ir a casa a vestirme antes de ir a trabajar. - Descansa un poco – insistió – te llevaré a tu casa y luego al trabajo – aseguró, mientras yo volvía a negar, pues lo cierto es que tenía miedo de volver
Las cosas no fueron bien en lo absoluto después de ese día. Carlos me llamaba casi a diario, y yo no dejaba de darle largas todo el tiempo, incluso cuando llegaba a casa él estaba allí con mi hermano y me hacía sentir aún más incómoda. Tan sólo quería desaparecer, olvidar lo que había pasado entre nosotros, alejar aquella incómoda sensación de mi interior. Aquella noche, justo después de salir de trabajar él estaba en la puerta, esperándome con su auto, así que obviamente no podía volver a esquivarlo. En aquel momento, mientras me subía a su auto, al mismo instante en que él hablaba por el móvil, yo odiaba a mi hermano, pues sabía que él era el único que habría podido comunicarle a Carlos tal información, sobre mi horario. - No lo sé, Sonia – le escuché decir, cabreado, haciendo que girase la cabeza para mirarle. Pero ... ¿cómo se atrevía a venir a recogerme y hablar con su novia al mismo tiempo? – pero no quiero dejar a