KaneEl aire estaba pesado, cargado de la culpabilidad que me ahogaba cada vez que inhalaba.Recordar como Maeve había llegado, y yo, un monstruo en la penumbra, temblaba no por el frío, sino por el miedo de lo que estaba a punto de hacerle.A medida que se acercaba su paso, mi ansiedad se convertía en un monstruo aún más grande, devorando lo poco que quedaba de mi humanidad.Cuando su silueta apareció, todo mi ser se tensionó. Mi instinto, ese lado primitivo y oscuro que tanto había luchado por controlar, tomó las riendas. La vi avanzar hacia mí, su rostro lleno de preocupación, no consciente de la bestia que esperaba.Intenté que se fuera, sabía que me curaría aunque tomara unos días, pero claro, ella eso no lo sabía.En un momento que pareció tanto eterno como fugaz, mis colmillos encontraron el suave y cálido refugio de su cuello.El sabor de su sangre se esparció por mi boca, un elixir tan potente que por un instante me hizo olvidar el horror de mis acciones. La sangre de Maeve,
Maeve—Bien, —suspiré, tratando de reunir mis fuerzas. —Bien, dame un segundo.Intenté levantarme de la cama, impulsada por una urgencia repentina, pero mis piernas no estaban tan listas como mi mente y empezaron a temblar incontrolablemente. Apenas me había enderezado cuando la habitación empezó a girar. Por suerte, antes de que pudiera desplomarme en el suelo, Kane estaba allí justo a mi lado.—Con cuidado, meine, —murmuró con esa voz que siempre lograba calmarme, aunque ahora estaba teñida de preocupación.Me tomó de la cintura, sosteniéndome con una mano mientras la otra acariciaba mi brazo en un intento de estabilizarme.—Baño, —logré decir con voz entrecortada, sabiendo que cada segundo contaba.Sin perder un momento, él me guió con pasos rápidos pero cuidadosos hacia el baño. Apenas cruzamos el umbral, corrí hacia el inodoro, donde mi estómago finalmente cedió a la náusea que había estado luchando por contener.Kane, con una calma imperturbable, sujetó mi cabello, apartándolo d
MaeveMe desperté sintiéndome revitalizada.La luz del sol se entraba entre las cortinas, picándome los ojos con sus brillantes destellos. Intenté estirarme para alejarme del incómodo brillo, pero un peso sólido y reconfortante me detuvo. El brazo de Kane estaba firmemente envuelto alrededor de mi cintura, manteniéndome pegada a su pecho—¿Dormiste bien? —pregunté, acomodándome en su abrazo, sintiendo cada músculo de su pecho y abdomen contra el mío.—Como un niño, —respondió él, su voz ronca por el sueño. Su aliento cálido rozó mi cuello, enviando un cosquilleo a través de mi piel. —Tener a mi reina en mis brazos es la mejor cura para el insomnio que he encontrado.Su risa, baja y ronca, vibró contra mi pecho cuando me estrechó aún más contra él.—Deberíamos levantarnos, —murmuré, aunque no tenía ningun apuro por salir de la cama.—Solo cinco minutos más, —dijo, su voz suave como una caricia. —No hay nada más importante en este momento que esto.Sus labios encontraron los míos, en un
Maeve"Has eliminado a Sophia del grupo" Sarah: "¿Qué pasó?" Dani: "Maeve, ¿dónde estás?"Clau: "¡La voy a matar!"El teléfono no paraba de vibrar en mi mano, y las lágrimas me dificultaban leer los textos de mis amigas. Mis manos temblaban tanto que tampoco podía responder. La pantalla se iluminaba constantemente con mensajes.Sophia había sido mi mejor amiga desde que teníamos tres años. Ella había sido mi única constante en la vida, y ahora...Una y otra vez volvía a la escena que desearía nunca haber presenciado.Jonas me había escrito para pasar por su habitación de la universidad así nos poníamos al día. Estaba emocionada por verlo después de las vacaciones; habíamos pasado tiempo sin estar juntos. Cuando llegué a su habitación, los sonidos que provenían del interior me detuvieron en seco.Acerqué mi oreja a la puerta, y los gemidos se hicieron más fuertes. Me alejé, mirando la puerta con las cejas fruncidas y el corazón martilleando en mis oídos."¿Qué mierda? ¿Jonas? No, ta
MaeveEntramos al Craver y la música pulsaba a través de las paredes, envolviéndonos en una energía vibrante. Las luces neón teñían el ambiente de tonos cálidos y fríos, creando un contraste perfecto para olvidar las preocupaciones.Al cruzar la entrada, vi a Sarah y Daniela esperándonos cerca de la barra. Ambas me abrazaron fuerte, transmitiendo su apoyo con cada apretón.—Maeve, lo siento tanto, —dijo Sarah, su voz llena de compasión y rabia contenida. —Haremos que esos dos traidores paguen.Daniela asintió, con la misma determinación reflejada en sus ojos.—Sophia y Jonas no saben con quién se han metido, —dijo Daniela, apretando mi mano. —No te preocupes, estamos aquí para ti.Clau apareció de repente con una bandeja de tragos, una sonrisa decidida en su rostro.—Chicas, esta noche es para olvidar, —anunció, repartiendo los vasos. —A la mierda los traidores. Vamos a disfrutar.Tomé uno de los vasos y miré a mis amigas, sintiendo una calidez que contrastaba con el frío que había se
MaeveMis manos se movieron instintivamente hacia sus hombros para sostenerme, podía sentir el calor de su piel a través de la tela de su camisa. Una sonrisa tímida en sus labios me hizo suspirar. Lentamente colocó una mano en mi rodilla y con movimientos firmes avanzó a lo largo de mi muslo, casi debajo de mí vestido, mientras se inclinaba hacia mí.—¿Estás buscando problemas, ángel? —susurró en mi oído, su aliento cálido haciendo destrozos de mi sistema nervioso. En un segundo recordé por qué estaba ahí. Reuniendo toda la valentía que podía tomé su rostro entre mis manos y lo besé.Sus labios suaves y tan extrañamente reconfortantes me recibieron enviando una descarga eléctrica por todo mi ser. Dejé escapar un jadeo cuando me separé. Con su rostro sujeto entre mis manos me atreví a ver sus ojos. Brillaban con una emoción que no supe distinguir... ¿Enfado? ¿Anhelo? ¿Deseo? No me quedé para averiguarlo. Me levanté rápidamente y corrí en dirección a mis amigas.Las chicas estaban mir
Maeve Él me miró con una mezcla de ternura y preocupación, sus ojos reflejando una emoción que no había notado antes. Sus dedos rozaron mi tobillo mientras me acomodaba, enviando una suave corriente eléctrica por mi piel. El simple contacto me hizo sentir más consciente de su presencia, y mi corazón comenzó a latir un poco más rápido.—Me dices mucho ese apodo, —dije sonriendo en lo que intentaba ser una sonrisa sensual. —¿Debería darte uno?¿De verdad estaba pensando en eso? Lo conocía desde hace unos... cuarenta minutos, tal vez más...—Solo llámame por mi nombre, —respondió alzando la comisura de su boca, su voz baja y seductora. —¿Cuál es tu nombre? —pregunté inclinando mi cuerpo hacia el suyo.—Kane... —dijo suavemente, sentándose sobre sus talones en el suelo frente a mí, sus ojos nunca alejándose de los míos. La habitación estaba en silencio, salvo por el suave zumbido del tráfico afuera y el sonido de nuestra respiración. Me sentí atraída hacia él, no solo por su apariencia
MaeveEl sonido molesto de la alarma de mi teléfono me sacó de un sueño tranquilo, dejando mi cabeza resonando con cada repetición. Maldita sea la mañana, pensé, mientras me levantaba pesadamente de la cama. Con un movimiento rápido y brusco, silencié la alarma y, de golpe, el recuerdo de la noche anterior me invadió la mente. Corrí al baño y me miré al espejo, buscando desesperadamente algún rastro de lo que había sucedido. Observé mi cuello con atención, pero no había ni la más mínima marca visible. Una oleada de confusión y alivio se mezclaron en mi mente, dejándome aún más desconcertada.El teléfono empezó a sonar nuevamente, esta vez con una llamada entrante, interrumpiendo mis pensamientos confusos. Maldito aparato, me quejé con un dolor de cabeza creciente, mientras me apresuraba de vuelta al dormitorio para contestar. Cuando vi que era Clau llamándome, respondí al instante.—¿¡Dónde estás!? —gritó, la preocupación tiñiendo su voz.—Buenos días para ti también, —respondí con