Maeve—Bueno, tal vez deberíamos de pedirle permiso a tu querido novio para que puedas salir con nosotras... —sugirió Sarah con un tono burlón, balanceando su taza de café entre sus manos mientras una sonrisa traviesa se dibujaba en su rostro.Estábamos sentadas en la cafetería de la universidad, disfrutando de un breve respiro entre clases. El aroma del café llenaba el aire, mezclándose con el murmullo constante de estudiantes y profesores. La conversación giraba en torno a la fiesta que se celebraría en una de las fraternidades el próximo fin de semana.—¡Hasta donde hemos llegado! —exclamó Clau a mi lado, su risa era contagiosa, y pude sentir la calidez de su humor disipando cualquier tensión.—¡Oigan! Ya basta, él no es así... No tendrá problemas... —intenté defender a Kane, pero antes de que pudiera terminar, mi teléfono vibró sobre la mesa, interrumpiendo mis palabras. La pantalla iluminada mostraba un mensaje de él.Profesor Favorito: "Pues sí, tienes que pedirme permiso." Su
MaeveEl frío de la noche se había instalado en el parque, filtrándose bajo mi ropa y haciéndome temblar, pero el dolor en mi pecho era aún más penetrante, un frío interno que no me dejaba pensar en otra cosa.Mis pasos me llevaron automáticamente al parque donde conocí a Luca.Con un suspiro, apagué mi teléfono, no quería más mensajes ni llamadas, necesitaba estar sola con mis pensamientos.De repente, como si hubiera surgido de la propia noche, Luca apareció a mi lado, con una sonrisa ladeada que no alcanzaba sus ojos.—Este lugar tiene algo especial para corazones rotos, ¿no es así? —dijo, su voz baja y cálida.Asentí, sin ganas de hablar, pero agradecida por la compañía que, a pesar de todo, no me era indiferente.—¿Estás enamorada de él? De Kane, quiero decir —preguntó Luca, su tono suave, casi cuidadoso.Miré al suelo, las hojas caídas crujían bajo mis pies mientras continuamos caminando.—Sí, lo estoy... por eso duele tanto. No lo sé. —Mis palabras eran un susurro, una confesió
Kane—¿A qué se debió toda esa escena allí atrás? —preguntó Ada y aunque sus ojos no me miraban, podía sentir su curiosidad pinchándome.Mis dedos se tensaron alrededor del volante, y mi voz salió baja y controlada.—Tenía que hacerlo. No te ilusiones.La frialdad en mi tono debió ser suficiente advertencia para que dejara el tema, pero ella nunca fue de las que se detienen fácilmente.—Sabes que tu novia estaba viendo, ¿no? —inquirió con un tono demasiado sarcástico para mi gusto.Paré el auto bruscamente al lado de la carretera, mi pulso latiendo furioso en mis sienes. Giré hacia ella, mi mirada era un claro aviso de que estaba pisando terreno peligroso.—¿Qué dijiste? —mi voz salió más afilada de lo que pretendía, cada músculo de mi cuerpo tenso, expectante a su respuesta.—Que la mo... Maeve nos vio en el estacionamiento de la universidad, —repitió mirándome con cautela.—No era mi intención que ella viera eso... era necesario, para protegerla de los rumores, —susurré más para mí
MaeveKane, con su pecho agitado y los ojos encendidos por una furia que no había visto antes en él, se abrió paso entre la multitud con la rapidez de un depredador.Su mano se cerró alrededor del brazo de Luca, arrastrándolo lejos de mí con un empujón que hizo que todos a nuestro alrededor se detuvieran para mirar.—¿Cómo pudiste traerla aquí? —gruñó, su voz un rugido bajo que hizo vibrar el aire tenso de la discoteca.Luca, con una sonrisa irritante y demasiado tranquila para la situación, se ajustó la camisa como si tal confrontación no fuera más que mero inconveniente.—Ella quería venir, y conmigo está a salvo —respondió con una calma que contrastaba drásticamente con la tempestad en los ojos de Kane.Sentí el aire frío de la discoteca rozar mi piel, y un escalofrío me recorrió. Estábamos rodeados por miradas curiosas y algunas llenas de hambre, todas fijadas en nosotros, o más precisamente, en mí. La música palpitante se mezclaba con el murmullo de voces, creando un zumbido que
MaeveKane se giró rápidamente, colocándose entre Luca y yo, su cuerpo un escudo protector del mío, asegurándose de que yo permaneciera cubierta y fuera de la vista de Luca.Sentí sus músculos tensos bajo mis manos cuando las apoyé en su espalda. Una calma mortífera se había apoderado de él, y realmente no sabía en qué podría terminar esto.Luca se tomó un momento para evaluar la escena, sus ojos recorriendo el cuerpo de Kane antes de detenerse en su entrepierna soltando un silbido impresionado.—Ahora entiendo por qué estás con él, —comentó con un tono juguetón.—¿Qué haces aquí? —pregunté con un tono cortante, mirándolo por encima del hombro de Kane.—Oh, solo te traje tu coche, —respondió él, sacando las llaves y jugueteando con ellas en el aire.Sentí como la tensión y la furia se acumulaba en el cuerpo de Kane, que estaba inusualmente quieto hasta ese momento.—Luca, deja las llaves y vete ahora, —ordené, haciéndole una seña hacia la puerta con los ojos.A pesar de que pareció no
MaeveEl sonido del golpeteo en la puerta resonó a través de mi apartamento, y en ese instante una corriente de anticipación recorrió mi cuerpo.La cuchara que estaba utilizando para revolver los huevos cayó al suelo con un tintineo suave mientras me precipitaba hacia la entrada.Cada paso estaba cargado con la esperanza de ver a Kane, de despejar la confusión y el miedo que se habían instalado en mi corazón desde la noche anterior.Abrí la puerta con una sonrisa radiante que se ajustaba a mi rostro, una sonrisa que estaba lista para dar la bienvenida a su calor, su presencia que tanto había extrañado.Sin embargo, mi sonrisa se desvaneció tan pronto como la puerta se abrió completamente, reemplazada por una expresión de desconcierto.En lugar de Kane, encontré a Luca parado allí, con su sonrisa despreocupada y un brillo travieso en sus ojos. Llevaba un ramo de flores silvestres en una mano y una bolsa de pastelería en la otra, como si pretendiera convertir un desayuno casual en una e
MaeveJusto cuando terminé de organizar los platos del desayuno, Luca se deslizó hasta la barra de la cocina con una sonrisa pícara.—¿Crees que tu madre tendría el mismo sabor exquisito que tú? —bromeó, inclinándose un poco hacia adelante como si estuviera realmente considerando la posibilidad. Antes de que pudiera reaccionar a su comentario, añadió, —deberías dejarme probarte para poder comparar, —y guiñó un ojo.Aunque su tono era juguetón, no pude evitar golpearle ligeramente el pecho con un toque de fingida indignación, aunque ambos terminamos riendo.En ese momento preciso, mi madre apareció en la entrada de la cocina, una sonrisa brillante en su rostro.—¡Ah, qué lindos se ven juntos! —exclamó, y algo en la forma en que nos miró me hizo sonrojar.No sabía si reír o aclarar la situación, pero la presencia de Luca de alguna manera hacía que todo pareciera más ligero, incluso las bromas más atrevidas.Me apresuré a salir del apartamento, mi rostro probablemente revelando más de lo
KaneLa bodega en la que estábamos era un lugar que olía a moho y a tierra mojada.El aire frío y húmedo se adhería a la piel como una segunda capa, y cada respiración dejaba un rastro de vapor frente a mis labios.Estaba impaciente, contando los minutos para poder ver a Maeve. Sin embargo, los asuntos urgentes requerían mi atención aquí, en este oscuro rincón subterráneo que parecía tragarse cada chispa de calor.Justo cuando la espera comenzaba a ser insoportable, la voz de Ada cortó el silencio, haciéndome volver a la cruda realidad.—Están en camino, —anunció con seriedad.Fue entonces cuando noté que no estábamos solos. Otra presencia, casi imperceptible, se había deslizado entre las sombras.Giré bruscamente, mis ojos acostumbrándose a la penumbra, y la ira hervía dentro de mí al identificar al intruso.—¡Qué demonios haces aquí! —rugí hacia Ada, aunque no era ella quien me había sorprendido.—¿Qué? —exclamó, como si estuviera completamente desconcertada por mi reacción, llevánd