— Solo hay películas de terror en la cartelera…Dijo un poco incómodo, en realidad lo menos que quería era asustar a la pelirroja con algo fuerte conociendo su trauma infantil, Vasil comenzó a arrepentirse de la idea de llevarla al cine, tal vez habría sido mejor hacer algo más a la antigua, una cena elegante al menos…— No importa, creo que puedo soportarlo.Respondió Helena apretando los dientes sin estar muy segura de ello, su terapeuta siempre le dijo que debía mantener su mente serena y alejada de las cosas que pudieran causarle ansiedad y nerviosismo, pero no iba a ponerse chistosa, como Abby había dicho, no podía desaprovechar la oportunidad de estar con Vasil aunque fuera sentada hora y media viendo como un payaso despiadado acababa con todo un pueblo.Al fin y al cabo, solo era ficción, y su cita era totalmente real, así que se envalentonó, si tenía que cerrar los ojos un par de veces para evitar ver imágenes violentas que luego se colaran en su cabeza por días, pues lo haría
Helena se veía adorable, pensó Vasil. Estaba feliz de haber conseguido los mejores resultados. La noche había sido estupenda, conversaron de todo y de nada, desde luego había temas que todavía no podía abordar con ella, pero sí que podían conocerse y eso era lo que habían estado haciendo. Después de salir del cine fueron a cenar y de ahí la llevó a su casa, hablaron todo el rato, incluso se había reído con las ocurrencias inocentes de la joven y al final estaba contento porque la chica había comenzado a dejar caer sus barreras. Ya no parecía un fuerte impenetrable, ahora, al menos, había dejado las puertas abiertas y las defensas bajas para invitarla de nuevo. Con cada momento que compartían Vasil se convencía más y más de lo irrefutable, Helena era su amor destinado… Ella era Freya, su Freya, su esposa asesinada cruelmente por su hermano Azar en épocas arcaicas. Él no sabía cómo explicarlo, siendo un hombre que había vivido casi desde el inicio de los tiempos, no entendía muy bie
Helena había silenciado su móvil por completo para evitar que las llamadas de Abby interrumpieran su cita. Por supuesto que al llegar a casa, tenía varias llamadas perdidas y un sin fin de mensajes de la rubia que comenzaban por hacer preguntas y terminaban con la típica frase: — ¡Bueno, si no quieres contarme, pues no importa! — Y añadió — Te estás comportando como una desagradecida. Helena sonrió. Sabía que su amiga no era ácida por gusto, solo era así, lo de chismosa le salía natural. No iba a dejarla dormir sin antes sacarle la información con detalle. Helena tecleó de regreso para responder. — Acabo de llegar. El teléfono no tardó en sonar. — ¿Y cómo te fue? ¡Cuéntamelo todo! Helena se dedicó a darle el reporte detallado de su cita con Vasil hasta llenarle el tanque de la curiosidad. La conversación se extendió hasta pasada la medianoche, cuando la pelirroja debió hacerse la dormida para dar por terminada la plática. El sonido del móvil la sacó de sus sueños, Helena se so
Adam se habían propuesto a conocer a Helena, y por supuesto ligar con la chica, la mayoría de los lobos tenía una pareja, si no su mate, o al menos alguien con quien sentirse acompañado mientras apareciera su amor destinado. Bueno, eso había escuchado en la manada y de su mentor, un lobo viejo y gruñón que había perdido a su esposa hacía tiempo y siempre parecía faltarle algo en la vida, como si la alegría de vivir se hubiera ido con ella. Él no podía saber ni de lejos lo que era conseguir a su mate, pero seguramente se parecía al capricho que ahora tenía por la pelirroja… ¡Ja, si claro! Nada más equivocado que eso. Ambos se dirigieron a la cafetería hablando animosamente sobre cómo suelen tejerse historias maravillosas alrededor de algún objeto que fue valioso para alguien importante, o solo por las creencias de un grupo de personas. Tomaron café y mientras hablaban la Dra. Frazer pasó a buscar algo para llevar, no tenía intenciones de salir de su oficina en todo el día, se le ha
— Vasil dijo que buscáramos lobos, así que por eso los trajimos — Contestó uno de los hombres que traía tras de sí a unos seis o siete lobos grises trotando tras de él, después de que los guardias se le quedaran mirando como bicho raro. — ¿Cuándo dijo eso el Príncipe? — Gruñó otro, uno de los encargados de cuidar el perímetro de la propiedad — ¿Para qué querría perros aquí? — Me dijo a mí que enviara por ellos… — Era la voz del Beta interrumpiendo la conversación de aquel par — ¿Cómo lograste que te siguieran? — Con ingenio… y algo de olor… — Admitió. La mayoría de los hombres lobos en el terreno de atrás de la propiedad se echaron a reír. — No les habrás dado la impresión de que estás en celo, ¿Verdad? Las risas prosiguieron. — ¡Qué inmaduros son! ¡Cualquiera que los escuchara diría que ninguno ha vivido más de un siglo! — Somos viejos, hombre, pero eso no nos ha quitado el sentido del humor… — Sí, claro, ya lo veo — Respondió incómodo mientras seguía caminando desnudo hacia
— Helena, ¿Dónde diablos estabas metida? La rubia podía ser escandalosa y metiche, pero cuidaba en extremo la impresión que daba de su persona a todo el mundo, incluidos los maestros, lo había aprendido de su madre que siempre le decía que la imagen debía estar ante todo. — Sabes que llegar tarde nos hace ver mal, ¿Verdad? —Lo siento, me entretuve con Adam y luego llevo la Dra. Frazer... — ¿El becario de antropología? Bueno, Helena, pero estás arrasando con todo, al menos deja algo para mí je, je, je — Soltó Abby sorprendida. — No seas tonta, apenas he conversado con él un par de veces, pero hoy sentí algo muy raro en esa oficina... — ¿Raro? ¿Raro como qué? — No estoy muy segura... Fue de algo en lo que estábamos hablando y luego la profesora Frazer se puso algo intensa... — Dijo frunciendo el ceño. Abby se encogió de hombros sin darle más cuerda al asunto. — Bueno, será mejor que dejemos la charla para más tarde, el profesor nos está mirando feo. Helena concluyó mientras com
Las chicas ya estaban por salir cuando de pronto un hombre alto y de traje cruzó la puerta del salón de belleza. Todos los ojos presentes en el lugar se giraron para ver el monumento que acababa de llegar, incluso se escuchó algún suspiro entrecortado y disimulado de laguna fémina.— ¡Vasil!, pensé que llamarías de nuevo, ¿Cómo supiste que estaría aquí?Exclamó Helena sorprendida mientras sentía como sus mejillas seguramente adoptaban el mismo tono de su cabello, y de inmediato, sin darse cuenta, comenzó a enrollar un mechón con su mano inconscientemente—Bueno, simplemente caminé por todo el centro comercial buscándote de salón en salón… No es que haya muchos realmente… — Explicó él con un de miradas sexis y arrebatadoras.La sonrisa de Helena se distendió de forma diáfana iluminando su rostro.—Bueno, Helena, nos vemos mañana, no llegues tarde, recuerda que estaremos como colaboradoras — Le recordó Abby mientras se despedía — Vasil, supongo que has sido invitado a la gala de mañana.
“…hijo de la Lunaaa…”La frase y la melodía quedaron colgadas en el aire como un eco en la cabeza de Vasil mientras se perdía en el azul profundo de los ojos de su amor destinado.— Eres tan hermosa como ter recodaba…Helena inclinó la cabeza en señal de interrogación sin comprender a lo que se refería.— Perdona, no me hagas caso, es que… dirás que estoy loco, pero siempre te imaginé así… — Se apresuró a decir antes de plantar suspicacias en la mente de la chica, no fuera a pensar que era alguna clase de acosador, o que estaba mal de la cabeza.— Dijiste que necesitabas decirme algo…— Ah, sí… eso… es que me llegó una invitación a un evento de beneficencia de la universidad, y quería preguntarte si… te gustaría venir conmigo…