Esa noche, comerían juntos. La comida fue preparada siguiendo las instrucciones de Karim, quien esperaba que Juliette tuviera un gran apetito, ya que la mesa estaba llena de deliciosos platillos. En particular, quería que ella degustara un poco de cada cosa, ya que se trataba de auténticas comidas árabes. —Lo siento, perdí la noción del tiempo —explicó haciendo acto de presencia. Él reparó en ella, en su aspecto, se miraba un poco apagada. Sus facciones denotaban lo mucho que derramó lágrimas. Incluso esforzándose por ocultar estar lúgubre, era evidente que no estaba bien. —Ven, de seguro tienes hambre. —Así es. Karim comenzó a explicar cada platillo mientras lo servía. Primero, le ofreció el hummus, un puré cremoso de garbanzos mezclado con tahini, ajo y limón. Juliette tomó un trozo de pan pita y lo sumergió en el hummus, llevándoselo a la boca. Su expresión de sorpresa fue instantánea. El árabe se sentía más aliviado por cambiar su estado de ánimo. —¡Esto es delic
Mirella se recostó en la cama, respirando profundamente mientras intentaba concentrarse en las notas relajantes de la música que sonaba en su habitación. Sin embargo, su mente no lograba despejarse. Las preocupaciones y las dudas se arremolinaban en su interior, oscureciendo cualquier intento de alcanzar la calma. Cerró los ojos por un momento, tratando de alejar los pensamientos que la atormentaban. Pero fue en vano. La imagen de su esposo Raid, amenazando, imponiendo como solía, se mantenía grabada en su memoria. Le aterraba. Ella salió de la habitación, de pronto se detuvo al oír la voz de Raid en el pasillo. Con cautela, se acercó lo suficiente para poder escuchar sin ser descubierta. —Sí, todo está saliendo según lo planeado —dijo Raid en tono confidencial—. Juliette es una ilusa que no tiene ni voz ni voto, ella firmará esos documentos. Será pan comido. Mirella contuvo la respiración, sintiendo que su corazón se aceleraba. ¿Documentos? ¿Juliette? Algo no estaba bien.
Días después...Aquel lunes Karim, entró a la casa apresuradamente, llamando a Juliette sin obtener respuestas. Estaba preocupado desde que ella no le contestó ni una de las llamadas que le hizo. Un extraño presentimiento lo invadió cuando la buscó por todos lados y no la encontró. Melanie y Diana estaban preocupadas. —Juliette estaba hace un momento en la habitación —indicó Diana confundida.Melanie ingresó y revisó junto a Karim, no la encontraron. Entonces Karim sintió una corazonada, mientras se dirigía hacia el baño. Al llegar, la escena que encontró lo dejó horrorizado.Juliette estaba tendida en el suelo, inconsciente, con un charco de sangre a su alrededor. El cúter con el que había intentado cortarse las venas yacía a un lado. Karim se arrodilló junto a ella, el pánico apoderándose de cada uno de sus movimientos.—¡Juliette! ¡Juliette, por favor, reacciona! —gritó desesperado, tomándola entre sus brazos.Su piel estaba fría y pálida. Karim presionó las heridas en sus muñe
La habitación del hospital se sentía fría, aún la inquietud era palpable. Ella continuaba sin abrir los ojos. —Juliette, despierta, ¿puedes oírme? —susurró Karim con voz quebrada.Ella parpadeó lentamente y giró su cabeza hacia él. Sus ojos enrojecidos y extraviados por un segundo en él. —Lo siento tanto, Karim. No sé qué me pasó. —Una lágrima solitaria rodó por su mejilla, ella ni siquiera podía pronunciar las palabras correctamente. El hombre le acarició el rostro con ternura, esforzándose por mantener la calma.—Shhh, no te preocupes. Lo importante es que estás bien y que el bebé está a salvo. —Hizo una pausa, luchando por encontrar las palabras adecuadas—. Sin embargo, no creía que serías capaz de hacerlo esta vez. Juliette aspiró profundamente, avergonzada. —Desde que supe lo de mis padres, he estado sumida en una desesperación que no puedo controlar. Me siento tan... vacía por dentro, duele respirar con el recordatorio de como acabó todo para ellos —Sus dedos se aferraron a
Dos meses después. La sala del tribunal se llenaba lentamente. Todos aguardaban expectantes la llegada del acusado, Raid Ghazaleh, un hombre que pasó de ser catalogado como influyente y poderoso, ahora enfrentaba cargos por asesinato, fraude y maltrato doméstico.Cuando las puertas se abrieron, Raid entró escoltado por guardias, sus muñecas esposadas. A pesar de verse disminuido, su postura arrogante y la mirada desafiante en su rostro delataban que aún no había perdido por completo su superioridad. En la primera fila, Juliette Anderson, sintiendo nervios, aturdida y aliviada de alguna manera. Ella observaba la escena y sentía un nudo en la garganta. A su lado, Karim Ghazaleh, quién no dejaba de tomar su mano con suavidad, brindándole su apoyo. El fiscal, un hombre de mirada determinada, se aclaró la garganta y comenzó a exponer los cargos.—Hoy nos reunimos aquí para juzgar a Raid Ghazaleh por múltiples delitos graves. Entre ellos, el asesinato del matrimonio Anderson en un incend
Mientras Mirella relataba los años de abusos y maltratos sufridos a manos de Raid, Juliette se estremecía en su asiento. La joven luchaba por contener las lágrimas, sintiendo de nuevo el dolor de haber perdido a sus padres en aquel terrible incendio, también sentía mucha impotencia por lo que Mirella vivió. —Raid me golpeaba con frecuencia, me insultaba y me amenazaba para que no hablara —soltó conteniendo las lágrimas—. Él sabía que yo no tenía a nadie más, que estaba sola y atrapada en una relación que jamás elegí. Sin embargo, nunca me contó que él provocó aquel incendio, no lo hizo. El fiscal asintió con gravedad, luego se volvió hacia el jurado.—Señoras y señores del jurado, la señora Ghazaleh ha revelado un patrón abusivo que duró años. Ustedes tendrán que determinar si estos actos de violencia, sumados a los cargos de asesinato y fraude, muestran el verdadero carácter de este acusado. El abogado defensor se puso de pie, con una expresión de desdén en el rostro.—Mis respeta
Era increíble que ya su barriguita de embarazada cumplía cinco meses. El tiempo había pasado volando, y a pesar de que la vida continúa, ella seguía clavada en el hecho de seguir bajo el mismo techo de un Ghazaleh, que ella misma llevaba el apellido de un asesino, le retorcía el alma. Karim no tenía la culpa, aún así, él estaría siempre vinculado a su padre.Durante todos esos días estuvo debatiendo qué hacer con su vida, ya el dinero no sería un problema porque ella se había convertido en una heredera millonaria, pero era complicado.—Juliette, ya Karim te espera abajo —informó Melanie asomándose por la puerta. —Oh, bajaré en un momento —aseguró.Poniéndose en pies, por última vez se miró frente al espejo de cuerpo completo y se cercioró de verse bien. Una vez se encontró con Karim, él le sonrió, amable. —¿Estás bien? Ella, no se encontraba totalmente bien pero se obligó a corresponder con una sonrisa obligada que no llegó a sus ojos. El tráfico de la ciudad se deslizaba lentam
Karim no le importó estar delante de Dylan, permitió que las lágrimas escaparan. Sostenía entre sus manos la ecografía, temblaba al mismo tiempo. —Ay, amigo... No creí verte así. —Me lo merezco, este es mi castigo. —Ella no puede prohibirte ver al bebé, estás en tu derecho de conocerlo y pasar tiempo con él. —Será una niña, hoy nos han dado a conocer el sexo —agregó suspirando. —Vaya, una niña... —repitió y volvió a darle un sorbo a la bebida —. Debería felicitarte de todos modos, felicidades. Él no dijo nada.—Ella quiere estar tranquila, lo mínimo que puedo hacer es dejarla en paz. No la ha pasado bien, por eso me temo que si hago de esto un problema, ella no pueda recuperarse. Juliette está en su derecho de acusarme, pero no lo hizo...—Ella te ama. —Me ha dejado claro que no siente nada por mí. —Te mintió —se encogió de hombros —. No está diciendo la verdad. Está dolida y confundida, no hay que ser expertos para darse cuenta. Pero necesita curarse, tal vez con el tiempo pu