El pasmo que le produce mirarlo ahora, aquí, luego de días que se volvieron eternos y llenos de gris le produce no sólo escalofríos, sino vértigo. Miedo, odio, dolor. Las emociones arrasan en Elena, y vuelve a dar un paso hacia atrás, sintiendo la desesperada gana de salir de aquí.Gianluca da un paso hacia ella.—¡No! ¡No te me acerques! Largo, lárgate. Vete —Elena responde a sus instintos, y la herida vuelve abrirse. No. Éste hombre no puede estar aquí y esto es un espejismo—, ¿Quién te dejó entrar? ¿Quién? ¿Cómo me encontraste? ¡Vete!Gianluca se detiene a su orden. No hace más nada salvo retroceder al escucharla. Algo en el rostro de Gianluca hace que Elena dude de si realmente está viviendo esto, y cuando sus miradas vuelven a encontrarse, Elena quiere jadear de sorpresa otra vez. Es Gianluca en carne y hueso.Aguanta la respiración cuando Gianluca se agacha en silencio. Nota cómo toma las piezas de cerámicas rotas en su mano, recogiéndolas del suelo. Elena no deja de abrir los
—¿Elena?Sólo reacciona con la voz de Gianluca, quien confundido, calmando la rabia, está observándola. Elena responde a su llamada cuando decide mirarlo. No sabe cuantos segundos pasan, pero Enrico interrumpe cuando se acerca a Elena, sorprendiéndola.Toma su mano para besar sus nudillos.—Cada vez estás más hermosa, Elena. Es un placer tenerte en Della Famiglia.—Quita tus putas manos de mi mujer.Tanto Elena como Enrico se giran hacia Gianluca.Elena suelta la mano de Enrico, poniéndose nerviosa por ésta incomoda sensación. Si tan sólo se hubiese enterado de la verdadera identidad de ese inversionista ni siquiera hubiese pensando en opciones para aceptarla. Sería un rotundo no.—Oh, creí que estaban divorciándose —Enrico opina descuidadamente, mirando a Gianluca con ese toque de burla—, si no te molesta tengo una cita a solas con la señorita Elena y tú ya te ibas.—¿Qué haces invitando a mi esposa a tu oficina, imbécil? —Gianluca arremete contra Enrico, acercándose hacia él—, ¿No t
—Esto no puede ser verdad —sigue repitiendo Elena, entre lágrimas—, esto…¿Esto es real?—¡Es real, Elena! Muy, muy real —Constanza responde, abrazándola por el hombro—, ya no tenemos más dudas. La vida nos ha unido, y tenemos cómo demostrar la verdad. Todo el mundo…—No, no puede saberlo todo el mundo —Elena esnifa un poco, y limpia sus lágrimas—, prometiste que no le dirías a nadie, Constanza.—Pero Elena —Constanza frunce el ceño en preocupación—, es ahora o nunca cuando el mundo necesita saber de ti. Ítalo merece pagar por todo lo que nos ha hecho, y te ha hecho a ti.—Prefiero que todas las pruebas contra ese hombre las tengamos en mano antes de salir al mundo diciendo quién realmente soy. No puedo enfrentarme a algo todavía, no…pero no creas que no estoy feliz, Constanza —Elena suelta una sonrisa en medio de la impresión—, jamás en la vida creí que esto podría suceder…no puedo creerlo, ¡No puedo creerlo!Constanza también sonríe.—Elena, esto lo cambia todo. Yo tengo razones para
Elena se lleva la mano hacia su frente, porque no lo cree. Es un golpe duro y repentino para su vida. Él reluciendo nuevamente en su vida, él aquí y haciendo lo que se le plazca. ¿Cómo se enteró que estaba haciendo esto? ¿Cómo la encontró? ¿Cómo lo hizo? ¿Por qué no puede tener las respuestas y por qué vacila cuando el nombre de su marido sigue presente en su vida?—¿Está seguro de esto, señor?—Seguro, señora Mancini. Hablé personalmente con el señor Mancini el día de ayer. Me pidió encarecidamente que me pusiera a su disposición y ahora mismo le digo otra vez, todos los talleres estarán listos, sin falta alguna. ¿Quiere pasar conmigo?Elena vuelve a estar en el limbo. En su mente vuelva el nombre de Gianluca, una y otra vez, martillando. Siente rabia, sorpresa y decepción. No quiere pagar el enojo con éste hombre, que no tiene la culpa. Pero es sorprendente saber esto. ¿En qué momento le dijo o le dio el permiso para hacer suyo lo que le pertenece a ella?Le regresa el papel.—No qu
Elena no quiere admitirlo. No es que sea un buen logro para ella, ¿O casi cinco meses después de su separación con él siguen en las mismas?Se cumplirán cinco meses en una semana, y desde que lo vio.Tal cual le prometió, no la volvió a llamar, ni a buscar. Si sabe de él es por las noticias o por palabras de Gaby.No lo disfruta.Pero debe entender que lo hizo porque así se lo pidió; y quiere creer que así está más tranquila. Sabe que se miente a sí misma. Estos meses en Florencia, ahora su nueva vida lejana totalmente de Florida, no han sido fáciles.Fiorella vive en ella, pero Constanza respetó su decisión de no decirle a nadie. Ni siquiera se lo ha dicho a Cristina, quien va y viene para visitarla.Como la remodelación de los talleres continuó, Elena es quien ha estado al pendiente de todo y cada una de las cosas. Ha visitado las 17 sucursales en todos estos meses, y su favorita sigue siendo la de Florencia, la principal. A éste taller sólo le faltan sus ultimo retoques para estar
—Señora, tiene que amamantar a la bebé.—No quiero ver a esa niña. Llévatela, y que su nana la alimente —con media botella vacía de vino en la mano Renata responde. Gruñe impaciente cuando se da cuenta de la persona que está cerca a ella, intentando no reprimir el grito de rabia que le causa tan sólo ver a esa niña.La enfermera se impresiona de pies a cabeza cuando la oye. Renata es una fiera cuando está enojada. Cuando ella vuelve a gritar que se largue la enfermera no tarda en hacerlo.Renata pestañea porque ha estado llorando debido a la rabia. Hace ya cinco meses el escándalo estalló. Y la farándula de la ciudad sigue detrás de ella incluso hasta ahora, sin dejarla en paz, mostrando las imágenes una y otra vez de Enrico junto a ella.—¡Te odio, Gianluca! ¡Te odio! —expresa, lanzando el vaso de vidrio hacia el televisor.Desde que esas fotos salieron no ha podido conseguir sus tan anheladas pasarelas en las casas de moda de renombre. Nadie quiere involucrarse con ella para trabaja
Las dos primeras semanas lejos de Elena hicieron un antes y un después en su vida. Cinco meses después es sólo una tortura.Luego de prometerle lo que le daría, Gianluca intentó llamarla pero ella no contestaba sus llamadas. Intentó buscarla en el hotel donde le habían dicho que se hospedaba, y tampoco la encontró. Le dijeron que ahora era muy cercana con una mujer. Constanza Moretti, pero no sabía nada de esa mujer. Tampoco le dijeron su dirección por temas de seguridad.Elena no quería saber más nada de él.Gianluca volvió a Florida con el corazón roto. Le esperaba una caravana de rumores, especulaciones por aquellas fotos que le importaban absolutamente nada. Su mente seguía pensando en la niña que creyó era suya. Le había dicho a Renata que le colocase Gabriella a la pequeña una vez naciera, y Renata así lo hizo, como burlándose de él.Lo que haya vívido Renata o no le interesa menos. Tampoco lidió con la idea de que Enrico se aprovechó una vez más. Le tiene preparado algo bastant
—¡Señora, puje!Las palabras se quedan en el olvido debido al dolor que le arrancan gritos a Elena. Jadea, se remueve y se le acorta la respiración. No puede mirar a otra parte. Su mente se colapsa por el dolor y grita despavorida en la sala de parto.Apenas entiende lo que ocurre. Luego de escuchar al doctor diciéndole tales palabras, abarcando esa noticia que cayó como un balde de agua fría, la han traído a éste lugar y desde entonces Elena no deja de llorar y de gritar.—Respire, inhale, y puje cuando yo se lo diga —indica el doctor en posición. Minutos en éste inmenso dolor atropellan cualquier pensamiento en Elena—, el niño está a punto de salir, señora. ¡Cálmese!Elena se queda unos momentos varada en el impresionante dolor. Segundos después viene una puntada que vuelve para hacerla gritar y todo queda en un profundo silencio, o es lo que cree.El silencio se rompe con un profundo llanto.El llanto de un ángel que la deja sin aliento.Elena traga saliva, sudando y en medio del c