Pov Leina La ansiedad me estaba matando y estoy segura de que eso es lo que él quería. —Bastian, solo di lo que quieres y ya está. Estar en esta posición duele y odio la oscuridad; termina de una vez. Me removí mirando las cuerdas, trataba de sacar mis garras para romperlas, pero ni haciéndolo llegaría a ellas. —No vas a librarte de ellas, no hasta que yo quiera. Sus manos comenzaron a recorrer mis piernas, subiendo por mis muslos. El camisón se iba elevando, descubriendo mi piel. —Dime, Leina, lo que quiero saber. —Ya… ya te lo dije todo. Esta vez, mi camisón fue rasgado por completo. Escuché la tela siendo despedazada y luego salió de mi cuerpo, dejándome por completo expuesta. Solo mis braguitas quedaban, por ahora. —No puedes obligarme a estar contigo. —¿Por qué llevas a un cachorro de Neil o porque te gusta más él? —Eso no es tu problema—dije con los dientes apretados, tratando de zafarme de sus manos que jugaban con la última prenda que me cubría. —Me entregaste a é
Pov Narrador Guillermo se encontraba sobre la cama, con el cuello y el hombro vendados y manchas de sangre en las gasas blancas. Sus manos tiemblan de dolor y sus ojos permanecen cerrados, reproduciendo una y otra vez aquel momento. Han pasado más días de los que quisiera, días en los que no deja de retorcerse por dentro al ver que la tenía tan cerca, al alcance, y ahora posiblemente esté con su enemigo. Tanto esfuerzo, tantos años esperando acabar con el último de la raza más poderosa y los preferidos de su diosa. Esos mismos Lycans destruyeron a su familia, un linaje de lobos blancos poderosos que siempre creyeron que estaban por encima de cualquiera. Guillermo se levantó, con todo su cuerpo doliendo por las heridas de Leina, la loba que lo tenía delirando de tantas formas. La puerta se abre y solo espera que le traigan buenas respuestas. —Hemos encontrado la manada de su padre, es la manada Copo de Nieve. También descubrimos que el traidor Benjamin se queda en esas tierras.
Pov Bastian—Tú solo vas a complicarme más la vida. Yo ya tengo suficiente cargando con todo esto. No pedí ser la loba bendecida, Bastian, pero te aseguro que si no lo fuera, tú me hubieses rechazado tal cual como lo hizo Reiner.Solo me quedé ahí parado, recibiendo su rabia y enojo. Todas mis palabras se fueron en el momento en que ella dijo que jamás me amaría.Todos mis músculos tensos tratando de reprimir el dolor de su rechazo. Thorin solo está escuchando, buscando cualquier punto para defenderla, pero es más que evidente que ella no nos quiere aceptar.—Dime qué quieres que haga, Leina, y lo haré. Solo te pido a cambio una oportunidad de acercarme a ti; mis intenciones contigo nunca han sido por quien eres.Ella solo apartó la mirada. En sus ojos se libraba una batalla interna; ella parecía estar librando una con su loba y no estoy seguro de qué sea, pero algo me dice que no me va a gustar.—No quiero que hagas nada —responde al fin. Levanta su mirada y en sus ojos brilla una de
Pov Narrador Un mensajero entraba a la manada con un comunicado de suma urgencia. Del otro lado, Bastian observa el entrenamiento, tratando de alejar los pensamientos que lo rondan desde hace días, cuando ella intentó romper su vínculo. Simplemente se alejó de ella; necesitaba tiempo y no estaba seguro de si ella también. —Bastian, deberíamos salir a correr un rato o intentar cazar, ¿qué me dices? —No tengo tiempo para eso, Gena. —Necesitas distraerte, no puedes permitir que… ciertas cosas te afecten. El trote de un lobo llama su atención; todos en el entrenamiento se detienen para ver al lobo jadeando por aire mientras se acerca a su líder. Se transforma y alguien le pasa una manta para cubrirse. —Señor, tengo malas noticias: Guillermo ya tiene la ubicación de la manada Copo de Nieve; también sabe que el Alfa Benjamin está ahí. Van a atacar, señor; su ejército debe estar preparándose justo ahora. Todos voltearon a verlo, esperando sus órdenes. Bastian solo se quedó en silen
Pov Leina Llegamos a un valle de flores que comenzaban a florecer después de varios días sin sol. Sus pétalos están húmedos por el rocío y el pasto verde se extiende hasta las montañas. —Gracias, Neil— le digo de forma muy sincera, rozando la yema de los dedos por las flores. Neil tenía razón; venir aquí fue un escape para mi agotada mente. Mis ideas se estaban aclarando y ya por fin sé qué hacer, o al menos tengo un punto de partida. —Me alegra saber que algo bueno sacaste de mí. Ambos nos reímos sin decir nada hasta que fui yo quien rompió el silencio. —Háblame de él— le dije, señalando al lobo que ahora parece más un perro persiguiendo mariposas. Creo que hasta a él lo eché a perder. —Lo sacamos de un laboratorio. No sabemos qué hacían allí, ni tampoco de quién era. Estaba metido en una jaula, con grandes mangueras incrustadas en su cuerpo y un líquido espeso y blanco. Neil se detuvo mirando a la nada, como si estuviese recordando ese momento. —Lo sacamos de allí con gran
Pov Leina Di un paso al frente y, aunque él no me quiera hablar, yo lo haré. Debo comenzar a afrontar las cosas y dejar de huir. —Sé que mis palabras no sirven de mucho ahora, Bastian. Puede que, de hecho, te importe poco lo que pueda decirte, pero solo quiero que sepas que de verdad lo siento… —Nunca esperé otro compañero después de ser rechazada. Me resigné a no tener a nadie cuando supe quién era. Traté de ocultarme por miedo a ser descubierta y, cuando todo pasó, tuve que ver cómo la sangre de inocentes era derramada por mí. Di otro paso al frente, esperando que al menos él me viera, pero no hacía nada más que leer el papel en su mano. —Lo siento, Bastian. No me voy a justificar por lo que hice; asumo la responsabilidad de ello. Entiendo que estás molesto, entiendo que ni siquiera quieres verme, pero necesitaba venir y, por un momento, dejar de ser cobarde para enfrentarte. Las lágrimas empañaban mis ojos; esto dolía, su ignorancia dolía, pero yo causé un dolor más grande en
Pov Leina Una taza humeante de chocolate fue puesta ante mí y no me molestó en ver quién la había traído; solo la tomé rápido para darle un sorbo. —Gracias, Neil—dije, pensando que era él, hasta que levanté la cabeza y vi los ojos afilados de Bastian. —Perdón, yo pensé que… es el único que me habla, así que… Tráigame tierra, eso es mejor. —Sígueme—fue su orden tosca antes de darme la espalda. Me levanté con cuidado de no quemarme con el chocolate y lo seguí hasta su tienda, donde dudé un poco en entrar, hasta que lo hice. El suelo estaba cubierto con un revestimiento suave, una pequeña mesa tenía sus cosas y, al fondo, la cama con un cobertor de piel que me dio ganas de tocarlo. Sin embargo, todo lo que hice fue quedarme parada a un lado de la entrada, mirando de reojo cómo Bastian se quitaba la pesada capa. Me pregunto cuántas mujeres habrán pasado por ahí; ha de ser muchas, y la verdad no quiero dormir sobre sus cochinadas, prefiero dormir sobre el suelo. —Puedes
Pov Leina Sabía que todo era no más que una ilusión del momento. Aunque era de esperarse, Bastian no me ha perdonado del todo y eso lo entiendo, pero que vuelva a su actitud fría y distante, como si no hubiese dormido ayer con él, duele. Los vínculos son complicados. Llegamos a las tierras de mi ex manada; sin embargo, no nos detuvimos. Más adelante había varios de sus hombres esperando y pude reconocerlos. Eran los mismos que vigilaban la manada y que mandé a atacar con esos rogues. —Señor, todos están a salvo, se encuentran más adelante, un tanto confundidos y asustados, pero ya lo esperan. Me retiré de allí y fui hasta donde estaba Neil; necesitaba respuestas y él es el único al que le puedo preguntar. —Sobreviviste la noche, ya ves, no es tan malo como crees; no te dejó dormir en el suelo frío. —No vengo para eso, Neil. Dime qué es lo que pasa. Apretó las riendas de su caballo y me hizo señas para avanzar cuando todos lo hicieron. —Te lo diré, pero… no te alteres— lo mir