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Capitulo cinco.

GINEVRA:

De camino a casa no me puedo quitar de la cabeza idiota que he sido, ¿como no lo he visto venir? Esta claro que mi radar de capullos lleva muchísimo tiempo estropeado, de hecho, desde que conocí a Samuel ¿será siempre así?

****

Jerome ha estado llamándome desde ayer,

pero lo que menos quiero ahora es escucharle ¿Porque tenía que mentir sobre esto? ¿Porque me duele tanto si apenas nos conocemos? no me puedo creer que haya sido tan tonta como para caer en esta situación.

Al poco rato el telefonillo suena y me dirijo a abrir, imagino que será el cartero pero un par de minutos después alguien llama a la puerta ¿Quien puede ser ahora? sinceramente no espero a nadie. Coloco un poco mi pelo, pues aún hacia poco tiempo que me había levantado de la cama. Cuando abro la puerta me encuentro con el doctor Muller ¿que hace aquí? ¿cómo sabe dónde vivo? abro la puerta.

—¿Doctor Muller?

—Prefiero que me llames Rick ya que vengo de manera personal— dice él —¿Puedo pasar?— pregunta y yo asiento dejándole pasar y después cierro la puerta.

—¿Que haces aquí?— pregunto confusa.

—Jerome me pidió que viniera, él me contó todo lo que sucedió ayer y no es nada de lo que te puedas imaginar, Alexa y él solo son amigos, hace tiempo lo pasaban bien juntos y ella quería algo más, pero Jerome siempre fue sincero con ella— explica él.

—Se lo que vi... y se besaron— respondo.

—Pero fue Alexa quien beso a Jerome y no fue un beso correspondido. Mira nunca he visto a Jerome tan ilusionado con una mujer y mucho menos haciendo estas locuras de mandarme a mi a solucionarlo todo, estoy seguro de que eres muy especial para él si no, yo no estaría aquí, eso te lo aseguro— dice mirándome y sonrie —Creo que deberías escucharle y confiar en él, al menos intentalo.

—Tu eres su mejor amigo, ¿que ibas a decir si no? ¿que en realidad si esta con ella?— respondo.

—Si no me quieres creer es cosa tuya, pero por intentarlo no pierdes nada, quizás el día de mañana te arrepientas de haberlo dejado pasar.

Abre la puerta y se va sin esperar a que diga nada más, cierro la puerta y me tiro en el sofa tampandome con la manta. ¿Y si esta diciendo la verdad? No quiero meterme en otro lío amoroso, ni tener que volver a recoger los pedazos de mi corazón roto.

JEROME

No me puedo creer que mi amigo no haya sido capaz de conseguir nada, necesito hablar con ella, explicarle todo. No puedo dejar que todo termine sin ni sinquiera haber comenzado, nunca debí llamar a Alexa para ir a la cabaña. Tendría que haber sido más sincero con ella y haber dejado las cosas hace tiempo, lo único que he hecho ha sido complicar aún más toda esta situación.

Llevo cinco días metido en esta habitación y ya no aguanto más, menos mal que hoy por fin me dan el alta. Lo primero que voy a hacer es ir a hablar con Ginevra, necesito que me escuche y haré lo que haga falta para que eso sea así. De qué arregle eso también solucionare todo con Alexa.

Mientras me estoy cambiando la puerta de la habitación se abre y mi sonrisa no puede ser más grande, una preciosa rubita de ojos claros y veintiocho aparece por la puerta y viene corriendo hacia mis brazos. Yo la rodeo con los mios todo lo fuerte que puedo y le beso la cabeza cuando hunde esta en el hueco de mi cuello y comienza a sollozar.

—Pensé que te había perdido, menudo susto me has dado con esto del accidente— dice entre lágrimas.

—Tranquila, todo está bien— digo sin soltarla.

—Te quiero, te quiero mucho Jer. No te atrevas a dejarme sola nunca, nunca, ¿me oyes?— yo me río levemente y la miro.

—Yo también te quiero enana— digo y ella sonrie —No hacia falta que vinieras hasta aquí, con llamar habitación sido más que suficiente.

—¿Y perder la oportunidad de verte? ni en sueños bombon— dice sonriendo.

Abrazo fuertemente a mi hermana, tengo que admitir que la adoro y que me encanta verla, aunque desde que se fue a estudiar pintura a Francia apenas nos vemos y que decir de pasar tiempo juntos...

—¿Le has contado algo a papá y a mamá?— pregunto.

—No Jer, no les he contado nada aunque si que deberías decírselo tu— responde ella.

—No creo que les importe Amanda, ya sabes que desde que te fuiste todo cambio y no para bien precisamente— digo mirándola y ella asiente.

Cuando terminamos de recoger mis cosas de la habitación del hospital Amanda se viene conmigo a casa. Va a pasar la semana conmigo y después volverá a Francia y a su vida nuevamente. En el trayecto me cuenta como conoció a su nuevo amor y lo contenta e ilusionada que está por ello. A mi me encanta verla tan feliz y daria lo que fuera por estar en su misma situación. Yo, le cuento un poco sobre Ginevra y también le digo que no creo que llegue a más. Mi hermana me da ánimos para que no me rinda e intente hablar con ella, hasta se ofrece en ir a visitarla de mi parte. Se lo agradezco aunque declino la oferta, si Rick no pudo hacer nada mi hermana aún menos. También me dice que entiende su posición, ya que es bastante incómodo lo que vio en el hospital cuando Alexa me beso y me aconseja que me aleje de ella si de verdad me importa Ginevra, yo me niego a alejarme de Alexa, ya que para mi es una buena amiga que siempre a estado a mi lado a pesar de todo y no me gustaría perder su amistad.

Por la noche salimos a cenar, la invito a un precioso restaurante italiano que han abierto hace poco en la ciudad, del cual me habían hablado maravillas varios amigos pero aún no había tenido la oportunidad de visitar. Me ayuda a acomodarme en mi silla una vez que nos han indicado nuestra mesa. El sitio debe de tener mucho éxito ya que nos ha costado bastante conseguir una mesa y he tenido que mover algunos hilos. Tener una buena posición, aunque sea gracias a mis padres, a veces es de gran ayuda. Yo hubiera elegido otro sitio pero Amanda estaba deseando de venir aquí y por mi hermana y sus caprichos hago lo que sea necesario. En ese momento se acerca una de las camareras a tomar nota, cuando levanto la cabeza la veo a ella, no puedo hacer nada más que asombrarme con su presencia, ¿que hace aquí?

—Buenas noches, esta noche yo tendré el gusto de servirles la cena, ¿van a tomar vino?— nos da una carta a cada uno y Amanda sonriendo asiente ante su pregunta, yo no digo nada, estoy perplejo.

—Si, tomaremo un Chateau Margaux, tenemos mucho que celebrar ¿verdad Jer?— yo asiento sin mirar a mi hermana, no puedo quitar la vista de Ginevra, aun con este uniforme de camarer esta preciosa.

—Muy bien, iré a buscar el vino mientras decidís que vais a pedir para cenar— se retira de la mesa en dirección a otra sala y yo la sigo con la mirada hasta que desaparece de mi vista. Tras esto vuelvo a mirar a mi hermana.

—Esa chica es muy mona ¿no cree?— pregunta ella curiosa mientras me mira.

—Si, no está nada mal— respondo.

—Jer no le quitabas los ojos de encima, casi diría que se te estaba cayendo la baba.

—¿Tu crees?— pregunto.

—Claro que lo creo, recuerda que lo he visto con mis propios ojitos.

—Ojala ella tambien— respondo.

—¿Porque dices eso?— pregunta confusa.

—Es Ginevra, ella es la chica que hace que me vuelva completamente loco.

—¡Oh! con razón no os dejabais de mirar. Estoy segura de que ella también está loquita por ti, segurisima— dice riéndose divertida.

En ese momento aparece de nuevo Ginevra con una botella de vino y tras servirnos un poco en las copas y en las otra servir agua, deposita la botella en la cubitera y mirándonos dice.

—¿Saben lo que desean tomar o les dejo unos minutos más?

—Eres preciosa— suelta mi hermana sin más.

—Gra...gracias, tu también lo eres— dice Ginevra avergonzada.

—Soy Amanda, la hermana de Jer, encantada— dice dándole la mano y sonrie.

—Igualmente— responde estrechando la mano de mi hermana.

—Amanda creo que deberíamos pedir, Ginevra seguramente tenga más clientes que nosotros— digo contándolas y mirando la carta —Yo tomare de primero unas ostras y de segundo entrecot de cordero con salsa roquefort y champiñones, gracias.

—Yo quiero ensalada cesar de primero y lubina al horno con salsa de limón y perejil de segundo, y de postre una bomba de chocolate. ¿A que hora sales de trabajar Ginevra?— mi hermana no puede mantener la boca cerrada, joder.

—Salgo a las doce, hoy es un día tranquilo— dice sonriendo y toma nota del pedido— ¿Y usted que tomará de postre?

—Lo mismo que mi hermana estará bien— respondo.

—Ah no no, tu no tomas postre hoy a menos que hables con esta preciosa chica antes— dice mi hermana interrumpiendo y sonrie divertida.

—No hay nada de lo que tengamos que hablar Amanda— dice Ginevra dándose media vuelta y se va.

Al poco tiempo ella vuelve con nuestro primer plato e igual de fugaz que viene, lo deja y se va. Durante la cena mi hermana no deja de ser una pesada con el mismo tema, esta empeñada en que hable con Gin y no entiende que ella no quiere. Ya por no aguantarla más y tener la cena en paz he accedido a ello, más bien se lo he tenido que prometer, parece que tiene doce año y no veintiocho, es demasiado infantil.

Terminamos de cenar y Ginevra trae los postres, mi hermana tal y como había dicho me quita mi bomba de chocolate y me mira enfadada, haciéndome recordar mi promesa. Entonces me levanto como puedo de la silla puesto que un estoy dolorido y mi pierna tampoco está del todo bien, y me acerco hasta donde se encuentra Gin.

—Tenemos que hablar, ¿me acompañas?— pregunto mirandola.

—Tu y yo no tenemos nada que decirnos, sigue con tu vida y déjame a mi seguir con la mia— responde ella.

—Ginevra por favor no seas cabezota, necesito explicarte todo lo que viste, necesito contártelo todo, porque me gustas, me gustas desde la noche que te desplomaste ante mi, desde que te salve— digo mirándola y ella asiente.

—Esta bien, pero que sea rapido— responde.

—¿Desde cuando trabajas aquí?— pregunto extrañado.

—Tengo varios trabajos para no tener que depender de nadie, pero creo que no era eso de lo que querías hablar— dice ella.

—Si, tienes razón. No es algo rápido de contar, ¿que te parece si nos vemos de que salgas de trabajar? pasaré a recogerte y después iremos a donde quieras para que hablemos de todo esto, pero por ahora solo quiero que te quede claro que tu eres la única mujer que quiero tener entre mis brazos— la sujeto por la cintura con uno de mis brazos y la pego a mi, besandola suavemente, saboreando sus labios durante los segundos que ella me deja y entonces, se gira y se va, dejándome plantado como un pasmarote en mitad del pasillo del restaurante.

¿Que tiene esta mujer que tanto me gusta de ella? Nunca me había pasado nada así antes, con ninguna otra. Lo único que me molesta es el tema de la edad y se que a ella también le importará. Son demasiados años de diferencia y es algo que no se puede obviar como si nada.

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