MaeveJusto cuando el agarre de Liam se hizo casi insoportable, cerré los ojos por un instante, reuniendo cada gramo de fuerza que había acumulado desde que empecé a entrenar.Mi respiración se alineó con mi determinación, y en un movimiento fluido y decidido, flexioné las rodillas para bajar mi centro de gravedad y utilicé la fuerza de mis piernas para impulsarme hacia arriba y hacia atrás, desestabilizándolo.Con un giro de mi muñeca, logré aflojar su agarre en mi cabello.La sorpresa en su rostro fue visible, y aproveché ese breve instante de desconcierto para dar un paso hacia atrás, liberando completamente mi cabello de sus dedos.El dolor punzante en mi cuero cabelludo se mezcló con la adrenalina y la rabia del momento, arranqué el pedazo de flecha de mi hombro y me impulsé hacia adelante en un contraataque.Liam, recuperando su compostura, frunció el ceño, frustrado pero impresionado.—¡Todo esto es tu culpa, Maeve! —gritó, lanzando un puñetazo que logré esquivar por poco. Su v
KaneCada paso que daba alejándome de Maeve sentía como si una parte de mí mismo se desgarrara lentamente.El lugar donde la había dejado desaparecía a lo lejos, y con cada metro que me alejaba, un peso enorme se asentaba en mi pecho.Las voces de los que me acompañaban eran un murmullo distante, casi como si vinieran de otro mundo. En mi mente estaba solo ella, su seguridad, la suavidad de su piel y la fortaleza de su espíritu.El eco de mis pasos resonaba con cada zancada que daba por los corredores oscuros y fríos del castillo, un lugar que alguna vez llamé hogar.Cerré los ojos un instante, intentando canalizar esa parte de mí que conocía el deber, que entendía la necesidad de terminar con Ethan de una vez por todas.Si Ethan llegaba a descubrir que ella estaba aquí... que estaba esperando a nuestro hijo, no había límite para la crueldad de lo que haría. Ese pensamiento avivaba el fuego en mis venas, me empujaba a moverme más rápido, a luchar con más brutalidad.Estaba preparado.
MaeveEl caos era ensordecedor mientras Ada y yo nos abríamos paso a través del castillo.Tomé una ballesta del suelo, el metal frío en mis manos dándome un extraño consuelo. No sabía quién la había dejado caer ni cuál había sido su destino, pero en ese momento, se convirtió en mi boleto para defenderme.Mis pasos eran torpes, cada movimiento exacerbado por el dolor punzante que se extendía desde mi hombro herido. Sentía la sangre caliente fluir bajo mi ropa, la herida no estaba sanando.Mi vista se nublaba cada vez más, un velo gris oscureciendo los bordes de mi campo visual, pero seguía adelante, impulsada por un único propósito: llegar a Kane antes de que fuera demasiado tarde.—Por aquí, —dijo Ada, me levantó con facilidad, y nos impulsó hacia adelante.De repente, nos detuvimos con brusquedad. Ada me dejó con cuidado sobre mis pies justo a tiempo para que mi mirada encontrara la escena frente a nosotros: Ethan, con su arma apuntando a Kane.Un escalofrío de terror me recorrió el
MaeveLa luz que filtraba a través de las cortinas parecía demasiado brillante.Parpadeé varias veces, luchando contra la desmedida sensación de agudeza que dominaba cada uno de mis sentidos.Los sonidos del mundo exterior, antes apenas susurros lejanos, ahora retumbaban con una claridad inquietante en mi cabeza.Me arrastré fuera de la cama, mis movimientos torpes y desconocidos, como si mi propio cuerpo fuera una entidad extraña.Con manos que no parecían mías, me aferré a las paredes y muebles para encontrar mi camino hacia el baño, Conocía muy bien este lugar, estaba en mi habitación en el castillo de Kane.La luz del baño me golpeó con una intensidad brutal, forzándome a entrecerrar los ojos mientras luchaba por adaptarme.Cuando finalmente logré mirar hacia el espejo, el shock me golpeó como una ola fría. La cara que me miraba de vuelta era mía pero a la misma vez no lo era. Mis ojos... ardían con un color carmesí vivo.Un grito desgarrador escapó de mi garganta, reverberando co
Kane—Sabemos que hay movimiento en las fronteras, pero nada de qué preocuparse, está todo bajo control, —la voz de uno de nuestros consejeros llenó la sala con una calma forzada.Mi mirada se desplazó hacia Ada, buscando alguna señal de inquietud que pudiera delatar la verdadera gravedad de la situación.—¿Qué hay con los clanes que no aceptan nuestro liderazgo? —pregunté, inclinándome hacia adelante, apoyando los codos sobre la mesa.—Son pocos los que no se han inclinado, dos o tres, pero las negociaciones siguen, —respondió ella, su tono sereno pero confiado.Maeve, sentada a mi lado, frunció el ceño, claramente irritada por la resistencia innecesaria.—La verdad no los entiendo... —su voz, llena de exasperación, vibraba en el aire. —Deberían darse cuenta de que eres digno de ser su Rey, comenzando por el hecho de que no los has mandado ejecutar.La miré por un momento, admirando su pasión y su inquebrantable apoyo. Antes, mi mano no habría dudado en castigar la deslealtad con la
Maeve"Has eliminado a Sophia del grupo" Sarah: "¿Qué pasó?" Dani: "Maeve, ¿dónde estás?"Clau: "¡La voy a matar!"El teléfono no paraba de vibrar en mi mano, y las lágrimas me dificultaban leer los textos de mis amigas. Mis manos temblaban tanto que tampoco podía responder. La pantalla se iluminaba constantemente con mensajes.Sophia había sido mi mejor amiga desde que teníamos tres años. Ella había sido mi única constante en la vida, y ahora...Una y otra vez volvía a la escena que desearía nunca haber presenciado.Jonas me había escrito para pasar por su habitación de la universidad así nos poníamos al día. Estaba emocionada por verlo después de las vacaciones; habíamos pasado tiempo sin estar juntos. Cuando llegué a su habitación, los sonidos que provenían del interior me detuvieron en seco.Acerqué mi oreja a la puerta, y los gemidos se hicieron más fuertes. Me alejé, mirando la puerta con las cejas fruncidas y el corazón martilleando en mis oídos."¿Qué mierda? ¿Jonas? No, ta
MaeveEntramos al Craver y la música pulsaba a través de las paredes, envolviéndonos en una energía vibrante. Las luces neón teñían el ambiente de tonos cálidos y fríos, creando un contraste perfecto para olvidar las preocupaciones.Al cruzar la entrada, vi a Sarah y Daniela esperándonos cerca de la barra. Ambas me abrazaron fuerte, transmitiendo su apoyo con cada apretón.—Maeve, lo siento tanto, —dijo Sarah, su voz llena de compasión y rabia contenida. —Haremos que esos dos traidores paguen.Daniela asintió, con la misma determinación reflejada en sus ojos.—Sophia y Jonas no saben con quién se han metido, —dijo Daniela, apretando mi mano. —No te preocupes, estamos aquí para ti.Clau apareció de repente con una bandeja de tragos, una sonrisa decidida en su rostro.—Chicas, esta noche es para olvidar, —anunció, repartiendo los vasos. —A la mierda los traidores. Vamos a disfrutar.Tomé uno de los vasos y miré a mis amigas, sintiendo una calidez que contrastaba con el frío que había se
MaeveMis manos se movieron instintivamente hacia sus hombros para sostenerme, podía sentir el calor de su piel a través de la tela de su camisa. Una sonrisa tímida en sus labios me hizo suspirar. Lentamente colocó una mano en mi rodilla y con movimientos firmes avanzó a lo largo de mi muslo, casi debajo de mí vestido, mientras se inclinaba hacia mí.—¿Estás buscando problemas, ángel? —susurró en mi oído, su aliento cálido haciendo destrozos de mi sistema nervioso. En un segundo recordé por qué estaba ahí. Reuniendo toda la valentía que podía tomé su rostro entre mis manos y lo besé.Sus labios suaves y tan extrañamente reconfortantes me recibieron enviando una descarga eléctrica por todo mi ser. Dejé escapar un jadeo cuando me separé. Con su rostro sujeto entre mis manos me atreví a ver sus ojos. Brillaban con una emoción que no supe distinguir... ¿Enfado? ¿Anhelo? ¿Deseo? No me quedé para averiguarlo. Me levanté rápidamente y corrí en dirección a mis amigas.Las chicas estaban mir