— ¿Necesitas algo? — pregunto, antes de salir de la habitación.Habían transcurridos veinte días exactos desde que salimos del hospital. Arturo se ha mostrado muy fuerte, aunque, ciertamente, se ha encerrado en su mundo, olvidándose por completo de mí.Armando nuevamente ha desaparecido; sin embargo, todos sus hombres han sido ejecutados por los jefes, o sea, su padre y abuelo.No obstante, Arturo no ha dicho nada al respecto. Es como si estuviera en automático. Solo trabaja y trabaja y nada más. Incluso sus hombres han comenzado a dudar de su cordura, por lo que tuve que encerrarlo y encararlo al respecto, pero simplemente me ignoró.— Nada — responde cortante. Solo eso, y ya. No hay más ninguna palabra que le siga, y no me gusta.— ¿Seguirás así?— Mi madre murió, Kerianne. Déjame llevar mi luto — responde, dándome un golpe con sus palabras.— Está bien, pero no olvides que tienes una prometida embarazada — Le recuerdo, saliendo completamente de la habitación.Bajo las escaleras, y
— ¿Estás listo? — pregunto.Nos encontrábamos en la clínica, esperando por la ginecóloga. Hoy era mi cita con ella, y el día en que sabríamos si nuestra semilla era niña o un niño. Ambos estábamos ansiosos por saber, y así, poder elegir un nombre bonito.— Estoy nervioso, pero listo. — La puerta se abre en ese momento, dando paso a una doctora, con sonrisa encantadora.— ¿Cómo está mami más hermosa? — pregunta, sentándose y abriendo el expediente.— Nerviosos.— Esperaron lo suficiente para saber ¿eh? — comenta. En verdad sí. Ya estamos por el octavo mes, y en verdad, no nos animamos antes, por temor, o no sé. pero finalmente lo decidimos.— Indecisos — responde mi prometido.Me extiende una bata y me indica el baño, donde paso a cambiarme. Posterior a eso, salgo del lugar y me recuesto sobre la camilla, con ayuda de Arturo, quien se coloca a mí lado con la vista en la pantalla. La doctora aplica un gel extremadamente frío, que me hace temblar, para después, comenzar a mover por encim
ARTURO BRUSQUETTI.Es tan agotador vivir en constante penumbras. Estar a la defensiva con la vida misma, de que aparezca él y te arrebate lo que más amas.— Señor, hemos dado con el paradero de su hermano. Lo tenemos acorralado — avisa Mauricio, ingresando de forma abrupta al lugar.Por su parte, Arturo se puse pie en un solo salto. No tenía intención de perder esta oportunidad, por fin se librarían de él; pero debía avisarle a su padre y abuelo. No sabía que decisión tomarían al respecto, pero sabía que no tenía que interponerse. Armando había llegado demasiado lejos con sus acciones, y, lamentablemente, no habría salvación para él.Subimos al coche y el chofer condujo hasta las afueras de la ciudad. Era un tinglado abandonado, parecido al que tenemos en Estados unidos. Cuando nos estacionamos en frente, no tardó en oírse los gritos de un hombre siendo torturado. Sabía de quien se trata, pero no podía intervenir, porque el trato fue no hacerlo.Ingresé en el recinto, y lo primero que
Todo era perfecto ahora. Es como si fuera un sueño, que de alguna manera aterraba. Temía un día despertar y darme cuenta, que nada de lo que he vivido es real, aunque, de alguna forma, algunas cosas me hubiesen gustado fuera diferente. — Será divertido — dice Kerianne, tomando mi mano. Estamos volando rumbo a Estados Unidos. Ella está con el bebé en los brazos, y casi nunca la deja sola. Natalie se comprometió a ayudarla a c cuidar, en caso de que lo necesite, aunque ciertamente, dudo mucho de eso —. Es la inauguración de mi nuevo hotel, amor. — Lo sé, solo estoy un poco…, raro — digo. Ella me sonríe. — Todo acabó. Tú mismo lo dijiste — Asiento y suelto un sonoro suspiro —. Estaremos bien. — Tienes razón. Debo dejar de preocuparme por ello. Solo que, aun no puedo creerlo. O sea, no creí que se acabaría de esta forma. — Tampoco lo creí. Pensaba que él se curaría, y podríamos compartir juntos, y esas cosas; pero también sabía, que eso era imposible. Su obsesión con el dinero y conmi
KERIANNE BACAB.— Estoy demasiado nerviosa — confieso, mientras me observo en el espejo en la tienda de vestidos. Estoy envuelta, con un vestido blanco, corte sirena, bordados con flores.— No entiendo por qué. Follan todos los días — responde Patricia, desde el otro lado.— Concuerdo con la rubia — apoya Paula —. No es como si no continuarían follando.— Por favor no lo hagan más en la oficina — aconseja la rubia. Mi rostro automáticamente se enciende, recordando las horas que pasó.Cuando Patricia vino por mí, me comentó que los empleados sabían lo que estaba haciendo; y, literal, no sé cómo haré para mirarlos.— ¿Estás recordando el sexo salvaje en la sala de juntas? Imagina que el edificio de al lado te haya visto — dice Paula —. ¿Por qué estás tan callada?De un solo movimiento, salgo del vestidor, con los ojos completamente abiertos, aterrada y avergonzada. O sea, no pensé en eso.— Nadie te vio, Kerianne — interviene la rubia —, a excepción de los de vigilancia. Ya sabes, las c
La luna de miel, fue un recorrido fenomenal. Mis padres se han quedado con la niña, mientras nosotros recorremos todo el continente americano. Especialmente, la parte sur del mismo.Lugares tropicales, gente asombrosa, hablando un idioma, brutalmente sexy, especialmente cuando Arturo es el que habla como todo un experto. Es tan atractivo, que no entiendo que rayos me sucede.Estamos en la piscina, en un hotel de Brasil, Arturo se aleja un rato de mí, para ir hasta la cantina, donde imagino, pedirá algo para los dos; sin embargo, una hermosa mujer, de piel morena, con un cuerpo tan tentador, como solo las latinas poseen, se acerca a él. No soy estúpida, para no darme cuenta que la mujer en particular, coquetea con mi hombre; sin embargo, debo admitir, que el mismo, la ignora olímpicamente, y eso, me hace sentir completamente orgullosa de él.Nunca imaginé sentir celos, pero en este mismo momento, esa incomodidad fluye en mi cuerpo, al detallar como, las manos de la morena, se posa en l
ARTURO BRUSQUETTI.Casarme con la mujer que amo, es la mejor sensación de toda mi vida. Nunca antes, había sido tan feliz, como ser el esposo de ella. Es reconfortante mirarla, es gratificante saber que soy el hombre más afortunado de este universo, por el hecho de que soy dueño de su amor. Dueño de sus besos y de sus caricias. Soy dueño de sus suspiros y gemidos.Estar entre sus piernas es como tocar el cielo con las manos. Hacerla el amor, es como estar en el paraíso. No tengo una explicación razonable para el sentimiento que surge en mi pecho cada vez que estoy cerca de ella, pero es algo único e inexplicable.Vuelvo a subir las escaleras, en busca de mi esposa. Vamos a llegar tarde a la reunión en la empresa. Misma reunión a la que ella misma me ha invitado.— Kerianne, cariño, llegaremos tarde — digo; sin embargo, me detengo cuando escucho arcadas, provenientes del sanitario, y a la niña en la cama, con sus piernas arriba. Corro hasta el sanitario, donde la encuentro, de rodillas
ARTURO BRUSQUETTI.El sol filtraba por la mañana, haciendo que toda la habitación se ilumine de una forma tan impresionante, que es imposible continuar en la cama. Gruño en respuesta, pues el sueño aún se hace presente. No soy de dormir hasta tarde, pero el cansancio es tanto que me cuesta salir de la cama.El día anterior se ha festejado el cumpleaños número uno de Holly, mi primogénita, y fue tanto el trabajo, que me encuentro tan exhausto. Creo que consiento demasiado a mi esposa, que permití que me involucre en los trabajos hecho a mano, cuando podíamos contratar a alguien que lo haga. ¿En que estaba pensando?El estómago se me revuelve de un momento a otro, que salgo de la cama casi corriendo, tropezando con un par de zapatos, hasta caer rendido ante el retrete. Estas últimas semanas no hemos vuelto como mejores amigos, y trabajar en la oficina ha sido un completo calvario.Para mala suerte mía, los antojos y las molestias del embarazo de Kerianne han recaído sobre mis hombros; e