AMÉRICANo he podido dormir, no desde que llegué a casa por la noche y no quise ver a Alene, pese a que ha amanecido y es un nuevo día, el corazón me sigue palpitando con fuerza brutal. Quisiera decir que estoy bien, que las cosas van a salir tal y como papá y ella planearon, aunque el padre de Bryce tuviera la culpa de la muerte de mamá, es inocente como nosotras. Mi cabeza está hecha un lío, y por ello me levanto, cepillo mis dientes y bajo para preparar algo de desayunar, esperando que eso mejore mi estado de ánimo, la sensación de que algo sucederá hoy, no me abandona, es como un mal presentimiento. Voy camino a la nevera cuando el sonido del timbre suena, no hay nadie cercano a abrir, por lo regular siempre es papá quien lo hace, así que dejo de lado el jugo, al lado de la carpeta amarilla que contiene mis documentos legales para hacer el trámite del nuevo curso sobre maquillaje que quiero probar, y me encuentro con un señor cargando un enorme arreglo floral. —¿Señorita Alene?
BRYCEEs mía, es lo que quiero gritarle al mundo, mía para siempre, América, como ahora sé que se llama, no le pregunté más sobre usar el nombre que su abuela le puso sin papel desde que era una niña. De hecho, me gusta más su nombre real, es fuerte, los recuerdos de cuando llegó esta mañana al Ayuntamiento, vestida de ese modo tan rebelde como si fuera una adolescente, hace que mi polla se endurezca. Y el beso, siempre he tenido que ser delicado, tratarla como a una débil flor que en cualquier momento se puede romper entre mis manos, no obstante, ella me besó de un modo que jamás había hecho. Metió su lengua en mi boca, ansiosa, brutal, letal y manipuladora, se me abalanzó y pude sentir el impulso salvaje de romperle el coño por completo. Luego me mordió el labio inferior, y eso estallo en mi sistema mi instinto animal de posesividad. Le agarré el culo firme y bien duro, capturando su gemido entre mis labios mordisqueados. Nunca la creí capaz de hacer algo como esto, y no me arrep
AMÉRICA—Bryce —susurro cuando soy consciente de su presencia. Estoy algo ebria como para darme cuenta de que estoy encima de una mesa en ropa interior, y no sentirme con vergüenza. Luego de que Alene me insistiera en ir a la estúpida despedida de soltera, a su estilo, corrí a todo el mundo, quería estar sola, beber la miseria que me causó el cometer el error de meter mis documentos reales. Es decir, no es Alene quien está casada con él, sino, yo, América, me he casado con el hombre de mi hermana, de quien no siento nada. Aun así, eso no es lo peor que me pudiera pasar, sino, el hecho de tener que soportar un par de semanas esto. Todo estaba pagado, así que le dije a la organizadora que se fuera a la mierda y me dejara sola, lo hizo al ver mi estado de enfado, tomé un par de tragos, puse música a alto volumen y no sé cómo mierda, pero terminé encima de esta mesa. Y ahora Bryce Henderson está parado frente a mí, observando cada uno de mis movimientos como un depredador a su presa.
AMÉRICAHan pasado varios días, Alene sigue enfadada y mi padre prácticamente me secuestró en mi propia casa, mi hermana no me dirige la palabra, no desde que se dieron cuenta de que firmé los documentos con los míos, los reales, esa noche en la que llegué, les conté todo, a excepción de que nos hemos besado, tocado, y hecho sexo oral. Mi padre me lanzó dagas de fuego por los ojos, Alene bramó, chilló, lo que hizo que mi padre se cuestionara por qué tanto drama, yo me quedé con la boca abierta, ya que de la nada, mi padre nos dijo que no importaba, que el plan de venganza seguía, solo que habíamos cambiado de jugadora, o sea, yo. Eso provocó que por primera vez en la vida, Alene me mirara con odio profundo, desde esa noche, me evita y yo también hago lo posible por mantenerme alejada dentro de su campo de visión, de ser las hermanas más unidas, pasamos a ser dos desconocidas que solo nos une el deseo de nuestro padre por ver muerto y sin dinero a Bryce, y no el ADN. No me he permit
AMÉRICAEstoy tocando el infierno y no me importa quemarme con sus brasas, las manos de Bryce rasgan mi piel, luego de amenazarme con romperme, lo tengo desnudo frente a mí, devorando mi cuello como si fuera su dulce favorito. Tal vez este sea el mejor momento para decirle la verdad, para hacerle saber que soy gemela de la mujer que ama, pero es que la voz se me va. Sus manos se dirigen hacia el broche de mi sostén detrás de mi espalda, lo suelta liberando mis pechos, las luces están encendidas y me pregunto por qué, pero no digo nada, dejo escapar un gemido en su lugar. —Me encantan estas —dice tocando mis tetas. Sus labios vuelven a los míos, mis bragas desaparecen en el proceso, llevándome a la cama. —Joder —su mirada es intensa. Me observa el cuerpo con detalle crítico, como si quisiera guardar en su memoria todo, cada parte desnuda, cada línea, todo en él exuda deseo sexual salvaje. Y con ello llega la culpa, porque estoy usurpando un lugar que no me pertenece, sino, que es
BRYCEIntento absorber lo que ha pasado, mientras América, como ahora sé que es su verdadero nombre, se ducha, le pedí que lo hiciera porque necesitaba procesar todo, ahora, estando a solas, mi mirada no abandona la sangre que ha manchado las sábanas, jamás he follado a una virgen, ni siquiera en mis tiempos en donde era un joven que follaba cualquier coño fácil. Y por más, nunca lo he hecho sin condón, ni siquiera con Alene. La rabia, la culpa, todo se me acumula, cierro y abro puños, me paso una mano por el cabello, la desesperación a lo que es desconocido, surge y siento que soy capaz de asesinar a cualquier persona en estos momentos. No solo eso, sangre virgen gotea mi polla y pese a que estoy en bóxer, siento la necesidad de castrarme, hay algo que nunca perdono, y eso son las mentiras. Estoy a punto de volverme loco, cuando el sonido con eco de la puerta del baño al abrirse, llama mi atención. Saliendo de mi ensimismamiento, alzo la vista y me encuentro con América, con una
AMÉRICAMe duele el coño cada que camino, el ardor es insoportable hasta el punto en el que comienzo a caminar raro. Bajo del taxi que me deja en casa, en todo el trayecto del camino, me he estado preparando mentalmente para enfrentar a mi pequeña familia. El que Bryce sepa la verdad, me quita un enorme peso de encima, puedo decir que no estoy contenta, pero sin duda si liberada de un secreto que me carcomía el alma. Respiro hondo, a paso decidido entro a casa, esperando encontrar los gritos y chillidos de Alene, lo único que recojo del gran silencio que inunda la estancia principal, es el eco de mis pasos que retumban por cada una de las paredes. —¿Papá? —llamo.Tengo la firme esperanza de terminar con esto antes de que sea demasiado tarde y Bryce pretenda hacer algo en contra de nosotros, prevenir para no lamentar. —Señorita Sullivan. La voz femenina a mis espaldas hace que casi me dé un infarto, volteo, me encuentro con la mirada apagada de la enfermera a la que ayudé la vez p
AMÉRICASi antes pensaba que las cosas estaban mal, ahora creo que se han vuelto mucho peor, esa es la realidad, mientras voy a la cocina y abro la nevera para ir por una bolsa de guisantes congelados, la cabeza me da vueltas, Bryce vino hasta una cuba, su amigo Rupert intenta que entre en razón y sus voces se amortiguan desde la estancia principal. Saco mi móvil nuevamente e intento dos veces más, tratar de contactar a mi padre o incluso a Alene, aunque no debería por lo perra que se ha convertido. No obtengo respuesta. Suelto un largo suspiro y me preparo para enfrentar a mi némesis. Para cuando entro a la estancia principal, Bryce sigue diciendo incoherencias, mientras su amigo intenta que entre en razón, sus ojos verdes me fulminan y mi valentía se acojona, tiene una mirada tan oscura que incluso yo le temo en estos momentos. A más de que intentó matarme. —Ten —le doy los guisantes a Rupert. Este toma la bolsa sin siquiera mirarme a la cara, solo asiente y una vez que los tie