Pov Narrador En las afueras del Reino de Artron, dos caballos y un escorpión se acercan a las fronteras por el camino principal. Mara va al frente, liderando el camino y mirando a los hombres que están parados a unos cuantos metros de distancia, esperándolos. —Delta Mara, no esperábamos su visita —dijo uno de ellos, inclinándose al ver a la princesa justo detrás sobre el escorpión. —¿Ethan y su compañera aún se encuentran aquí o ya partieron? —Tenemos entendido que ellos salen en la noche; los movimientos en los alrededores son más activos durante el día. Dos de ellos se retiraron para acompañarlos el resto del camino. Juli, por otro lado, iba conteniendo una fiera en su interior. Prometió a Mara que no haría nada en contra de Deiros, pero ella tenía otros planes. Cruzaron por la ciudad sintiendo todas las miradas de los pueblerinos sobre ellos, sobre todo en el escorpión, que fácilmente cargaba a dos personas encima. Su presencia estaba causando más miedo que admiración. Ll
Pov Keira El sol ya se había ocultado entre las montañas, anunciando nuestra partida a tierras desconocidas, llenas de enemigos de los que no tenemos ni idea de que posiblemente sean. Ethan, Kian y Xantea repasan el plan en el mapa, discutiendo posibles opciones de cómo enfrentarnos a esos Alfas misteriosos. Termino de meter lo necesario en una pequeña bolsa de cuero que solo lleva dos mudas de ropa para cada uno y los suministros que cubren un par de días de camino. —¿Listas esas? —Sí, ya está todo— se las paso a Juliette para que las monte sobre el escorpión; es la única que puede acercarse a él sin que se ponga agresivo. —Muy bien, por favor, vengan todos. Ethan se acerca, tomando mi mano, entrelazando nuestros dedos mientras los demás se acercan para prestar atención. —No sabemos del todo a qué nos enfrentamos, así que nuestra prioridad es mantenernos unidos en todo el camino. Si un enemigo es mayor o demasiado fuerte, saben lo que deben hacer. Todos asentimos. —Bien, pr
Pov Keira Varias presencias nos acechan en las sombras; sus ojos brillan en la oscuridad, buscando intimidarnos para atacar. Son al menos diez, tal vez más, por los olores que capto en el aire. Dimos varios pasos hacia atrás, tratando de alejarnos al ver que ahora una espesa niebla comienza a cubrir el bosque. Fue como si la temperatura hubiese bajado en segundos. A través de nuestra boca sale vapor, la piel se eriza por el frío que nos arropa con ganas de congelarnos; nada de esto es normal. —¿Xantea, qué tan cerca estamos de esas manadas? —No lo sé, ni siquiera sé los límites de sus tierras. Eso es un problema. Nos estaban rodeando, lo que confirma mis sospechas: son más, muchos más de los que conté. La niebla terminó de cubrirnos por completo; apenas nos podíamos ver entre nosotras, los gruñidos y pesados pasos de esas cosas seguían allí. Pero, si nosotras no podemos verlos, ellos tampoco. El primero se abalanzó hacia mí; lo esquivé por poco. Sus patas resbalaron sobre
Pov JulietteHabía dejado que Dara tomara la forma de Lycan; no somos una, pero nacimos con la posibilidad de cambiar a esa forma.No entendía qué eran estas cosas, o tal vez sí lo sabía: hombres bestias, cosas que solo me leí en los muchos libros que creí de niña, eran de fantasía.Destrocé a muchos, partí a otros a la mitad, pero seguían apareciendo como plaga.Algo más allá de nosotras, entre la niebla donde Xantea y Mara luchan a muerte con esas cosas, vi un destello dorado ir y venir.Se parece mucho al látigo de Kian.Volteamos justo a tiempo para detener la cola llena de espinas que venía directo a nuestra cara; en un segundo ya estaba muerto aquel animal y ese destello brillante volvió a aparecer más cerca.«Nuestro compañero, tal vez necesite nuestra ayuda».Dejé que Dara avanzara; no muy lejos lo vimos, con su traje negro que le queda a la perfección, marcando muy bien sus fuertes músculos mientras los tatuajes brillan por su cuerpo.Está de espaldas a mí, sacando sus látigo
Pov Xantea Algo no estaba bien en esta niebla; puedo sentirlo muy claro con mi magia, que se agita a su alrededor. Sin embargo, esas criaturas parecen también ser afectadas. Algunas luchan entre ellas, otras salen corriendo o simplemente se quedan allí como estatuas. Las que nos atacan lo hacen con una violencia desmedida, como si vieran en nosotras algo más. —¿Puedes ver a las demás? —Nada, Mara, tampoco las siento cerca. Esto no me gusta; esta niebla no me gusta. Hay que alejarnos. Ella asintió en retroceso, acabando con el último felino que nos estaba haciendo las cosas difíciles. Me transformé para salir de allí, correr con Mara lejos y buscar a Ethan o a Kian. Teníamos que avisarles de que no entraran. Pero, ¿cuánto tiempo ha pasado ya desde que nos alejamos de ellos en aquel lugar? Seguramente ya deben estar aquí; solo espero que la magia no los afecte como posiblemente lo está haciendo con nosotras. —Xantea, no funciona— escuché la voz angustiada de Mara. Ella mira sus
Pov Mara Estuve dando vueltas en el mismo lugar, tratando de ver o encontrar a las demás, a quien sea. Xantea desapareció de un momento a otro, tan irreal que, si no hubiese visto tanta magia en la guerra contra Amre, estaría temblando de miedo. Oigo gruñidos, pasos, esas cosas correteando, así que, por mi propia cuenta, intentaré salir de aquí. Corro hacia algún lado sin saber exactamente dónde estoy; no sé si corro hacia atrás o hacia adelante para internarme más en este espeso bosque. Todo lo que sé es que saldré sí o sí. Me detengo por un momento al escuchar algo cerca; aprieto con fuerza la espada en mi mano, el miedo calando mis huesos por esa presencia que me acecha. De pronto, sale uno de los felinos de la niebla, logrando clavar sus garras en mi muslo. Caigo al suelo con él encima, desgarrando mi piel y clavando profundo sus garras en mi abdomen. Forcejeo con mis propias manos; la espada salió de mis manos en el momento en que aquel animal se estrelló contra mí. Trato
Pov Ethan No sabía lo que había pasado, pero algo claramente no estaba bien. Corrí desesperado; el peso de la decisión de haberla alejado de mí caía como una montaña pesada. Dejé de sentirla; hace mucho dejé de sentirla, y el miedo de perderla me abruma hasta un punto asfixiante. A mi lado va Kian; puedo ver por el rabillo del ojo que está tan tenso como yo. Sus nudillos están blancos de tanto apretar las correas de cuero que guían a su escorpión. Nos detenemos frente a una niebla extraña; parece un muro alto que se retiene como por una pared invisible. Anouk está desesperado por entrar, gruñendo bajo, tratando de calmar la respiración y el dolor de sus músculos por haber peleado con muchas de esas cosas y luego correr hacia aquí. —Ethan— la seriedad de Kian no me gusta; es como si fuera a decir algo malo—. Una vez que entremos, ya no hay vuelta atrás. No estoy seguro de cómo afecte tu mente, pero recuerda: nada allí adentro es real. Se metió en ella sin esperar, dejándome allí
Pov MaraSiento algo cálido cubriendo mi cuerpo, una manta delicada que acaricia la piel de mis brazos como el suave roce de una pluma.Abro los ojos lentamente, mirando el techo blanco con un bonito candelabro de cristal colgando de él.Me incorporo un poco, mirando toda la habitación; es grande, tres veces más que mi propia habitación.A mi lado derecho hay una mesa con dos sillas; una enorme cortina cubre toda la pared y supongo que detrás de ella hay un enorme ventanal.Recorro con la mirada lo demás: muebles de madera exquisitos, el suelo recubierto con piel de color negro y tres puertas al final con intrincados de oro.Miro también la enorme cama donde estoy, tomo una de las almohadas para olerla sintiendo un leve cosquilleo en mi nariz.¿Así es estar en el más allá? Si hubiese sabido que era tan cómodo y lujoso como el palacio de Bastian, hubiese dejado que una de esas cosas me matara sin tanto luchar.Aparte la sábana para verme con un vestido de color melocotón; al tacto, es