—Estoy segura qué dijiste ese comentario con una mala intención —dice Elena, ya con el rostro serio.—No es así, no me malentienda, señora Mancini —el abogado Orlando se acerca para sentarse a su lado. Siempre ha sido muy respetuoso, pero es un cascarrabias, algo ambicioso y fuerte de carácter. Siempre habla rápido y parece qué todo el tiempo está ansioso—, pero no debe permanecer indiferente a lo qué le digo, ¿Me entendió?—No estoy segura si decir esa clase de cosas a mi marido sea lo correcto. Ya tengo mucho ocultando…en fin. Ese tema no viene al caso porque no quiero que se menciona más nunca. ¿Hasta cuándo?—Cuando pregunte sobre Ítalo Moretti yo hablaré con él. Usted solo aguarde —el abogado Orlando entrelaza sus manos.—¿Y qué le dirá?—Que el señor Ítalo desistió.Elena toma aire.—Eso es una vil mentira, Orlando.—Hasta que logremos recopilar toda la información en contra de Ítalo Moretti, señora. Si lo decimos antes, habremos soltado la bomba antes de tiempo y no es lo que
—Mónica me reprenderá —murmura Elena. Ya están camino a la casa—, debiste tomar reposo.—Lo hice…—murmura Gianluca, acariciando su espalda descubierta. Lleva un vestido con escote en la espalda.—No lo hiciste. Dime, ¿Te sientes bien? Siempre te tocaba a ver si tenías fiebre, pero no tienes fiebre. ¿Cierto? —Elena toca su frente. Gianluca besa su palma—, ¡Hablo en serio! —pero se echa a reír—, estoy segura qué me regañará.—Estar en una cama dos meses ha sido suficiente. No volveré a tocar una cama —Gianluca dice—, sin ti.Elena se muerde los labios.—Muy chistoso, señor Mancini —golpea su rodilla con suavidad—, concéntrate. ¿Quieres?—Nena, eso será difícil. Porque yo —la empuja hacia su pecho—, lo único que hago es pensar en ti.—Pero tendrás que hacerlo —Elena rodea su pecho, abrazándolo—, éste mundo te espera. Y me echarán la culpa por haberte secuestrado.—No pido más nada…—Gianluca baja la vista. Elena solo tiene qué subir un poco, porque sus labios están demasiado cerca. Esa so
—¿Dónde está tu esposa, querido? —pregunta la señora Angelina.Su madre, totalmente descabellada en la felicidad, con lágrimas en los ojos, acaba de soltarlo de su abrazo.—Vendrá en un par de momentos.—Gracias a Dios —la señora Angelina lo abraza con fuerza—, gracias a Dios, hijo mío. Estás bien.Gianluca suaviza la mirada, abrazando a su madre. también es pequeña, llegándole al pecho. Besa su frente.—Ya, todo está bien —Gianluca expresa en voz baja a su sensible madre—, no llores más.—Nunca creerás lo que lo qué tú padre y yo hemos sentido todo este tiempo. Se me fue la vida otra vez, Gianluca. Sólo pensé en lo que te ocurrió cuando eras apenas un bebé y no lograba conciliar el sueño.—Faltará algo más fuerte para que yo pierda la vida —Gianluca besa la mejilla de su madre—, gracias a los dos por venir —decide mirar a su padre.Giancarlo Mancini, sentado en sus sillas de ruedas, mueve la mano hacia él.—No llevas tu apellido en vano —su padre habla cuando Gianluca toma asiento a
—¡No digas eso, Renata! ¡No perderás a tu hijo! —la señora Angelina sostiene con fuerza a Renata. —Por Dios —las manos de Elena tiemblan al observar la sangre, y pese a querer acercarse, su ayuda es insultada. No le queda más que retroceder. En sus ojos entra un cabello negro, un cuerpo más alto del suyo. Puede reconocerlo pero no va a su dirección sino directo a Renata. Elena traga saliva cuando Gianluca toma a Renata entre sus brazos, cargándola. Sin embargo, sus ojos se encuentran en un microsegundo y Elena palidece. El rostro de Gianluca no es de enojo, es simple preocupación. Pero ahora no puede quedarse más tiempo aquí, necesita salir. Gianluca sostiene a Renata con fuerza antes de salir de la sala, junto a Billy y Tito. Elena se queda petrificada en su sitio, todavía con la imagen que tuvo de Renata en éste lugar luego de salir del vecindario. Tendrá un colapso. Desde qué Elena salió de su antigua casa ha estado distraída. Recuerda cómo dejó los recortes de periódic
Su pulso está acelerado. Por una extraña razón, éste nuevo sentimiento en el pecho de Gianluca es indescriptible. Ha pasado unas cuántas horas, y ya es de madrugada en Florida. Se mantiene en vilo, apoyándose en el bastón y de pie, cerca a la puerta de emergencias.Su mirada recae en el suelo. Pensativo, extrañado.Lleno de miedo.Por su hijo.Desde que se enteró que sería padre, su percepción de la vida ha cambiado por completo. Se levanta pensando en esa vida, se acuesta pensando en esa nueva vida. Se imagina ya tenerlo entre sus brazos, y algo que jamás había sentido florece en su corazón. Es un sentimiento distinto, que lo acompleja porque no le agrada lo qué no puede controlar, o lo que no sabe. Pero cambia totalmente cuando se trata de ese bebé.Gianluca recuesta la cabeza en la pared, mirando ahora al techo.No saber nada de su hijo lo está matando en vida. No quiere admitirlo frente a su madre, que sigue aquí. Pero imaginarse una mala noticia se apodera hasta del mínimo rincón
Cuando Gianluca decide marchar a la empresa Fattoria Verde ya ha amanecido. No ha dormido, pero no le hace falta. Su madre fue amable en esperarlo, y se encargará de avisar a su padre lo que acaba de ocurrir porque tiene otros planes en mente.Marca al número de su esposa. Lamenta no haberle contestado porque no se permitió llevar el teléfono. Ha sido Billy quien hizo el favor de traérselo.“¿Hola?”Ni siquiera ha pasado un día, y su voz abraza miles de rincones en su mente, como si encendiera cualquiera oscuridad. Allí está ella. Allí está su voz. Ilumina, hace qué desee, es lo único que necesita Gianluca.—Soy yo.“Gianluca” la oye jadear.” ¿Dónde estás…? Te he estado llamando y no contestabas…—Me dirijo a la oficina. ¿Estás allá?“Aquí estoy. Pero, ¿Cómo está todo? ¿Todo está bien?”—Todo está bien —responde Gianluca, pasando el teléfono a la otra oreja—, no tenía el teléfono junto a mí, hermosa. Lamento no haberte contestado.“No te preocupes por eso, Gianluca. Algo más importante
—¿Estás seguro que todo está bien con tu hijo? —Elena y Gianluca se encuentran en la oficina presidencial. Su esposo ya está revisando lo del día de hoy. Y Elena es quien pregunta, tomándose de las manos. Gianluca tarda en contestar. —Ésta bien. Están estables. El sangrado no fue peligroso pero seguirán en observación —responde. Hay un nudo gigante en la garganta de Elena que le impide contestar. Pero por modestia sólo sonríe. —Yo…quería disculparme. Nunca fue mi intención gritarle a Renata, pero ella-—La conozco, cariño. No hace falta que me digas la clase de persona que es porque lo sé —suspira Gianluca—, ¿Por qué comenzó la discusión? Vi trozos de cerámica en el suelo. Elena no sabe qué decir. —Fui a la casa donde vivía antes con mi madre. Me llevé dos jarrones para colocarlos en el cuarto y —Elena cierra los ojos—, Renata rompió uno de ellos, el que viste con los trozos rotos.El rostro de Gianluca se oscurece. Más de lo que creyó. Su esposo Aprieta los nudillos ha
Elena camina de un lado a otro. Cuando la puerta suena, sonríe. Se acerca rápidamente a Simone para abrazarla con fuerza.—¡Qué bueno verte ésta mañana, Elena! Estás radiante. ¿Estás preparada?—Algo —pero Elena se echa a reír. Toma su cartera. Estaba esperando a Simone en la oficina de ésta última aproximadamente unos 30 minutos—, ¿Está todo bien?—Todo es fenomenal cuando te veo. Vayamos con el equipo —Simone sonríe. Desde que ha superado a las antiguas y más reconocidas modelos del país una vez su sesión de fotos salió a la luz sólo se habla de la hermosa mujer novata qué deslumbra con su belleza. Ha aparecido en varias revistas ya en éstas dos semanas, y Simone como su ahora manager le ha buscado por doquier contratos con firmas exclusivas en el mundo del modelaje editorial. Así que su vida ahora es una bomba de tiempo con entrevistas y sesiones de fotos. Está a la par con Gianluca en Fattoria Verde, pero su marido prefiere verla aquí, y verla disfrutar. —¿Cristina no