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—Terminaré trabajando desde casa, así que podemos almorzar juntos, ¿de acuerdo?

—Bien, yo... Haré algunas cosas —pronunció sonriendo.

Él se sintió más aliviado al verla calmada. Entonces se retiró a su despacho, una vez dentro, comenzó a trabajar, pero la visita de su padre no salía de su mente; lo torturaba.

Karim comenzó a discar sobre la portátil, al poco tiempo, luego se rindió y apartó los dedos del aparato. Alexander pronto lo llamó.

—Alexander...

—Deberías empezar a sentirte preocupado y preparado. ¿Estás sentado?

—¿Por qué demonios me preguntas eso? —exclamó impaciente.

—Porque tengo noticias. Después de todo, es lo que me has pedido y yo siempre cumplo con mi palabra —afirmó, soltando una risotada, el árabe al otro lado de la línea, suspiró.

—Adelante, deberías venir y decirme en persona.

—No, lo haré ahora, tengo que hacer otras cosas.

—Hazlo.

—Estuve hace poco conversando con tu padre, él ha conversado conmigo, me ha dicho lo que quieres saber, así que te diré qu
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