Regina
— ¡No puedo creerlo, Regina! —gritó mi padre, mi madre a su lado intentó tranquilizarlo.
No sabía cómo, ni cómo fue ese gran desfalco de setenta millones, lo peor de todo, el dinero había sido retirado con mi usuario, desde mi computadora y a una cuenta extranjera, las cámaras no muestran quien fue, quien entró en ese preciso momento, mi corazón se estremeció cuando mi padre me lanzó una mirada de decepción. “¿Qué es lo que pasa conmigo? ¿Desde qué momento todo se había vuelto en mi contra? ¿En qué momento todo se empezó a desmoronar a mí alrededor? Juré dentro de mí qué cuando tomé las riendas de presidencia, todo estaba en orden, conforme pasaron estas cuatro semanas, iba mejor que antes, ¿Entonces?
—No fui yo. No
LiamLa abracé con fuerza a mi cuerpo, ella simplemente se derrumbó entre ms brazos, convulsionó debido al llanto, sentí un nudo en mi garganta, el pensar que podría perder a cualquiera de mis padres, solo sentí terror, no podía imaginar a Regina y más cuando es muy apegada a ellos.—Tranquila, todo estará bien—susurré cerca de su oreja, ella se separó de nuestro abrazo y se limpió las mejillas con rapidez, intentó controlarse.—Gracias por venir, no era necesario que volaran desde New York…—dijo apenada mirando por un momento en mi dirección y luego hacia mi padre que tenía abrazada a mi madrina. Él suavizó su mirada.—No digas eso. Si es necesario, ya mis abogados se están poniendo al día con lo que está pasando con la empresa, cuando esté bi
Regina-Una semana después-Estaba mirando por la ventana de la oficina de presidencia, metí mis manos en los bolsillos del pantalón de vestir, no me había podido quitar el luto en mi ropa, no podía reponerme a la pérdida de mi padre.—Mañana es la audiencia ante el juez, los abogados tienen poco para intentar defenderte—escuché a mi padrino decir a mi espalda, escuché un murmuro de mi madre, entonces me giré hacia a ellos, ambos estaban sentados en la sala de la oficina, seguía mirando mucha preocupación en su mirada. Me crucé de brazos y solté un largo suspiro.—Lo sé, ¿Crees que puedan conseguir un amparo para evitar que toque la prisión? —mi padrino no pudo responderme, miró a mi madre quien tenía pánico en su mirada.—Hija&
LiamLas puertas del elevador se abrieron, mi padre tenía su celular en su oído y gritaba algo que no entendí, al verme, dijo algo y colgó.— ¡Apareciste! —gritó mi padre, intenté decirle lo que me vine repitiendo en el camino.—Lo siento, me quedé dormido con un amigo, —me pasé una mano por mi cabello revuelto, el dolor de cabeza, seguía molestándome.Tiró de mi hombro y me rodeó con sus brazos, me quedé quieto, sorprendido por ese gesto.—Pensé lo peor, odio la inseguridad de México. —se separó y me revisó.—No tengo diez años, padre. —él negó.—Estuve a punto de llamar a los hospitales y averiguar si no estabas en uno, —me dio un golpe en mi brazo, me quejé del dolor.—Eso doli&o
ReginaFinalmente mi padrino había conseguido fabricar las pruebas para poder salir del mi arresto domiciliario, el juez había aceptado lo que los abogados le entregaron en mi siguiente cita ante él, después de un mes, de aquel día que empezó mi arresto, no había vuelto a ver a Liam, pasó un segundo mes ysolo sabía por parte de mi padrino cosas vagas de su vida, él pobreiba y venía para revisar que todo estuviese bien con su empresa y la próxima fusión, empezaría a trabajar arduamente para poder recuperar lo que se desfalcó, mi padrino había vendido la casa de mis padres, mi departamento y, otras propiedades para inyectar capital al proyecto, Adolfo, no lo había vuelto a ver desde entonces, pero leí un par de cartas, que por petición de su familia, necesitaba mantenerse al margen de mi situación.
LiamQuité el brazo alrededor de mimadrina para abrir la puerta de la camioneta, el chófer de mi padre, terminó de subir las maletas y rodeó el auto para subir a su lugar, cuando ayudé a mi madrina subir a la parte de atrás, me volví para ver si ya venían, pero, ellos se detuvieron y mi padre movió sus manos de un lado a otro, luego, retomaron su camino hacia nosotros.— ¿Todo bien? —pregunté a mi padre, quien asintió, arrugó su ceño.—Iré en la parte de atrás—lo detuve, Regina y él me miraron.—Yo traje mi auto, tengo que hacer unos pendientes antes de llegar al departamento, espero hayan tenido un buen viaje—miré a los dos.— ¿Seguro? Pensé que habías venido con el chófer...—hice un gesto de negativa con m
ReginaAbrí mis ojos, no sé por qué tenía la sensación de estar aún en mi departamento cumpliendo con el arresto domiciliario, al darme cuenta que no era así, qué realmente había salido fuera de ese encierro y que estaba en el nuevo departamento en New York, hizo que me corazón se tranquilizara, no dejé de sentir miedo por lo que venía, por lo que tenía que enfrentar ahora en adelante.—Regina, tu puedes, levántate…—cerré los ojos, no quería hacerlo, pero, tenía un motivo fuerte para hacerlo, al abrirlos, miré el techo de la habitación—Tienes que recuperar la textilería, por tus padres…—un extraño olor a panqueques llegó a mí, me levanté a toda prisa, pero al ponerme de pie, sentí un mareo, haciendo que me sentara en la orilla de
ReginaMi madre me miró de una manera que no pude explicar. Tenía sentimientos encontrados al escucharme decir esas palabras en voz alta.—Regina—intentó dar replica a las mis palabras, pero que realmente ella me había dicho años atrás.—Es la verdad, tus palabras siempre han sido sabias. —se escuchó el timbre a lo lejos, di un largo sorbo a mi bebida, mientras mirábamos cuando Elena iba a abrir la puerta, al abrir, -y era muy temprano- apareció mi padrino. Saludó a Elena y mientras se acercaban a nosotros se dijeron algo y ella soltó una risita.—Buenos días, ¿Llegué tarde al desayuno? —preguntó saludando a mi madre, luego a mí, se sentó a mi lado.—Llegas a tiempo—le digo, Elena sirve otro poco más de panqueques para él, más jugo,
ReginaNo podría soportar subir con él y su botella de loción, mi madre vio que no seguí su camino al interior del elevador.— ¿Tiene algún servicio cerca de aquí? —el hombre asintió, me señaló el letrero a lo lejos.— ¿Qué pasa? —negué hacia a mí madre.—Me voy a refrescar un momento, puedes adelantarte, en unos momentos te alcanzo. —ella dudó por un momento, asintió y luego el hombre presionó el botón para que las puertas del elevador se cerraran, cerré los ojos e intenté sacar el olor de esa loción, al abrirlos, me dirigí a los servicios, al entrar, había dos mujeres vestidas elegantemente frente a los espejos de los lavamanos, se estaban retocando el maquillaje, entré a un cubículo vacío, luego me sent&eacu