04

"Atrapada" 

La suavidad del colchón acarició su espalda durante la caída, Karim no apartó los ojos de su mirada, y reanudó los besos, las caricias. Todo aquello que volvía dinamitas el interior de la joven. 

Juliette se extravió en sus orbes hechizantes, atrapando bocanadas con la intención de seguir oxígenando sus atrofiados pulmones. 

Él era un tipo fámelico, exigiendo todo de sí, mientras que la inexperta joven desposada, se hacía a la idea de entregar a ese árabe hambriento, su virginidad. En medio del acto, sus manos tantearon algunas cicatrices, pero sus labios la silenciaron antes de siquiera cuestionar. 

La espera se terminó, Juliette se reflejó en él, se volvió parte de aquel millonario, que realizó su petición y la marcó suya. 

—Karim...

—Eres mía, de mí no podrás escabullirte jamás. 

Lo sabía, pero en aquellas circunstancias le importó un bledo. 

—No quiero huir —aseguró aferrada a su cuerpo.

***

La luz de la mañana se filtraba por las cortinas, iluminando suavemente la habitación mientras Juliette despertaba, aún sintiendo el cálido abrazo de las sábanas que cubrían su cuerpo. Con un rubor en sus mejillas, recordó la noche anterior, llena de pasión y la ternura que un distinto Karim le entregó. 

Sí, esa delicadeza en su primera vez, que no esperó de su parte. 

Sin embargo se sintió avergonzada, y no no había nada que disipara el rastro de vergüenza que estaba sintiendo en ese momento. 

"¿Por qué rayos me dejé llevar?". Se preguntó a sí misma, con las mejillas escarlatas. 

Entonces la puerta se abrió lentamente y Karim entró en la habitación, mostrando su pecho fornido, pero no encontró una sonrisa suave en sus labios. 

Tenía la expresión dura. 

Sus ojos se encontraron y Juliette pudo ver que era carente de emociones. 

Se sintió estúpida, al esperar que Karim se acercara a ella con delicadeza, acariciando suavemente su mejilla y susurrando palabras reconfortantes. 

Eso no ocurrió. 

Lo que más deseaba era que alguien le dijera que lo que habían compartido era especial y hermoso, y que no había razón para sentir vergüenza. 

Pero él no se lo dijo. 

No, no fue una noche especial. 

—¿Crees que deberías estar allí tirada sin hacer nada? ¡Levántate! Debemos regresar a casa. 

Se sintió como un balde de agua fría encima. Aunque no debía estar sorprendida por su actitud odiosa. 

¡Era el mismo patán! 

—Me daré prisa —emitió con un nudo en la garganta. 

Una vez en el baño, se permitió un momento, respirar nunca fue tan difícil. Se puso la ropa que Karim le dejó en la habitación. Ella ya no andaba en harapos, todo lo que usaba era costoso. 

Pero daría lo que fuera por no tener nada, que tenerlo todo y ser solo una prisionera. 

Se acomodó el cabello y salió topandose con él, estaba al borde de la cama, parecía pensativo. Continuó igual, durante la conducción, nada rompía el silencio, excepto el estómago rugiendo de Juliette. Tenía hambre, todavía no comía nada ese día. 

—¿Por qué no me has dicho? 

—¿Qué? 

—Que tienes hambre —señaló. 

"Como si eso fuera realmente necesario"pensó un poco hastiada, pero se mantuvo serena. 

—Un poco. 

Él se carcajeó. Ella no le veía la diversión a la situación. 

Solo se detuvo al recibir la llamada de su padre. Ella navegó por sus pensamientos al escucharle, se preguntaba si él estaba metido en problemas ilegales, si era un mafioso. De seguro estaba involucrado en alguna actividad peligrosa; ningún santo se adueñaba de nadie porque sí. 

Pero la bestia, el peor, era su padre. 

¡Él la compró y entregó a Karim como regalo! 

—¿Qué? ¡Dime qué está bien! —exclamó asustado —. Iré de inmediato. 

A ella le tomó por sorpresa el cambio de dirección. No pidió una explicación, igual él no se la daría. Pero a medida que conducía, se le hizo familiar el lugar, como si hubiera estado antes allí. 

"¿Por qué estaban en un orfanato?". 

—Karim...

—No hagas preguntas. No es un asunto que te concierne. 

El árabe se bajó del deportivo y avanzó hasta desaparecer en la propiedad. La pobre Juliette moría de hambre, acarició su abdomen, fatigada, la espera carcomía mucho. odiaba toda la situación. De pronto se le ocurrió intentar abrir la puerta, y cedió. 

Para su sorpresa, la portezuela se abrió. La adrenalina corrió a través de su cuerpo de solo pensar ansiosa en escapar. No fue el miedo de ser atrapada, sino otro motivo oculto, lo que la detuvo. 

Luego, fue demasiado tarde para el escape. 

—Come —le tendió una manzana acaramelada. 

"¿De dónde la había sacado?" 

No cuestionó, le dió las gracias y mordió la fruta. Su estómago también agradeció, al fin domaba el león rugiendo en su interior. 

Estudió a Karim, él se veía afectado. No tenía idea del por qué. 

—¿Se te ha perdido algo? 

Disimuló, dedicada solo a comer la manzana. 

—Estuve allí —reveló masticando con lentitud. 

Él se tensó. 

—¿De que mierdas hablas? 

—El sitio al que fuiste, allí estuve, creí que lo olvidé, pero es imposible que olvide un lugar donde viví muchas cosas buenas —comentó y se arrepintió a los segundos. 

Karim apretó con rudeza el volante. 

Le cambió hasta el semblante, ella pudo evidenciarlo. 

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