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Capitulo dos.

Por fin me dan el alta, no he querido contarles nada a mis padres de lo sucedido, no quería preocuparles. Y por lo visto Ed sigue enfadado porque no ha dado señales de vida y eso es bastante raro en él. He pedido que me llamasen un taxi en la recepción del hospital para poder irme a casa y me toca esperar hasta que llegue. El médico dice que estoy bien pero aún así ha insistido en que me pase la semana que viene para comprobar que los pitidos persistentes de mi respiración ya han desaparecido. Siendo sincera es agradable la preocupación que muestra por sus pacientes.

Estoy en la entrada del hospital porque fuera hace bastante frío y ya de por sí suelo ser bastante friolera. Cuando veo entrar por la puerta principal a Jerome. ¿Que hará de nuevo aquí? Me ve y se acerca hasta donde estoy.

—Buenas noches Ginevra, por lo que veo llegué justo a tiempo— dice él sonriendo.

—Buenas noches, si, justo me iba ahora— sonrio —¿Y tu que haces por aquí a estas horas?

—He quedado con Rick para tomar unas copas, tengo la noche libre y además era la excusa perfecta para pasarme por tu habitación y ver cómo seguías.

—¿Y eso porque?— pregunto confusa.

—Bueno me gusta saber como se encuentra la gente a la que salvo de la muerte— dice moviendo lentamente la cabeza y frunce los labios para después reírse —No he sido muy convincente ¿verdad?

—No— digo encogiendome de hombros y me río con él —La verdad es que tengo que irme, el taxi me está esperando fuera y necesito descansar— digo a modo de despedida y él asiente sonriendo.

—Espero que nos volvamos a ver pronto— dice y yo salgo a la calle y me subo al taxi. Antes de que Jerome pueda alcanzarme le doy la dirección al taxista y este se pone en marcha.

****

Cuando llego a casa me tiro en el sofa y pido una pizza a domicilio. Mientras llega la pizza me doy una ducha para relajarme y quitarme el olor a hospital, me pongo el pijama y las zapatillas de andar por casa y cuando suena el timbre cojo el dinero y abro la puerta.

El repartidor agradece que le dé propina y yo sonrio cogiendo la pizza y cerrando la puerta.

Me siento en el sofá a comerme la pizza mientras veo una película romántica de N*****x. ¿Porque estas cosas no me pasan a mi? Quiero un amor así, un amor de película, un amor que me haga soñar y volar.

Poco tiempo después me quedo dormida debido al agotamiento pero mi mente me juega una mala pasada y me hace soñar con él, con el hombre de los ojos más bonitos que he visto nunca, con Jerome. Sueño que estoy entre sus brazos y me hace suya como nunca antes lo había hecho nadie.

****

Un par de semanas después vuelvo al hospital para dar ya por finalizado el tratamiento y las pruebas. Mi respiración ha vuelto a la normalidad y no se oye pitido ninguno. El médico se ha dado por satisfecho y no tengo que volver, me dará pena perderme mi consulta semanal con el dios de la medicina pero respecto a mi salud lo agradezco.

La nevera prácticamente está vacía y siendo sincera es culpa de este frío. He estado evitando salir de casa y he aprovechado mis vacaciones en el trabajo para cuidarme y mirarme en casita, y si, he subsistido a base de comida a domicilio pero ya no puedo retrasarlo más, tengo que ir al supermercado.

Voy a un súper que hay cerca de casa y que me pilla de camino. Así volveré rápido y podré preparar algunos de los documentos que necesito para cuando vuelva al trabajo.

Se agradece el calorcito que hace en el supermercado. Cojo una cesta y recorro cada uno de los pasillos cogiendo todo lo que necesito. Cuando ya lo tengo casi todo voy a la sección de frutas y verduras, cojo varias cosas que necesito. Busco papaya pero no la encuentro, debe de haberse agotado, suele pasar. Busco las limas pero solo queda una, justo cuando la voy a alcanzar otra mano se anima a cogerla y miro para ver de quien se trata, no me lo puedo creer, ¿que hace él aquí?

Me mira fijamente y mi cara debe de ser todo un poema por como me está mirando. Me sujeta poniendo una de sus manos en mi codo.

—Ginevra ¿te encuentras bien? parece que has visto un fantasma— dice mirándome y sonrie.

—Si, si estoy bien, es solo que me he sorprendido al verte aquí Jerome— digo sonriendo levemente.

—Bueno coincidencias como estas siempre son bien recibidas ¿no crees?— dice divertido.

—Si claro, supongo que si— respondo.

—Me ha dicho Rick que ya no tienes que volver a consuta, que estás totalmente recuperada— dice sonriendo.

—¿Rick? Em si... Gracias— respondo.

—El doctor Muller, somos buenos amigos desde hace años— responde él.

—Oh, es bueno saberlo. Tengo que irme, llego tarde a un sitio, lo siento— digo mirándole.

Cojo mi cesta y camino todo lo rápido que puedo hasta una de las cajas, intentado así librarme de él. Me siento demasiado incómoda y más después de estas dos semanas soñando como me hacía suya una y otra vez.

—Te has olvidado esto— dice detrás de mi ofreciéndome la lima, la cojo sonriendo y la pongo en la cinta de la caja.

—Gracias aunque tu también la querías....

—Por eso te la voy a cambiar por algo que quiero más que una lima— dice él.

—¿El que?— digo extrañada.

—Tu número.

—¿Mi número?— mi voz suena desconcertada.

—Exacto— dice pasándome el móvil —apuntamelo.

—Esta bien, no creo que tenga otra opción— digo sonriendo.

—Quizás te llame un día de estos— responde.

—Estaré esperando esa llamada.

Tras decirle esto sonrie y se va, no me puedo creer que le haya dado mi número a alguien que apenas conozco y mucho menos que le haya soltado lo que le acabo de decir.... ¿Que es eso de que estaré esperando su llamada? que tonta que soy cuando quiero, además tengo la sensación de que me estoy metiendo en la boca del lobo yo solita.

****

Mientras preparo la cena no puedo dejar de pensar en lo ocurrido en el supermercado. Pero sobre todo no puedo dejar de pensar en él. Poco a poco se me está metiendo debajo de la piel y apenas se quién es. No se que me está pasando, no me reconozco a mi misma, pero hay algo en él que me intriga, ¿que edad tendrá? No parece mucho más mayor que yo pero cinco años más si que debe de tener, aunque la edad es lo que menos me importa. Nunca lo he tenido en cuenta.

JEROME:

No se que me está sucediendo con esta chica, desde que la salve no puedo sacármela de la cabeza. Hacia mucho tiempo que una mujer no despertaba ese deseo en mi, pero ella lo ha conseguido y se que es un error, es un error encapricharme de esa manera de Ginevra. Ella apenas tiene veinticinco años, es demasiado grande la diferencia de edad. Además, aunque ella lo niega, se que esta saliendo con el tipo aquel que la dejó tirada en mitad del incendio. Hay que ser muy capullo para hacer semejante cosa, cada vez que lo pienso me hierve la sangre.

No hace demasiado tiempo que he vuelto de hacer la compra, pero para mi desgracia tengo que volver a salir de casa con el frio que hace, hoy me toca turno de noche, y aunque suele ser el turno más tranquilo aún así hay mucho trabajo. Tengo dudas sobre si llamar a Ginevra, quizás sea demasiado pronto, pero al mismo tiempo necesito y deseo escuchar su voz, es tan dulce.... ¿Tendrá las mismas ganas que yo de que la llame?

Al final mi deseo puede más que mi cabeza y cojo el teléfono, busco su número en la agenda y pulso sobre el botón de llamar, responde al segundo toque.

—¿Hola?— escucho su bonita voz a través del teléfono.

—Ginevra soy Jerome, te llamaba para saber si tienes planes para mañana.

—Jerome... no esperaba tu llamada tan pronto. Mañana tengo todo el día liado, lo siento.

—No te preocupes, solo quería probar, pero podemos quedar otro día ¿no crees?

—Claro, nos iremos poniendo de acuerdo.

—Perfecto, te tengo que dejar. Tengo turno de noche, que descanses Ginevra.

—No trabajes mucho y gracias, gracias por llamar Jerome.

Al colgar siento una especie de decepción, es normal que ella haya pasado de mi ¿sabrá que soy bastante mayor que ella? seguramente. Ella está en la flor de la vida y yo.... ya debería haber asentado la cabeza hace tiempo.

Decido dejar de darle vueltas al tema y salgo de casa hacia la estación de bomberos en la que llevo años trabajando.

GINEVRA:

¿Porque le he dicho que tenía planes? Ni si quiera tengo porque salir de casa si no quiero, estaré todo el día tirada en el sofá tal y como he hecho estas dos últimas semanas. Hay algo en Jerome que me llama la atención, pero no se que es. Quiero quedar con él, claro que quiero ¿Quien en su sano juicio no querría quedar con semejante DIOS? Y lo digo en mayúsculas porque vaya hombre. Seguramente estará pensando que soy una cría, pero la verdad es que su no quedó con él es porque tengo el presentimiento de que no saldría bien parada. Seguramente ya se le habrán quitado las ganas de quedar conmigo, dudo que me lo vuelva a preguntar.

JEROME:

Esta noche está siendo de lo más tranquila, por el momento no hemos tenido ni un solo aviso y lo que es peor, no puedo dejar de pensar en ella, esta claro que necesito una distracción. Si, eso es, llamaré a Alexa para invitarla a pasar unos días en la casa del lago. Ella siempre está dispuesta a distraerme, y en estos momentos es algo que me vendría de perlas. Además tengo unos cuantos días libres que me deben, me los cogeré. Llamo a Alexa para decírselo y ella acepta sin pensárselo dos veces, como ya sabía que haría. No estoy seguro de si lo hace porque siente algo por mi o porque también lo pasa buen cuando nos vemos, pero no me importa lo más mínimo siendo sincero.

GINEVRA:

Desde que Jerome me llamó para invitarme a salir no he vuelto a saber nada de él, imagino que después de mi mala excusa rechazandole se habrá cansado. Aunque me hubiera gustado que se lo hubiera currado un poquito más. Aun así imagino que me toca a mi dar el paso esta vez. Cojo mi móvil y me decido a llamarle, aunque es temprano y me da miedo despertarle. Quizás volvió a tener turno de noche o quizás esta trabajando ahora. Las dudas me van comiendo poco a poco, aún así no cuelgo.

—¿Si?— se escucha una voz femenina a través del teléfono, imagino que me habré equivocado y cuelgo, lo vuelvo a intentar.

—¿Hola?— contesta la misma voz de mujer de antes, ¿esta casado? ¿tiene novia?

—Hola, ¿esta Jerome?— respondo yo.

—¿Jer? no, se está duchando, ¿Quieres que le diga algo?

—No, ni si quiera hace falta que le digas que he llamado, no tiene importancia— tras decir esto cuelgo. Claramente ha sido una pésima idea la de llamarle. Me regaño mentalmente a mi misma.

La verdad es que tenía ganas de verle antes de volver al trabajo. Necesitaba despejarme de mis vacaciones, aunque sabía que eso en el fondo era solo una excusa que había buscado para atreverme a llamarlo.

JEROME:

Pensé que pasar unos días con Alexa sería más fácil pero me equivoqué. No dejo de pensar en Ginevra y en cómo estará ¿Porque? es solo una jovencita, además ¿Porque me tengo que fijar en ella? tiene novio y yo hace tiempo que decidí casarme con mi trabajo. Cuando estoy sumido en mis pensamientos una voz me saca de ellos.

—¿Me has traído aquí para estar ausente?— pregunta ella.

—Lo siento Alexa tienes razón ¿me perdonas?— digo mirándola y ella asiente sonriente.

—A ti te lo perdonaría todo amor— dice mientras se acerca a mi y rodeando mi cuello con sus brazos me besa apasionadamente.

Yo me dejo llevar convenciendome de que esto es lo que necesito realmente y le doy a Alexa toda mi atención, la cual pongo en ella y su precioso cuerpo. De pronto un pensamiento me cruza la mente, seguramente el cuerpo de Ginevra sea mucho más bonito, dios, casi lo puedo imaginar.

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