101 ¡Azar!
La voz de Berthold hizo que Vasil abandonara la llamada con

Paul.

— Vasil, necesitas ver esto.

— ¿Qué sucede?

— Es Helena, señor…

Vasil se levantó de la silla como un resorte y corrió por el pasillo, bajo las escaleras de tres zancadas y tomo la vía hasta la clínica, al llegar se detuvo ante la escena que tenía en frente.

Helena estaba sentada sobre la camilla con la mirada vidriosa, los ojos llenos de lágrimas y abrazaba sus rodillas.

— ¡Helena! ¿Qué sucede amor, que pasa? — El Alfa se acercó a ella para abrazarla pero en cuanto la pelirroja levantó la mirada hacia él, Vasil se petrificó en el sitio.

Una olada de pensamientos confusos y recuerdos en extremo dolorosos se agolpó en la cabeza del Lycan que comenzaba a ver lo que ella le mostraba en su cabeza.

Vasil vio a Freya ataviada con su toga griega, una diadema de hojas de laurel repujadas en láminas de oro que decoraba la cascada de su larga cabellera encendida como el fuego.

La veía feliz, la mujer decoraba con esmero l
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