KERIANNE BACAB. — Estoy bien — susurro, en los brazos del hombre que amo. apunto de entrar en un colapso, por verme desangrar. El miedo invade mi mente, por el pequeño retoño que llevo en mi vientre, intentando no perder el conocimiento, como Arturo me lo pidió. El frio me abraza cada cierto tiempo, sin comprender exactamente lo que está sucediendo. — Vas a estar bien. Ya llegamos — mastica las palabras con dificultad, mientras grita por ayuda a la par, que me levanta en brazo. Está tan asustado como lo estoy yo. — No quiero morir — confieso —. No ahora. Es loco confesar eso. Antes no temía a la muerte, y aguantaba cualquier tipo de adversidades; pero, cuando un ser indefenso depende de ti, todo tu mundo cambia, todo pensamiento, idealización, cambia. No podía marcharme de este mundo, sin luchar por este bebé. — No lo harás. Yo estaré contigo — calmaba mis nervios, mientras sostenía mi mano, y las enfermeras intentaban a toda costa, apartarlo de mí. — Señor, no puedes avanzar má
Todo el lugar era lleno de lujos; los jardines eran exquisitamente hermoso, mucho más que la antigua mansión. Al parecer, la anterior dueña, era amante de las flores, y quizás yo también lo sería, si no tuviera que trabajar tanto para convertirme en una mujer fuerte e independiente, pese a que mi apellido me respaldaba. Cuando llegamos a la entrada, un hombre abre la puerta para nosotros. — Señora Brusquetti, un placer tenerla aquí. La habitación principal ya se encuentra preparado, para su descanso — informa, mientras tiene la cabeza agachada, como si fuera un sumiso a mí merced. Sé que los hombres de mi padre son así, pero siempre les pedía que no lo hicieran, porque me incomodaba. — No es necesario la reverencia — susurro. — Es muestra de respeto, hacia nuestra señora — dice, y mi corazón golpea fuerte. Soy su señora. — Es mejor que vayamos a descansar, Kerianne, luego hablaremos de esto con el señor Arturo — susurra mi amiga, instándome a ingresar dentro de la casa.
ARTURO BRUSQUETTI.— Cuéntame todo lo que sabes — ordeno, a uno de mis hombres —. Necesito saber dónde se metió Smith. Es el único que puede ayudarme aquí, pese a las circunstancias.— Ya lo hemos encontrado. Y, efectivamente, su hermano ha dado con el paradero de la señora Bacab, y la seguridad ha aumentado por cualquier eventualidad. — La molestia era notable en mi rostro, pues, de igual forma nos ha encontrado.— No me siento cómodo — confieso. La puerta se abre, dado paso al señor Smith, en un estado deplorable, completamente diferente al hombre altanero que conocí.— ¿Me has mandado a buscar? — inquiere, con la misma arrogancia de siempre.— Me alegra saber que no has perdido el toque. Te necesito aquí — explico —. No preguntes demasiado, porque me cuesta demasiado responder.— ¿Qué necesitas de mí?— Quiero que te hagas cargo de la empresa, mientras la señora Bacab se encuentra ausente. Estará siempre pendiente, pero no podrá hacer oficina — Su ceño se frunce —. Buscaría a otra
— Familia, ya llegué — grito, desde la entrada, y la primera persona en recibirme, es justamente la misma que extrañé en todo el día.— ¡Arturo! — exclama, envolviéndome con un abrazo efusivo —. Hoy realmente te he extrañado demasiado, no me dejes tanto tiempo sola.— Prometo no hacerlo, cariño.— ¿Cómo estuvo tu día? — pregunta, mientras nos dirigimos hacia el comedor, donde ya sus amigos están sentados.— Bien, Armando fue a verme. Más bien, me llamó, pero logramos localizarlo. Sigue dentro de la ciudad — Su rostro se contrae, volviéndose completamente sería —. Solo dejó una serie de amenazas, que ya conocía.— A mí, me ha enviado un correo — confiesa.— ¿Te sientes bien? — consulto, presionando su mano, ya en la mesa. Todos tienen sus ojos sobre nosotros.— Sí. Tengo un poco de miedo, pero estoy bien al final de cuentas. Ya no quiero que nos haga daño.— Y no lo hará — interviene su amiga —. El señor Arturo te cuida muy bien, y nos trajo aquí contigo, para que te sientas tranquila.
KERIANNE BACAB.Los días fueron pasando, hasta convertirse en meses. Ya mi embarazo estaba tomando forma y, Arturo, se mostraba cada vez más emocionado, como protector.No obstante, yo me sentía aislada. El aburrimiento comenzaba a apoderarse de mis sentidos más sensatos, llevando a convertirme en una persona con poca gracia. Lo sabía. Mis amigos a penas me aguantaban por todas mis quejas. Diría que eran las hormonas, pero también era la sensación de ser encerrada sin derecho a ver la ciudad.Desde que estoy aquí, no hay salidas a cenar, ni de compras, ni cine, ni fiestas ni nada. Todo se resume a la habiracion, cocina y despacho, el lugar donde pasó la mayor parte del tiempo trabajando para no pensar.La puerta se abre, y un Arturo muy sonriente, ingresa por la puerta con sus hombres, cargados de cosas. Si es lo que creo que es, no hay Dios que me convenza que me quede aquí un minuto más.— ¿Qué son esas cosas? — consulto.— ¡Oh, m****a! — masculla Paula, sentándose en el sofá.— ¿Qué
Cuando bajaba por las escaleras, Arturo ya se encontraba esperando al pie de ella. Yo me encontraba temblando como si fuera mi primera cita, y un tanto nerviosa, por no gustarle. En realidad, sí es mi primera cita, por lo que los nervios eran normales, según mi amiga. Cuando voltea a verme, su sonrisa se amplía y y traga en seco. Toma mi mano y deja un beso sobre ella, sonrojándome. Lo sé, porque siento mi rostro calentarse y su sonrisa ladeada me confirma. — Presumido. — Estás hermosa, amor — responde en su lugar. Mi cuerpo automáticamente hace efecto —. ¿Y, si nos quedamos? Me aparto un poco, para ver si está hablando en serio; sin embargo, apenas veo su rostro, me doy cuenta que está bromeando conmigo. — También te ves guapo — devuelvo en su lugar —. ¿A dónde me llevarás? Prefiero cambiar de tema, antes de que, en verdad, decida no salir. Suelta una sutil y sexy risa. — Es una sorpresa. Es nuestra cita. — Su voz sale áspera, mientras, continúa estudiándome —. ¡Dios! Eres enca
ARTURO BRUSQUETTI. Hacerla gemir de placer, es mi pasatiempo favorito, y su sabor, ¡joder! Ese se ha convertido en mi postre de todas las noches. Me he dado cuenta, que el embarazo le ha subido el deseo sexual al cien por ciento, y eso, me encanta, aunque cuando no lo estaba, nunca tuvimos inconvenientes con eso; sin embargo, ahora mis fuerzas se han reducido considerablemente. Y, para ser francos, no es una queja, al contrario, debo encontrar la forma de darle todo el placer que desee, porque se lo merece, y yo lo disfruto. Su estómago abultado es la cosa más sexy que ella posee, y ahora, que ha ganad más seguridad en sí misma, le luce perfecto. Me atrae más. Estoy en el despacho en este momento, mientras ella, se encuentra en la cocina con Natalie, conversando de no sé qué cosas, pero estoy segura que se trata de la empresa, para no mencionar a Armando. Muy en el fondo, ella está preocupada por lo de mi hermano, y quiere ayudarlo, pero también teme por la seguridad de nuestro beb
El grito ahogado de la mujer, llama la atención de todos. Mi hermano, inmediatamente se acerca a ella, y de su cintura, saca una navaja.— No llores, porque de lo contrario, tendré que escribir mi nombre sobre tu piel, y no será con este hermoso y elegante cuchillo — Los ojos de la castaña, estaban inundados de lágrimas, y se aguantaba las ganas de sollozar, mientras, movía la cabeza de arriba, abajo, aceptando las órdenes —. Ahora ve a cocinar algo. Tengo hambre.— Me estoy cansando, Armando — manifiesto, una vez que quedamos solos. Me pongo de pie, y camino hacia las escaleras. Pese que estoy esposado, iré a buscar a mí madre. Algo me dice que algo malo ha ocurrido —. La voy a buscar por mi cuenta.— ¿A dónde vas? Ven aquí, hermanito.— ¿Qué le has hecho a mí madre? — Vuelvo a preguntar, avanzando hacia arriba. Sus pasos se acercan a mí, y de un tirón, me manda para atrás, haciéndome caer.Gruño por el golpe, pero creo no haberme roto nada. Sin embargo, no puedo quedarme quieto. Vue