"Atrapada"
La suavidad del colchón acarició su espalda durante la caída, Karim no apartó los ojos de su mirada, y reanudó los besos, las caricias. Todo aquello que volvía dinamitas el interior de la joven.
Juliette se extravió en sus orbes hechizantes, atrapando bocanadas con la intención de seguir oxígenando sus atrofiados pulmones.
Él era un tipo fámelico, exigiendo todo de sí, mientras que la inexperta joven desposada, se hacía a la idea de entregar a ese árabe hambriento, su virginidad. En medio del acto, sus manos tantearon algunas cicatrices, pero sus labios la silenciaron antes de siquiera cuestionar.
La espera se terminó, Juliette se reflejó en él, se volvió parte de aquel millonario, que realizó su petición y la marcó suya.
—Karim...
—Eres mía, de mí no podrás escabullirte jamás.
Lo sabía, pero en aquellas circunstancias le importó un bledo.
—No quiero huir —aseguró aferrada a su cuerpo.
***
La luz de la mañana se filtraba por las cortinas, iluminando suavemente la habitación mientras Juliette despertaba, aún sintiendo el cálido abrazo de las sábanas que cubrían su cuerpo. Con un rubor en sus mejillas, recordó la noche anterior, llena de pasión y la ternura que un distinto Karim le entregó.
Sí, esa delicadeza en su primera vez, que no esperó de su parte.
Sin embargo se sintió avergonzada, y no no había nada que disipara el rastro de vergüenza que estaba sintiendo en ese momento.
"¿Por qué rayos me dejé llevar?". Se preguntó a sí misma, con las mejillas escarlatas.
Entonces la puerta se abrió lentamente y Karim entró en la habitación, mostrando su pecho fornido, pero no encontró una sonrisa suave en sus labios.
Tenía la expresión dura.
Sus ojos se encontraron y Juliette pudo ver que era carente de emociones.
Se sintió estúpida, al esperar que Karim se acercara a ella con delicadeza, acariciando suavemente su mejilla y susurrando palabras reconfortantes.
Eso no ocurrió.
Lo que más deseaba era que alguien le dijera que lo que habían compartido era especial y hermoso, y que no había razón para sentir vergüenza.
Pero él no se lo dijo.
No, no fue una noche especial.
—¿Crees que deberías estar allí tirada sin hacer nada? ¡Levántate! Debemos regresar a casa.
Se sintió como un balde de agua fría encima. Aunque no debía estar sorprendida por su actitud odiosa.
¡Era el mismo patán!
—Me daré prisa —emitió con un nudo en la garganta.
Una vez en el baño, se permitió un momento, respirar nunca fue tan difícil. Se puso la ropa que Karim le dejó en la habitación. Ella ya no andaba en harapos, todo lo que usaba era costoso.
Pero daría lo que fuera por no tener nada, que tenerlo todo y ser solo una prisionera.
Se acomodó el cabello y salió topandose con él, estaba al borde de la cama, parecía pensativo. Continuó igual, durante la conducción, nada rompía el silencio, excepto el estómago rugiendo de Juliette. Tenía hambre, todavía no comía nada ese día.
—¿Por qué no me has dicho?
—¿Qué?
—Que tienes hambre —señaló.
"Como si eso fuera realmente necesario"pensó un poco hastiada, pero se mantuvo serena.
—Un poco.
Él se carcajeó. Ella no le veía la diversión a la situación.
Solo se detuvo al recibir la llamada de su padre. Ella navegó por sus pensamientos al escucharle, se preguntaba si él estaba metido en problemas ilegales, si era un mafioso. De seguro estaba involucrado en alguna actividad peligrosa; ningún santo se adueñaba de nadie porque sí.
Pero la bestia, el peor, era su padre.
¡Él la compró y entregó a Karim como regalo!
—¿Qué? ¡Dime qué está bien! —exclamó asustado —. Iré de inmediato.
A ella le tomó por sorpresa el cambio de dirección. No pidió una explicación, igual él no se la daría. Pero a medida que conducía, se le hizo familiar el lugar, como si hubiera estado antes allí.
"¿Por qué estaban en un orfanato?".
—Karim...
—No hagas preguntas. No es un asunto que te concierne.
El árabe se bajó del deportivo y avanzó hasta desaparecer en la propiedad. La pobre Juliette moría de hambre, acarició su abdomen, fatigada, la espera carcomía mucho. odiaba toda la situación. De pronto se le ocurrió intentar abrir la puerta, y cedió.
Para su sorpresa, la portezuela se abrió. La adrenalina corrió a través de su cuerpo de solo pensar ansiosa en escapar. No fue el miedo de ser atrapada, sino otro motivo oculto, lo que la detuvo.
Luego, fue demasiado tarde para el escape.
—Come —le tendió una manzana acaramelada.
"¿De dónde la había sacado?"
No cuestionó, le dió las gracias y mordió la fruta. Su estómago también agradeció, al fin domaba el león rugiendo en su interior.
Estudió a Karim, él se veía afectado. No tenía idea del por qué.
—¿Se te ha perdido algo?
Disimuló, dedicada solo a comer la manzana.
—Estuve allí —reveló masticando con lentitud.
Él se tensó.
—¿De que mierdas hablas?
—El sitio al que fuiste, allí estuve, creí que lo olvidé, pero es imposible que olvide un lugar donde viví muchas cosas buenas —comentó y se arrepintió a los segundos.
Karim apretó con rudeza el volante.
Le cambió hasta el semblante, ella pudo evidenciarlo.
"Me Darás Un Hijo" 1 semana después...Juliette se sentía como una prisionera en su propia casa. A pesar de estar rodeada de lujos y comodidades, ella anhelaba más que nada la libertad de poder hacer lo que quisiera, ir donde quisiera y ser quien quisiera. Pero sabía que eso no era posible mientras estuviera atrapada en el mundo de Karim. La opulencia que la rodeaba la detestaba, era una maldición para ella. Cada vez que pensaba en ello, las lágrimas brotaban de sus ojos y se preguntaba si alguna vez encontraría la forma de escapar de todo ese infierno.—¿Estás lista? No tengo tiempo que perder —exclamó desde el exterior. —Solo un segundo —pidió antes de dirigirse al baño. Juliette sostenía la pequeña píldora anticonceptiva en su mano, sintiendo una mezcla de emociones. Sabía que debía tomarla si no quería estar en problemas. Después de un momento de reflexión, cerró los ojos, tomó un sorbo de agua y dejó que la píldora se deslizara por su garganta. Con ese acto, se sentía más al
Su Lado OscuroSu cuerpo temblaba, atrapada en la cajuela de la parte trasera de un auto. Podía sentir la intensidad de la presión en su pecho, el miedo de acabar muerta, como tantas veces imaginó. El movimiento del auto se acabó, lo que indicó que llegaron. Fue bajada con dureza de allí y llevada a un lugar desconocido a rastras. —¡Camina! ¡Mueve el trasero! —escupió el hombre a sus espaldas. El trato hostil no paraba desde que esos hombres la forzaron a subir a la camioneta. Juliette tenía el presentimiento de que su destino le puso punto y final a su vida. Mientras tanto, Karim Ghazaleh, el apuesto y exitoso CEO conocido por ser implacable, caminaba seguro de sí mismo, a través de las instalaciones de la compañía, por dentro era un hombre andando entre las sombras, tratando de escapar de la presión que su apellido y su familia ejercían sobre él. —Señor, corrí la fecha que me pidio de su itinerario, está completamente arreglado —informó la asistente. Él arqueó una ceja. —¿Te
Desde la densa oscuridad de su despacho en casa, casi en tinieblas, su padre lo observó. —Sí, ve en mi lugar. Allí está la dirección —señaló con la cabeza. Karim no quería ir, pero terminó animado. Cogió el móvil desechable y se marchó en su auto. Estaba tan enojado esa noche, aborrecía casarse con una desconocida, y ese enojo se transformaba en un oscuro deseo por dañar a la susodicha. Apretó con fiereza el volante, dió un giró y aparcó. ***En un ambiente sombrío y frío, Juliette luchaba y resistía, enfrentando un huracán de incertidumbre y vulnerabilidad. Intentaba descansar en una cama precaria, pero el silencio opresivo y los miedos sin barreras lo sumergían en la desesperación. La extinción parecía inminente, sin escape. —¡Saquenme de aquí! ¡Se lo suplico, déjenme salir! —pidió con ese ardor deslizándose en su garganta. Pasó un tiempo allí, horas inacabables.El dolor físico y el hambre la consumían, mientras la debilidad limitaba sus movimientos. En medio de la oscuridad
"Un «Sí» Forzado" Dos semanas después. —Estás perfecto, ¡Ya es hora! —recordó su amigo palmeando su hombro. Le dedicó una mirada asesina a través del espejo de cuerpo completo. —Dylan, no es el día más especial de mi vida. —Lo es para el mundo, los medios, inclusive los allegados de tu familia. Así que sonríe, se avecina una lluvia de flashes, atención y aplausos —recordó y volvió a dedicarle una mala mirada. Por otra parte, Mirella debía actuar con dureza, pero ver el reflejo triste de la joven, la inclinaba a ser amable. —Sonríe, por favor. La novia debe estar radiante, llena de felicidad por este día. —No estoy feliz —emitió —. ¿Es lógico estarlo cuando fui obligada? Tampoco soy una actriz. —Raid no es comprensivo como yo, hazlo, no busques un castigo, Juliette. «Su marido es un maldito infeliz, al igual que su hijo». Expiró. —¡La novia debe presentarse! —exclamó alguien. En un salón magníficamente decorado, con candelabros de cristal que iluminaban la estancia bajo la