MaeveLa salida de Liam fue silenciosa pero tensa, cada paso resonando con un eco de derrota y desesperación.Kane permitió que se llevara el cuerpo de Sarah. Sin embargo, el collar que había llevado ella quedó en nuestras manos.Al examinarlo más de cerca, uno de los especialistas en tecnología le hizo un estudio, descubriendo algo que me dejó sin aliento.Dentro de él, oculto ingeniosamente, había un micrófono diminuto y un dispositivo aún más horripilante: un sistema cargado con una bala explosiva.Me dí cuenta de que Sarah había estado bajo vigilancia en todo momento, aún así no dudó cuando decidió revelarme los secretos que no debía, haciendo que Ethan actuara. Desde algún lugar remoto, él había detonado la bala, terminando su vida en un instante.Unas horas después de digerir la crudeza de esto, mientras mi corazón aún intentaba encontrar el ritmo correcto, Kane convocó a una reunión urgente con los demás vampiros.Estaba sentada en la sala de guerra esperando a los demás, con m
MaeveNuestra habitación tenía un aire casi sagrado cuando Kane cerró la puerta detrás de nosotros, sellando el mundo exterior y sus amenazas por un momento.El aire estaba impregnado del aroma sutil de lavanda y el más intenso de nuestro propio miedo y tensión. Él me rodeó con sus brazos, un abrazo que dejaba ver y sentir todo el terror que ambos sentíamos por la misión que teníamos por delante.—Prométeme que te mantendrás a salvo, —susurró cerca de mi oído, su aliento cálido enviando un escalofrío por mi columna.—Lo prometo, —respondí, aunque mi voz temblaba.—De verdad, sin ti no soy nada, ángel. No quiero ni pensar en qué pasaría si... —su voz se quebró, la idea de perderme era demasiado para él, como lo era para mí perderlo a él.—No tienes que hacerlo, mi amor, —le aseguré, cortando sus temores antes de que pudieran tomar más forma.Mis manos se deslizaron por sus brazos, sintiendo el tenso contorno de sus músculos bajo su camisa. Sus brazos se apretaron un poco más alrededor
MaeveKane y los demás ya habían entrado hacía unos treinta minutos, asegurándose de que nuestro camino estuviera libre de la mayoría de los enemigos.Aunque confiaba plenamente en su fuerza, el miedo a perderlo se enredaba en mi estómago, una serpiente fría que apretaba con cada paso que dábamos hacia el palacio.—Estamos listos, mi Reina, —anunció uno de los vampiros que me acompañaba.Asentí, intentando apaciguar el tumulto de mis emociones.Los pasos resonaban en los húmedos y oscuros pasillos del calabozo mientras avanzábamos. El olor a moho y a viejo parecía impregnar cada piedra, y la humedad se adhería a mi piel como una segunda piel.Mi corazón martilleaba contra mi pecho, cada latido resonando en mis oídos como un redoble de tambores antes de la batalla."Tiene que estar bien", me repetía a mí misma, tratando de disipar el miedo que me amenazaba con paralizarme.A pesar de la oscuridad, el camino estaba bastante claro gracias a los vampiros que iban delante, que con sus sent
MaeveJusto cuando el agarre de Liam se hizo casi insoportable, cerré los ojos por un instante, reuniendo cada gramo de fuerza que había acumulado desde que empecé a entrenar.Mi respiración se alineó con mi determinación, y en un movimiento fluido y decidido, flexioné las rodillas para bajar mi centro de gravedad y utilicé la fuerza de mis piernas para impulsarme hacia arriba y hacia atrás, desestabilizándolo.Con un giro de mi muñeca, logré aflojar su agarre en mi cabello.La sorpresa en su rostro fue visible, y aproveché ese breve instante de desconcierto para dar un paso hacia atrás, liberando completamente mi cabello de sus dedos.El dolor punzante en mi cuero cabelludo se mezcló con la adrenalina y la rabia del momento, arranqué el pedazo de flecha de mi hombro y me impulsé hacia adelante en un contraataque.Liam, recuperando su compostura, frunció el ceño, frustrado pero impresionado.—¡Todo esto es tu culpa, Maeve! —gritó, lanzando un puñetazo que logré esquivar por poco. Su v
KaneCada paso que daba alejándome de Maeve sentía como si una parte de mí mismo se desgarrara lentamente.El lugar donde la había dejado desaparecía a lo lejos, y con cada metro que me alejaba, un peso enorme se asentaba en mi pecho.Las voces de los que me acompañaban eran un murmullo distante, casi como si vinieran de otro mundo. En mi mente estaba solo ella, su seguridad, la suavidad de su piel y la fortaleza de su espíritu.El eco de mis pasos resonaba con cada zancada que daba por los corredores oscuros y fríos del castillo, un lugar que alguna vez llamé hogar.Cerré los ojos un instante, intentando canalizar esa parte de mí que conocía el deber, que entendía la necesidad de terminar con Ethan de una vez por todas.Si Ethan llegaba a descubrir que ella estaba aquí... que estaba esperando a nuestro hijo, no había límite para la crueldad de lo que haría. Ese pensamiento avivaba el fuego en mis venas, me empujaba a moverme más rápido, a luchar con más brutalidad.Estaba preparado.
MaeveEl caos era ensordecedor mientras Ada y yo nos abríamos paso a través del castillo.Tomé una ballesta del suelo, el metal frío en mis manos dándome un extraño consuelo. No sabía quién la había dejado caer ni cuál había sido su destino, pero en ese momento, se convirtió en mi boleto para defenderme.Mis pasos eran torpes, cada movimiento exacerbado por el dolor punzante que se extendía desde mi hombro herido. Sentía la sangre caliente fluir bajo mi ropa, la herida no estaba sanando.Mi vista se nublaba cada vez más, un velo gris oscureciendo los bordes de mi campo visual, pero seguía adelante, impulsada por un único propósito: llegar a Kane antes de que fuera demasiado tarde.—Por aquí, —dijo Ada, me levantó con facilidad, y nos impulsó hacia adelante.De repente, nos detuvimos con brusquedad. Ada me dejó con cuidado sobre mis pies justo a tiempo para que mi mirada encontrara la escena frente a nosotros: Ethan, con su arma apuntando a Kane.Un escalofrío de terror me recorrió el
MaeveLa luz que filtraba a través de las cortinas parecía demasiado brillante.Parpadeé varias veces, luchando contra la desmedida sensación de agudeza que dominaba cada uno de mis sentidos.Los sonidos del mundo exterior, antes apenas susurros lejanos, ahora retumbaban con una claridad inquietante en mi cabeza.Me arrastré fuera de la cama, mis movimientos torpes y desconocidos, como si mi propio cuerpo fuera una entidad extraña.Con manos que no parecían mías, me aferré a las paredes y muebles para encontrar mi camino hacia el baño, Conocía muy bien este lugar, estaba en mi habitación en el castillo de Kane.La luz del baño me golpeó con una intensidad brutal, forzándome a entrecerrar los ojos mientras luchaba por adaptarme.Cuando finalmente logré mirar hacia el espejo, el shock me golpeó como una ola fría. La cara que me miraba de vuelta era mía pero a la misma vez no lo era. Mis ojos... ardían con un color carmesí vivo.Un grito desgarrador escapó de mi garganta, reverberando co
Kane—Sabemos que hay movimiento en las fronteras, pero nada de qué preocuparse, está todo bajo control, —la voz de uno de nuestros consejeros llenó la sala con una calma forzada.Mi mirada se desplazó hacia Ada, buscando alguna señal de inquietud que pudiera delatar la verdadera gravedad de la situación.—¿Qué hay con los clanes que no aceptan nuestro liderazgo? —pregunté, inclinándome hacia adelante, apoyando los codos sobre la mesa.—Son pocos los que no se han inclinado, dos o tres, pero las negociaciones siguen, —respondió ella, su tono sereno pero confiado.Maeve, sentada a mi lado, frunció el ceño, claramente irritada por la resistencia innecesaria.—La verdad no los entiendo... —su voz, llena de exasperación, vibraba en el aire. —Deberían darse cuenta de que eres digno de ser su Rey, comenzando por el hecho de que no los has mandado ejecutar.La miré por un momento, admirando su pasión y su inquebrantable apoyo. Antes, mi mano no habría dudado en castigar la deslealtad con la