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Capítulo 5: Nadie esperaba con ilusión mi regreso

En la cena, Eva no tenía apetito, a pesar de que toda la mesa estaba llena de sus comidas favoritas. Tenía que admitir que Melissa y Demian eran una pareja perfecta, ni siquiera pudo fingir una sonrisa cuando vio la forma en que Demian cuidaba a Melissa.

- Eva ¿Volviste a México como viaje de graduación? ¿Regresarás a Boston para trabajar en el futuro? - Martina preguntó con gran interés.

- ¡Quiero quedarme en México! – Dijo Eva con sinceridad.

Martina la miró con sorpresa y luego miró a Demian.

- No te había escuchado mencionarlo, ¿Por qué es tan repentino? – Dijo Martina un tanto sorprendida y sin ocultar aquello.

Eva capturó con precisión este momento y los cambios de emociones en los rostros de todos, incluso el de Melissa.

- ¿Puedo quedarme en México? - Preguntó en lugar de responder a la cuestión de Martina.

Toda la mesa estaba en silencio, Eva sabía que aquí nadie esperaba realmente que ella regresara.

- ¿Cómo está tu amiga? ¿Necesitas mi ayuda? – Preguntó Demian rompiendo el incómodo silencio que reinaba en la mesa.

Eva explicó brevemente la condición de Sara y dijo que el tratamiento actual ha sido efectivo, así fue como cambió el tema.

Después de cenar, Martina le pidió a Eva que se quedara en casa, tomó la mano de Eva y caminó hacia la puerta de la habitación.

- Siempre he limpiado tu habitación. Los muebles no han cambiado. Solo les pedí a las chicas de servicio que cambiaran las sábanas. No sé si te gusta o no, el viaje debió ser cansado, vete a la cama temprano. – Dijo Martina, sonando como una madre dulce y preocupada.

Al entrar a la que por años fue su habitación, montones de recuerdos se le vinieron a la mente, montones de cosas le llegaron a la cabeza, Eva podía ver un fantasma de ella, uno que deambulaba por su recámara, podía ver a su yo joven, cuando caminaba de un lado a otro, cuando bailaba estando feliz.

Seguramente en aquellos tiempos ella se sentía feliz; por algún detalle que Demian había tenido con ella, podía verse recostada en la cama sonriente, abrazando ese maldito diario, al cual seguramente le había escrito alguna estupidez.

También podía verse en los últimos días antes de irse a Boston, se veía en un rincón sentada en el suelo con la cabeza entre las piernas, llorando desesperadamente. Se veía en la cama recostada de lado llorando, se veía empacando algunas cosas, se veía triste, se veía desesperada por no querer irse.

Mientras tanto, el estado de ánimo de Martina era muy complicado. Por un lado, se sentía culpable por su actitud menos empática, a quien, decía llamar su hija. No se perdonaba el hecho de que, tan pronto, salió a la luz aquella dolorosa verdad, lejos de hablar con ella de manera comprensiva, solo la aisló, cualquier comportamiento, cualquier movimiento, era motivo de preocupación.

Inclusive, llegó al punto de pedirle a Demian se fuese a vivir solo, no los quería juntos, no quería que cualquier sentimiento inconscientemente fuese recíproco.

- Mamá… Tú no tuviste la culpa, no conocías las intenciones de aquella mujer, deja de martirizarte. – Dijo Demian que se encontraba detrás de ella. - Tal vez lo que Eva necesita es que nos vuelva a ver como familia, lo que menos necesita en este momento es que, la alejemos, ella es mi hermana y la quiero como eso, yo jamás creí esa bola de tonterías de una adolescente. – Dijo Demian tratando de consolar a su madre.

- ¡Tienes razón, hijo! Eva nos necesita, tal vez ella está estresada por la idea de que la rechacemos, nunca debimos enviarla lejos, es solo que los rumores eran demasiados y no queríamos que aquello también te afectara. – Dijo Martina mirando a su hijo.

Martina se sentía culpable, pero no solo por el pasado, sino también por el presente, ya que, aunque habían pasado años y su hijo estaba comprometido, ella no podía sacarse de la cabeza que posiblemente Eva, no estaría tan tranquila con la noticia.

- Nunca creí esas estupideces de aquella escuincla… - Dijo Demian molesto.

Martina solo atinó a sonreír, ella sabía que, aunque no lo decía, tanto a ella como a su esposo, siempre les quedó la espinita de lo que Eva realmente pudiera sentir por su hijo. Pero por el momento ella no tenía nada de que preocuparse, ya que su hijo, ya estaba comprometido con Melissa.

Eva no podía dormir y planeaba bajar a caminar, pero cuando llegó a la esquina de las escaleras, vio a Demian, Martina y Sebastián conversando.

- Demian, ¿Realmente no sabías de antemano que Eva regresaría esta vez? - Preguntó Martina, —¿Aceptaste?

- Si ella quiere volver, puede volver, no necesita el consentimiento de nadie. Cuando te uniste a su padre para enviarla lejos, no pediste mi opinión. – Dijo Demian con voz tranquila pero seria.

- Los rumores casi inundaron a nuestra familia… Si no lo hago, tendrá un gran impacto en ti y en ella. – dijo Martina, poniendo su bienestar como pretexto.

- Madre, no deberías tomar en serio tantas tonterías que dijo la media hermana de Eva, que en ese entonces era una escuincla, además, este es el hogar de mi hermana, o ¿Ya no? – Dijo en un tono tranquilo.

- No menciones más el pasado, si alguna vez quisiera volver, este siempre sería su hogar. – Dijo Sebastián viendo a Demian y consolando a su esposa.

- Eva ya no es una niña, sé que sonaré duro, pero, Demian ustedes como hermanos deben evitar que, ahora que Eva regresa, nuevamente comiencen las habladurías y, mucho más, ahora que tú, mi hijo, estás comprometido. – Dijo nuevamente Sebastián seriamente.

Eva se quedó allí, derramando lágrimas en silencio. Ella no quería oír más, solo le queda esperar que el día siguiente lléguese pronto y se le ocurrieran innumerables razones para no irse durante la noche.

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