XLIV. El bosque te observa

(Dominieck y Emma Avanzan)

Caminar por aquel lugar parece tan sencillo de ver y en parte lo es, pero como el bosque es una fracción de la frontera imaginaria que divide a ambas ciudades por igual, la tranquilidad no comporta ante todo un hecho estrictamente perceptible allí.

Los estallidos de violencia entre manadas contrarias a veces suelen ser bien desastrosos, de modo que pueden escucharse los gritos de dolor incluso a cientos de kilómetros a la redonda tras acabar las brutales peleas que aquí se forman, por tanto, el caos suele pesar más allá de la incidencia que la misma luz proporciona ante el bien.

Así que es más que tangible entender, que el bosque tiene mil y una manera de demostrarte cuando no eres bienvenido en sus límites y es eso un hecho que indudablemente yo conozco, no solo porque soy parte del mismo, sino porque también soy una omega por tanto en estas tierras no es precisamente que sea bien recibida.

Las omegas aquí son consideradas como seres antinaturales as
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