— Familia, ya llegué — grito, desde la entrada, y la primera persona en recibirme, es justamente la misma que extrañé en todo el día.— ¡Arturo! — exclama, envolviéndome con un abrazo efusivo —. Hoy realmente te he extrañado demasiado, no me dejes tanto tiempo sola.— Prometo no hacerlo, cariño.— ¿Cómo estuvo tu día? — pregunta, mientras nos dirigimos hacia el comedor, donde ya sus amigos están sentados.— Bien, Armando fue a verme. Más bien, me llamó, pero logramos localizarlo. Sigue dentro de la ciudad — Su rostro se contrae, volviéndose completamente sería —. Solo dejó una serie de amenazas, que ya conocía.— A mí, me ha enviado un correo — confiesa.— ¿Te sientes bien? — consulto, presionando su mano, ya en la mesa. Todos tienen sus ojos sobre nosotros.— Sí. Tengo un poco de miedo, pero estoy bien al final de cuentas. Ya no quiero que nos haga daño.— Y no lo hará — interviene su amiga —. El señor Arturo te cuida muy bien, y nos trajo aquí contigo, para que te sientas tranquila.
KERIANNE BACAB.Los días fueron pasando, hasta convertirse en meses. Ya mi embarazo estaba tomando forma y, Arturo, se mostraba cada vez más emocionado, como protector.No obstante, yo me sentía aislada. El aburrimiento comenzaba a apoderarse de mis sentidos más sensatos, llevando a convertirme en una persona con poca gracia. Lo sabía. Mis amigos a penas me aguantaban por todas mis quejas. Diría que eran las hormonas, pero también era la sensación de ser encerrada sin derecho a ver la ciudad.Desde que estoy aquí, no hay salidas a cenar, ni de compras, ni cine, ni fiestas ni nada. Todo se resume a la habiracion, cocina y despacho, el lugar donde pasó la mayor parte del tiempo trabajando para no pensar.La puerta se abre, y un Arturo muy sonriente, ingresa por la puerta con sus hombres, cargados de cosas. Si es lo que creo que es, no hay Dios que me convenza que me quede aquí un minuto más.— ¿Qué son esas cosas? — consulto.— ¡Oh, m****a! — masculla Paula, sentándose en el sofá.— ¿Qué
Cuando bajaba por las escaleras, Arturo ya se encontraba esperando al pie de ella. Yo me encontraba temblando como si fuera mi primera cita, y un tanto nerviosa, por no gustarle. En realidad, sí es mi primera cita, por lo que los nervios eran normales, según mi amiga. Cuando voltea a verme, su sonrisa se amplía y y traga en seco. Toma mi mano y deja un beso sobre ella, sonrojándome. Lo sé, porque siento mi rostro calentarse y su sonrisa ladeada me confirma. — Presumido. — Estás hermosa, amor — responde en su lugar. Mi cuerpo automáticamente hace efecto —. ¿Y, si nos quedamos? Me aparto un poco, para ver si está hablando en serio; sin embargo, apenas veo su rostro, me doy cuenta que está bromeando conmigo. — También te ves guapo — devuelvo en su lugar —. ¿A dónde me llevarás? Prefiero cambiar de tema, antes de que, en verdad, decida no salir. Suelta una sutil y sexy risa. — Es una sorpresa. Es nuestra cita. — Su voz sale áspera, mientras, continúa estudiándome —. ¡Dios! Eres enca
ARTURO BRUSQUETTI. Hacerla gemir de placer, es mi pasatiempo favorito, y su sabor, ¡joder! Ese se ha convertido en mi postre de todas las noches. Me he dado cuenta, que el embarazo le ha subido el deseo sexual al cien por ciento, y eso, me encanta, aunque cuando no lo estaba, nunca tuvimos inconvenientes con eso; sin embargo, ahora mis fuerzas se han reducido considerablemente. Y, para ser francos, no es una queja, al contrario, debo encontrar la forma de darle todo el placer que desee, porque se lo merece, y yo lo disfruto. Su estómago abultado es la cosa más sexy que ella posee, y ahora, que ha ganad más seguridad en sí misma, le luce perfecto. Me atrae más. Estoy en el despacho en este momento, mientras ella, se encuentra en la cocina con Natalie, conversando de no sé qué cosas, pero estoy segura que se trata de la empresa, para no mencionar a Armando. Muy en el fondo, ella está preocupada por lo de mi hermano, y quiere ayudarlo, pero también teme por la seguridad de nuestro beb
El grito ahogado de la mujer, llama la atención de todos. Mi hermano, inmediatamente se acerca a ella, y de su cintura, saca una navaja.— No llores, porque de lo contrario, tendré que escribir mi nombre sobre tu piel, y no será con este hermoso y elegante cuchillo — Los ojos de la castaña, estaban inundados de lágrimas, y se aguantaba las ganas de sollozar, mientras, movía la cabeza de arriba, abajo, aceptando las órdenes —. Ahora ve a cocinar algo. Tengo hambre.— Me estoy cansando, Armando — manifiesto, una vez que quedamos solos. Me pongo de pie, y camino hacia las escaleras. Pese que estoy esposado, iré a buscar a mí madre. Algo me dice que algo malo ha ocurrido —. La voy a buscar por mi cuenta.— ¿A dónde vas? Ven aquí, hermanito.— ¿Qué le has hecho a mí madre? — Vuelvo a preguntar, avanzando hacia arriba. Sus pasos se acercan a mí, y de un tirón, me manda para atrás, haciéndome caer.Gruño por el golpe, pero creo no haberme roto nada. Sin embargo, no puedo quedarme quieto. Vue
KERIANNE BACAB. Todo era aterrador. No teníamos idea de donde podría estar Arturo, pero cuando dimos, con su bendito paradero, grite al cielo un agradecimiento extenso, y me preparé para ir a rescatarlo. No iban a detenerme. Mis hombres ya estaban al mando, y Natalie ya había encontrado la forma de cuidarme la espalda, porque sabía que no me quedaría encerrada a esperar. Cuando supimos que estaba en la mansión Brusquetti, quedamos sorprendidos; pues no había rastros de que alguien viva allí, sin embargo, cuando una mujer se acercó a la empresa, junto a Smith o algún Bacab, nos dimos cuenta de que era víctima de Armando, y el presidente se encargó de avisarnos de inmediato. Ella logró escapar, pero dijo que Arturo necesitaba ayuda con urgencia, porque su hermano tenía planes terroríficos y sádicos para él. Al principio no le creí, pero sus golpes y cortes no eran normales, y cuando vi el cuerpo en descomposición de mi suegra, comprobé, que tan retorcido se ha vuelto mi cuñado y los
— ¿Necesitas algo? — pregunto, antes de salir de la habitación.Habían transcurridos veinte días exactos desde que salimos del hospital. Arturo se ha mostrado muy fuerte, aunque, ciertamente, se ha encerrado en su mundo, olvidándose por completo de mí.Armando nuevamente ha desaparecido; sin embargo, todos sus hombres han sido ejecutados por los jefes, o sea, su padre y abuelo.No obstante, Arturo no ha dicho nada al respecto. Es como si estuviera en automático. Solo trabaja y trabaja y nada más. Incluso sus hombres han comenzado a dudar de su cordura, por lo que tuve que encerrarlo y encararlo al respecto, pero simplemente me ignoró.— Nada — responde cortante. Solo eso, y ya. No hay más ninguna palabra que le siga, y no me gusta.— ¿Seguirás así?— Mi madre murió, Kerianne. Déjame llevar mi luto — responde, dándome un golpe con sus palabras.— Está bien, pero no olvides que tienes una prometida embarazada — Le recuerdo, saliendo completamente de la habitación.Bajo las escaleras, y
— ¿Estás listo? — pregunto.Nos encontrábamos en la clínica, esperando por la ginecóloga. Hoy era mi cita con ella, y el día en que sabríamos si nuestra semilla era niña o un niño. Ambos estábamos ansiosos por saber, y así, poder elegir un nombre bonito.— Estoy nervioso, pero listo. — La puerta se abre en ese momento, dando paso a una doctora, con sonrisa encantadora.— ¿Cómo está mami más hermosa? — pregunta, sentándose y abriendo el expediente.— Nerviosos.— Esperaron lo suficiente para saber ¿eh? — comenta. En verdad sí. Ya estamos por el octavo mes, y en verdad, no nos animamos antes, por temor, o no sé. pero finalmente lo decidimos.— Indecisos — responde mi prometido.Me extiende una bata y me indica el baño, donde paso a cambiarme. Posterior a eso, salgo del lugar y me recuesto sobre la camilla, con ayuda de Arturo, quien se coloca a mí lado con la vista en la pantalla. La doctora aplica un gel extremadamente frío, que me hace temblar, para después, comenzar a mover por encim