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EPISODIO 7: Eres Una Decepción

AMÉRICA

—Bryce —susurro cuando soy consciente de su presencia.

Estoy algo ebria como para darme cuenta de que estoy encima de una mesa en ropa interior, y no sentirme con vergüenza. Luego de que Alene me insistiera en ir a la estúpida despedida de soltera, a su estilo, corrí a todo el mundo, quería estar sola, beber la miseria que me causó el cometer el error de meter mis documentos reales.

Es decir, no es Alene quien está casada con él, sino, yo, América, me he casado con el hombre de mi hermana, de quien no siento nada. Aun así, eso no es lo peor que me pudiera pasar, sino, el hecho de tener que soportar un par de semanas esto.

Todo estaba pagado, así que le dije a la organizadora que se fuera a la m****a y me dejara sola, lo hizo al ver mi estado de enfado, tomé un par de tragos, puse música a alto volumen y no sé cómo m****a, pero terminé encima de esta mesa. Y ahora Bryce Henderson está parado frente a mí, observando cada uno de mis movimientos como un depredador a su presa.

—¿Qué haces? —se afloja la corbata.

Suelto un suspiro lleno de exasperación.

—Se supone que en las despedidas de solteros no debe estar la persona con la que te casas —resoplo—. ¿No tendrías que estar follando a alguna puta o algo por el estilo?

Ni siquiera me detengo cuando sé que acabo de hablar de un modo en el que Alene jamás haría.

—Ese lenguaje —sentencia Bryce.

Blanqueo los ojos.

—No seas remilgado, por Dios, no te queda, a leguas se ve que eres de esos hombres que follan sucio y…

En menos de dos segundos, lo tengo rodeando mi cintura y atrayéndome a su cuerpo, mis pechos se aplastan y agarro su saco con rabia.

—¿Te gustaría que te folle duro y sucio? —me susurra al oído—. ¿Quieres que te haga venir hasta que dejes cremosa mi polla?

Muerde el lóbulo de mi oreja, haciendo que una descarga de electricidad recorra mi cuerpo, de pies a cabeza. Trago grueso al levantarme sin dificultad, mis estúpidas piernas reaccionan sin mi permiso y rodeo su torso mientras me lleva a uno de los sofás, sus manos agarran mis nalgas con fuerza y me excito de sobremanera.

«Esto está mal, pero se siente demasiado bien»

Me digo a mí misma, él se coloca en medio de mis piernas aplastando mi cuerpo, nuestras miradas se cruzan y siento que todo me da vueltas, pero me quedo hipnotizada por el magnetismo que hay en su mirada oscura y salvaje.

Estoy ebria, pero no tanto como para saber que hay un límite que no pienso cruzar, y eso es el follar, uno, porque Alene me mataría, y dos, porque… soy virgen. Sí, me contradigo yo misma, no obstante, estoy cabreada con mi hermana en estos momentos, por meterme en problemas que yo no pedí.

—No voy a dejar que me folles —dejo claro.

—Y yo no voy a permitir que me dejes sin placer.

Sus manos se deslizan por mi pecho hasta encontrar el pequeño broche en medio que los libera, mis tetas saltan a su vista y enseguida mis pezones duros parecen dos clavos sólidos. Su mirada brilla con lujuria.

—Son más grandes de lo que recordaba —dice para luego capturar un pezón con su boca.

De mi boca sale un sonido gutural brota de mi garganta al succionar con fuerza y morder.

—Te sientes bien —susurra con voz gélida.

—Mmmm.

Pasa su atención hacia mi otro pezón, haciendo lo mismo, se da un festín y yo tengo la osadía de enredar los dedos de mi mano entre las hebras rubias de su cabello. Solo basta eso para que moje completo mis bragas, la cremosidad es algo que siento derramarse por los bordes de mis pliegues, sintiendo la tela pegajosa en segundos.

—Sabes demasiado bien —comienza a besar mi cuello—. Debería mandar a la m****a tus exigencias y follarte duro, profundo, ¿crees poder aguantar mi tamaño esta vez?

Me muerdo la lengua, ¿Alene nunca ha… ? Me remuevo inquieta.

—Tu cuerpo reacciona ante mis palabras sucias, eh —ladea una sonrisa de media luna—. Interesante.

Empuja las caderas haciendo que sienta lo duro que está ahí abajo. Este hombre no quiere darse por vencido y necesito que borre de su puta cabeza la idea donde su polla es la protagonista que va a irrumpir mi coño virgen, por lo que hago una nueva estrategia.

—No —suelto cuando intenta bajarme las bragas.

Gruñe y me mira mal.

—¿Qué?

Me muerdo el labio inferior.

—Quiero hacerte una mamada —las palabras se deslizan de mis labios como río sin freno.

No tengo problema alguno en pedir o decir lo que tengo ganas de hacer, o que me den, pero a juzgar por la cara oscura y penetrante de Bryce, imagino que Alene nunca le ha chupado la polla. Lo que me hace soltar una intensa carcajada.

—No me veas así, era broma —maldigo por dentro.

En mi vida solo le he hecho una a dos chicos, ambos idiotas que me gustaban en el pasado, digamos que mi vida en preparatoria no fue exactamente una mojigatez.

—Mala idea —pasa sus dedos por mis labios—. Porque ahora quiero follarte esta sucia boca que de la nada ha resurgido.

Mi sonrisa se marcha y trago grueso.

—Te lo dije, era una broma.

—Y yo te dije que no se juega conmigo.

Dicho esto, se pone de pie y comienza a desabotonar su camisa. Su perfecto pecho marcado me deja sin aliento.

—De rodillas —espeta con un tono cero negociable.

Me lo pienso dos veces, sin embargo, hago lo que me pide por qué quiero hacerlo, tan pronto como mis rodillas tocan el suelo, él libera su polla y la garganta se me cierra, su grueso tronco es enorme, venoso, la punta de un morado que debería ser irreal, levanto la mirada y su rubio cabello hace que sus ojos se tiñan de un verde tropical que me intimida.

—Ahora, quiero esos labios alrededor de mi polla —arguye.

Joder, joder, salivo, es tan grande y gruesa, dudo que me la pueda meter toda, así que lo miro con desafío aceptando el reto. Saco la lengua y la paso por encima de su cabeza, él tensa el cuerpo, poco a poco me la voy metiendo, como sabía, es enorme, por lo que comienzo a subir y bajar ayudándome con la mano para hacer fricción.

—Maldita sea —gruñe con intenso deseo—. No tienes idea de lo mucho que soñé con esto, con tus labios alrededor de mí.

Intensifico los movimientos, usando mi lengua para repasar su entorno, sus venas resaltan y en un abrir y cerrar de ojos, pierde el control, me toma del cabello, siendo ahora él quien proclama el control. Empuja sus caderas hasta que golpea literalmente mi garganta, la reacción nauseabunda me invade y mis ojos comienzan a lagrimear.

—Eso es, eres mi puta, quiero que seas mía, para siempre —jadea.

Soy como una muñeca que maneja a su gusto, sus embistes son más duros con la pizca necesaria de crueldad hasta que de pronto suelta un gruñido y se vacía en mi boca. Trago todo lo que puedo, es tanto, que gotas de su semen se derraman en hilos por las comisuras de mi boca al salir de mí.

—Joder —levanta los restos con sus dedos y los vuelve a meter a mi boca.

Lamo como hambrienta sin cortar contacto visual del verde intenso de su mirada.

—Esta boca es mía, me pertenece ahora —dice en tono posesivo.

No respondo, las palabras simplemente se amontonan en mi garganta y pican mi lengua, me ayuda a ponerme de pie, las piernas se tambalean haciendo que casi pierda el equilibrio, respirar duele.

—Mierda —me levanta al estilo princesa y me devuelve al sofá—. Lo siento, no me contuve, verte así hizo que perdiera el control.

Una de las cosas que admiro de Bryce Henderson es la sinceridad con la que suelta lo que tiene que decir. Enseguida me ofrece un vaso de agua que bebo rápidamente.

—Lo siento —musito por lo bajo.

—Eh —levanta mi mentón—. Para ser tu primera vez, lo hiciste bien.

Me da un beso en la frente, luego uno en la punta de mi nariz respingona y la culpa me aplasta el pecho, por un nanosegundo me atrevo a imaginar cómo sería si Bryce no fuera el enemigo y estuviera enamorado de mí, lo que me lleva a que todo esto, las palabras, el trato, todo es porque piensa que soy Alene, es a ella a quien desea de esta manera, yo soy solo una usurpadora temporal.

Porque cuando mi hermana mejore, la magia se acabará y yo volveré a las sombras de una vida libre que he construido y guardado en el cajón por unos meses.

—Quiero irme a casa —pido.

Asiente, me ayuda a vestirme porque mi estado es deplorable y todo lo que quiero es llegar a casa y llorar a gusto en la comodidad de mi cama. Para cuando llegamos, el silencio sigue estando a nuestro alrededor.

—Gracias por traerme —me quito el cinturón de seguridad.

—Si te arrepientes por lo que pasó…

Volteo a verlo y frunzo el ceño.

—No me arrepiento de nada —digo la verdad—. Solo estoy mareada, y cansada.

Su gesto se relaja.

—¿De verdad? —enarca una ceja con incredulidad.

—Me gustó —sonrío y es real—. Tienes una polla brutal, lo digo en el buen sentido.

Se acerca a mí y me besa, muerdo su labio inferior.

—Me alegra, porque así como llevé mi polla a tus labios, lo haré con tu culo —me amenaza y la piel se me eriza.

El sexo anal está tachado de mi lista, he escuchado que duele una m****a, así que no, eso nunca va a suceder.

—Buenas noches —le devuelvo el beso.

Salgo de su auto sintiendo llamas en mi estómago, le veo marcharse y camino hacia mi casa, busco las llaves con torpeza dentro de mi bolso, entro, estoy a nada de subir las escaleras, cuando un olor familiar inunda mis fosas nasales. El aroma de papá.

—Llegas tarde.

Doy un respingo, volteo, papá está de pie junto a mi hermana, quien al parecer se ha decidido a salir de su cueva y ahora está sentada en una silla de ruedas nueva, pero eso no es lo que me llama la atención, sino, el que sus ojos estén llenos de lágrimas, odio y venganza rota.

—¡Eres una idiota! —mi hermana se acerca girando las ruedas y me avienta la carpeta con los documentos que firmé por error en el Ayuntamiento.

Abro la boca para replicar, sin embargo, es mi padre quien me abofetea con odio que destila en su mirada dura.

—Eres una decepción, América.

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