MaeveCuando abrí los ojos, todo se veía desenfocado, los contornos borrosos y los colores mezclándose en un remolino de sombras indistintas.Una sensación de pesadez me oprimía el cuerpo, y un dolor sordo latía en cada parte de mí.La figura borrosa de Kane se materializó lentamente, su rostro marcado por una expresión de profunda preocupación.—Ángel... —escuché su voz, suave y temblorosa, como si cada palabra le costara un esfuerzo monumental. —Lo siento tanto...¿Qué le ocurre? Pensé, confundida y desorientada, sin saber de qué hablaba. ¿Por qué sonaba tan desesperado?Mi mente luchaba por conectar las piezas, pero todo parecía un rompecabezas incompleto.Miré a mi alrededor, tratando de orientarme. Las paredes eran conocidas, decoradas con tonos suaves y muebles elegantes que no pertenecían a mi habitación, estaba en su habitación.Miré hacia abajo y noté que estaba vestida con una camisa que era claramente de Kane, demasiado grande para mí, sus mangas colgando más allá de mis ma
MaeveKane conducía en silencio, su expresión concentrada y los músculos de su mandíbula tensos. Podía sentir la rigidez en cada uno de sus movimientos.Los primeros rayos del sol calentaban mi piel a través del vidrio, ofreciendo un pequeño consuelo contra el frío nudo de temor en mi estómago.Deslicé mi mano sobre la suya, que descansaba sobre la palanca de cambios. Su piel estaba fría al tacto, y pude sentir la ligera sorpresa en su cuerpo al contacto.—Todo estará bien, mi amor... —susurré, intentando infundir en mis palabras más seguridad de la que realmente sentía.Sabía que él estaba más ansioso que yo por ver las imágenes, cada momento que nos acercábamos al destino aumentaba la pesadez en el ambiente.Kane giró su cabeza hacia mí y me ofreció una sonrisa, una sombra de su sonrisa usual que no llegaba del todo a sus ojos, pero que aprecié enormemente en ese momento. Sus ojos reflejaban una tormenta de preocupaciones que luchaba por ocultar.Tomó mi mano y, llevándola a sus lab
KaneMaeve estaba acurrucada en mi regazo, su cuerpo sacudido por sollozos que parecían arrancarle el alma.Mis brazos la envolvían, intentando ofrecerle un consuelo que sabía era insuficiente frente al dolor que ella sentía. Cada lágrima que derramaba era como una puñalada directa a mi corazón, cada sollozo me recordaba del horror que ella había vivido y que yo no había podido evitar.El estudio estaba bañado en una luz suave, pero la oscuridad de las imágenes en la pantalla había teñido todo de un tono sombrío.La impotencia me consumía; sabía que no debía haber permitido que viera esas imágenes. Aunque parte de mí había creído que enfrentarlos sería un paso hacia adelante, ahora veía el error en mi razonamiento.Ahora, la furia ardía dentro de mí, un monstruo voraz alimentado por cada imagen de su sufrimiento.Necesitaba hacer algo, descargar esta ira de alguna manera. Sentía una urgencia visceral, una necesidad primal de destruir a quienes le habían hecho daño, aunque ya no quedar
Maeve—Es enorme, —comenté mientras caminábamos por el amplio pasillo, observando los altos techos y las lujosas decoraciones.—Sí, aunque la mayoría de las habitaciones ni siquiera se usan, —respondió Kane con un tono desinteresado.Cada habitación que visitábamos parecía sacada de un sueño, decorada con un estilo que mezclaba lo antiguo y lo moderno de manera exquisita.Sin embargo, lo que más captó mi atención fue la calidez que Kane intentaba transmitir en cada detalle, asegurándose de que me sintiera cómoda en todo momento.—¿Te gusta? —preguntó, notando cómo mi mirada se detenía en los pequeños detalles de cada habitación.—Es hermoso, —reconocí, sintiendo cómo la perfección del lugar empezaba a abrumarme un poco. —Pero un poco intimidante.Kane rió suavemente, tomando mi mano para guiarme a la siguiente área.—No te preocupes, pronto te acostumbrarás. Y si no, siempre podemos hacer cambios para que te sientas más en casa, —ofreció, con una sonrisa arrogante. —O podemos quedarno
MaeveAl caminar por el pasillo de la universidad, la atmósfera siempre vibrante y llena de voces se silenció brevemente cuando Sarah se nos acercó con un aire de urgencia.—¿Escucharon? —dijo con los ojos agrandados. —Jonas, Trevor y Sophia han desaparecido.Un escalofrío involuntario recorrió mi espalda al oír esos nombres, y una tensión inmediata se apoderó de mí. Por un momento, las voces y risas de ellos en las imágenes del vídeo hicieron eco de mi mente.—Escuché los rumores de que se fueron a acampar, —comentó Clau con una sonrisa sarcástica. —Por mí, podrían perderse y no volver.Aunque sus palabras intentaban ser ligeras, no lograron disipar la pesadez que se había asentado en mi pecho. Seguí caminando por el pasillo, cada paso resonando más fuerte de lo habitual en mis oídos, como si cada eco me recordara lo que había ocurrido.—Eve, ¿estás bien? —Sarah me detuvo, su preocupación evidente mientras colocaba una mano en mi brazo.—Sí, no, yo no escuché nada, —balbuceé, mi voz
Maeve—Tenemos una cena formal esta noche en la casa de Jackie, —dijo mamá apenas crucé el umbral de la puerta.—Hola a ti también, —respondí con una sonrisa ante su saludo.Me acerqué a la cocina, donde ella estaba organizando lo que parecían ser ingredientes para algún plato especial, y le di un beso en la mejilla.—¿Podrías invitar a Luca? No ha aparecido por aquí y me gustaría que nos acompañe... —sugirió, mirándome con esa expresión esperanzada que conocía tan bien.—No tientes al diablo, —reí, llenando un vaso con agua del grifo. —Si lo nombras tres veces, seguro que aparece.Mamá soltó una carcajada, aunque su sonrisa no logró ocultar la sombra de preocupación en sus ojos.—No puedes negar que se ven muy bien juntos... —insistió, apoyándose en la encimera con los brazos cruzados, su mirada evaluando mi reacción.—Solo somos amigos, mamá, —respondí, mordiéndome el labio inferior.Sentía cómo la conversación iba hacia un terreno que prefería evitar, especialmente después de los d
MaeveLa tensión entre Kane y yo era palpable a medida que me acercaba a él, casi como una corriente eléctrica que se intensificaba con cada paso que daba.Su mirada fija no se apartó de mí, clavándome en el lugar con una intensidad que me hizo tragar saliva, pero también encendió una chispa de anticipación en mi estómago.—Señorita Ryder, —su saludo fue formal, pero su voz tenía un borde coqueto que la formalidad no podía ocultar.—Profesor Knight, —respondí con igual formalidad, manteniendo la mirada fija en sus ojos, desafiante.Él me examinó de pies a cabeza, sus ojos brillando con una mezcla de admiración y algo más oscuro, más peligroso. Dió un paso al frente, invadiendo mi espacio personal, y sentí su aliento cálido cerca de mi oreja al susurrar:—Estás hermosa, ángel.Un escalofrío me recorrió la columna, pero conseguí mantener la compostura.—Tú no estás nada mal tampoco, —repliqué, mi voz baja y sensual.Él sonrió, un gesto que transformó su rostro, suavizando las líneas dur
MaeveMe quedé quieta, la sorpresa y el rubor subiendo a mis mejillas.No esperaba que nadie nos descubriera, y mucho menos que el profesor Rogers fuera el que lo hiciera. Traté de mantener la compostura, buscando rápidamente en mi mente una respuesta adecuada.—Profesor, lo siento si... —empecé, pero me detuve, no estaba del todo segura de qué decir.—Esto es algo que debería decirle al rector de la universidad. Lo que ustedes dos hicieron va en contra del código de conducta de la institución, señorita Ryder, y no puedo simplemente ignorarlo, —respondió, con un tono de autoridad que no admitía réplicas.El pánico se apoderó de mí al oír sus palabras. La idea de enfrentar al rector y las posibles consecuencias para Kane y para mí, me llenaron de un miedo paralizante. Sabía que tenía que decir algo, cualquier cosa que pudiera cambiar su decisión.—Por favor, profesor, no le diga al rector. Esto no afecta a mi desempeño académico ni a mi comportamiento en clase. Fue un error de juicio,