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Capítulo 6: Tanto tiempo si escuchar tu voz…

A la mañana siguiente, casi sin poder cerrar el ojo durante toda la noche y con el corazón roto, cuidadosamente, Eva salió apresuradamente de casa de sus padres, dejando avisado que iría a ver a su amiga al hospital.

Luego de escuchar la conversación de ayer, tenía nulas ganas de permanecer ahí, aún tenía mucho que pensar, no era millonaria, pero bien tendría que pensar en un lugar donde permanecer, donde convertirlo de ahora en adelante, en su lugar seguro, en su hogar.

Minutos después de tomar un taxi de aplicación, llego al hospital, solo para encontrar a una Sara completamente despierta y furiosa. Aunque Sara al verla quería lucir solemne y tranquila, era evidente que no lo estaba, la llamada que estaba atendiendo se lo demostraba.

- ¿Cómo pudo hacer esto? - Dijo Sara enfadada - Ha copiado nuestro nuevo producto y está discutiendo inversión con la empresa Mendoza.

La empresa Mendoza es una empresa con la que estaba hablando de cooperar antes de enfermarme, pero ahora él me la va a quitar. No es de extrañar que no haya recibido ninguna noticia sobre seguir cooperando. – Dijo Sara como si se respondiera a sí misma.

Inmediatamente, colgó y vio a su amiga, quien la observaba con preocupación.

- Sara, no deberías estarte preocupando o exaltándote de esta manera, no es bueno para tu salud. Déjame ayudarte, déjame quitarte un poco la carga. – Dijo Eva tratando de calmar a su amiga.

- Eva… Es que, ¿Qué puedo hacer? Mark está robando todas las ideas de la empresa, aún no sé cómo consigue la información, me siento frustrada mientras yo estoy aquí postrada en esta cama, él sigue robando todo lo que puede. – Dijo Sara, derramando lágrimas de dolor.

- Amiga, si te hace sentir mejor, déjame ayudarte, escuche lo que mencionaste sobre un posible inversor o colaborador, déjame ir a verlo y sondear el terreno, aún no estoy familiarizada con el negocio, pero sabes bien que puedo hacerlo. – Dijo Eva sonando apacible pero convincente.

Luego de ello, Sara sonrió, sintió un gran alivio, luego, le envió un montón de información a Eva, incluida información de la empresa, rendimiento del producto, investigación y desarrollo de productos, etc., un total de más de 20 archivos.

Eva, al ver aquel cúmulo de información, no tuvo más remedio que estudiar rápidamente lo básico de aquellos archivos e intentar memorizar al menos lo más importante.

Luego de ello, vio cómo Sara finalmente volvió a dormir, ella tomó su mano y esperó poder quitarle un poco la carga a su amiga, quien hoy lucia completamente diferente a la chica que conoció en la universidad.

En aquella habitación de hospital, se cambió a un atuendo más formal, tomo nuevamente un taxi y se dirigió a la empresa Mendoza. Eva iba decidida a entrevistarse con el presidente, CEO o director de aquella compañía, si su amiga Sara ya llevaba un avance, no veía porque tuviese que detenerse o cambiarse.

Después de un rato, Eva llegó a la planta baja de aquella impresionante compañía, tomo un respiro y rezó para que todo saliera bien. Jamás se hubiera imaginado que rápidamente se vería en aquella situación, aunque se mentalizaba que todo saldría bien, no esperaba que tal vez ni siquiera pudiera pasar de la recepción.

- Hola, buen día, mi nombre es Eva Díaz y vengo buscando al CEO del grupo Mendoza. – Dijo Eva amablemente a la recepcionista.

- Buen día, ¿Tiene alguna cita? – Pregunto la recepcionista.

- La verdad es que no, pero solo deme 20 minutos. Actualmente, laboro con la compañía S&M y la dueña, Sara Benítez, ya había venido algunas veces a entrevistarse con su CEO, Alejandro Mendoza. —Eva respondió cortésmente.

- Lo sentimos, el señor Mendoza no recibe visitas sin cita previa. – Respondió la recepcionista cortésmente, pero de un modo cortante.

Era evidente que la empresa Mendoza, al ser una de las más importantes en la ciudad de México, bien podría tener varios posibles candidatos para negocios, pero algunos solo llegaban con estafas, por lo que en la recepción eran muy estrictos.

- Solo necesito una entrevista muy breve a lo sumo 10 minutos, por favor… - Dijo Eva en un tono suplicante.

Mientras hacía aquello, vio cómo Mark Thompson salía del ascensor. El hombre, al ver a Eva, sabía el motivo por el que ella podría estar ahí, así que se le acercó.

- ¿Por qué estás aquí? ¿Dónde está Sara? Me temo que murió de enfermedad ¿Verdad? – Dijo Marko en tono sarcástico y burlón.

- ¡Mark! Ojalá te hubiera conocido cómo realmente eres, tus palabras no son de un hombre que la amó. Además, debes saber que no es correcto todo lo que estás haciendo, mientras Sara está en recuperación. – Dijo Eva, molesta.

—¿Eso es lo que necesito saber? Obviamente, fue esa mujer la que me hizo perder el tiempo. Sin mí, su empresa no habría tenido éxito. – Dijo Mark de manera prepotente y altanera.

Eva resistió el impulso de propinarle un buen par de bofetadas al hombre, solo se quedó callada y prefirió volver a intentar entablar conversación con la chica de recepción.

Mark, al ver que Eva no seguía discutiendo con él, pensó que, posiblemente, Eva estaba asustada, por lo que le habló aún con más dureza y frialdad.

- ¿Estás aquí para negociar inversiones para Sara? Ja, ja, ja, ¿Sólo tú? He llegado a un acuerdo con ellos, así que deja de perder tu tiempo primor, ¡Deja de soñar! Tú no conoces nada de este mundo, este es el mundo de los adultos.

Eva no creía lo que escuchaba, según el breve resumen de Sara, el CEO de la empresa Mendoza, era un hombre duro y rudo, básicamente para los negocios, era un hueso duro de roer y, para implementar un proyecto, no se daba de manera rápida, ya que requería de múltiples reuniones.

Para Alejandro Mendoza, invertir en algún producto o productos, era un tema serio, más tratándose de dinero, por lo que algo, como lo que declaraba Mark, no podría implementarse tan pronto, más cuando aún no habían celebrado una reunión de licitación.

Mark sabía que el proceso no cumplió la normativa, pero eso no lo sabía Eva, por lo que el hombre supuso que la chica frente a él no contaba con experiencia y terminaría desistiendo, razón por la que mintió.

Ella sonrió, volteó a ver a la recepcionista y dijo:

- ¡Por favor…! Solo dígale al señor Mendoza que Eva Díaz está aquí para visitarlo. – Dijo Eva un tanto decepcionada.

Ella no quería hacer uso del lazo de amistad entre Demian, su hermano y Alejandro Mendoza.

- ¿Conoce usted al señor Mendoza? – Preguntó la recepcionista.

- ¿Acaso conoces a Alejandro Mendoza? – Preguntó Mark con curiosidad e intriga.

- Por supuesto, de lo contrario, ¿Por qué crees que vendría aquí? – Dijo Eva, fingiendo conocer a la perfección al hombre que mencionaba.

Eva tenía algo claro, delante de Mark no se dejaría pisotear, pero algo era obvio, ¡Ella mintió! No conocía para nada a Alejandro, sólo sabía que era amigo de Demian. Quizás lo conoció hace mucho tiempo en alguna reunión, solo esperaba que la otra parte aceptara reunirse con ella después de escuchar su nombre.

De lo contrario, sabía que la humillación y vergüenza sería enorme.

- ¿Tú? ¿Sabes quién es Alejandro? ¿Acaso sabes que él es uno de los hombres más ricos del país? Me sorprendes, Eva Díaz, ¿Cómo es que dices conocerle?

- ¡Claro que sé quién es Alejandro Mendoza! Le conozco desde niña. – Dijo Eva muy segura de sí misma.

Sinceramente, al ver la cara de desconcierto de Mark, le agradó, aunque muy por dentro, estaba hecha una bola de nervios. Alejandro Mendoza, que ella recordara, jamás había cruzado palabra con ella.

- De pronto comenzó a sonar su móvil, ella lo sacó, miró y arriesgándose a pasar un momento de horror dijo:

- ¿Alejandro? ¿Alejandro Mendoza? ¡Hola, Alejandro! Tanto tiempo si escuchar tu voz. Efectivamente, soy Eva Díaz, quería pasar a saludar, pero tu recepcionista no me deja pasar. – Dijo Eva fingiendo conversar, ya que la razón por la que sonó su móvil era por una alarma para despertar que había puesto un día antes.

- ¡Oh, Alejandro! Permíteme, paso el móvil con tu recepcionista, para que hables con ella. – Dijo Eva, arriesgándose aún más.

La chica de recepción, conociendo el mal carácter del señor Mendoza, solo se limitó a hacerle señas para pasar.

Eva, solo pudo respirar de tranquilidad, ya que, de lo contrario, era grande la humillación a la que ese tendría que enfrentar.

- ¿En qué piso debo subir, Alejandro? – Dijo Eva aún con teléfono en mano.

La chica de recepción con las manos le hizo señas del piso que debía subir, Eva agradeció con la cabeza y una ligera sonrisa de satisfacción. Esta batalla la había ganado, pero ¿a qué costo? Ella no iba preparada para nada, es más, Alejandro Mendoza no la conocía, no la esperaba, ni sabía de su existencia, o al menos eso era lo que ella creía.

Tan pronto entró al elevador y cerró la puerta, su semblante triunfador cambio, estaba hecha una bola de pánico. No sabía qué haría frente al amigo de su hermano.

- ¡Eva, si serás, si serás! ¡Tú y tu bocota siempre te mete en problemas! – Se decía en voz alta. – “No, Eva, haces bien. Esto es por Sara, no por ti, así como tu amiga ha estado contigo, tú ahora debes estar”. - Le decía una vocecita mentalmente.

De pronto, la campanita del ascensor anunció el piso elegido y la puerta se abrió, accediendo directamente a la oficina de aquel famoso CEO. Sucedió lo que jamás imagino…

- ¡Hola, Eva Díaz! Tanto tiempo si escuchar tu voz…

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