BRYCEMaldigo, lanzando todo lo que encuentro a mi alrededor, América no tuvo por qué ver esto, y ahora, la desilusión que había en su mirada, se convierte en un puñal que me aflora en el pecho, ¿para qué vino? Joder. Hice lo que hice porque me aterra esta mierda que siento cuando ella está cerca. Follar a Vanesa solo fue un desquite, me quito el condón y lo tiro al cesto de basura, el corazón me sigue latiendo frenético, me siento enfadado, no por las razones correctas, sino, porque mientras empujaba las caderas, imaginé que era América quien estaba con el pecho sobre el escritorio, eso es todo. —Maldición —bramo.Vanesa se arregla, dibujando una sonrisa que va de oreja a oreja, se lame los labios y ahora que la veo bien, la diferencia que hay entre ella y América, es abismal. Es decir, no está el rojo carmesí en sus mejillas, sus labios húmedos e hinchados, su rostro con un brillo especial, y tampoco esa mirada que me hace sentir el dueño del mundo, como si fuera su único salvav
AMÉRICATermino de contarle todo a Debby, quien me escucha atentamente, absorbiendo cada una de las palabras que salen de mi boca, al final, se queda callada unos segundos, me siento como una idiota por estar pensando en cosas que no. —Te estás enamorando de él —dice finalmente. El mundo se me cae sobre los hombros, no puede ser, porque de ser cierto, entonces él estaría ganando, no es un juego, pero algo me dice que de los dos, soy yo quien va a salir lastimada. —No puede ser —susurro.—Escucha, eres mi mejor amiga, mi hermana —toma mis manos entre las suyas—. No de sangre, pero igual lo soy, y lo que menos quiero es verte sufrir por un hombre que solo está llevando a cabo su venganza. Me muerdo el labio inferior. —Tienes razón —mi voz tiende de un hilo. —América, si no quieres salir lastimada, lo mejor es que pongas barreras, que marques límites, y deja de follarlo, al final, él es el único que está ganando —me comenta en un tono melódico, demasiado suave. Como si ella fuera
BRYCEHace dos horas que se fue Rupert, como mi abogado, lleva todo el caso, no dejo de pensar en las amenazas, por ello, salgo del mi oficina, llevo todo el día encerrado, observo la hora, son poco más de las diez de la noche, no sé si sea buena idea, pero creo que lo mejor es que le diga todo a América. Después de todo es su familia, piso el acelerador, no quisiera hablar con ella, no cuando no me puedo borrar de la mente la imagen rota que mostró cuando me vio follar a Vanesa. —Joder —golpeo el volante con rabia. No quiero sentir nada por ella, es la hermana de la mujer que me ha hecho tanto daño, lo peor, es que es su clon perfecto, solo en el físico, y la madre de mi hija, lo que significa que Madeline siempre será un lazo que nos una a los dos, que nos ate. Cuando menos lo veo, estoy frente a casa, estaciono, entro, dejo mis cosas en el recibidor y subo las escaleras con la intención de encontrar a América, pero no está, aunque noto que la habitación huele a ella, me aflojo
AMÉRICACuando veo a Arturo en el suelo, con la sangre saliendo a borbotones por la nariz, caigo en cuenta de que algo va mal, lo confirmo cuando tiran de mi brazo y me obligan a caminar hacia la salida, levanto la mirada, se trata de Bryce, ¿por qué? ¿Qué es lo que hace aquí? Debe ser una ilusión, o al menos eso es lo que pienso, pero me sube a su auto y mi esperanza se borra con ello. Intenta colocarme el cinturón de seguridad y le doy un manotazo. —Puedo hacerlo yo sola —digo con la lengua adormecida. Siento mi cuerpo pesado, el aire se comprime en mis pulmones y me siento morir, trago grueso, de soslayo observo, cómo se sube molesto, enciende el motor y acelera, bajo la ventanilla del auto para que la brisa gélida me dé en el rostro. —Baja la ventanilla —demanda.La cabeza me duele. —No quiero —suelto una risa que me sabe escandalosa. —Haz lo que te pido, deja de comportarte como una cría de mierda —agrega.—¿Estás molesto? —me giro a verlo—. ¿Por qué? Veo como aprieta el
ALENELlena de rabia, tiro todo a mi alrededor, si antes odiaba mi vida y maldecía a mi hermana, ahora más, todo está hecho un desastre, el jugo de naranja, la comida que mi padre hizo hace una hora, antes de salir a la tienda. Mi corazón late con fuerza, no puedo creer muchas cosas, y una de ellas es el tener que soportar esta vida de mierda cuando América está viviendo mi sueño, lo que yo siempre soñé. Y es que, por descuido de mi padre, leí el periódico que escondió para que yo no lo leyera. En él, la nota no importaba, tampoco lo que los estúpidos reporteros decían, sino, las fotos en las que se mostraba a Bryce, abrazando y besando a mi hermana, dentro de un maldito elevador. Las lágrimas se acumulan en mis ojos y vienen recuerdos a mi memoria de cuando éramos niñas. Mi padre estaba hablando con uno de sus socios, él le dijo que éramos gemelas idénticas, pero que pese a eso, él tenía a su consentida, y esa era ella, sentí celos, de inmediato comencé a verla como un objetivo q
BRYCEUn suave olor a lavanda inunda mis fosas nasales, me remuevo inquieto, la cabeza me duele una mierda y mi mano se desliza por algo que es suave, delicado. Abro los ojos lentamente, observando a la mujer de cabello caoba claro, con destellos rubios, que yace dormida pegada a mi pecho. América Sullivan, no, ahora, es América Henderson, anoche, la follé como nunca, la hice mía una y otra vez, la llené con mi semilla tantas veces, la marqué, y ahora, me siento mal, porque una parte de mí, siente que me estoy defraudando, que debo seguir con mi venganza. En cambio, otra, sabe que quizá no sea tan malo, después de todo, anoche le prometí algo, ella a mí, estoy seguro de que podré contener esto un tiempo más, hasta qué sepa que hacer con ella. Verla desnuda, hace que mis deseos por volver a follarla crezcan. No debo, quedó tan adolorida, que su sexo quedó rosado hasta la mierda, me levanto antes de que mi polla sea la ganadora, me visto y salgo de la habitación para dirigirme a la
AMÉRICATermino de vestirme cuando Bryce vuelve a entrar a la habitación, esta vez se nota pensativo, va con el teléfono en mano, luego lo deja sobre el tocador, se le ve contrariado y eso me preocupa. —¿Te sientes bien? —le pregunto. Él levanta la mirada, solo que ahora no está el mismo brillo de hace quince minutos, el mismo que destellaba de sus ojos cuando me miró. —¿Te sucede algo? ¿Es la empresa? —le pregunto. No deja de observarme con esa mirada muerta y comienzo a molestarme, sin embargo, no lo demuestro. —Bryce… —No es nada, me voy —agrega.Sale de la habitación y frunzo el ceño, me asomo por la ventana y me doy cuenta de que le ordena algo a sus hombres, luego se dirige a su auto, entra dando un azote de puerta, pisa el acelerador y se marcha como alma que lleva el diablo. —Qué raro —susurro para mí misma. El llanto de mi hija es lo que me hace salir de mi aturdimiento, voy a su habitación, Debby intenta calmarla, le pido una disculpa por dejarle la carga, la tomo e
BRYCECuando llego al sitio, me doy cuenta de que se trata de una mansión elegante, aún tengo mis dudas de sí se trata del padre de América y su hermana, esa es una de las razones por las cuales no le mencioné la invitación extraña, por ello traje a Vanesa, quien llega cinco minutos tarde, mejor ella que la madre de mi hija. No pienso exponer a ningún peligro a América, es necia, por ello mentí. Miro la hora que marca mi reloj de mano, la paciencia no es lo mío, pude haber venido solo, pero una de las cualidades de Vanesa, es meter las narices donde no debe, y eso es lo que quiero que haga esta noche. Luego de contarle lo sucedido con Alene y América, omitiendo que mi esposa solo estaba siendo manipulada, aceptó ayudarme a cambio de que siguiéramos viéndonos, dije que sí, solo porque quiero obtener esa información, la que sea, más no pienso cumplir. América no sale de mi cabeza, comienzo a sentir cosas que incluso no sentí por Alene cuando creí amarla. Levanto la mirada al escucha