El Precio de la LibertadLa joven estaba tan asustada que no sabía a dónde ir, su corazón latía frenéticamente, ella solo deseaba encontrarse sana y salva pero siempre lejos de ese hombre que nada bueno le traería. De un momento a otro chocó con un cuerpo duro; sintió terror, ni siquiera quiso elevar la cabeza y cuando lo hizo descubrió a una mujer. —Linda, ¿te encuentras bien? —quiso saber la mujer, inquieta al verla desorientada. —Yo... Estoy bien. Incluso después de recibir esa respuesta la mencionada no se quedó convencida y por eso la evaluó un poco más de cerca. —Estás tan pálida, ¿tienes hambre? Aquello descolocó a Juliette, que no se esperaba la amabilidad repentina de esa mujer y más siendo una completa desconocida; una vez más la vida le señalaba que todavía seguían existiendo personas buenas con un corazón bonito. —No me conoce, además, no tengo hambre. Precisamente en ese instante el estómago de la mujer rugió. Con una sonrisa de labios finos, la recién aparecida
Raid estaba furioso con su hijo, caminaba en círculo sin parar de un lado al otro, dentro de la oficina de Karim, era como si un león iracundo lo había poseído. —¿Es tan incompetente la seguridad que tienes en casa? Lo que me dices es algo que no tiene sentido. ¿Afirmas que una simple muchacha logró escabullirse? ¡Despide a esos infelices que no saben hacer su trabajo! —elevó el tono de voz acercándose al escritorio y arrojó varias cosas al suelo de un manotazo —. No es tan difícil encontrar a esa ingrata, así que date prisa. En medio de todo el revuelo causado, Karim soltó una carcajada seca y miró a su padre con el ceño fruncido. Era increíble el interés descomunal que su padre tenía hacia esa mujer. Si ella provenía de la nada entonces, ¿qué más daba? Por eso sentía que su padre le estaba ocultando algo más. Era como si más allá de querer un nieto, su progenitor quería otro objetivo. —¿Acaso no puedes conseguirme otra esposa? —inquirió sarcástico —. ¡Hay otros asuntos más releva
El árabe se abrió paso con autoridad, entonces tomó su mano y la llevó a rastras al exterior, sin decir siquiera una sola palabra, sin causar otra escena en la que ella se convertía en su presa, extrañamente nada de eso ocurrió, aunque lo que estaba pasando no estaba lejos de ser un abuso de su parte. —Karim, lo siento... —emitió temerosa. Tenía días sin verlo, de seguro la ira del hombre sería impacable. En respuesta apretó con fiereza su mano y no la soltó hasta que por fin le abrió la portezuela de copiloto y se cercioró de que ella estuviera dentro. Mientras tanto la joven no dejaba de sentir que su corazón estaba a punto de escapar de su pecho. Entrelazó las manos sobre su regazo jugando con sus dedos en un momento lleno de nerviosismo. El árabe rodeó el auto y abordó, una vez dentro, ella lo miraba por el rabillo del ojo, él exhaló el aire retenido por mucho tiempo, antes de girar la cabeza a su dirección. —¿Puedes decirme que es lo que has conseguido con toda esta huida? ¿A
Melanie le dedicó una sonrisa secreta al verla. Por lo menos estaba sana, si bien sabía que la joven merecía su libertad, en su opinión estaría más segura allí que afuera sin saber a dónde ir. —Señor —saludó poniéndose seria. —Preparale la cena, vigila que se coma todo —señaló y se giró para ver a la aludida, que volvía a estar cabizbaja, aferrada al barandal, parecía tener premura por subir a la habitación. —Lo haré señor. Con su permiso. —No es menester que le digas eso, sé que debo comer, además, ya te dije que muero de hambre —expresó antes de subir, él no la siguió, en cambio se dirigió al gran salón para hacer una llamada a su padre. Le informó que Juliette estaba devuelta en casa. Con eso fue suficiente para cambiar el humor de su padre. —Vale, sé más precavido, ya se escubulló una vez y puede intentarlo otra vez. —No te preocupes —emitió Antes de finalizar la llamada y liberar el aire retenido. Juliette una vez estuvo debajo de la cascada de la ducha, pudo disfrutar de
Dos meses después. Juliette se acurrucó en la esquina de su cama, abrazando sus rodillas contra su pecho. Una sensación de malestar se había apoderado de ella desde que se había despertado esa mañana, y un miedo incontrolable se agitaba en el fondo de su mente. Aspiró profundamente, intentando calmar los latidos acelerados de su corazón.Durante semanas, había estado eludiendo la posibilidad, negándose a admitir lo que parecía tan evidente. Pero ahora, con cada síntoma que aparecía, la verdad se volvía más ineludible. Juliette se mordió el labio, luchando contra las lágrimas que amenazaban con brotar.Reuniendo todo su valor, se puso de pie y se miró en el espejo. Su reflejo le devolvía la mirada, con los ojos llenos de preocupación y una expresión de profunda angustia. Juliette trazó suavemente las líneas de su rostro, preguntándose cómo su vida había llegado a este punto. El sonido de unos golpes en la puerta la sobresaltó, y rápidamente se secó los ojos, tratando de componer una
El árabe se aproximó a ella y le quitó el test de la mano. —¿Acaso tenías la intención de ocultarme la verdad? —rugió embravecido. —¿No te darías cuenta de todas maneras? Me imagino que estás saltando de la felicidad por dentro, porque has logrado tu objetivo... Lo que tu padre desea con tanto fervor —agregó y él la miró liberando el aire retenido. —Será mejor que guardes silencio, cámbiate rápido de ropa que iremos a la clínica, la noticia se tiene que confirmar con análisis de sangre, así estaremos seguros —casi fue una orden que debía acatar porque sí. Ella bufó y se levantó, de pronto mientras se incorporaba la atravesó un mareo y casi pierde el equilibrio, de no ser porque el árabe la sostuvo por la cintura creando un acercamiento que la puso incómoda. Su tacto, pese a estar indirectamente sobre su piel, se sintió ardiente. Era una flama peligrosa. —Karim...—Ten cuidado, podría pasarle algo a mi hijo —agregó antes de separarse. "¿Su hijo? ¿Por qué tenía ese sentimiento eg
Ella estaba siendo tan atrevida, ni siquiera tenía miedo de las represalias. Lo más increíble es que estaba concluyendo sobre su pasado, dando en el clavo. ¿Por qué tenía que indagar en un antaño que solo le correspondía a él? No tenía el derecho de hablar de esa forma.—¿Quién te crees que eres? ¿Aseguras que mi padre es el responsable de lo que me pasó? ¡Deja de meter la nariz en lo que no te concierne! —exclamó furibundo dejándola aterrorizada. Él estaba fuera de sí. Pero no tenía remedio, ya no se iba a retractar, continuaría lo que empezó, a pesar de que podía costarle un castigo de su parte. —¡Eres un cobarde! Solo quieres fingir ser fuerte y mentir porque no tienes el valor de enseñar lo que realmente vives por dentro. Sé que es difícil sanar internamente, pero si te empecinas en guardarlo, jamás se curará. Sí, no soy alguien que debería meterme en tu vida, pero que más da, tú mismo me has arrebatado la mía. ¿Por qué debería ser condenada a lo mismo? No es justo que yo viva a
Raid terminó de saborear su vaso de whisky escocés antes de levantarse de su asiento y dirigirse a la habitación. La noticia de que Juliette estaba embarazada lo llenaba de alegría interesada, pero también de un plan maquiavélico. Sabía que pronto tendría que deshacerse de ella, por lo que debía asegurarse de tener a su nieto como un as en la manga, en lugar de depender de ella. Por eso debía ser paciente y esperar pacientemente lograr su objetivo completo. Raid se detuvo en su camino al sentir un dolor repentino en el pecho, una molestia que se había intensificado con el pasar de los días. Había estado posponiendo su visita al cardiólogo para asegurarse de que todo estuviera bien con su corazón, pero los días ocupados en otros asuntos lo habían llevado a olvidar por completo monitorear su salud como correspondía.—Mierda...—Cariño, ¿te sientes bien? —inquirió su esposa haciendo acto de presencia. Él negó con la cabeza y se sentó de inmediato. —Es un poco doloroso —aseguró con la