El banco, al ver que la familia Guzmán tenía insuficiencia de fondos, quiso que Carlos hipotecara el proyecto para obtener de esta forma el préstamo. Pero él no estaba dispuesto a arriesgar todo el proyecto solo por los pagos finales.Lo veía tan preocupado que apenas podía comer, aunque insistía en que yo comiera más. Pensé que sería la última vez que lo ayudaría.Había salvado la vida del presidente de la familia Medina una vez, cuando un coche a toda velocidad iba a atropellarlo. Corrí desesperada hacia él y lo empujé a un lado, rodando juntos por el suelo.Él me prometió que me debía tres favores incondicionales.Este sería el primero y tal vez el último: pedirle que ayudara a la familia Guzmán a superar esta crisis.Cuando colgué, tanto Carlos como Karen respiraron aliviados.Karen me tomó cariñosa la mano y me preguntó cómo iba todo con Mateo, insistiéndome en que les diera pronto un nieto para cuidar.Quise darle una respuesta superficial, pero justo cuando vi el video que Yolan
Semejante farsa finalmente terminó cuando Carlos dejó inconsciente a Mateo tras golpearlo una y otra vez.El médico llegó para revisar sus heridas, mientras que Yolanda fue expulsada de la casa y yo terminé durmiendo en la habitación de invitados del segundo piso.Cada uno de los involucrados salió herido de alguna manera, pero tal vez quienes más sufrieron fueron Carlos y Karen. Tener un hijo tan terco como este, hacía temer por el futuro de la familia Guzmán.14Las heridas de Mateo eran serias, lo que demostraba que su padre realmente no se había contenido. Lo dejaron en la casa para que pronto se recuperara.Karen insistió en que yo me quedara también, con la esperanza de que lo cuidara.Sabía muy bien que, ella intentaba unirnos de nuevo, pero tanto Mateo como yo ya no teníamos interés alguno en continuar con nuestra relación.Cada vez que me veía, Mateo lanzaba insultos, y estoy segura de que, si no estuviera herido, habría intentado golpearme también.Todos los días hablaba por
Quería construir otra escuela secundaria en el lugar, equipada con las mejores instalaciones y personal docente, con la esperanza de que, tal vez, algunos estudiantes llegaran a ser algún día universitarios.Cuando los funcionarios locales supieron de mi idea, no dudaron en ofrecer todo su apoyo.Los habitantes del pueblo, al enterarse, me miraban con lágrimas en los ojos, trayéndome regalos en señal de agradecimiento. Algunos ancianos, sin mucho que ofrecer, incluso intentaban arrodillarse para darme las gracias.Al ver a estas personas tan humildes y bondadosas, sentí cómo mi corazón, de a poquito ya comenzaba a sanar.En comparación con lo que estaba haciendo por ellos, los asuntos de amor y relaciones parecían ser tan insignificantes y egoístas.Me quedé a vivir en una de las casas del pueblo. Durante el día, iba a la escuela, les enseñaba a los canciones a los niños, e incluso jugábamos de vez en cuando. Para mi sorpresa, me sentía increíblemente bien.Mi médico de cabecera me dij
Saqué apresurada el celular y llamé a mi abogado, pidiéndole que enviara el acuerdo de divorcio firmado a Mateo. Luego, le mandé un mensaje de texto: [Les doy mi bendición. Adiós.]¿Qué culpa tenía Mateo? Simplemente él había seguido fiel a su amor, solo que, por desgracia, no era yo a quien amaba.Si hubiera despertado antes de este error de matrimonio, si lo hubiera dejado ir, quizás él y yo podríamos haber vuelto a ser esos grandes compañeros de pupitre de antaño, tan naturales y sin ningún tipo de complicaciones.Lamentablemente, él tenía sus convicciones y yo, las mías.Al final, él consiguió lo que defendía, y yo solo pude optar por soltar.17Esperé paciente, durante mucho tiempo, que Yolanda me enviara una foto de su boda con Mateo. Pero hasta el último suspiro de mi vida, incluso cuando mi alma ya flotaba en el aire, no recibí ningún mensaje de ella.Observaba a los aldeanos y a los niños llorando desconsolados alrededor de mi ataúd. Quería acercarme a ellos y decirles: No llo
Al ver que Mateo no decía nada, Karen suspiró aliviada y le dijo: —Si verdaderamente quieres reconciliarte con Jimena, ve en este momento y búscala. Luego, vive con ella de forma honesta y tranquila.Mateo movió los ojos, levantó con asombro la cabeza y, con una expresión perdida, le preguntó a su madre: —¿Crees que Jimena estaría dispuesta a perdonarme y vivir conmigo otra vez?Negué con la cabeza. Claro que no. No me interesa en lo más mínimo lo que ya ha pasado por las manos de Yolanda.Karen, furiosa, le dio una palmadita en la espalda: —Si no lo intentas, ¿cómo sabrás si está dispuesta o no?Afirmé con la cabeza. ¡Exacto! ¿Cómo vas a saberlo si no lo intentas?Mateo se levantó de un salto, se puso una chaqueta a toda prisa y salió corriendo. Yo lo seguí de inmediato.Sentada en el carro, lo vi haciendo desesperado llamadas, buscando contactos, gastando dinero para que la gente investigara mi paradero. Finalmente, encontró mi tumba en una colina en las montañas.Pude ver la incredu
Después de que todos aceptaron la relación entre Yolanda y Mateo, ya nadie más importaba en mi corazón.20Más tarde, Mateo fue al hospital a buscar a mi médico tratante. De sus palabras, se enteró de que tenía cáncer terminal de estómago y que me negaba a ser hospitalizada.Al regresar a casa, apesumbrado se abrazó a una botella de alcohol y se embriagó, murmurando: —No sabía que realmente solo te quedaban tres meses. Si lo hubiera sabido, habría...— No terminó la frase y en ese instante se quedó dormido.Si lo hubiera sabido, ¿qué habría hecho? ¿Dejar a Yolanda y estar conmigo?Al día siguiente, comenzó entusiasta a seguir tutoriales en video para aprender a cocinar mis platillos favoritos. Se cortó un dedo y, tras colocarse una tirita, continuó. Se le quemó la comida y todo terminó en la basura, así que volvió de nuevo a encender la estufa.Mientras picaba los ingredientes, murmuró: —¿Acaso no eras tú quien, precisamente se esforzaba una y otra vez para aprender a cocinar por mí?Oh
1.Sentada frente a la mesa, mirando los platos que se enfriaban poco a poco, levanté la mano y escribí un escueto mensaje en mi celular: «Está bien», y la envié de inmediato.Media hora antes, Mateo me había enviado un mensaje diciendo que ya había salido de la oficina y que pronto estaría en casa.Emocionada, había preparado su comida favorita. Pero luego vi un nuevo mensaje: «Surgió una cena de negocios de último momento, no te preocupes, come tú sola».De repente, mi corazón se estremeció.No había ningún tipo de cenas. Simplemente, mi «querida hermanita», Yolanda Flores, su primer amor, había regresado del extranjero con su hijo mestizo, y Mateo, junto con algunos amigos, la estaban agasajando.¿Cómo lo supe? Pues por Yolanda quien publicó una historia en las redes sociales, visible solamente para mí. En la foto, Mateo la miraba con una devoción que casi daba risa. Si no fuera porque ella aún guardaba algo de decoro, estoy segura de que me habría invitado a presenciarlo en person
Antes de encontrarme con ellos, me levanté apresurada y corrí al baño, sintiendo la tristeza a flor de piel.3En la sala, Mateo gritó mi nombre varias veces, pero yo, con la mano sobre la boca y las lágrimas corriendo por mi delicado rostro, no me atreví a responder.Cuando finalmente me sequé las lágrimas y me recompuse para salir, los encontré tan tranquilos sentados a la mesa, comiendo la comida que había preparado, conversando y riéndose como si nada. ¡Qué imagen tan feliz de «una familia de tres»!Con paso firme, me acerqué deprisa y me planté frente a la mesa, furiosa, clavando la mirada en ellos.Mateo levantó instintivamente la cabeza, con una expresión de desconcierto, y me preguntó: —¿Adónde fuiste? Te estuve llamando por un buen rato y no me respondiste.Yolanda sonrió con dulzura, pero en su mirada había un claro desafío cuando dijo:—Jimena, siéntate a desayunar con nosotros. —El tono de su voz era como si ella fuera la dueña de la casa y yo fuera una simple mendiga pidi