Elena no quiere admitirlo. No es que sea un buen logro para ella, ¿O casi cinco meses después de su separación con él siguen en las mismas?Se cumplirán cinco meses en una semana, y desde que lo vio.Tal cual le prometió, no la volvió a llamar, ni a buscar. Si sabe de él es por las noticias o por palabras de Gaby.No lo disfruta.Pero debe entender que lo hizo porque así se lo pidió; y quiere creer que así está más tranquila. Sabe que se miente a sí misma. Estos meses en Florencia, ahora su nueva vida lejana totalmente de Florida, no han sido fáciles.Fiorella vive en ella, pero Constanza respetó su decisión de no decirle a nadie. Ni siquiera se lo ha dicho a Cristina, quien va y viene para visitarla.Como la remodelación de los talleres continuó, Elena es quien ha estado al pendiente de todo y cada una de las cosas. Ha visitado las 17 sucursales en todos estos meses, y su favorita sigue siendo la de Florencia, la principal. A éste taller sólo le faltan sus ultimo retoques para estar
—Señora, tiene que amamantar a la bebé.—No quiero ver a esa niña. Llévatela, y que su nana la alimente —con media botella vacía de vino en la mano Renata responde. Gruñe impaciente cuando se da cuenta de la persona que está cerca a ella, intentando no reprimir el grito de rabia que le causa tan sólo ver a esa niña.La enfermera se impresiona de pies a cabeza cuando la oye. Renata es una fiera cuando está enojada. Cuando ella vuelve a gritar que se largue la enfermera no tarda en hacerlo.Renata pestañea porque ha estado llorando debido a la rabia. Hace ya cinco meses el escándalo estalló. Y la farándula de la ciudad sigue detrás de ella incluso hasta ahora, sin dejarla en paz, mostrando las imágenes una y otra vez de Enrico junto a ella.—¡Te odio, Gianluca! ¡Te odio! —expresa, lanzando el vaso de vidrio hacia el televisor.Desde que esas fotos salieron no ha podido conseguir sus tan anheladas pasarelas en las casas de moda de renombre. Nadie quiere involucrarse con ella para trabaja
Las dos primeras semanas lejos de Elena hicieron un antes y un después en su vida. Cinco meses después es sólo una tortura.Luego de prometerle lo que le daría, Gianluca intentó llamarla pero ella no contestaba sus llamadas. Intentó buscarla en el hotel donde le habían dicho que se hospedaba, y tampoco la encontró. Le dijeron que ahora era muy cercana con una mujer. Constanza Moretti, pero no sabía nada de esa mujer. Tampoco le dijeron su dirección por temas de seguridad.Elena no quería saber más nada de él.Gianluca volvió a Florida con el corazón roto. Le esperaba una caravana de rumores, especulaciones por aquellas fotos que le importaban absolutamente nada. Su mente seguía pensando en la niña que creyó era suya. Le había dicho a Renata que le colocase Gabriella a la pequeña una vez naciera, y Renata así lo hizo, como burlándose de él.Lo que haya vívido Renata o no le interesa menos. Tampoco lidió con la idea de que Enrico se aprovechó una vez más. Le tiene preparado algo bastant
—Y cuando seamos grandes me casaré contigo. Un pequeño de seis años corrió tras la niña de hermosos cabellos rizados y largos por el camino de arena lejos de sus casas. Un rincón oculto al que siempre acudían. Donde el niño la invitaba a jugar, donde no existía otra cosa que sus inocentes juegos de piratas, de aventuras, y de una princesa a la cual debía siempre rescatar en los castillos de arenas. En ese momento, corrían por el camino de piedras hacia las praderas, cerca de un arroyo de río que los esperaba todo el tiempo. El cielo azul, nítido, sin verse nubes borrascosas en la llanura. —¡Eso no puede ser posible! —la pequeña niña de cinco años repitió con risas, tomando su vestido para correr, sin detenerse, mientras atrás de ella un osado y valiente pequeño también la seguía. —Nos casaremos como mi mamá y mi papá —el niño se acercó a la pequeña, quien se detuvo frente al parque. Inmensos arreboles verdes con frutos, un pasto verde y llamativo que había florecido por las ante
20 años después. —¡Hey tú! ¡Muévete! Aquí no hay sitio para que duermas, princesita. ¡Apresúrate! —una mujer alta y fumando un cigarro es quien exclama, empujando a la otra mujer delante de ella—, ¡Aquí comemos todas la misma basura! Su empuje hace que su contrincante se tambalee hacia adelante, y la bandeja de aluminio donde lleva la comida caiga al suelo en un fuerte y doloroso estruendo. Es tan abrupto el golpe que inclusive se puede creer que se ha fracturado uno de los huesos. —¡Demuéstrale que manda, Vidente! —¡Dile a esa zorra que deje de hacerse la víctima! —Y haz que coma tierra. En medio de la cocina de la prisión, el ruido es fuerte, estruendoso, casi rompe las paredes oscuras de éste lugar. El bullicio alejado empieza a murmurar. A reírse en voz baja. A mirar con indiferencia a la mujer que está en el suelo. —Déjame levanto a la princesa. ¡Oigan, déjenme y levanto a Su Majestad! —la misma mujer todavía con su cigarro, a quien gritan como “Vidente”, observa a la mujer
Elena no lo cree hasta que la reja de su celda se abre, y desde la distancia es Vidente quien observa con incredulidad todo esto. En el pasillo hacia la salida, las visitas a las reclusas están ya permitidas pero no ve a nadie conocido. Sólo lleva el vestido que lavó la noche anterior y nada más que una manta doblada en su brazo.—Rápido, camina —Elvira la empuja con fuerza. Está indignada y furiosa—, ¡Muévete!—Me sigues empujando y te voy arrancar el cuello —se zafa Elena de su agarre.Sin embargo, una voz retumba entre todas las voces en la sala de las visitas.—¡¿Es que cómo se te ocurre decirme qué no?! ¡A mí! Pagué mucho por ti y estás aquí por evadir impuestos ¿sabes cuánto dinero perdí por tu culpa? ¡No sabes!Los gritos pueden escucharse desde aquí hasta el centro de la ciudad, o hasta el centro del caribe, y es el único sonido que se oye en todo el lugar. Mientras se acerca Elena al final del pasillo, vuelve a oír la voz: pertenece a una mujer que ya ha visto en el patio.—¿
—Sé que quieres recuperar la empresa y tu reputación, Gianluca. Lo mejor es que te concentres ahora en tu boda —el hombre que está bebiéndose su whiskey, mira a su primo con su traje negro frente al espejo.A quien se dirige tiene el cabello peinado hacia un lado. Lo bastante atractivo como para que sea difícil apartar la mirada, y una taciturna personalidad que es la fuente de su encanto. Se arregla las mangas del traje y responde:—Della Famiglia es mía, Valentino —es una respuesta contundente.—Era, primo. Era tuya —responde Valentino, levantándose y dejando el vaso de whiskey en la mesa—, Enrico ya tiene en su poderío todo lo que era tuyo. Y me parece que está convencido de que no dejará nada ni para ti ni para nadie. Además, Renata no estará contenta de que pienses en esa clase de cosa. Eres ambicioso. Tu prometida será más escandalosa que antes —dice Valentino.Se da la vuelta y recibe el saco de su mayordomo. —Esto es simple compromiso —se acomoda su reloj—, Renata y yo no es
—No es lo que buscamos, siguiente.—¿Esto es lo que haces? ¿No tienes experiencia? No podemos perder el tiempo enseñándote.—¿Estás hablando en serio? He oído hablar de ti y prefiero no meterme en problemas. Gracias.Son las palabras de las numerosas compañías que no han querido contratarla.Se supone que Simone le conseguiría un trabajo como modelo publicitaria en las campañas de su compañía, pero la mayoría de sus compañeros han dicho sencillamente qué no y Elena ha pasado toda una semana sin poder encontrar un trabajo donde no la rechacen.Intentó un día entero buscar como mesera en cafeterías, restaurantes, pero debido a su debilidad y a su expediente, sólo NO.“Te diré algo sencillo, señorita Russo. Usted no puede trabajar aquí porque no aceptamos personas con antecedentes penales. Así qué si no le molesta, le pediré que deje mi tienda ahora mismo si no quiere que llame a la policía.”Simone es la única que le ha ofrecido un trabajo e incluso permite que se quede en su departamen