38 Eres un animal

Pov Leina

Había pasado todo un día desde que Bastian había venido. No sé si me pasé de tono esta vez, pero él ya no regresó ni para traer agua.

El cielo ya comenzaba a aclararse y ahora parecía un cielo gris antes de una tormenta.

Tomé la capa oscura y salí. Me vale si se enojan conmigo. No es como que me puedan gobernar.

Me deslicé por la ventana con cuidado, llegando a los jardines de la mansión. Una vez que logré llegar afuera, corrí en dirección a la mansión de Neil.

No es como que me importara mucho él, pero sí Bell, que la había dejado sola a merced de bárbaros brutos.

Crucé la calle casi desolada de la manada y, cuando vi la entrada de la mansión, me detuve en seco con los ojos bien abiertos.

La gran reja de hierro estaba vuelta nada, con unas enormes garras marcadas y en otros lados estas mismas habían rasgado el metal como simple tela.

«Creo que ahora sí está enojado, Leina».

Me adentré hacia la mansión y todo a mi paso era un total desastre.

Y si creía qu
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