BRYCEHace años creí haber encontrado a la mujer de mi vida, Alene, estaba equivocado, porque ahora, teniendo a América desnuda a mi lado, dormida como en un sueño, me siento el hombre más afortunado del mundo. Han pasado dos años y siento que no la merezco, cada día que transcurre hace que mi amor por ella incremente, me levanto, está agotada, hace un mes me dio el mejor regalo, dio a luz a dos hijos míos. Porque sí, luego de que perdiéramos a nuestro bebé, no dejamos de intentar y es como quedó embarazada de gemelos, un varón y una niña, sacaron su color de cabello, pero ambos mantienen mis ojos verdes, al igual que los de su hermana mayor; Madeline, mi pequeña de cuatro años. No sé qué mierda hice para merecer a esta familia, pero la cuido día con día. Me incorporo, me doy una ducha de agua caliente y al salir, me encuentro con un par de pequeños brazos que se aferran a mis piernas. —¡Papi! Madeline ríe con la boca llena de chocolate. —¿Qué ha sucedido aquí? —la cargo. —Enc
AMÉRICA—¡Tienes que apoyarnos, somos una familia! —exclama mi hermana mayor Alene. Me quedo callada, el silencio me resulta tan ensordecedor, que soy capaz de respirar la hostilidad que emana de sus palabras con filo. —Somos hermanas, no puedes estar en contra —toma mis manos y las acuna entre las de ella—. Por favor, apóyanos. Desciendo la mirada, Alene es mayor que yo por un minuto, somos gemelas, la adoro, pero no estoy de acuerdo con lo que ella y mi padre planean, la venganza de este tipo no deja nada bueno al final, en especial cuando se trata de derrocar un imperio empresarial como lo es el de Bryce Henderson. —No quiero problemas —refuto, alejándome de ella. Mi padre, quien hasta ese momento se había mantenido a raya de la situación, sentado desde su escritorio, se pone de pie y molesto, me lanza una mirada cargada de advertencias. —¿Acaso tengo que recordarte que es gracias a la familia Henderson que tu madre murió? —refuta.«No, no lo olvido»Sello mis labios, entrar
AMÉRICAMi padre no deja de caminar de un lado a otro, hablando por teléfono, solicitando abogados porque quiere refundir en la cárcel al conductor que ocasionó el accidente. Nos han pasado a la habitación en la que mi hermana permanece dormida por los sedantes, conectada a un montón de máquinas que monitorean sus latidos de corazón. Me siento mal al verla en ese estado. —¡Esto es inconcebible! —exclama mi padre, terminando de hablar por teléfono. Sigo sin hablarle, me enfoco en Alene, cuando de pronto su móvil comienza a sonar en mis manos, con el nombre de Bryce, resplandeciendo en la pantalla. Hace una hora nos habían entregado sus pertenencias y con ello esto. —Papá —le llamo. Él sale de su estupor y me mira con desafío. —Contesta —demanda.—No quiero —respondo tajante. —Mira a tu hermana, es tu culpa que esté así, haz eso, por lo menos —se limita a decir.Frunzo el ceño, pero decido hacerlo solo por curiosidad y por el estado de Alene. Respondo. —¿Hola? —mi voz tiende de
AMÉRICAHan pasado un par de días desde que me vi obligada por mi familia a seguir con la farsa de tomar el lugar de mi hermana, no quiero, no me gusta, pero odio ser la única que siente el deber moral de apoyar a la familia que ha hecho todo porque yo salga adelante y que al mismo tiempo ha perdido un mundo con la muerte de mamá. Alene y yo éramos muy pequeñas cuando eso ocurrió, un día padre se puso frente a nosotras y nos dijo que James Henderson, mató a mamá, al parecer estaba enamorado de ella, no soportó que quisiera a papá, e hizo lo que hizo para después suicidarse. Y ahora me encuentro metida hasta la garganta en este embrollo de venganzas y caos familiar, en él soy yo la única esperanza de vengarnos del único hijo de James; Bryce Henderson, un magnate joven que heredó el poder y fortuna de su padre, y quien mi hermana embrujó para casarse con él y dejarlo sin nada, todo eso está bien, pero ahora soy yo quien se va a casar. Algo que me tiene en el hilo de la vida, porque s
BRYCELa cabeza está a punto de estallarme, no entiendo muchas cosas de las que los socios que están frente a mí, hablan, porque mi cabeza está en otra parte, en una donde la ocupa Alene, mi prometida. La mujer de quien estoy enamorado y quien no me ha cogido la llamada desde aquel día en el que sonó extraña. Era su voz, pero con un tono más suave de lo habitual. Puede que me haya vuelto loco, pero juraría que no era ella. Y ahora, simplemente me rechaza, ni siquiera me atrevo a ir a su casa por temor a la respuesta que me ronda la mente; la cancelación de nuestra boda. No me puedo permitir perderla, no ahora. No cuando por fin encontré a la mujer de mi vida, con quien quiero pasar el resto de mis días y formar una familia. La junta termina y respiro hondo cuando me encuentro solo en la sala de juntas. Reviso la hora, estoy a nada de mandar al mundo a la mierda, cuando mi móvil suena. —Espero que sea importante —respondo saliendo. Me dirijo al elevador con la intención de ir a la
AMÉRICASiento que los oídos me van a estallar mientras permanezco con la cabeza bajo la almohada y las sábanas enredadas en mis piernas, apenas amanece y Alene brama como perro rabioso, al parecer no se siente cómoda con tantas enfermeras a su alrededor, siempre ha sido una mujer independiente y decidida, todo lo contrario a mí, y ahora el depender de alguien para hacer tus cosas en lo que procesas el hecho, es una bofetada para su sistema. Así que termino por despertarme, ya ni siquiera me molesto en revisar mi móvil, no hay nada ahí que me interese, y omití el hecho de que Bryce Henderson me folló con su lengua. Así como el que no ha parado de llamar, mandar mensajes de texto y audios calientes "literal" Mensajes sucios en donde no para de repetir que soy suya y todo lo que me piensa hacer el día después de la boda. Algo que sin duda encoge mi pecho, no me quiero casar sin amor, el hacerlo con un hombre que ame y él sienta lo mismo por igual, ha sido mi sueño desde que era niña
AMÉRICANo he podido dormir, no desde que llegué a casa por la noche y no quise ver a Alene, pese a que ha amanecido y es un nuevo día, el corazón me sigue palpitando con fuerza brutal. Quisiera decir que estoy bien, que las cosas van a salir tal y como papá y ella planearon, aunque el padre de Bryce tuviera la culpa de la muerte de mamá, es inocente como nosotras. Mi cabeza está hecha un lío, y por ello me levanto, cepillo mis dientes y bajo para preparar algo de desayunar, esperando que eso mejore mi estado de ánimo, la sensación de que algo sucederá hoy, no me abandona, es como un mal presentimiento. Voy camino a la nevera cuando el sonido del timbre suena, no hay nadie cercano a abrir, por lo regular siempre es papá quien lo hace, así que dejo de lado el jugo, al lado de la carpeta amarilla que contiene mis documentos legales para hacer el trámite del nuevo curso sobre maquillaje que quiero probar, y me encuentro con un señor cargando un enorme arreglo floral. —¿Señorita Alene?
BRYCEEs mía, es lo que quiero gritarle al mundo, mía para siempre, América, como ahora sé que se llama, no le pregunté más sobre usar el nombre que su abuela le puso sin papel desde que era una niña. De hecho, me gusta más su nombre real, es fuerte, los recuerdos de cuando llegó esta mañana al Ayuntamiento, vestida de ese modo tan rebelde como si fuera una adolescente, hace que mi polla se endurezca. Y el beso, siempre he tenido que ser delicado, tratarla como a una débil flor que en cualquier momento se puede romper entre mis manos, no obstante, ella me besó de un modo que jamás había hecho. Metió su lengua en mi boca, ansiosa, brutal, letal y manipuladora, se me abalanzó y pude sentir el impulso salvaje de romperle el coño por completo. Luego me mordió el labio inferior, y eso estallo en mi sistema mi instinto animal de posesividad. Le agarré el culo firme y bien duro, capturando su gemido entre mis labios mordisqueados. Nunca la creí capaz de hacer algo como esto, y no me arrep