Liam
Algo en mi interior había emergido al verla alejarse de mí, había visto en su mirada el brillo que solía representar a una Regina con sentimientos hacia a mí, no entendí como es que una sola decisión, había cambiado mi mundo, un mundo dónde parecía que ella no podría tener un lugar.
Su pecho subió y bajó, con aquellos ojos verdosos bien abiertos. ¿Estaba cometiendo algún error? ¿Estaba rompiendo las reglas del corazón?
—No sé qué es lo que tienes que decir aparte de darle replica a lo que he dicho. —dijo ella intentando no verse débil.
—Yo…—las palabras se habían atorado en medio de mi garganta, mi celular sonó interrumpiendo el momento, tenía la mano aun en la puerta del elevador, ella se recargó en la pared fría, la
ReginaComenzaron a felicitar a los novios, no podía dejar de sentir el gran nudo que tenía en medio de mi garganta, el segundo nudo, pero este demasiado grande en el centro de mi estómago. Adolfo me alcanzó, atrapó mi muñeca con delicadeza y me volvió hacia a él.—Respira. —intenté controlar mi respiración, daba la espalda a toda la gente y él veía todo detrás de mí. —Tranquila. Respira…—Lo intento. —me llevé una mano a mi estómago.—Sonríe—puse una sonrisa, Adolfo de un movimiento me volvió hacia la gente, mis padres venían hacia a nosotros.—Hola, hija—saludé a mis padres, Adolfo de igual manera.—Hola—mi madre acarició mi mejilla.—Vete—susurró en señal de a
LiamHoras después…—Tu madre está dormida. —dijo mi padre cuando se sentó a mi lado. —tuvieron que ponerle un sedante. —el tono que empleó mi padre estaba cargado de dolor. —Es la primera vez que la veo así…—sentí su mano en mi brazo. — ¿Cómo está Rachel? —miré detenidamente mis pies, había llorado en privado la pérdida de mi hija.—Mal. Destrozada. Inestable. —mi voz se quebró. —Ella, ella no cree superarlo.—Lo lamentó tanto…—susurró mi padre a mi lado.—No entiendo cómo es que…—detuve mis palabras al sentir el gran nudo en mi garganta.—Yo lo sé…—giré mi rostro hacia a él en mi misma posición, arrugué mi ce&ntil
Regina Cerré la puerta de mi departamento de golpe, lancé las llaves en el cuento de cerámica de figuras extrañas, me dejé caer en el sillón en forma de “L” de la sala. Mis manos seguían temblando de la ira que tenía en mi interior, me creían la culpable, sea las veces que dijera que soy inocente y dijera lo que pasó una y otra vez lo que pasó, ellos ya me habían puesto el cartel en mi frente: “Culpable”. Dejé caer mi cabeza en el cojín del sillón a mi espalda, miré el techo e intenté no romperme, mantuve las lágrimas de impotencia a raya. Repasé una y otra vez la escena en el baño, es ilógico que la fuerza que usé para soltarme de su agarre la haya tirado.—Niña Regina—escuché a Elena llamarme.—Dime&mdas
LiamLunes por la noche y arrastraba la última maleta a la entrada de la suite. Había hecho las maletas con la ayuda de Rachel, quien parecía tener mejor humor desde ayer domingo, hoy, era otra.— ¿Tienes los documentos para abordar? —dijo a mi espalda, ya había podido levantarse, pero caminaba despacio, me volví hacia a ella.—Sí, están en tu bolso, tienes que ir a descansar, recuéstate—Rachel sonrió, caminó hacia a mí, llegó y me rodeó por la cintura.—Ya quiero irme de esta ciudad—Arrugué mi ceño.—Ya somos dos—ella mostró extrañez.— ¿Por algo en especial? —sabía que se refería a Regina.—No. Nada en especial, simplemente que quiero retomar la empresa de la fam
Regina— ¡No puedo creerlo, Regina! —gritó mi padre, mi madre a su lado intentó tranquilizarlo.No sabía cómo, ni cómo fue ese gran desfalco de setenta millones, lo peor de todo, el dinero había sido retirado con mi usuario, desde mi computadora y a una cuenta extranjera, las cámaras no muestran quien fue, quien entró en ese preciso momento, mi corazón se estremeció cuando mi padre me lanzó una mirada de decepción. “¿Qué es lo que pasa conmigo? ¿Desde qué momento todo se había vuelto en mi contra? ¿En qué momento todo se empezó a desmoronar a mí alrededor? Juré dentro de mí qué cuando tomé las riendas de presidencia, todo estaba en orden, conforme pasaron estas cuatro semanas, iba mejor que antes, ¿Entonces?—No fui yo. No
LiamLa abracé con fuerza a mi cuerpo, ella simplemente se derrumbó entre ms brazos, convulsionó debido al llanto, sentí un nudo en mi garganta, el pensar que podría perder a cualquiera de mis padres, solo sentí terror, no podía imaginar a Regina y más cuando es muy apegada a ellos.—Tranquila, todo estará bien—susurré cerca de su oreja, ella se separó de nuestro abrazo y se limpió las mejillas con rapidez, intentó controlarse.—Gracias por venir, no era necesario que volaran desde New York…—dijo apenada mirando por un momento en mi dirección y luego hacia mi padre que tenía abrazada a mi madrina. Él suavizó su mirada.—No digas eso. Si es necesario, ya mis abogados se están poniendo al día con lo que está pasando con la empresa, cuando esté bi
Regina-Una semana después-Estaba mirando por la ventana de la oficina de presidencia, metí mis manos en los bolsillos del pantalón de vestir, no me había podido quitar el luto en mi ropa, no podía reponerme a la pérdida de mi padre.—Mañana es la audiencia ante el juez, los abogados tienen poco para intentar defenderte—escuché a mi padrino decir a mi espalda, escuché un murmuro de mi madre, entonces me giré hacia a ellos, ambos estaban sentados en la sala de la oficina, seguía mirando mucha preocupación en su mirada. Me crucé de brazos y solté un largo suspiro.—Lo sé, ¿Crees que puedan conseguir un amparo para evitar que toque la prisión? —mi padrino no pudo responderme, miró a mi madre quien tenía pánico en su mirada.—Hija&
LiamLas puertas del elevador se abrieron, mi padre tenía su celular en su oído y gritaba algo que no entendí, al verme, dijo algo y colgó.— ¡Apareciste! —gritó mi padre, intenté decirle lo que me vine repitiendo en el camino.—Lo siento, me quedé dormido con un amigo, —me pasé una mano por mi cabello revuelto, el dolor de cabeza, seguía molestándome.Tiró de mi hombro y me rodeó con sus brazos, me quedé quieto, sorprendido por ese gesto.—Pensé lo peor, odio la inseguridad de México. —se separó y me revisó.—No tengo diez años, padre. —él negó.—Estuve a punto de llamar a los hospitales y averiguar si no estabas en uno, —me dio un golpe en mi brazo, me quejé del dolor.—Eso doli&o