KaneMaeve había salido por la puerta hace apenas unos minutos y ya sentía un vacío.Estaba feliz de que la sorpresa que le había dado, a parte del desayuno, la hiciera tan feliz. Cuando le entregué una copia de la llave de mi apartamento, chilló como una niña y su sonrisa iluminó mi mundo.Además, el hecho de que hoy no tuviera que ir a dar clases en la universidad parecía irrelevante ahora; había decidido que después de nuestra conversación de esta noche, dejaría todo para estar con ella.Realmente, no necesitaba ese trabajo. Era simplemente una cobertura para infiltrarme en la universidad que, se suponía, me daría pistas para mi misión.El sonido insistente de mi teléfono en la cocina rompió el hilo de mis pensamientos.Me arrastré desde el balcón, sintiendo cada paso como si llevara plomo en los pies, y con un suspiro pesado, atendí la llamada.—Hemos encontrado algo —la voz de Ada sonaba urgente y llena de una energía que ahora me resultaba ajena. —Están operando en un pub clande
Maeve—Pero vamos, Maeve, dinos la verdad. Esto es más que solo una cena, ¿cierto? —insistió Clau, su voz baja pero intensa, mientras me pasaba un café que sabía que no había pedido pero que agradecía infinitamente.—Vamos, cuéntanos todo, cómo te lo pidió, ¿fue romántico? —Sarah rió bajo, tomando su vaso con ambas manos.Sentí cómo mis mejillas se calentaban, no solo por el recuerdo de Kane acercándose a mí con esa sonrisa que podía derretir el corazón más frío, sino también por la nostalgia punzante de Dani."Dani habría hecho un chiste ahora," pensé, tragando el nudo en mi garganta.Clau me alcanzó la mano sobre mi pierna, de seguro dándose cuenta a dónde se habían ido mis pensamientos.—Está bien amar y reír, Eve. Dani habría querido eso para ti.—Exactamente. Y además, tienes que contarnos si el profesor Knight tiene un lado tan oscuro como intrigante. —Sarah asintió, apoyando su mano sobre la de Clau.—Gracias, chicas, —murmuré, sintiéndome verdaderamente agradecida por tenerlas
MaeveLlegué al restaurante, un lugar bañado en luz suave y música de fondo que acariciaba los sentidos. La recepcionista me miró expectante cuando me detuve ante ella.—¿Tiene reserva? —preguntó con una voz que sonaba casi demasiado profesional.Me quedé en blanco por un momento, recordando que Kane no me había mencionado nada específico.—Uh, está a nombre de Kane Knight, —dije, sintiéndome un poco fuera de lugar.Ella me examinó brevemente, su mirada deslizándose de mi cabeza a mis pies antes de esbozar una sonrisa un poco tensa y asentir.—Por supuesto, sígame por favor, —dijo, girando sobre sus tacones con eficiencia.Caminamos por entre mesas elegantemente vestidas y parejas sumidas en conversaciones bajas. El ambiente era íntimo, casi demasiado, para mi nerviosismo creciente.Llegamos a una mesa aislada, con una vista impresionante de la ciudad a través de grandes ventanales. Me senté, agradeciendo el suave tacto del mantel bajo mis dedos, intentando disipar la tensión de mis h
MaeveAl escuchar su voz, quebrada y débil, un escalofrío recorrió mi espalda. La luz del pasillo apenas iluminaba la habitación, creando sombras que danzaban por las paredes en un macabro espectáculo.Mi corazón latía con fuerza, amenazando con salirse de mi pecho mientras examinaba su estado. Kane estaba pálido, más de lo normal, y su piel tenía un tinte grisáceo que me llenaba de terror.—No, no voy a dejarte, —le dije con voz firme, aunque por dentro estaba desmoronándome.Mis manos temblaban mientras trataba de evaluar sus heridas. Había sangre, mucha sangre, que manchaba su ropa y se extendía alrededor de su cuerpo en un charco oscuro.—Por favor, Maeve, es peligroso, —sus palabras eran un susurro, y el esfuerzo por hablar parecía consumirle las pocas fuerzas que le quedaban.Ignoré sus advertencias, rasgando parte de mi vestido para intentar detener el sangrado de una herida en su pecho. El tacto de su piel bajo mis dedos era frío, y cada momento que pasaba sin que pudiera hace
KaneEl aire estaba pesado, cargado de la culpabilidad que me ahogaba cada vez que inhalaba.Recordar como Maeve había llegado, y yo, un monstruo en la penumbra, temblaba no por el frío, sino por el miedo de lo que estaba a punto de hacerle.A medida que se acercaba su paso, mi ansiedad se convertía en un monstruo aún más grande, devorando lo poco que quedaba de mi humanidad.Cuando su silueta apareció, todo mi ser se tensionó. Mi instinto, ese lado primitivo y oscuro que tanto había luchado por controlar, tomó las riendas. La vi avanzar hacia mí, su rostro lleno de preocupación, no consciente de la bestia que esperaba.Intenté que se fuera, sabía que me curaría aunque tomara unos días, pero claro, ella eso no lo sabía.En un momento que pareció tanto eterno como fugaz, mis colmillos encontraron el suave y cálido refugio de su cuello.El sabor de su sangre se esparció por mi boca, un elixir tan potente que por un instante me hizo olvidar el horror de mis acciones. La sangre de Maeve,
Maeve—Bien, —suspiré, tratando de reunir mis fuerzas. —Bien, dame un segundo.Intenté levantarme de la cama, impulsada por una urgencia repentina, pero mis piernas no estaban tan listas como mi mente y empezaron a temblar incontrolablemente. Apenas me había enderezado cuando la habitación empezó a girar. Por suerte, antes de que pudiera desplomarme en el suelo, Kane estaba allí justo a mi lado.—Con cuidado, meine, —murmuró con esa voz que siempre lograba calmarme, aunque ahora estaba teñida de preocupación.Me tomó de la cintura, sosteniéndome con una mano mientras la otra acariciaba mi brazo en un intento de estabilizarme.—Baño, —logré decir con voz entrecortada, sabiendo que cada segundo contaba.Sin perder un momento, él me guió con pasos rápidos pero cuidadosos hacia el baño. Apenas cruzamos el umbral, corrí hacia el inodoro, donde mi estómago finalmente cedió a la náusea que había estado luchando por contener.Kane, con una calma imperturbable, sujetó mi cabello, apartándolo d
MaeveMe desperté sintiéndome revitalizada.La luz del sol se entraba entre las cortinas, picándome los ojos con sus brillantes destellos. Intenté estirarme para alejarme del incómodo brillo, pero un peso sólido y reconfortante me detuvo. El brazo de Kane estaba firmemente envuelto alrededor de mi cintura, manteniéndome pegada a su pecho—¿Dormiste bien? —pregunté, acomodándome en su abrazo, sintiendo cada músculo de su pecho y abdomen contra el mío.—Como un niño, —respondió él, su voz ronca por el sueño. Su aliento cálido rozó mi cuello, enviando un cosquilleo a través de mi piel. —Tener a mi reina en mis brazos es la mejor cura para el insomnio que he encontrado.Su risa, baja y ronca, vibró contra mi pecho cuando me estrechó aún más contra él.—Deberíamos levantarnos, —murmuré, aunque no tenía ningun apuro por salir de la cama.—Solo cinco minutos más, —dijo, su voz suave como una caricia. —No hay nada más importante en este momento que esto.Sus labios encontraron los míos, en un
Maeve"Has eliminado a Sophia del grupo" Sarah: "¿Qué pasó?" Dani: "Maeve, ¿dónde estás?"Clau: "¡La voy a matar!"El teléfono no paraba de vibrar en mi mano, y las lágrimas me dificultaban leer los textos de mis amigas. Mis manos temblaban tanto que tampoco podía responder. La pantalla se iluminaba constantemente con mensajes.Sophia había sido mi mejor amiga desde que teníamos tres años. Ella había sido mi única constante en la vida, y ahora...Una y otra vez volvía a la escena que desearía nunca haber presenciado.Jonas me había escrito para pasar por su habitación de la universidad así nos poníamos al día. Estaba emocionada por verlo después de las vacaciones; habíamos pasado tiempo sin estar juntos. Cuando llegué a su habitación, los sonidos que provenían del interior me detuvieron en seco.Acerqué mi oreja a la puerta, y los gemidos se hicieron más fuertes. Me alejé, mirando la puerta con las cejas fruncidas y el corazón martilleando en mis oídos."¿Qué mierda? ¿Jonas? No, ta