—¿Cómo sucedió? —preguntó Ignazio tan pronto el inspector Bellini respondió.Él no le había dado todos los detalles cuando lo llamó más temprano esa mañana.—Alguien debió informarle de lo que estaba sucediendo, probablemente ayer por la noche. Las cámaras fueron desactivadas después de las seis de la noche, la última imagen es de él entrando a la casa, se veía nervioso.—¿No tienen ninguna pista de dónde podría estar?—Ninguna, pero me gustaría hablar con la señora Luciana. Ella podría saber dónde está.—Llevan separados desde hace meses y él no era precisamente muy comunicativo con ella.—De todas formas…—Le preguntaré —interrumpió—. Y le diré si ella sabe algo. —Está bien —musitó el inspector, no se escuchaba nada contento.Bueno, a él le importaba una mierd@ si le gustaba o no. Si Luciana quería hablar con el inspector entonces lo contactaría.Se despidió y colgó el teléfono.—No tienen nada —le informó a su padre. —Lo encontrarán, no se puede ocultar para siempre.—Espero qu
Un poco más de dos semanas habían pasado desde que Rodolfo se había dado a la fuga. Luciana había intentado seguir con su vida como si nada sucediera, pero era difícil cuando su vida se encontraba limitada. Quería salir, visitar algunos lugares, pero era demasiado arriesgado con Rodolfo suelto. Pese a todo lo que había logrado desde que escapó de él, su vida aún estaba sujeta a su existencia. Estaba cansada y quería que todo acabara de una vez. Una idea había estado dando vueltas en su cabeza durante los últimos días. No estaba segura de sí funcionaría y tampoco si Ignazio estaría de acuerdo con ella, pero parecía ser la única forma de atrapar a Rodolfo. —Luciana —llamó Lia sacándola de sus pensamientos. Lia la estaba mirando preocupada. —Lo siento, ¿dijiste algo? —Quizás deberíamos dejarlo para más tarde. —No es necesario, solo me distraje un poco con mis pensamientos. —¿Segura? —Sí. Lia iba a llevar a cabo un evento dentro de un poco más de un mes para recaudar fondos
Ignazio tenía el presentimiento de que no le iba a gustar lo que Luciana estaba a punto de decirle.—Rodolfo tiene un hombre de confianza, el señor Fusco, es el abogado de su familia. El señor Fusco trabajó para su padre antes que para él. Estoy convencida de que él sabe dónde está.Sabía de quién le estaba hablando. Pietro, el hombre a cargo del equipo que estaba buscando a Rodolfo, le había comentado sobre él y su negatividad a decir una sola palabra sobre el paradero de Rodolfo, incluso después de ser amenazado.O era demasiado leal o le tenía demasiado miedo a su jefe… Como sea no habían obtenido nada de él y la tortura no estaba en la mesa… todavía.—Mis hombres hablaron con él—dijo—. Negó saber algo de Rodolfo. No comprendía a donde quería llegar Luciana.—No me sorprende, él tiene un extraño sentido de lealtad por Rodolfo. Él vio mis moretones y nunca contactó a las autoridades. Sin embargo, una vez evitó que me lastimara. Rodolfo respeta al señor Fusco casi como a un padre.
Luciana metió la bandeja al horno y lo programó para apagarse en quince minutos. Se dio la vuelta y soltó un suspiro. No sabía que más hacer para mantenerse distraída.Habían pasado tres días desde que había llamado al abogado de Rodolfo y todavía no había recibido noticias de él. Giovanni y su equipo habían pasado sus días en la casa, desde muy temprano hasta muy entrada la noche, por lo general tomando turnos.Ellos habían intervenido su celular para monitorizar cualquier llamada entrante desde cualquier lugar, pero preferían que alguien estuviera allí cuando eso sucediera porque no tenían idea de cómo iba a resultar. —¿Estás haciendo más de esas galletas?Luciana miró a Giovanni y sonrió. Él estaba apoyado en el umbral de la puerta con los brazos cruzados.—Sí, a tu equipo pareció gustarle y creí que sería una manera de agradecerles por todo lo que están haciendo.Él ya no le resultaba tan intimidante como al principio. La primera vez que lo había visto, se había sentido tentada
Ignazio escuchó en silencio mientras Nerea relataba la conversación entre Luciana y Rodolfo. Sus padres habían llegado poco después que él y estaban sentados en el otro sofá. Luciana estaba sentada a su lado en una posición rígida. Por lo que estaba escuchando lo había hecho más que bien, pero no debía de haber sido nada fácil para él. —…Él pidió te llevara con ella a cambio de aceptarla de regreso —terminó Nerea. Eso, por supuesto, le sorprendió. Jamás habría esperado que el cobarde de Rodolfo quisiera enfrentarlo, la única razón por la que debía sentirse seguro era debido a que tenía hombres resguardándolo. «Como si eso fuera a salvar su miserable trasero» —Yo te metí en esto —musitó Luciana. Él pasó un brazo por sus hombros ya acercó a él. Poco le importaba si el resto sospechaba de su relación, era más importante para él calmarla. —¿Crees que te habría dejado ir sola con él? —No es seguro para ti… —Te equivocas, no es seguro para Rodolfo. —En cuanto pusiera sus manos en él
Ignazio debió anticipar que su primo pasaría por alto sus amenazas. Su juicio estaba dañado, al igual que su instinto de supervivencia.Horatio dio un paso al costado y luego otro hacia adelante. Otra vez estaba al alcance de Luciana. Antes de que pudiera hacer algo para evitarlo, él le dio la mano y ella la tomó.—Soy Horatio —dijo él y se inclinó a darle un beso en la mejilla—, el primo favorito de Ignazio.Se sentía muy tentado a tomarlo de la parte de atrás del cuello de su camiseta y arrastrarlo fuera de la casa.—Luciana —se presentó ella.—Un hermoso nombre, para una mujer más hermosa. ¿Estarías interesada en…—Horatio —gruñó incapaz de poder contenerse.—En salir conmigo en una…Apretó las manos a los costados, listo para darle un golpe. Él se lo estaba buscando. Lo único que lo detenía era que no estaban solos y ya estaba llamando demasiado la atención.—Giovanni Morelli, un gusto conocerte —dijo su otro primo empujando al idiota de Horatio a un lado.—Demonios, hombre, aún n
«¿Aun así quieres estar con ella?»La pregunta de Matteo no dejaba de repetirse en su cabeza. No podía juzgarlo por querer que su hijo reconsidere su relación. Después de todo, desde que la conocían, solo había ocasionado problemas y parecía una historia de nunca acabar. Si la vida de Ignazio estaba en riesgo era debido a ella. Él jamás habría estado en el radar de Rodolfo, sino la hubiera ayudado.No, en definitiva, no podía juzgar a Matteo.Le gustaría ofrecerse a salir de sus vidas, pero no era tan altruista. Había tantas cosas de las que se arrepentía, pero dejar entrar en su vida a Ignazio no era una de ellas. Conocerlo era lo mejor que le había pasado y no estaba dispuesta a renunciar a él.Era ese mismo pensamiento que la había llevado hasta el despacho de Matteo. Estaba cansada de que su relación con Ignazio fuera un secreto. Él no iba a decir nada a menos que ella estuviera de acuerdo.Entonces había escuchado a Matteo y su maldita inseguridad había hecho de las suyas. Había
Ignazio miró de reojo a Luciana. Ella rebotaba una de sus piernas y tenía el labio inferior atrapado entre sus dientes. Aún estaban a tiempo para echarse para atrás, pero sabía que ella no iba a hacerlo, incluso cuando era obvio que estaba nerviosa. —¿Qué te parece si salimos en una cita este fin de semana? —preguntó tratando de distraerla. —¿Una cita? —Sí, ya sabes, es cuando dos personas van a un lugar juntos y… —Sé lo que es una cita. —Me estaba asegurando. ¿Así que… —No lo sé, tendría que ver mi agenda. Por fin podré ir a donde yo quiera y tengo una lista enorme de lugares por visitar. —Seguro que puedes hacer un espacio para tu novio. —Depende. ¿A dónde iremos? —Es una sorpresa, pero prometo que te gustara. —Está bien, has despertado mi curiosidad. Espero que valga la pena porque cancelaré mis planes con tu hermana. Isabella tenía algo en mente. —No me sorprende, ya está tratando de robarte. Esta vez no la dejaré salirse con la suya. Luciana se rio. —¿Qué debería usa