Al despertar, Violet se sintió invadida por los recuerdos de la noche anterior, que llegaron a su mente como un balde de agua fría. No podía creer que había confesado sus sentimientos a Dominic; y, para colmo, había olvidado que él, a diferencia de ella, estaba sobrio y, sin duda, recordaría cada palabra.—No debí haber bebido, qué estúpida... —murmuró para sí misma, cuestionándose cada una de las decisiones que había tomado la noche anterior.Todo había comenzado en el bar, donde se encontraba con sus compañeros de trabajo. Sebastián había decidido quedarse a su lado en la barra mientras los demás disfrutaban de la pista de baile. Aunque sabía que el alcohol no era su mejor aliado, decidió beber un poco de vodka. Sin embargo, un trago se convirtió en varios más después de escuchar las revelaciones de Sebastián, quien ya había estado embriagándose mucho antes que ella.«Mi hermana no está embarazada, todo ha sido una farsa para engañar a Dominic», fueron las palabras que resonaban en
Horas más tarde, Dominic se encontraba al volante, conduciendo con una furia contenida hacia la empresa de los Klein. Sus manos apretaban el volante con tanta fuerza que sus nudillos se tornaron de un blanco pálido, reflejando la tormenta de emociones que bullía en su interior.La revelación que había recibido de Sebastián, el hermano de Sofía, lo dejó atónito.«Ella no estaba embarazada» las palabras se repetían una y otra vez en su cabeza.Todo había sido una farsa elaborada, una mentira diseñada para manipularlo y, de alguna manera, atraerlo de vuelta a su vida. Los resultados que Sofía le había mostrado no eran más que un engaño, y lo más inquietante era que el doctor, el supuesto profesional de confianza, también era cómplice en esta trama. La indignación ardía en su pecho como un fuego incontrolable.Dominic había intentado escuchar a Sebastián, quien le explicaba los detalles con una voz tensa, pero la ira lo había consumido. No era capaz de procesar la traición que había estad
Esa mañana, los Hoffmann se preparaban meticulosamente para el proyecto de la galería. Dominic había estado un poco ansioso desde el amanecer; a pesar de que sabía que todo saldría bien, no podía evitar la inquietante sensación de que algo podría arruinar el evento.Se encontraba en la sala, aguardando a que el resto de su familia se uniera a él, cuando, de repente, vio descender las escaleras a Violet. Ella lucía un hermoso vestido rojo que se ajustaba perfectamente a su figura, acentuando sus curvas apenas marcadas, lo que lo volvió loco de deseo."Será difícil concentrarme hoy", pensó con un suspiro resignado.—¿Nervioso? —preguntó la joven al llegar a su lado, sonriendo de manera encantadora. Sus labios, pintados de un rojo intenso, capturaron la atención de Dominic, deslumbrándolo.Dominic sacudió aquellos pensamientos que lo incitaban a probar esos labios de nuevo y apartó la vista de Violet, fingiendo revisar la hora en su reloj.—Un poco, sí —admitió, encogiéndose de hombros—.
Al cabo de un rato, se encontraban sumidos en la oscuridad del cine, disfrutando de una película que, aunque no era más que un entretenimiento pasajero, se tornaba en un momento especial gracias a la intimidad de la sala reservada solo para ellos. A pesar de que la joven consideraba que tal exceso era innecesario, no podía negar que la soledad compartida resultaba, de algún modo, reconfortante.Después de la función, decidieron pasear por Central Park, disfrutando de un helado mientras la brisa fresca de la tarde acariciaba sus rostros. Era un plan sencillo, carente de grandes pretensiones, pero para ellos, cada instante compartido se convertía en un tesoro invaluable, una celebración de la conexión que florecía en medio de la cotidianidad.Transcurrieron unos minutos en silencio, un silencio que, lejos de resultar incómodo, se llenaba de una complicidad tácita. Sin embargo, Dominic sintió la necesidad de romper esa calma, de abordar un tema que lo inquietaba.
Su Lado OscuroSu cuerpo temblaba, atrapada en la cajuela de la parte trasera de un auto. Podía sentir la intensidad de la presión en su pecho, el miedo de acabar muerta, como tantas veces imaginó. El movimiento del auto se acabó, lo que indicó que llegaron. Fue bajada con dureza de allí y llevada a un lugar desconocido a rastras. —¡Camina! ¡Mueve el trasero! —escupió el hombre a sus espaldas. El trato hostil no paraba desde que esos hombres la forzaron a subir a la camioneta. Juliette tenía el presentimiento de que su destino le puso punto y final a su vida. Mientras tanto, Karim Ghazaleh, el apuesto y exitoso CEO conocido por ser implacable, caminaba seguro de sí mismo, a través de las instalaciones de la compañía, por dentro era un hombre andando entre las sombras, tratando de escapar de la presión que su apellido y su familia ejercían sobre él. —Señor, corrí la fecha que me pidio de su itinerario, está completamente arreglado —informó la asistente. Él arqueó una ceja. —¿Te
Desde la densa oscuridad de su despacho en casa, casi en tinieblas, su padre lo observó. —Sí, ve en mi lugar. Allí está la dirección —señaló con la cabeza. Karim no quería ir, pero terminó animado. Cogió el móvil desechable y se marchó en su auto. Estaba tan enojado esa noche, aborrecía casarse con una desconocida, y ese enojo se transformaba en un oscuro deseo por dañar a la susodicha. Apretó con fiereza el volante, dió un giró y aparcó. ***En un ambiente sombrío y frío, Juliette luchaba y resistía, enfrentando un huracán de incertidumbre y vulnerabilidad. Intentaba descansar en una cama precaria, pero el silencio opresivo y los miedos sin barreras lo sumergían en la desesperación. La extinción parecía inminente, sin escape. —¡Saquenme de aquí! ¡Se lo suplico, déjenme salir! —pidió con ese ardor deslizándose en su garganta. Pasó un tiempo allí, horas inacabables.El dolor físico y el hambre la consumían, mientras la debilidad limitaba sus movimientos. En medio de la oscuridad
"Un «Sí» Forzado" Dos semanas después. —Estás perfecto, ¡Ya es hora! —recordó su amigo palmeando su hombro. Le dedicó una mirada asesina a través del espejo de cuerpo completo. —Dylan, no es el día más especial de mi vida. —Lo es para el mundo, los medios, inclusive los allegados de tu familia. Así que sonríe, se avecina una lluvia de flashes, atención y aplausos —recordó y volvió a dedicarle una mala mirada. Por otra parte, Mirella debía actuar con dureza, pero ver el reflejo triste de la joven, la inclinaba a ser amable. —Sonríe, por favor. La novia debe estar radiante, llena de felicidad por este día. —No estoy feliz —emitió —. ¿Es lógico estarlo cuando fui obligada? Tampoco soy una actriz. —Raid no es comprensivo como yo, hazlo, no busques un castigo, Juliette. «Su marido es un maldito infeliz, al igual que su hijo». Expiró. —¡La novia debe presentarse! —exclamó alguien. En un salón magníficamente decorado, con candelabros de cristal que iluminaban la estancia bajo la
"Atrapada" La suavidad del colchón acarició su espalda durante la caída, Karim no apartó los ojos de su mirada, y reanudó los besos, las caricias. Todo aquello que volvía dinamitas el interior de la joven. Juliette se extravió en sus orbes hechizantes, atrapando bocanadas con la intención de seguir oxígenando sus atrofiados pulmones. Él era un tipo fámelico, exigiendo todo de sí, mientras que la inexperta joven desposada, se hacía a la idea de entregar a ese árabe hambriento, su virginidad. En medio del acto, sus manos tantearon algunas cicatrices, pero sus labios la silenciaron antes de siquiera cuestionar. La espera se terminó, Juliette se reflejó en él, se volvió parte de aquel millonario, que realizó su petición y la marcó suya. —Karim...—Eres mía, de mí no podrás escabullirte jamás. Lo sabía, pero en aquellas circunstancias le importó un bledo. —No quiero huir —aseguró aferrada a su cuerpo.***La luz de la mañana se filtraba por las cortinas, iluminando suavemente la hab