MaeveJusto cuando terminé de organizar los platos del desayuno, Luca se deslizó hasta la barra de la cocina con una sonrisa pícara.—¿Crees que tu madre tendría el mismo sabor exquisito que tú? —bromeó, inclinándose un poco hacia adelante como si estuviera realmente considerando la posibilidad. Antes de que pudiera reaccionar a su comentario, añadió, —deberías dejarme probarte para poder comparar, —y guiñó un ojo.Aunque su tono era juguetón, no pude evitar golpearle ligeramente el pecho con un toque de fingida indignación, aunque ambos terminamos riendo.En ese momento preciso, mi madre apareció en la entrada de la cocina, una sonrisa brillante en su rostro.—¡Ah, qué lindos se ven juntos! —exclamó, y algo en la forma en que nos miró me hizo sonrojar.No sabía si reír o aclarar la situación, pero la presencia de Luca de alguna manera hacía que todo pareciera más ligero, incluso las bromas más atrevidas.Me apresuré a salir del apartamento, mi rostro probablemente revelando más de lo
KaneLa bodega en la que estábamos era un lugar que olía a moho y a tierra mojada.El aire frío y húmedo se adhería a la piel como una segunda capa, y cada respiración dejaba un rastro de vapor frente a mis labios.Estaba impaciente, contando los minutos para poder ver a Maeve. Sin embargo, los asuntos urgentes requerían mi atención aquí, en este oscuro rincón subterráneo que parecía tragarse cada chispa de calor.Justo cuando la espera comenzaba a ser insoportable, la voz de Ada cortó el silencio, haciéndome volver a la cruda realidad.—Están en camino, —anunció con seriedad.Fue entonces cuando noté que no estábamos solos. Otra presencia, casi imperceptible, se había deslizado entre las sombras.Giré bruscamente, mis ojos acostumbrándose a la penumbra, y la ira hervía dentro de mí al identificar al intruso.—¡Qué demonios haces aquí! —rugí hacia Ada, aunque no era ella quien me había sorprendido.—¿Qué? —exclamó, como si estuviera completamente desconcertada por mi reacción, llevánd
MaeveEl aire de la noche era frío y húmedo, empapando cada aliento que tomaba mientras mis pies descalzos se abrían paso a través del musgo y las hojas caídas del bosque oscuro.A cada paso, el suelo blando y húmedo se adhería a mis pies, como si intentara retenerme, retrasarme.A lo lejos, los gritos desgarradores de personas llorando por ayuda perforaban la noche, una melodía desesperada que me impulsaba hacia adelante, a pesar de que mis piernas parecían moverse a través de un mar de arenas movedizas, pesadas y lentas.A medida que me acercaba, un calor abrasador me golpeó repentinamente, tan intenso que mi piel se estremeció bajo su toque inesperado.Finalmente, llegué a una pequeña cabaña que era devorada por las llamas, las lenguas de fuego danzaban violentamente hacia el cielo oscuro, pintándolo con tonos de naranja y rojo.En el suelo frente a la estructura ardiente habían varias figuras. Un par de personas estaban tiradas, inmóviles; uno de ellos aún gritaba en agonía, mient
Kane—Bueno, —suspiró Ada a mi lado con una mezcla de alivio y sarcasmo, —eso salió bien.Me levanté de la silla en la que estábamos sentados, estirando los músculos tensos por la larga reunión. A pesar del tono ligero de Ada, yo sabía el peso que llevaba sobre mis hombros.Sí, la reunión había salido bien en términos generales; teníamos bajo control la situación con los media sangre recién convertidos, al menos por ahora.Todos se habían ido; solo quedábamos Ada y yo en la sala. Miré mi teléfono por inercia, y la pantalla iluminada mostraba un mensaje no leído de Maeve.Ángel: "¿Estás bien?"El mensaje había sido enviado hace un par de horas.Esa simple pregunta, tan cargada de preocupación, hizo que una sonrisa amarga se escurriera por mis labios."De seguro está durmiendo ahora," pensé, tratando de convencerme de que todo estaba bien, que tal vez su madre estaba con ella...Sin embargo, una parte de mí quería verla, asegurarme personalmente de que estaba a salvo."Podría colarme en
MaeveCuando abrí los ojos, todo se veía desenfocado, los contornos borrosos y los colores mezclándose en un remolino de sombras indistintas.Una sensación de pesadez me oprimía el cuerpo, y un dolor sordo latía en cada parte de mí.La figura borrosa de Kane se materializó lentamente, su rostro marcado por una expresión de profunda preocupación.—Ángel... —escuché su voz, suave y temblorosa, como si cada palabra le costara un esfuerzo monumental. —Lo siento tanto...¿Qué le ocurre? Pensé, confundida y desorientada, sin saber de qué hablaba. ¿Por qué sonaba tan desesperado?Mi mente luchaba por conectar las piezas, pero todo parecía un rompecabezas incompleto.Miré a mi alrededor, tratando de orientarme. Las paredes eran conocidas, decoradas con tonos suaves y muebles elegantes que no pertenecían a mi habitación, estaba en su habitación.Miré hacia abajo y noté que estaba vestida con una camisa que era claramente de Kane, demasiado grande para mí, sus mangas colgando más allá de mis ma
MaeveKane conducía en silencio, su expresión concentrada y los músculos de su mandíbula tensos. Podía sentir la rigidez en cada uno de sus movimientos.Los primeros rayos del sol calentaban mi piel a través del vidrio, ofreciendo un pequeño consuelo contra el frío nudo de temor en mi estómago.Deslicé mi mano sobre la suya, que descansaba sobre la palanca de cambios. Su piel estaba fría al tacto, y pude sentir la ligera sorpresa en su cuerpo al contacto.—Todo estará bien, mi amor... —susurré, intentando infundir en mis palabras más seguridad de la que realmente sentía.Sabía que él estaba más ansioso que yo por ver las imágenes, cada momento que nos acercábamos al destino aumentaba la pesadez en el ambiente.Kane giró su cabeza hacia mí y me ofreció una sonrisa, una sombra de su sonrisa usual que no llegaba del todo a sus ojos, pero que aprecié enormemente en ese momento. Sus ojos reflejaban una tormenta de preocupaciones que luchaba por ocultar.Tomó mi mano y, llevándola a sus lab
KaneMaeve estaba acurrucada en mi regazo, su cuerpo sacudido por sollozos que parecían arrancarle el alma.Mis brazos la envolvían, intentando ofrecerle un consuelo que sabía era insuficiente frente al dolor que ella sentía. Cada lágrima que derramaba era como una puñalada directa a mi corazón, cada sollozo me recordaba del horror que ella había vivido y que yo no había podido evitar.El estudio estaba bañado en una luz suave, pero la oscuridad de las imágenes en la pantalla había teñido todo de un tono sombrío.La impotencia me consumía; sabía que no debía haber permitido que viera esas imágenes. Aunque parte de mí había creído que enfrentarlos sería un paso hacia adelante, ahora veía el error en mi razonamiento.Ahora, la furia ardía dentro de mí, un monstruo voraz alimentado por cada imagen de su sufrimiento.Necesitaba hacer algo, descargar esta ira de alguna manera. Sentía una urgencia visceral, una necesidad primal de destruir a quienes le habían hecho daño, aunque ya no quedar
Maeve—Es enorme, —comenté mientras caminábamos por el amplio pasillo, observando los altos techos y las lujosas decoraciones.—Sí, aunque la mayoría de las habitaciones ni siquiera se usan, —respondió Kane con un tono desinteresado.Cada habitación que visitábamos parecía sacada de un sueño, decorada con un estilo que mezclaba lo antiguo y lo moderno de manera exquisita.Sin embargo, lo que más captó mi atención fue la calidez que Kane intentaba transmitir en cada detalle, asegurándose de que me sintiera cómoda en todo momento.—¿Te gusta? —preguntó, notando cómo mi mirada se detenía en los pequeños detalles de cada habitación.—Es hermoso, —reconocí, sintiendo cómo la perfección del lugar empezaba a abrumarme un poco. —Pero un poco intimidante.Kane rió suavemente, tomando mi mano para guiarme a la siguiente área.—No te preocupes, pronto te acostumbrarás. Y si no, siempre podemos hacer cambios para que te sientas más en casa, —ofreció, con una sonrisa arrogante. —O podemos quedarno