ARTURO BRUSQUETTI.Casarme con la mujer que amo, es la mejor sensación de toda mi vida. Nunca antes, había sido tan feliz, como ser el esposo de ella. Es reconfortante mirarla, es gratificante saber que soy el hombre más afortunado de este universo, por el hecho de que soy dueño de su amor. Dueño de sus besos y de sus caricias. Soy dueño de sus suspiros y gemidos.Estar entre sus piernas es como tocar el cielo con las manos. Hacerla el amor, es como estar en el paraíso. No tengo una explicación razonable para el sentimiento que surge en mi pecho cada vez que estoy cerca de ella, pero es algo único e inexplicable.Vuelvo a subir las escaleras, en busca de mi esposa. Vamos a llegar tarde a la reunión en la empresa. Misma reunión a la que ella misma me ha invitado.— Kerianne, cariño, llegaremos tarde — digo; sin embargo, me detengo cuando escucho arcadas, provenientes del sanitario, y a la niña en la cama, con sus piernas arriba. Corro hasta el sanitario, donde la encuentro, de rodillas
ARTURO BRUSQUETTI.El sol filtraba por la mañana, haciendo que toda la habitación se ilumine de una forma tan impresionante, que es imposible continuar en la cama. Gruño en respuesta, pues el sueño aún se hace presente. No soy de dormir hasta tarde, pero el cansancio es tanto que me cuesta salir de la cama.El día anterior se ha festejado el cumpleaños número uno de Holly, mi primogénita, y fue tanto el trabajo, que me encuentro tan exhausto. Creo que consiento demasiado a mi esposa, que permití que me involucre en los trabajos hecho a mano, cuando podíamos contratar a alguien que lo haga. ¿En que estaba pensando?El estómago se me revuelve de un momento a otro, que salgo de la cama casi corriendo, tropezando con un par de zapatos, hasta caer rendido ante el retrete. Estas últimas semanas no hemos vuelto como mejores amigos, y trabajar en la oficina ha sido un completo calvario.Para mala suerte mía, los antojos y las molestias del embarazo de Kerianne han recaído sobre mis hombros; e
KERIANNE BACAB ¿Fin? … En realidad, creía que era el fin de nuestro sufrimiento. Ciertamente, no fue así, pues la tempestad acababa de empezar en nuestras vidas. Acabamos con un problema, pero se había iniciado otro, y sin darnos cuenta. — ¿Qué sucede, cariño? — preguntó mi esposo, Arturo, mirando con el ceño fruncido —. Te has perdido en tus pensamientos. — Han pasado mucho tiempo, desde la última vez que el caos nos abrazó. ¿No crees que es raro? — respondí, aun dubitativa. — No debes pensar demasiado, Kerianne. Estamos bien ahora, y nuestros hijos también — Arturo tocó mi vientre, y me acarició —. Pronto también él estará corriendo por nuestro jardín. Automáticamente la duda en mi mente se disipa, dando paso a la emoción de ver a mi segundo bebé. Es un niño, y ya falta poco, para que esté a mi lado. Mi hermoso Raúl. — Tienes razón. Debería estar tranquila por esta oportunidad que la vida nos ha dado — respondí, con una sonrisa. Luego de ese día, decidí bajar por las escaler
ARTURO BRUSQUETTI.Pensar en las palabras de mi esposa, me hacía entender, de que no estábamos libres del mal que acecha a los nuestros. Siempre habría alguien entre las sombras, vigilando nuestros pasos; cada uno de ellos, para así saber, el momento exacto de atacar.Está más que claro, que sea quien sea, que haya ocasionado este accidente, sabía lo que significa Paula en la vida de Kerianne, y, por ende, la lastimaría. Esta es la desventaja del mundo de élite. No sabes en quien confiar, y no puedes tener muchas personas cercanas, porque esa será tu debilidad.Siempre fue así.Por eso, la mayoría de los empresarios somos hombres solitarios.— ¿Arturo? — Una voz femenina me despierta de mis pensamientos. Niego un par de veces, antes de percatarme que se trata de Patricia —. ¿Estás bien?— ¿Patricia? — inquirí, cuando me percaté de quien se trataba. Hacía un buen tiempo que no la veía —. ¿Qué haces aquí?Sonrió avergonzada.— Vine a ver a Kerianne, pero estaba un poco ocupada — respond
KERIANNE BACAB.En la empresa todo se vuelve tenso al día siguiente. Los empleados murmuraban a mis espaldas, pero ni siquiera se sabía de qué era el tema de conversación en cuestión; pues, Smith era un importante miembro de este gran conglomerado, pero se había hecho la idea equivocada de tener poder alguno, cuando no es así; y, por otra parte, está la situación de las fotos.Por mi parte, trabajaría solo esta semana, y luego ya lo haría desde la casa, pues cada vez estaba más pesada, mi humor variaba bastante, y la paciencia era muy escasa.— Natalie, ¿puedes darme los reportes del trabajo de Smith? — pedí, suspirando, mientras caminaba fuera del elevador —. También de Paula. ¿Alguna señal?Natalie me miró apenada y negó.— Me temo que no hay nada nuevo, señora — respondió, abriendo la puerta de mi oficina —. Le traeré un zumo y los reportes enseguida.— Gracias, Nat — respondí, cabizbaja. No quería pensar en lo negativo, pese a que el miedo tocaba a mi puerta, imaginando que perder
KERIANNE BACAB.Me sentía molesta, por ese comportamiento súper inmaduro y prepotente de Smith. Estaba tratando de enmendar un poco la situación en la que me había metido mi padre, pero lo único que, es mantenerse altanero por su ego herido, en vez de comprenderme.» ¡No lo soporto! «Mascullé mentalmente.Desde que llegué a la empresa, me había tratado con desigualdad, de menos. Luego finalmente, supo mi identidad y al menos, solo un poco, su trato había mejorado conmigo; sin embargo, pese a que le cedí mi puesto de presidenta mientras me mejoraba mentalmente por todas las cosas que había pasado, resulta ser que soy una insensible ahora, porque mi padre ha tomado la decisión de que ya es hora de que tome mi lugar.No estaba en mis manos contradecirle a mi padre y tutor; porque a él le debo todo lo que soy hoy en día, y si él cree que es momento, pues es momento de volver. Y la verdad, yo también lo creo.He pasado un largo rato sin tomar ese puesto, que por derecho de apellido me corr
ARTURO BRUSQUETTI.— Debes calmarte, Arturo — escuché decir a mi esposa, pero la verdad era, que no deseaba hacerlo. De no ser por Raúl, quien está en mis brazos, ya lo hubiese golpeado.— Déjalo que hable, Kerianne. Los Brusquetti tienden a ser personas irrazonables con la lengua mu suelta — escupió el hombre —. No me sorprende que su hermano haya desaparecido de la noche a la mañana y ni hablar de la muerte de su madre…, tan repentino, por cierto.— Ten cuidado con las palabras que salen de tu boca. Algún día, una de ellas, te puede encadenar a un mundo de miseria — respondí, guiñándole el ojo e incentivando a mi esposa a seguir nuestro camino.Nos alejamos de ellos, cuando de repente, mi esposa me dio un golpe en los hombros.— ¿Qué te pasa? ¿Acaso te has vuelto loco? ¿Querías iniciar la tercera guerra mundial, justo en un entierro? — Hablaba tan rápido, que no pude resistirme a besarla para silenciarla —. ¿Y eso?— Para que te calles — respondí —. Estoy seguro que Natalie, estaría
KERIANNE BACABLa forma en que mi esposo, se esmeraba en cuidarnos, teniendo en cuenta, cada una de las partes de nuestra seguridad, me hacían sentir muy orgullosa. Bastante realmente.El peligro nos asecha cada día, y es aterrador imaginar, que un día podría alcanzarnos, especialmente, cuando tenemos a nuestros hijos cerca.¿Cómo lidiar sin sentir miedo de que un día, se cansen de jugar con nosotros y decidan atacar a los más vulnerables?— Nunca he sentido tanto miedo, amiga — hable, acariciando la fría mano, de Paula. Odiaba verla de esta forma —. Parece que están logrando que perdamos el control. Si tan solo pudieras abrir tus ojos, y hablarme. Decirme cualquier tontería que se te ocurra, para que no me vuelva loca con esta situación.Más tarde, me despedí de ella, y me fui directo a la casa. Ya la habían inspeccionado completo, y era seguro volver. La verdad, no me sentía cómoda en ningún lugar. Sentía que había una bomba o algo, que acabaría con nuestras vidas en un segundo, y v