AMÉRICAEstoy tocando el infierno y no me importa quemarme con sus brasas, las manos de Bryce rasgan mi piel, luego de amenazarme con romperme, lo tengo desnudo frente a mí, devorando mi cuello como si fuera su dulce favorito. Tal vez este sea el mejor momento para decirle la verdad, para hacerle saber que soy gemela de la mujer que ama, pero es que la voz se me va. Sus manos se dirigen hacia el broche de mi sostén detrás de mi espalda, lo suelta liberando mis pechos, las luces están encendidas y me pregunto por qué, pero no digo nada, dejo escapar un gemido en su lugar. —Me encantan estas —dice tocando mis tetas. Sus labios vuelven a los míos, mis bragas desaparecen en el proceso, llevándome a la cama. —Joder —su mirada es intensa. Me observa el cuerpo con detalle crítico, como si quisiera guardar en su memoria todo, cada parte desnuda, cada línea, todo en él exuda deseo sexual salvaje. Y con ello llega la culpa, porque estoy usurpando un lugar que no me pertenece, sino, que es
BRYCEIntento absorber lo que ha pasado, mientras América, como ahora sé que es su verdadero nombre, se ducha, le pedí que lo hiciera porque necesitaba procesar todo, ahora, estando a solas, mi mirada no abandona la sangre que ha manchado las sábanas, jamás he follado a una virgen, ni siquiera en mis tiempos en donde era un joven que follaba cualquier coño fácil. Y por más, nunca lo he hecho sin condón, ni siquiera con Alene. La rabia, la culpa, todo se me acumula, cierro y abro puños, me paso una mano por el cabello, la desesperación a lo que es desconocido, surge y siento que soy capaz de asesinar a cualquier persona en estos momentos. No solo eso, sangre virgen gotea mi polla y pese a que estoy en bóxer, siento la necesidad de castrarme, hay algo que nunca perdono, y eso son las mentiras. Estoy a punto de volverme loco, cuando el sonido con eco de la puerta del baño al abrirse, llama mi atención. Saliendo de mi ensimismamiento, alzo la vista y me encuentro con América, con una
AMÉRICAMe duele el coño cada que camino, el ardor es insoportable hasta el punto en el que comienzo a caminar raro. Bajo del taxi que me deja en casa, en todo el trayecto del camino, me he estado preparando mentalmente para enfrentar a mi pequeña familia. El que Bryce sepa la verdad, me quita un enorme peso de encima, puedo decir que no estoy contenta, pero sin duda si liberada de un secreto que me carcomía el alma. Respiro hondo, a paso decidido entro a casa, esperando encontrar los gritos y chillidos de Alene, lo único que recojo del gran silencio que inunda la estancia principal, es el eco de mis pasos que retumban por cada una de las paredes. —¿Papá? —llamo.Tengo la firme esperanza de terminar con esto antes de que sea demasiado tarde y Bryce pretenda hacer algo en contra de nosotros, prevenir para no lamentar. —Señorita Sullivan. La voz femenina a mis espaldas hace que casi me dé un infarto, volteo, me encuentro con la mirada apagada de la enfermera a la que ayudé la vez p
AMÉRICASi antes pensaba que las cosas estaban mal, ahora creo que se han vuelto mucho peor, esa es la realidad, mientras voy a la cocina y abro la nevera para ir por una bolsa de guisantes congelados, la cabeza me da vueltas, Bryce vino hasta una cuba, su amigo Rupert intenta que entre en razón y sus voces se amortiguan desde la estancia principal. Saco mi móvil nuevamente e intento dos veces más, tratar de contactar a mi padre o incluso a Alene, aunque no debería por lo perra que se ha convertido. No obtengo respuesta. Suelto un largo suspiro y me preparo para enfrentar a mi némesis. Para cuando entro a la estancia principal, Bryce sigue diciendo incoherencias, mientras su amigo intenta que entre en razón, sus ojos verdes me fulminan y mi valentía se acojona, tiene una mirada tan oscura que incluso yo le temo en estos momentos. A más de que intentó matarme. —Ten —le doy los guisantes a Rupert. Este toma la bolsa sin siquiera mirarme a la cara, solo asiente y una vez que los tie
BRYCEMis manos se deslizan por el cuerpo de América, mi polla se endurece con los sonidos guturales que brotan de su garganta, una que terminó llena de mi semilla hace un par de días, su coño rosado y depilado como una actriz porno, enfilo la cabeza de mi miembro en su abertura. Enloqueciendo al ver como va desapareciendo al tiempo que ella chilla de dolor. —Bryce —dice mi nombre de un modo que me provoca—. Duele… Empujo todo lo que tengo hasta el fondo, la expando y ella grita. —Te duele, eres una maldita, pero me encantas. Tenso el cuerpo, verla llena de mí, hace que emerja el machismo que habita en mi interior y que no sabía que existía, siempre he sido un caballero, y cuando conocí a Alene, lo fui más, pero América es distinta, ella me toma por sorpresa, es rebelde, y en el seco, única. —Duele mucho. —Quiero que te duela más. Aumento la velocidad de los empujes hasta que ella grita mi nombre, lo que me hace perder la cabeza por completo, es entonces que despierto. Mi pec
AMÉRICAHan pasado dos meses, dos en los que no he sabido nada ni de Bryce Henderson, ni de mi padre y hermana, y estoy bien, me fui a vivir al departamento de Debby, mi mejor amiga y aliada, estudiamos en la misma Universidad y ahora trabajamos juntas en una tienda departamental de alto rango. Sí, las horas de trabajo son exasperantes, pero mejor esto que estar soportando a un par de amargados venenosos y a un arrogante y poderoso empresario, no me he divorciado de él, la verdad, estoy esperando a que se le baje un poco el coraje y la rabia que tiene hacia mí, luego podremos hacerlo. De vez en cuando visito algún portal de Internet para saber de él, pero no hay nada, solo que su empresa le sigue haciendo que su fortuna crezca como la espuma. Tampoco hago el gran esfuerzo porque me encuentren, no quiero. Y ahora estaba aquí, tomando asiento en una de las cafeterías en plena hora del almuerzo. —No puedo creer que falte tan poco para mi cumpleaños —dice Debby, tomando asiento delant
BRYCE—Todo está listo. La voz de Rupert me saca de mi ensimismamiento, el ardor que siento en el pecho no desaparece, ni siquiera porque han pasado dos malditos meses en los que no he visto a América, nuestros detectives hacen lo necesario, pero al parecer su búsqueda no ha dado los frutos que espero. —Toda la pequeña fortuna que era de los Sullivan es tuya, ahora —me confirma Rupert.Una victoria, pero no sabe como tal, no cuando ni siquiera hemos tenido información certera sobre lo que ocurrió con mi padre y su madre, investigué a fondo, encontrando que mi padre fue feliz con mi madre, luego se divorciaron por diferencias, murió en un accidente de auto, no encontraron nada más, hasta ahí se cerró la investigación. —¿Qué hay de Oliver y Alene Sullivan? —pregunto.—Llegarán en media hora, nos da tiempo de ir al aeropuerto —arguye Rupert, disparándome una mirada llena de preocupación—. ¿Estás seguro de que quieres enfrentarte a ellos? —Sí, me importa una mierda lo que va a ocurri
AMÉRICADos años, es el tiempo que me tomó poder salir adelante y levantar, junto con Debby, la empresa Diamond, nombre de la marca de nuestro maquillaje, uno de mis más grandes sueños, uno al que jamás renuncié, sirvieron como base mis ahorros, y parte del dinero de mi herencia que papá una vez me dio cuando estaba ebrio y mi hermana Alene en una fiesta con su aquel entonces, novio; Bryce. También nos sirvió el que un importante socio nos donara una cantidad exorbitante que nos ayudaría a impulsar todo el proyecto que comenzó como un juego y que ahora es una realidad, salí de San Francisco con Debby, nos mudamos a Noruega, donde actualmente resido. Perdí contacto con mi padre y hermana cuando me subí a aquel avión, donde el miedo, la incertidumbre y desesperación me acompañaron, estando embarazada del hombre que me quería destruir y estaba lleno de odio. Sé que estuvo mal, pero escapar del poder cruel de Bryce Henderson y de la sed de venganza de mi padre y Alene, fue la mejor de