ARTURO BRUSQUETTI.— Debes calmarte, Arturo — escuché decir a mi esposa, pero la verdad era, que no deseaba hacerlo. De no ser por Raúl, quien está en mis brazos, ya lo hubiese golpeado.— Déjalo que hable, Kerianne. Los Brusquetti tienden a ser personas irrazonables con la lengua mu suelta — escupió el hombre —. No me sorprende que su hermano haya desaparecido de la noche a la mañana y ni hablar de la muerte de su madre…, tan repentino, por cierto.— Ten cuidado con las palabras que salen de tu boca. Algún día, una de ellas, te puede encadenar a un mundo de miseria — respondí, guiñándole el ojo e incentivando a mi esposa a seguir nuestro camino.Nos alejamos de ellos, cuando de repente, mi esposa me dio un golpe en los hombros.— ¿Qué te pasa? ¿Acaso te has vuelto loco? ¿Querías iniciar la tercera guerra mundial, justo en un entierro? — Hablaba tan rápido, que no pude resistirme a besarla para silenciarla —. ¿Y eso?— Para que te calles — respondí —. Estoy seguro que Natalie, estaría
KERIANNE BACABLa forma en que mi esposo, se esmeraba en cuidarnos, teniendo en cuenta, cada una de las partes de nuestra seguridad, me hacían sentir muy orgullosa. Bastante realmente.El peligro nos asecha cada día, y es aterrador imaginar, que un día podría alcanzarnos, especialmente, cuando tenemos a nuestros hijos cerca.¿Cómo lidiar sin sentir miedo de que un día, se cansen de jugar con nosotros y decidan atacar a los más vulnerables?— Nunca he sentido tanto miedo, amiga — hable, acariciando la fría mano, de Paula. Odiaba verla de esta forma —. Parece que están logrando que perdamos el control. Si tan solo pudieras abrir tus ojos, y hablarme. Decirme cualquier tontería que se te ocurra, para que no me vuelva loca con esta situación.Más tarde, me despedí de ella, y me fui directo a la casa. Ya la habían inspeccionado completo, y era seguro volver. La verdad, no me sentía cómoda en ningún lugar. Sentía que había una bomba o algo, que acabaría con nuestras vidas en un segundo, y v
ARTURO BRUSQUETTI. No entendía lo que pasaba por la mente del señor Smith, pero sabía con certeza, que lo único que buscaba en la empresa, era tratar mal a mi esposa. Cualquier momento del día, lo aprovechaba para eso, y esta vez, no sería la excepción. Mauricio me había avisado que ese hombre, se encontraba allí y no dudé en ir a preguntar personalmente, cuál era el problema. Conduje sin pudor, hasta llegar al lugar, y sin siquiera esperar a que me anunciara, subí al ascensor, marcando en el botón, el último piso. Cuando llegué, vi a los hombres afuera, sorprendiéndome de que nadie, esté a lado de mi esposa y con un hombre como ese. — ¿Qué hacen aquí? — pregunté. — La señora ordenó que esperemos aquí afuera — respondió uno de ellos. Entonces caminé hasta la puerta, y lo abrí levemente, cuando la conversación se filtró y me detuve. — Estás mintiendo, Smith — manifestó ella —. Es imposible que ella estuviera detrás de todo esto, y mucho menos, él. — Claro que no lo creerías. Son
ARTURO BRUSQUETTI— Esa respuesta no es la correcta — respondí, conteniendo mi frustración —. Mejoraré la pregunta. ¿Quién te contrató?— No lo sé — respondió.Mi abuelo se acercó a nosotros, lo tomó del cuello, y le propinó un golpe que casi lo noquea.— Mi nieto te hizo una pregunta muy precisa, y quiere una respuesta igual, porque él podrá ser débil, pero yo, no soy él. Yo soy la noche, soy la mafia, y no te mataré hasta no obtener lo que quiero — manifestó mi abuelo, amenazante y con una sonrisa tan sádica como el infierno.El parecía consternado ante aquella amenaza y el miedo, invadió su mirada. sus ojos pasaron en todos los rostros que estábamos presente mirándolo, esperando por una respuesta. El miedo me estaba dominando y la desesperación ni que hablar.— ¡Habla de una puta vez, maldito bastardo! ¿Dónde está mi hija? — vocifere, siendo sostenido por mi padre.— No lo sé. Fuimos contratados por un hombre alto, de cabello castaño y bien vestido — explicó —. Soy nuevo, es mi pri
KERIANNE BACABSentí miedo alguna vez en mi vida; pero no se compara con aquel que signifique, la pérdida de un hijo. Cuando me di cuenta que estaban llevándose a Holly, casi me dio un infarto, del mismo modo, cuando visualicé a mis padres heridos. Realmente, la locura podría haberme dominado en esos momentos, que cuando llegamos al hospital, colapsé, teniendo a mi niño en brazos.Me sentí sola en ese lugar, mientras mi esposo buscaba a nuestra hija.Sin embargo, al recibir la llamada, citándome a cierto lugar, no dudé en ir, pese a que mi padre, quien ya estaba despierto, me insistió que no era buena idea.Quizás tenía razón, pero no me arrepiento. Definitivamente no lo hago, porque reconocería esa voz en cualquier lugar.— ¿En qué estás pensando? — La voz de mi esposo llegó a mí.Estaba sentada en la cafetería del hospital, con Raúl y Holly conmigo. Mi madre estaba aún internada, pero ya había mejorado de la lesión en la cabeza, que se había dado la noche pasada.— Todos pasamos por
KERIANNE BACAB.¿De qué mierda estaba hablando este hombre?Sabía que era una mujer adoptada, y logré superar los traumas, gracias al amor que me han brindado mis padres; pero, ¿otro heredero?— Si fuese verdad, ¿por qué mis padres no lo reconocieron?— Eso deberías de preguntárselo a él, ¿no te parece? — manifiesta, dejándome consternada por esa verdad —. Ya cumplí con decírtelo, y estaré en primera fila, viendo tu caída.— Te quedarás esperando, Smith; y, asegúrate de esconderte bien, porque no solo la mafia te busca, también la policía — Le guiñé un ojo, para liberarme del agarre de Patricia, quien quedó congelada en su puesto —. ¿Creían que solo ustedes podían jugar? Se equivocaron de oponente, se metieron con Kerianne Bacab.Salí del sanitario, hasta llegar a donde se encontraba mi esposo, quien, al verme alterada, me aparta de algunos socios.— ¿Dónde te habías metido? Te he buscado…— En el baño — Lo interrumpí. Me observó esperando que le revelara lo que me pasaba —, con Smith
ARTURO BRUSQUETTI. Últimamente, el estrés se está apoderando del cuerpo de mi esposa, y ni hablar de mí. Ha tenido, constantes pesadillas, donde nuestros seres queridos salen heridos. Yo la comprendía, porque me pasaba absolutamente igual, pero despierto. El detective a cargo, del caso Armando, es el mismo que ahora investiga el secuestro de mi hija. Lo había mandado a llamar de inmediato, apenas ocurrió, y ya ha emitido una orden de arresto, en contra de Smith. — Con Patricia, no podemos hacer nada, pues no hay pruebas suficientes en su contra; sin embargo, he emitido una orden de alejamiento — explica y asiento —. Con esas pruebas, es más que suficiente para que dure un par de años largos encerrado. — ¿Qué sucede con los videos de la cámara del salón en la fiesta? — pregunté. — No hay video que los incriminen. Las cámaras supuestamente estaban dañadas — explicó —. Ya se les ha hecho una multa a los dueños. Asentí, un poco molesto, pero no podía hacer más al respecto. — ¿Alguna
KERIANNE BACAB Las palabras de Patricia, seguían repitiéndose en mi cabeza. Realmente no miente, sus palabras eran ciertas. Si ella hubiese desaparecido completamente de sus vidas, talvez no hubiesen sufrido tantas pérdidas. Las cosas resultaron ser devastadoras para la familia de su esposo, quien, pese a querer mostrar optimismo, aún seguía en duelo por la muerte de su madre, y, ¿quién no? Fue su propio hermano quien la mato. Otro golpe duro para él, que aún seguía lidiando con eso, y con la imagen de su madre, muerta. Miré a Arturo, y sonreí orgullosa y triste; porque pese a cada una de las situaciones, sigue aquí, de pie, intentando mantenernos a salvo de aquellos que se han obsesionado con nosotros, y pelean por sacarnos del camino. — ¿Qué sucede? — Su pregunta me trae de vuelta a la realidad. — Absolutamente nada, cariño — respondí, y tomé su mano —. Solo estoy feliz de que seas mi esposo. Él me miró fijamente, y finalmente me devolvió la sonrisa. — También soy feliz de te