La seda azul cayó delicadamente al suelo mientras la rubia afuera maquinaba una idea en su cabeza.— ¿Dónde tienes el teléfono?—Está en mi bolsa, entre mis libros… ¿Por qué?—Quiero tomarte una foto con el vestido…Rebuscando entre las cosas de Helena.—Ya me lo quité…—Mmm… bueno, será después — Manteniendo una sonrisita maquiavélica en los labios.Abby buscó a Vasil entre los contactos de Helena y le escribió pensando en echarle una mano a su amiga que era toda vergüenza para hacer esa clase de cosas, seguramente si le escribía al empresario, él respondería y tal vez le haría alguna invitación, quien sabe.Tecleó rápidamente sobre la pantalla, sus dedos volaban antes de que Helena pudiera sorprenderla y evitar que enviara el mensaje.—Hola, Soy Helena, ¿Quería preguntarte si lo pasaste bien ayer?Escribió y oprimió “enviar”. No era en absoluto la clase de cosa que Helena hubiera hecho.El móvil sonó sacando a Vasil de sus pensamientos, ya el Beta se había hecho cargo de las órdenes
El becario las observaba desde la puerta de una tienda cercana sin atreverse a acortar la distancia entre él y las chicas, decidió mantenerse bajo perfil y analizar primero todo el cuadro con la paciencia que se supone que tienen los que están acostumbrados a hacer esa clase de trabajos. —Estoy en el centro comercial con mi amiga... Respondió con duda. —¿Puedo llamarte? Decía el último mensaje. —Me está preguntando si me puede llamar… Dijo un poco nerviosa mirando a Abby a la cara, pensando en que tal vez iba a quedarse muda, tan pronto lo escuchara. —¡Dile que sí, no seas tonta! Helena tecleó la respuesta de regreso, y casi al instante en el que Vasil recibió la afirmación llamó al teléfono de la pelirroja. —Buenas tardes, con Helena, por favor… A la chica se le hizo un nudo en el estómago al escuchar su tono de voz profundo y gutural, sexi y viril, y creyó que no sería capaz de articular palabra, sin embargo, tenía a Aby a su lado para ayudarla. Así que en cuanto la rubia
El becario estaba con los ojos chispeantes sobre la pareja que permanecía en la tickera del cine, si tenía que esperar hora y media hasta que salieran de la función para plantarle cara al tipito que estaba con la pelirroja, pues lo haría. Seguramente no sería difícil asustarlos, tal vez con una de sus miradas penetrantes, o mostrándole los dientes… Eso solía funcionar cada vez que debía poner a un humano en su sitio.Cavilaba en ese pensamiento cuando su móvil sonó de improviso. «Maldita sea» pensó al leer el mensaje con la orden del Alfa, había cambios, y él tendría que movilizarse hasta la casa de la manada en el bosque.«Justo cuando tengo la oportunidad de darle un parado a ese tipo rico, ¿Y ahora qué carajos quieren? ¡Ya me están hartando!, no tengo libertad de hacer nada por mí mismo, ni para mi beneficio, ¡Todo es por la manada y para la manada!Bufó molesto, no era un hombre lobo con mucha experiencia, era de los nuevos y producto de un accidente, una rabieta de alguien que s
— Solo hay películas de terror en la cartelera…Dijo un poco incómodo, en realidad lo menos que quería era asustar a la pelirroja con algo fuerte conociendo su trauma infantil, Vasil comenzó a arrepentirse de la idea de llevarla al cine, tal vez habría sido mejor hacer algo más a la antigua, una cena elegante al menos…— No importa, creo que puedo soportarlo.Respondió Helena apretando los dientes sin estar muy segura de ello, su terapeuta siempre le dijo que debía mantener su mente serena y alejada de las cosas que pudieran causarle ansiedad y nerviosismo, pero no iba a ponerse chistosa, como Abby había dicho, no podía desaprovechar la oportunidad de estar con Vasil aunque fuera sentada hora y media viendo como un payaso despiadado acababa con todo un pueblo.Al fin y al cabo, solo era ficción, y su cita era totalmente real, así que se envalentonó, si tenía que cerrar los ojos un par de veces para evitar ver imágenes violentas que luego se colaran en su cabeza por días, pues lo haría
Helena se veía adorable, pensó Vasil. Estaba feliz de haber conseguido los mejores resultados. La noche había sido estupenda, conversaron de todo y de nada, desde luego había temas que todavía no podía abordar con ella, pero sí que podían conocerse y eso era lo que habían estado haciendo. Después de salir del cine fueron a cenar y de ahí la llevó a su casa, hablaron todo el rato, incluso se había reído con las ocurrencias inocentes de la joven y al final estaba contento porque la chica había comenzado a dejar caer sus barreras. Ya no parecía un fuerte impenetrable, ahora, al menos, había dejado las puertas abiertas y las defensas bajas para invitarla de nuevo. Con cada momento que compartían Vasil se convencía más y más de lo irrefutable, Helena era su amor destinado… Ella era Freya, su Freya, su esposa asesinada cruelmente por su hermano Azar en épocas arcaicas. Él no sabía cómo explicarlo, siendo un hombre que había vivido casi desde el inicio de los tiempos, no entendía muy bie
Helena había silenciado su móvil por completo para evitar que las llamadas de Abby interrumpieran su cita. Por supuesto que al llegar a casa, tenía varias llamadas perdidas y un sin fin de mensajes de la rubia que comenzaban por hacer preguntas y terminaban con la típica frase: — ¡Bueno, si no quieres contarme, pues no importa! — Y añadió — Te estás comportando como una desagradecida. Helena sonrió. Sabía que su amiga no era ácida por gusto, solo era así, lo de chismosa le salía natural. No iba a dejarla dormir sin antes sacarle la información con detalle. Helena tecleó de regreso para responder. — Acabo de llegar. El teléfono no tardó en sonar. — ¿Y cómo te fue? ¡Cuéntamelo todo! Helena se dedicó a darle el reporte detallado de su cita con Vasil hasta llenarle el tanque de la curiosidad. La conversación se extendió hasta pasada la medianoche, cuando la pelirroja debió hacerse la dormida para dar por terminada la plática. El sonido del móvil la sacó de sus sueños, Helena se so
Adam se habían propuesto a conocer a Helena, y por supuesto ligar con la chica, la mayoría de los lobos tenía una pareja, si no su mate, o al menos alguien con quien sentirse acompañado mientras apareciera su amor destinado. Bueno, eso había escuchado en la manada y de su mentor, un lobo viejo y gruñón que había perdido a su esposa hacía tiempo y siempre parecía faltarle algo en la vida, como si la alegría de vivir se hubiera ido con ella. Él no podía saber ni de lejos lo que era conseguir a su mate, pero seguramente se parecía al capricho que ahora tenía por la pelirroja… ¡Ja, si claro! Nada más equivocado que eso. Ambos se dirigieron a la cafetería hablando animosamente sobre cómo suelen tejerse historias maravillosas alrededor de algún objeto que fue valioso para alguien importante, o solo por las creencias de un grupo de personas. Tomaron café y mientras hablaban la Dra. Frazer pasó a buscar algo para llevar, no tenía intenciones de salir de su oficina en todo el día, se le ha
— Vasil dijo que buscáramos lobos, así que por eso los trajimos — Contestó uno de los hombres que traía tras de sí a unos seis o siete lobos grises trotando tras de él, después de que los guardias se le quedaran mirando como bicho raro. — ¿Cuándo dijo eso el Príncipe? — Gruñó otro, uno de los encargados de cuidar el perímetro de la propiedad — ¿Para qué querría perros aquí? — Me dijo a mí que enviara por ellos… — Era la voz del Beta interrumpiendo la conversación de aquel par — ¿Cómo lograste que te siguieran? — Con ingenio… y algo de olor… — Admitió. La mayoría de los hombres lobos en el terreno de atrás de la propiedad se echaron a reír. — No les habrás dado la impresión de que estás en celo, ¿Verdad? Las risas prosiguieron. — ¡Qué inmaduros son! ¡Cualquiera que los escuchara diría que ninguno ha vivido más de un siglo! — Somos viejos, hombre, pero eso no nos ha quitado el sentido del humor… — Sí, claro, ya lo veo — Respondió incómodo mientras seguía caminando desnudo hacia