MaeveAl escuchar su voz, quebrada y débil, un escalofrío recorrió mi espalda. La luz del pasillo apenas iluminaba la habitación, creando sombras que danzaban por las paredes en un macabro espectáculo.Mi corazón latía con fuerza, amenazando con salirse de mi pecho mientras examinaba su estado. Kane estaba pálido, más de lo normal, y su piel tenía un tinte grisáceo que me llenaba de terror.—No, no voy a dejarte, —le dije con voz firme, aunque por dentro estaba desmoronándome.Mis manos temblaban mientras trataba de evaluar sus heridas. Había sangre, mucha sangre, que manchaba su ropa y se extendía alrededor de su cuerpo en un charco oscuro.—Por favor, Maeve, es peligroso, —sus palabras eran un susurro, y el esfuerzo por hablar parecía consumirle las pocas fuerzas que le quedaban.Ignoré sus advertencias, rasgando parte de mi vestido para intentar detener el sangrado de una herida en su pecho. El tacto de su piel bajo mis dedos era frío, y cada momento que pasaba sin que pudiera hace
KaneEl aire estaba pesado, cargado de la culpabilidad que me ahogaba cada vez que inhalaba.Recordar como Maeve había llegado, y yo, un monstruo en la penumbra, temblaba no por el frío, sino por el miedo de lo que estaba a punto de hacerle.A medida que se acercaba su paso, mi ansiedad se convertía en un monstruo aún más grande, devorando lo poco que quedaba de mi humanidad.Cuando su silueta apareció, todo mi ser se tensionó. Mi instinto, ese lado primitivo y oscuro que tanto había luchado por controlar, tomó las riendas. La vi avanzar hacia mí, su rostro lleno de preocupación, no consciente de la bestia que esperaba.Intenté que se fuera, sabía que me curaría aunque tomara unos días, pero claro, ella eso no lo sabía.En un momento que pareció tanto eterno como fugaz, mis colmillos encontraron el suave y cálido refugio de su cuello.El sabor de su sangre se esparció por mi boca, un elixir tan potente que por un instante me hizo olvidar el horror de mis acciones. La sangre de Maeve,
Maeve—Bien, —suspiré, tratando de reunir mis fuerzas. —Bien, dame un segundo.Intenté levantarme de la cama, impulsada por una urgencia repentina, pero mis piernas no estaban tan listas como mi mente y empezaron a temblar incontrolablemente. Apenas me había enderezado cuando la habitación empezó a girar. Por suerte, antes de que pudiera desplomarme en el suelo, Kane estaba allí justo a mi lado.—Con cuidado, meine, —murmuró con esa voz que siempre lograba calmarme, aunque ahora estaba teñida de preocupación.Me tomó de la cintura, sosteniéndome con una mano mientras la otra acariciaba mi brazo en un intento de estabilizarme.—Baño, —logré decir con voz entrecortada, sabiendo que cada segundo contaba.Sin perder un momento, él me guió con pasos rápidos pero cuidadosos hacia el baño. Apenas cruzamos el umbral, corrí hacia el inodoro, donde mi estómago finalmente cedió a la náusea que había estado luchando por contener.Kane, con una calma imperturbable, sujetó mi cabello, apartándolo d
MaeveMe desperté sintiéndome revitalizada.La luz del sol se entraba entre las cortinas, picándome los ojos con sus brillantes destellos. Intenté estirarme para alejarme del incómodo brillo, pero un peso sólido y reconfortante me detuvo. El brazo de Kane estaba firmemente envuelto alrededor de mi cintura, manteniéndome pegada a su pecho—¿Dormiste bien? —pregunté, acomodándome en su abrazo, sintiendo cada músculo de su pecho y abdomen contra el mío.—Como un niño, —respondió él, su voz ronca por el sueño. Su aliento cálido rozó mi cuello, enviando un cosquilleo a través de mi piel. —Tener a mi reina en mis brazos es la mejor cura para el insomnio que he encontrado.Su risa, baja y ronca, vibró contra mi pecho cuando me estrechó aún más contra él.—Deberíamos levantarnos, —murmuré, aunque no tenía ningun apuro por salir de la cama.—Solo cinco minutos más, —dijo, su voz suave como una caricia. —No hay nada más importante en este momento que esto.Sus labios encontraron los míos, en un
Maeve—Así que ya sabes sobre nosotros —dijo Luca, su tono de voz calmado pero con una nota de curiosidad.Solo pude asentir, mirándolo fijamente, intentando leer algo más en su expresión.—Entonces también deberías saber sobre el placer que puede causar la mordida de un vampiro —continuó, observándome con una intensidad que me hizo tragar saliva.¡Y vaya que lo sé! pensé, pero opté por quedarme callada.Luca dio un paso adelante, su presencia cada vez más imponente. En un reflejo de defensa, agarré mi cartera y se la lancé a la cabeza. Él se detuvo en seco, después de recibir el golpe que no se esperaba.—¿Realmente eres el primo de Sarah? —le pregunté, mi voz cargada de sospecha y un ligero temblor.Él soltó una carcajada, un sonido que no parecía tener nada de humorístico.—No, no lo soy. Te seguí esa noche y vi dónde vivías. Había cazadores cerca, así que me fui. Hoy volví y me encontré con tus amigas, no pude resistir la oportunidad de verte, así que manipulé sus mentes para que
MaeveLuca saltó en el lugar, una chispa de emoción infantil iluminando sus ojos. Parecía genuinamente emocionado por la posibilidad de una nueva amistad, pero su siguiente comentario rompió el breve momento de paz.—¡Genial! Entonces, ¿ahora podemos pasar a la parte donde nos besamos? —preguntó con una sonrisa pícara.Yo lo miré, absolutamente atónita, y luego solté una risa nerviosa, pensando que tal vez estaba bromeando. Pero la expresión esperanzada en su rostro me dijo que no era así.—¡No, Luca! Definitivamente no vamos a besarnos, —respondí, intentando mantener el tono ligero para no herir sus sentimientos.Pero Luca parecía no darse por vencido tan fácilmente y se inclinó hacia adelante, reduciendo el espacio entre nosotros con un entusiasmo que rozaba la imprudencia.—Pero, Eve, ¡soy un buen besador! Y he pensado mucho en eso... O, ¿qué tal si solo te pruebo un poquito? —sugirió, sus ojos brillando con un mezcla de curiosidad y algo que no llegaba a ser malicia, pero sí una i
MaeveCon un suspiro, me arrastré fuera de la cama, sintiendo la frescura del suelo bajo mis pies mientras me dirigía hacia la cocina para preparar café. La casa estaba en silencio, un silencio que había aprendido a llenar con el sonido de mis propios pensamientos.Extraño a Kane, pensé mientras el café empezaba a burbujear en la cafetera.No quería molestarlo con mis mensajes, sabiendo que estaba lidiando con cosas mucho más importantes que mis pequeñas inquietudes. Pero la preocupación empezaba a anidar en mi estómago, haciéndome dudar de mi decisión de mantenerme al margen.Serví el café caliente en mi taza, el aroma familiar intentaba consolarme.¿Y si algo malo le ha pasado? La pregunta giró en mi cabeza mientras revolvía la bebida.No, él es fuerte, a fin de cuentas es un pura sangre... Intentaba convencerme, pero la duda seguía ahí, punzante como una espina.Salí de casa con mi café en la mano y la mochila colgando cómodamente de un hombro.El sol brillaba con fuerza, prometien
Maeve—¿No puedo darle el beneficio de la duda a Luca, al menos hasta que demuestre lo contrario? —propuse, buscando en su mirada algún signo de comprensión.Kane suspiró, pasando una mano por su cabello en un gesto de frustración. Después de un momento, asintió ligeramente.—Está bien. Pero estaré vigilando de cerca. Y si hace algo fuera de lugar, no dudaré en actuar —afirmó, y su determinación me hizo sentir una mezcla de alivio y preocupación.—Gracias, Kane. Eso es todo lo que te pido. —Me acerqué y lo abracé, agradecida por su protección, pero preocupada por lo que el futuro podría deparar con Luca cerca.—Entonces, ¿por qué no pasaste a verme antes de clases? —le pregunté, intentando sonar casual pero con un ligero reproche flotando entre nosotros.—Apenas llegué a tiempo para la clase, mi reina. Pero te aseguro que te lo compensaré más tarde —su voz, baja y prometedora, envió un cosquilleo a través de mi columna.Antes de que pudiera responder, nuestros labios se encontraron en