Maeve
Entramos al Craver y la música pulsaba a través de las paredes, envolviéndonos en una energía vibrante. Las luces neón teñían el ambiente de tonos cálidos y fríos, creando un contraste perfecto para olvidar las preocupaciones.
Al cruzar la entrada, vi a Sarah y Daniela esperándonos cerca de la barra. Ambas me abrazaron fuerte, transmitiendo su apoyo con cada apretón.
—Maeve, lo siento tanto, —dijo Sarah, su voz llena de compasión y rabia contenida. —Haremos que esos dos traidores paguen.
Daniela asintió, con la misma determinación reflejada en sus ojos.
—Sophia y Jonas no saben con quién se han metido, —dijo Daniela, apretando mi mano. —No te preocupes, estamos aquí para ti.
Clau apareció de repente con una bandeja de tragos, una sonrisa decidida en su rostro.
—Chicas, esta noche es para olvidar, —anunció, repartiendo los vasos. —A la m****a los traidores. Vamos a disfrutar.
Tomé uno de los vasos y miré a mis amigas, sintiendo una calidez que contrastaba con el frío que había sentido antes. Levanté el vaso junto a ellas.
—Por olvidar, —dije, y todas brindamos antes de beber.
El alcohol quemó al bajar, pero trajo consigo una sensación de alivio. Pronto nos dirigimos a la pista de baile, dejando que la música se apoderara de nosotras. Los ritmos vibrantes y las luces danzantes nos envolvieron, y nos dejamos llevar por la energía del momento.
Bailamos como si no hubiera un mañana, moviéndonos al compás de la música, liberando todas las tensiones y frustraciones acumuladas. Sarah y Daniela se turnaban para hacerme reír con sus movimientos exagerados, mientras Clau giraba a mi alrededor, animándome a seguir.
La pista se llenaba de gente, pero para nosotras solo existíamos nosotras mismas. Bebimos, reímos y bailamos hasta que perdimos la noción del tiempo. Cada canción nos llevaba a nuevas alturas de euforia, y por un momento, todo lo demás dejó de importar.
—¡Vamos! Será divertidoooo... —insistía Dani mientras yo negaba con la cabeza, sintiendo la habitación girar levemente a nuestro alrededor. La música pulsaba a través de los muros del club, envolviéndonos en su ritmo hipnótico.
—Estamos demasiado peligrosas para ese juego borracho... —dije riéndome de mi error.
Mi mente estaba completamente nublada por el alcohol, una mezcla embriagadora que hacía que todo pareciera más brillante y distante al mismo tiempo.
—Essss fácil, —dijo Sarah llevándose otro vaso de algo a los labios. Habíamos tomado tanto que ya no sabía qué había en esos vasos, cada sorbo era una sorpresa más fuerte y ardiente que el anterior. —Verdad o retooo...
—Pero sin la verdad, —terminó por ella Clau, que no paraba de reír a mi lado. Su risa resonaba como campanillas, contagiando a todas nosotras con su alegría despreocupada.
Sí, estábamos locas, y éramos cuatro locas borrachas sentadas en un apartado del club, alejadas del bullicio pero no lo suficiente como para escapar del vaivén de las luces y la música.
—Está bien, pero prometan que nos vamos las cuatro juntas, —dije levantando mi dedo meñique para sellar la promesa. Mi voz se quebró un poco por la preocupación latente. —Estamos muy borrachas y cualquiera se podría abusar...
—Si estás pensando en esooo, —se rio Dani a mi lado, colocando su dedo con el mío, su aliento mezclado con el aroma a licor. —Es porque no estás lo suficientemente borracha...
A pesar de nuestro estado, todas prometimos irnos juntas, nuestras voces uniéndose en un juramento frágil pero firme.
—¡Yo empiezo! —Gritó Sarah, su entusiasmo brillando en sus ojos. —Clau, elige a la chica que más te gusta y consigue su número...
Clau se rio, su mirada buscando a esa chica en el lugar, sus ojos recorriendo la multitud con una determinación divertida.
—Bien, denme unos minutos... —dijo levantándose lentamente del sofá, su balanceo traicionando la cantidad de alcohol que había consumido. Con la vista fija en una chica de cabello rojo en medio de la pista, se acercó a ella con pasos decididos, intentando sin éxito disimular su borrachera.
Clau llegó a su destino, envolviendo a la chica en un abrazo inesperado. Ella se sobresaltó al principio, sus hombros tensándose, pero se giró rápidamente para ver quién se había acercado con tanta familiaridad. Su expresión cambió de indignación a una sonrisa coqueta cuando sus ojos se encontraron con los de Clau.
Le dijo algo al oído a la chica, sus labios apenas rozando su piel, y la chica sonrió, sus mejillas sonrojándose ligeramente bajo las luces multicolores del club. Tomó el teléfono que Clau le ofrecía y cliqueó en él con una sonrisa traviesa en sus labios.
Con una sonrisa triunfal, Clau volvió a la mesa sosteniendo el teléfono con su mano mientras lo agitaba como un trofeo.
—Pan comido... —dijo, dejándose caer en el asiento a mi lado, su respiración acelerada por la emoción del momento. —Mi turno, Sarah...
—¿Sí? —preguntó Sarah esperanzada, sus ojos brillando con anticipación.
—Coquetea con el cantinero para que nos dé unos tragos gratis, —le dijo, enarcando una ceja a modo de desafío.
—¡Hecho! —gritó Sarah entusiasmada mientras se levantaba de un salto, casi derramando su bebida, y corría hacia la barra, su risa burbujeante mezclándose con la música.
—¡Esa es una fácil! —gritó Dani entre risas, —lleva coqueteando con él hace meses.
—Bueno, quería asegurarme de que recibieramos los tragos gratis, —rió Clau, su risa un bálsamo para mis nervios.
Todas observamos a Sarah hablarle al cantinero que la recibió con una sonrisa radiante en su rostro, sus movimientos ágiles y seguros mientras preparaba bebidas tras la barra.
No tardó ni cinco minutos en que Sarah volviera con los tragos para todas, sus manos cargadas con vasos que relucían bajo las luces del club.
—Woow, —dije antes de beber el trago de una sola vez, sintiendo el ardor descender por mi garganta, —eso fue rápido...
—Bueno, pero no fueron totalmente gratis... —sonrió Sarah con picardía, sus ojos centelleando con un brillo travieso, —aunque no me puedo quejar de la forma de pago que recibiré en unas horas...
Nuestro rincón estalló en carcajadas, el sonido mezclándose con la música y creando una burbuja de alegría. Se sentía tan bien estar así con mis amigas, una sensación de calidez y pertenencia envolviéndome.
—Mi turno, —dijo Dani, mirando alrededor con ojos calculadores. —Maeve, quiero que vayas con aquel apuesto chico y le robes un beso.
Miré al chico en cuestión, y quedé prendada con lo guapo que era. Parecía ser atlético, sus hombros anchos y su postura relajada, y bastante alto aunque estuviera sentado. Su cabello oscuro y desordenado enmarcaba su rostro anguloso, combinado con una barba cuidadosamente recortada que acentuaba su mandíbula fuerte.
Sonreí antes de pararme en busca de mi víctima, sintiendo un torrente de adrenalina mezclado con el alcohol.
Me acerqué a la mesa donde estaba el chico con otro más hablando, pasé mi mano por su espalda sintiendo la tensión por el acercamiento tan atrevido. Me paré frente a él mirándolo a los ojos.
Primer error.
Sus ojos eran de un color extraño, parecían verdes o tal vez grises, me quedé atrapada en su mirada. Una especie de hipnotismo parecía emanar de ellos, y por un momento olvidé dónde estaba y qué estaba haciendo.
Su amigo se aclaró ruidosamente la garganta devolviéndome a la realidad. Una realidad en la que parecía una completa psicópata acosadora.
—Lo siento... —me disculpé nerviosa, entrelazando mis manos delante de mí y bajando la mirada a su pecho.
Segundo error.
Tenía una camisa oscura, con los primeros botones desprendidos que dejaban ver un poco de su musculatura debajo. Tragué saliva apartando la mirada.
—Dime, ángel, —dijo él con voz dulce y grave, —¿qué necesitas?
Tercer error, aunque este no fue culpa mía, pero cuenta igual.
Su voz me envolvió como una manta cálida en una noche de invierno. Sentí que mis piernas se debilitaban ante ese tono profundo y atractivo.
—Ehm, yo... solo... —balbuceé, buscando desesperadamente una respuesta coherente.
Pero antes de poder decir algo más, mis piernas cedieron y me encontré cayendo hacia adelante.
En un instante, él me sostuvo antes de que pudiera tocar el suelo, y de repente me encontré en su regazo, completamente avergonzada y sin saber qué hacer.
MaeveMis manos se movieron instintivamente hacia sus hombros para sostenerme, podía sentir el calor de su piel a través de la tela de su camisa. Una sonrisa tímida en sus labios me hizo suspirar. Lentamente colocó una mano en mi rodilla y con movimientos firmes avanzó a lo largo de mi muslo, casi debajo de mí vestido, mientras se inclinaba hacia mí.—¿Estás buscando problemas, ángel? —susurró en mi oído, su aliento cálido haciendo destrozos de mi sistema nervioso. En un segundo recordé por qué estaba ahí. Reuniendo toda la valentía que podía tomé su rostro entre mis manos y lo besé.Sus labios suaves y tan extrañamente reconfortantes me recibieron enviando una descarga eléctrica por todo mi ser. Dejé escapar un jadeo cuando me separé. Con su rostro sujeto entre mis manos me atreví a ver sus ojos. Brillaban con una emoción que no supe distinguir... ¿Enfado? ¿Anhelo? ¿Deseo? No me quedé para averiguarlo. Me levanté rápidamente y corrí en dirección a mis amigas.Las chicas estaban mir
Maeve Él me miró con una mezcla de ternura y preocupación, sus ojos reflejando una emoción que no había notado antes. Sus dedos rozaron mi tobillo mientras me acomodaba, enviando una suave corriente eléctrica por mi piel. El simple contacto me hizo sentir más consciente de su presencia, y mi corazón comenzó a latir un poco más rápido.—Me dices mucho ese apodo, —dije sonriendo en lo que intentaba ser una sonrisa sensual. —¿Debería darte uno?¿De verdad estaba pensando en eso? Lo conocía desde hace unos... cuarenta minutos, tal vez más...—Solo llámame por mi nombre, —respondió alzando la comisura de su boca, su voz baja y seductora. —¿Cuál es tu nombre? —pregunté inclinando mi cuerpo hacia el suyo.—Kane... —dijo suavemente, sentándose sobre sus talones en el suelo frente a mí, sus ojos nunca alejándose de los míos. La habitación estaba en silencio, salvo por el suave zumbido del tráfico afuera y el sonido de nuestra respiración. Me sentí atraída hacia él, no solo por su apariencia
MaeveEl sonido molesto de la alarma de mi teléfono me sacó de un sueño tranquilo, dejando mi cabeza resonando con cada repetición. Maldita sea la mañana, pensé, mientras me levantaba pesadamente de la cama. Con un movimiento rápido y brusco, silencié la alarma y, de golpe, el recuerdo de la noche anterior me invadió la mente. Corrí al baño y me miré al espejo, buscando desesperadamente algún rastro de lo que había sucedido. Observé mi cuello con atención, pero no había ni la más mínima marca visible. Una oleada de confusión y alivio se mezclaron en mi mente, dejándome aún más desconcertada.El teléfono empezó a sonar nuevamente, esta vez con una llamada entrante, interrumpiendo mis pensamientos confusos. Maldito aparato, me quejé con un dolor de cabeza creciente, mientras me apresuraba de vuelta al dormitorio para contestar. Cuando vi que era Clau llamándome, respondí al instante.—¿¡Dónde estás!? —gritó, la preocupación tiñiendo su voz.—Buenos días para ti también, —respondí con
Maeve—Señorita Ryder, ¿me permite un momento?Mi corazón se aceleró, mis planes interrumpidos por la simple inflexión de su voz.—Sí, —es tu momento, Maeve, no puedes volver a repetir lo de anoche, —claro, profesor Knight—respondí, mi voz salió más temblorosa de lo que habría querido.Sonreí nerviosamente mientras esperaba a que la clase se desocupara, cada segundo estirándose como una eternidad. Una vez solos, él me sonrió como la noche anterior, aquel gesto que me desarmó por completo.—¡Vaya sorpresa, Maeve! —dijo, su sonrisa radiante iluminando el espacio entre nosotros, su uso casual de mi nombre enviando un escalofrío a través de mí.—Profesor, no es adecuado que me llame así —respondí, tratando de poner una barrera profesional entre nosotros, aunque cada parte de mí reaccionaba a su presencia.Kane se movió ligeramente, su incomodidad visible por un momento, y luego se recompuso, como si de repente comprendiera lo que yo no estaba diciendo con palabras.—¿Así que crees que fu
Maeve—No sé, chicas, —suspiré, sintiéndome ahogada por la situación. —Todo esto es nuevo para mí, y no quiero meterme en problemas.—Bueno, solo ten cuidado, —dijo Sarah, su tono serio por un momento. —Pero también, escucha a tu corazón. A veces, las cosas complicadas merecen una segunda mirada.Asentí, agradecida por su apoyo, pero mi mente seguía divagando, dividida entre lo que debería hacer y lo que deseaba hacer. La figura de Kane, sentado solo en su mesa, seguía capturando mi atención, y sabía, en lo más profundo de mí, que esto no había terminado. —¿Escucharon de la fiesta esta noche en la casa de Amelia? —dijo Dani, cambiando de tema abruptamente, —ya saben, por el inicio de clases.—Yo no, me levanté directamente a la clase, —me reí, el recuerdo aún fresco de haber saltado de la cama y casi volar hacia la universidad.—¿Les sirve que las pase a buscar a las ocho? —propuso Clau con un tono sugestivo, arqueando una ceja, claramente emocionada por la idea de otra noche fuera.
MaeveDespués de un día que se sintió como una montaña rusa emocional, me arrastré hasta mi apartamento esperando no toparme con nadie en el camino. Y por "nadie", me refiero específicamente a Kane. Por suerte no estaba por ningún lado. La idea de encontrarme con él y tener que mirarlo a la cara después de lo que pasó con Jonas me hacía sentir un nudo en el estómago.Al llegar, dejé caer la mochila sobre una silla con un suspiro de alivio. Mi estómago gruñó, recordándome que había saltado el almuerzo, así que rebusqué en la cocina hasta encontrar algo rápido: unas galletitas y un café para despertarme un poco. Preparé el café, dejando que el aroma llenara la cocina, una dulce promesa de energía que necesitaba desesperadamente.Puse algo de música suave de fondo, algo tranquilo, y me senté en la pequeña mesa de la cocina para empezar a estudiar, masticando una galleta mientras abría mis apuntes, tratando de concentrarme en las palabras frente a mí.Justo entonces, mi teléfono vibró s
Maeve—Buenas noches, —respondió él con una voz tranquila, girándose hacia nosotras. Su mirada se detuvo en mí, evaluándome de pies a cabeza de una forma que envió un escalofrío por mi columna.El shock de verlo allí me dejó momentáneamente sin palabras. La sorpresa debió notarse claramente en mi rostro.—Buenas noches, profesor, —conseguí decir, mi voz un poco más alta de lo normal debido a la sorpresa. —¿Qué hace aquí?Kane me evaluó con una mirada que bien podría haberme desnudado allí mismo, una media sonrisa apareciendo en su rostro. —Recién me mudé. Parece que seremos vecinos.Clau, captando la tensión y la sorpresa en el aire, intervino con entusiasmo. —¡Vaya, qué pequeño es el mundo! Bueno, estamos de salida. Maeve y yo vamos a una fiesta.—Espero que lo pasen bien, —dijo él, su mirada aún fija en mí por un momento antes de desearnos una buena noche y entrar a su apartamento.Clau y yo continuamos hacia las escaleras, y ella no pudo resistirse a comentar. —Wow, eso es una c
MaeveMe giré lentamente, enfrentando la figura que se recortaba contra las luces tenues del patio. La luz de la luna iluminaba su rostro, destacando los contornos fuertes de su mandíbula y el brillo penetrante de sus ojos. Su mirada, cargada de una intensidad que me hacía temblar, se fijó en la mía, buscando respuestas o quizás, entendimiento.—Kane, yo... —comencé, intentando encontrar las palabras adecuadas, pero la sorpresa de encontrarlo aquí, en este lugar, en este momento, enredaba mis pensamientos.El sonido de la música de la fiesta se desvanecía en un segundo plano, y todo lo que podía oír era el latido acelerado de mi corazón y nuestra respiración en la quietud de la noche. La cercanía de Kane era abrumadora, y a pesar del miedo inicial provocado por el encuentro anterior, su presencia traía consigo un tipo de calma extraña, casi como si, en su compañía, ningún verdadero mal podría tocarme.—No deberías estar aquí sola —continuó él, su voz baja y preocupada, rompiendo la t