Segundos pasan para que Elena se escandalice por las palabras. Se gira completamente hacia Natasha, y cuando ella empieza a llorar, se abalanza hacia su lado.—¿Por qué dices esto…? ¿Por qué…? —Elena toma su mano, inclinándose. La sorpresa la domina, impidiéndole reaccionar con calma, lo que la lleva a una sobredosis de miedo irreal—, ¿Esto no fue un accidente?Natasha no puede moverse. Sus dedos tampoco lo hacen cuando Elena los rodea con sus dos manos. Natasha deja de sollozar y ahora llora en silencio, y para desgracia de Elena, todo lo que pudo haber salido mal le pasa factura. Esto la toma por sorpresa, y no tarda tanto en comprender de qué las palabras de Natasha significan algo entre líneas, Pero ¿qué? ¿Qué es? ¿Qué cosa es?—Calma, Natasha. cálmate. No pasa nada —Elena intenta en vano quitarle las lágrimas—, puedes confiar en mí. Puedes hacerlo. Tienes qué ayudarme, y esto no es normal. Dímelo, cuéntame, estoy aquí como una amiga. ¿Natasha?—Es mejor qué te vayas —balbucea Nat
En un abrir y cerrar de ojos han pasado casi tres meses desde qué Gianluca despertó de su coma.El caso donde se evidenciaba de un intento de asesinato a ambos ha caído en el sospechoso que atentó con la vida de Gianluca meses antes, cuya acusación afectó a Flavio. Hace apenas una semana porque Flavio logró salir en libertad sin hacer más trámites y el hombre no dio su brazo a torcer para ayudar a su abogado y llegar a un acuerdo para pagar una fianza. Para desgracia de ese hombre, estará encerrado por muchos años.Sin embargo, que esté pagando ahora no significa que las cosas se hayan apaciguado. Flavio está en libertad, han pasados meses en tranquilidad, y el trágico accidente se quedó atrás, no afecta su presente, el fiscal admitió la existencia de influencias externas que habrían permitido borrar todo rastro que los lleven al autor intelectual del crimen.La recuperación de Gianluca ha tenido altibajos, como aquel día donde tuvo que quedarse en casa por un gran dolor de cabeza. El
—¿De qué estás hablando? ¿De qué…? —El corazón de Elena late a mil por hora. La opresión en el pecho que sólo genera una enorme falta de aire. Las manos de Elena comienzan a sudar.—¿No habías pensando en esa posibilidad? —Cristina quiere hablar con calma a su amiga, quien ha entrado en una especie de trance de la que difícilmente puede salir—, son síntomas del embarazo…—¿Qué tal si decides ir al médico? Saldrás de duda mucho más rápido, querida. ¿Quieres que te acompañemos? —Ginette, todavía emocionada le sonríe. Es una sonrisa de calma.—Yo —balbucea Elena. Lo que pasa por su mente es trillado, como si se hubiese apagado, se hubiese vuelto todo negro. No hay oportunidad para salir de esto, no puede entenderlo—, ¿Ustedes creen? Eso sería, Dios. Yo nunca lo había creído, yo me cuido a la hora de…por Dios —la voz de Elena tiembla más de lo qué había creído. No puede pensar en otra cosa sino en la posibilidad de…Hijo. un bebé. Suyo.“Nuestro.” No puede decir más nada. No siente las fu
Valentino sigue hablando, señalando unas pares de gráficas que muestran el rendimiento que pide trimestral. Ha pasado unas cuantas horas desde que su esposa se marchó, así que está relajado en el asiento, escuchando con atención. Fattoria Verde ha tenido una pequeña confrontación en el mercado debido a los precios altos de producción.Ginette está aquí, concentrada también. Pese a lo sucedido en estos 3 meses, Aurora no volvió a Florida. Lo que escucho de Ginette, quien viaja constantemente a Florencia, es que está llevando la sucursal de Fattoria Verde en aquella ciudad. Tampoco ha cruzado una palabra con ella. No desea hacerlo. Conoce la personalidad de su hermana como para entender qué de cierta manera, Renata no es la única que ve a su esposa como alguien menos importante.Despidió a gerentes y supervisores qué tenían años en ese lugar sin importar nada. Se atrevieron a insultar a su persona haciéndolo con su esposa. Aurora no tenía ya nada qué hacer aquí.Pregunta a los superviso
—Los resultados lanzan una prueba negativa. No está embarazada, señora Mancini. Lo lamento.Elena enmudece. Lentamente, su sonrisa va cayendo y cayendo, hasta que su rostro sólo es una sorpresa herida. Su corazón sigue latiendo a mil por hora. Esto cae como un balde de agua fría, y no puede escapar de la incertidumbre.¿Qué es ese dolor en su pecho? ¿De qué se trata todo esto? ¿Por qué le resulta tan extraño mirar el papel con esas palabras restregándole en la cara qué no todo puede ser como ella desea?Sus dedos tiemblan al tomar la carta. Se le forma un nudo en la garganta. Elena no puede decir algo ya que temblará de pies a cabeza. No puede decir otra cosa que no le haga temblar. No puede hacerlo.—Oh —finalmente expresa—, eh, claro —Elena se pone de pie. Quiere salir de aquí cuanto antes. Se imaginaba un mundo completamente distinto al entrar aquí, con su vida cambiando. Teniendo la dicha de saber que sería madre. Elena se aferra a lo único que tiene en mano, su cartera—. ¿Por qué
Es tanta la impresión de Elena que vuelve a dar un paso atrás.Las palabras de Gianluca se vuelven afiladas, y cortan las ilusiones. Nunca creyó que esto se tornaría de ésta manera.—¿Traicionarte…? —su voz aparece como un hilo de voz. No comprende, no puede hablar sin perder las fuerzas—, ¿Traicionarte? ¿De qué estás hablando…?—¡Tengo mil razones para creer que lo que has hecho a mis espaldas son mentiras!Elena abre los ojos. Jamás había visto tan enojado a Gianluca. Sus ojos se han tornado más oscuros, tomando un tono que no tiene nada que ver con el claro de sus ojos. Sus palabras golpean con fuerza el más recóndito lugar de su mente.—No, eso no es verdad. ¡Puedo probarte que lo de Ítalo Moretti no fue una mentira! Orlando. Llama a Orlando. Llámalo a él y pregúntale. ¡Él debe comprobar mis palabras! ¡No te estoy mintiendo! —Elena expresa contundente, pero en el fondo tiembla. Tanto, que no sabe cómo detener la tristeza que la carcome y la herida de ahora.Gianluca no parece conv
CAPITULO 79 DCEOATYa ni siquiera es dolor.Es incredulidad. Es conmoción. Es la misma daga qué la atravesó hace apenas un par de minutos, que la golpea brutal en el rostro. Es una cachetada de realidad, y apenas puede moverse Elena de su sitio.La tensión en ésta oficina incrementa, y ahora es peor cuando a solas con Gianluca. Esto le cobra un jadeo incrédulo. Un par de lágrimas descienden por sus mejillas, y cada momento que pasa puede sentir la dureza en la mirada de Gianluca.Elena abre los ojos.—¿Orlando? ¿Qué estás haciendo? ¿Qué…? —Elena trata de dar un paso hacia adelante. Sus manos abrazan su vientre, porque también siente una punzada en el lugar. El llanto silencioso y doloroso vuelve a oírse—, ¿Qué estás diciendo? Di la verdad. Di todo lo que me dijiste a mí, ¡Dilo! —exige Elena.El abogado Orlando parece resignado a seguir con las palabras qué están frívolas, que salieron sin ningún remordimiento y que para estos momentos nubla cualquier esperanza que Elena tenía. Era él
Gianluca vuelve a decirse a sí mismo que necesita apartarla cuánto antes. No puede verla como lo hace, no puede desear estar otro minuto junto a ella, tiene que vivir sin ella.Pero cuando Elena le dice éstas clases de palabras, es su mundo quien se parte en dos. Intentó controlar la rabia, y la impotencia. Su mente se llenó de posibilidades, en su mayoría malas y soberbias, y no puede ver otra cosa sino a ésta mujer quebrándole el corazón en mil pedazos. Ella repite algo que no quiere escuchar porque no está pensando con claridad.Se aparta de ella.—No quiero oír nada que venga de ti —espeta.En sus ojos puede ver más el dolor de Elena.—Tuviste el tiempo para decirme, para hablarme con la verdad. Lo tuviste —Gianluca sabe que debe dar un paso atrás, por más que esté muriéndose por dentro y no pueda mirar a otra parte, porque ella siempre estará allí—, pudiste hacerlo. No te importó pensar en eso.—Porque confíe en Orlando, y sí, me equivoqué en confiar en él. Perdóname, jamás pensé