Pov Xantea Miro horrorizada a los dos machos que se mueven de un lado a otro en esta inmensa habitación. Mantengo mi espalda pegada al respaldar, mis manos bien firmes sobre el colchón por si tengo que salir corriendo. Ellos traen agua, vasijas y quién sabe qué más. Mi pierna duele como el infierno, pero prefiero mil veces que siga doliendo a que ellos me toquen. «Iris, por favor, ayúdame, conecta con sus lobos dejándoles muy en claro que no los queremos». «No, no me pienso meter ahí», la muy desgraciada está patas arriba con los ojos cerrados, casi como si estuviera tomando un baño de sol. «También son tus compañeros». «Cierto, pero ¿qué puedo hacer yo contra dos Alfas que se ven bien posesivos? Olvídalo, yo no me voy a enfrascar en esa pelea, estás sola». Mendiga loba rastrera. «Tu loba rastrera, tan rastrera como tú. Mira, te doy un consejo sano: solo acéptalos; de todos modos, no vas a escapar. Te van a clavar los colmillos, quieras o no. De ejemplo, te pongo a Mara». B
Pov Mara Me había dado mi tiempo en el baño no solo para bañarme, sino para pensar un poco sobre esto. Miro su marca a través del espejo, trazando con los dedos los pequeños puntos en mi piel. Cierro los ojos, dejando que ese escalofrío se expanda como electricidad que recorre hasta mis extremidades. Siena se remueve en mi mente; aún con los ojos cerrados, desearía que ella despertara, que me guiara, pero creo que aquí es cuando entiendo que la decisión que estoy por tomar es solo mía. Salgo del baño envuelta en una toalla; mi cabello húmedo cae en mi espalda mientras pequeñas gotas de agua se deslizan por mi piel. Me quedo quieta al ver a Asher sentado al borde de la cama. Una de sus manos está apoyada contra su muslo y la otra desliza suavemente un collar entre sus dedos. Su mirada recorre mi cuerpo ligeramente expuesto con mucha atención; no es solo lujuria lo que veo, sino algo que comienza a calentar mi corazón de una forma que ya no creí posible. Se levanta caminando haci
Pov Keira Sobre el pecho desnudo de mi compañero, miro los primeros rayos del sol que entran por la ventana. Mis dedos juegan en su piel, trazando los tatuajes en su brazo. Este lugar se siente cálido, lleno de paz; me gusta que todas las habitaciones parecen distantes de las otras. Las mejillas me comienzan a arder al recordar la noche que tuvimos. Tomo la piedra de mi cuello; su brillo se ha ido apagando en los últimos días. Sé que algo está pasando en mi Reino y me pregunto cómo estará mi madre. Algo en mí también se debilita; es como si la conexión que tengo con los dragones se estuviera esfumando. ¿Qué has hecho, padre? Ethan se remueve, tomando un gran suspiro, envolviendo sus manos en mi trasero como si quisiera dejarlo ahí, a pesar de que su cosa sigue entre mis piernas, de donde aún escurre toda la evidencia de lo que hicimos anoche. —Buenos días, mi Reina— dice aún con los ojos cerrados, empujando sus caderas hacia arriba. —Buenos días— respondí, saliendo rápido de
Pov Keira Gritos, gruñidos, golpes, el suelo vibrando; todo parecía dar a entender que estábamos a mitad de una guerra. Ethan y yo corrimos hacia los ruidos, la doncella delante de nosotros corriendo tan espantada como yo. —Ethan… Nos detuvimos solo un segundo para ver a Mara venir corriendo hacia nosotros con la palabra "preocupación" escrita en su cara. Seguimos avanzando hasta llegar al pasillo que dobla hacia el comedor. Lo primero que sale por la puerta es el lobo de uno de los Alfas, que se estrella directamente contra la pared y la puerta de madera volando en astillas por todos lados. Su pelaje es idéntico al de Asher, pero este tiene una luna roja en su pecho. Gruñe regresando adentro, mientras los alaridos de batalla siguen resonando. Ethan va de primero, manteniéndonos a su espalda hasta que se asoma a la puerta y sus músculos se contraen. Mara y yo sacamos la cabeza detrás de él, mirando todo el caos que hay adentro. La mesa de comedor, a pesar de ser de madera g
Pov Keira Frente a nosotros hay un mapa en relieve extenso que muestra no solo dónde estamos, sino todos los reinos. Ethan y Kian analizan todo con mucho cuidado, rodeando la enorme mesa, mirando cada espacio, cada montaña e incluso las pequeñas edificaciones que muestran dónde están ubicados los castillos. —¿Cómo se supone que tienen eso? —Eso es peligroso. —Son nuestros compañeros, pero yo podría romperle el cuello a los míos. Juliette y yo soltamos risitas bajitas ante las locuras de Xantea, que ya se anda estirando el cuello y apretando sus nudillos. —Por favor, si bien que te la debes pasar con ellos, no más mira tu cuello y ni hablar de la piel de tu escote. Se puso roja hasta las orejas, así que tratamos de no reírnos alto para no interrumpir a los hombres. Ethan se detuvo en el Reino de las Sombras, una mancha oscura en medio de diferentes colores. Su edificación es sencilla: un pequeño castillo con dos simples torres de vigilancia al frente. El resto es solo eso; no
Pov Leina Creí que esta sería la noche más especial de mi vida, que por fin conocería a mi loba como tanto deseé, pero nada de eso sucedió. Ahora solo escucho como mi padre, el ex beta de la manada, discute con el antiguo Alfa y su hijo, el Alfa actual; sobre mi expulsión. La manada al rededor se mantiene en silencio, las miradas con burla de las lobas que codiciaban mi lugar no se hacen esperar. —Ella es tu compañera Reiner, expulsarla sería dejarla sin protección, allá afuera hay demasiados renegados y bárbaros. —Yo necesito una compañera fuerte, una Luna que pueda ser capaz de proteger a su gente, su loba no despertó, por lo tanto, no le sirve ni a la manada ni a mí. Las palabras de mi compañero se clavan como un fuerte puñal en mi corazón. Las lágrimas quieren salir, pero no dejaré que ellos vean mi debilidad. —Reiner, por favor, es mi hija, piensa en estos dos años que tardaste esperándola. Apreté los puños de rabia, observando como mi padre se arrodilla ante él, s
Pov Leina Mi padre tomaba el manojo de llaves y metía una a una en la pequeña ranura de la puerta. Sus manos temblaban haciendo que se cayeran las llaves varias veces, volviendo a comenzar de cero. —Papá, dime qué es lo que pasa, ¿Reiner está bien? Pregunté aun pensando en el momento en que acepté su rechazo, parecía que a él lo estaba matando. —Está vivo, es todo lo que sé, pero su padre mandó a preparar un escenario para ti, serás ejecutada por intentar acabar con la vida del Alfa. En ese momento la cerradura resonó en el espacio frío, la reja se abrió con un chirrido y mi padre comenzó a arrastrarme hacia la salida. Las antorchas iluminan el pasillo, creando sombras en las celdas que permanecían vacías. Podía escuchar como las ratas se arrastraban en la oscuridad huyendo de nuestra presencia. Las paredes de piedra negra se cerraban sobre mí, haciéndome sentir asfixiada. —Papá, espera… —Escucha bien Leina, te ayudaré a llegar a la cascada, una vez que la cruces
Pov Leina Traté de alejarme de él hasta conseguir algo con que defenderme y fue cuando mis manos se toparon con una piedra. El lobo me mostró sus colmillos listos para saltarme encima. Esta era mi oportunidad. Tomé la piedra con fuerza y se la lancé, golpeándolo en la cabeza. Aproveché la oportunidad de su descuido para levantarme y correr con todas mis fuerzas. Escuché otros aullidos cerca. Más lobos renegados se acercaban. No podré salir de esto, me alcanzarán y luego… «Saldremos de esto, confía en mí, confía en ti, llega al río» Me detuve en seco casi cayendo al vacío, la tierra se desprendía bajo mis pies perdiéndose en el agua que corría a gran velocidad abajo. Varios gruñidos llamaron mi atención y me giré para verme rodeada de al menos unos ocho renegados. Comenzaron a avanzar hacia mí. Este es mi fin. —AHHGR— grité apretando mis dientes, caí de rodillas sin entender qué pasaba, el dolor de mi cuerpo era horrible y abrumador. Vi mis man