—Terminaré trabajando desde casa, así que podemos almorzar juntos, ¿de acuerdo? —Bien, yo... Haré algunas cosas —pronunció sonriendo. Él se sintió más aliviado al verla calmada. Entonces se retiró a su despacho, una vez dentro, comenzó a trabajar, pero la visita de su padre no salía de su mente; lo torturaba. Karim comenzó a discar sobre la portátil, al poco tiempo, luego se rindió y apartó los dedos del aparato. Alexander pronto lo llamó. —Alexander...—Deberías empezar a sentirte preocupado y preparado. ¿Estás sentado? —¿Por qué demonios me preguntas eso? —exclamó impaciente. —Porque tengo noticias. Después de todo, es lo que me has pedido y yo siempre cumplo con mi palabra —afirmó, soltando una risotada, el árabe al otro lado de la línea, suspiró. —Adelante, deberías venir y decirme en persona. —No, lo haré ahora, tengo que hacer otras cosas. —Hazlo. —Estuve hace poco conversando con tu padre, él ha conversado conmigo, me ha dicho lo que quieres saber, así que te diré qu
Al día siguiente, Karim estuvo inmerso toda la mañana. Su secretaria le habló, pero se encontraba embotado, con la cabeza en otros asuntos que lo alejaban de la realidad. —Señor Ghazaleh —lo llamó por enésima vez, al fin en millonario conectó con ella y sacudió la cabeza. —Lirio, cancela la junta, también ajusta mi itinerario, porque no podré recibir la visita del CEO Francois . Es imposible. —Me temo que no podrá ser. Señor, la junta ya ha sido postergada muchas veces y ya están todos reunidos esperando por usted. Algunos de los presentes han tenido que hacer un largo viaje para poder estar aquí, también sé que...—Basta, sólo haz lo que te estoy diciendo, no vuelvas a desobedecer, no tienes ese derecho —escupió y le señaló la puerta —. Sal de inmediato. La mujer avergonzada abandonó la oficina y nerviosa tuvo que explicarle a todos en la sala de reunión, lo que Karim le ordenó. Una vez a solas, decidió llamar a Juliette. Pero antes de siquiera poder marcarle, recibió una notifi
Juliette sonrió satisfecha por el trabajo realizado. La mucama la observó con orgullo.—Aprendes rápido, eh —comentó, señalando a Juliette—. Ahora elige el topping; yo te recomiendo el chocolate.—Sí, me gusta —respondió Juliette—, aunque la mermelada de fresa es aún más deliciosa. Con gusto untó un poco en su galleta, se la llevó a la boca y disfrutó de cada bocado.Melanie la miraba, riendo al ver la emoción en su rostro. Era así como deseaba verla siempre: alegre y llena de vida.—Voy a emplatar algunas para Karim. ¿Te gustaría hacerlo conmigo?—De acuerdo —respondió Melanie, sonriendo.Juliette y Melanie comenzaron a trabajar juntas, organizando las galletas en un plato grande. Con cuidado, Juliette colocó una galleta con mermelada de fresa en el centro, rodeándola con varias cubiertas de chocolate.—Esto se verá delicioso —aseguró Melanie, mientras añadía unas fresas frescas como decoración.—¡Perfecto! —exclamó Juliette, emocionada—. A Karim le encantará. Melanie sonrió, obser
Durante el transcurso del día estuvo ausente. En la tarde, cuando estaba sentada en el sofá de la elegante sala de estar, absorta en sus propios pensamientos, escuchó el sonido de la puerta principal abrirse. Pensó que se trataba de Karim, cuyo regreso habría sido anunciado por la mucama Melanie, no ocurrió, porque ella le informó de la presencia de Paulina, la inesperada visitante.Juliette no sabía quién era ella. Paulina, de pie en medio de la sala, se volvió hacia la puerta con una mirada intensa, ansiosa por ver a Karim. Juliette se puso de pie, un nudo de tensión oprimiéndole el pecho, preguntándose por qué esa mujer estaba ahí. Nunca antes la había visto. —¿Quién eres? —le exigió saber, a lo que la aludida tragó duro —. Ah, debes ser su nueva conquista. —¿Quién eres tú? Yo soy la esposa de Karim —trató de sonar segura.Ella abrió la boca, antes de reclamar, ya estaba mirando la entrada de la persona que buscaba. Él árabe se tens
Una vez a solas, el árabe la observó. Ella no estaba bien, se miraba bastante molesta, desquiciada. Sus ojos eran poseídos por la locura. —Estoy casado y espero un hijo, ¿por qué vienes después de mucho tiempo? Lo nuestro terminó, acéptalo. —¿Ella realmente te gusta? Karim, yo soy la única mujer a la que debes amar —casi soltó en una súplica —. Déjala, acaba con este matrimonio estúpido y déjame ser parte de tu vida. —¿No lo entiendes? No sé en qué idioma debo hablar para que comprendas que se acabó, lo nuestro llegó a su final para siempre. Lo miró con los ojos llenos de lágrimas. —¿Para siempre? ¡Maldita sea! Estás siendo demasiado cruel —emitió llorando. —Necesitas ayuda, no estás bien. Que yo sepa me detestas, me querías lejos, tampoco querías el bebé. "No quiero tener en mi vientre el hijo de un monstruo," eso me dijiste... Ahora lamentas que lo nuestro haya terminado y me echas la culpa por el aborto, ¿acaso te obligué? Sí, te di la orden, pero tú tomaste la decisión. Asum
Mirella parpadeó sobre él. No se esperaba la visita de su hijo esa mañana. La mujer intentó estar serena, pero la imprevista llegada del árabe, la puso intranquila. Sabía que algo ocurría, el semblante rígido de Karim, sus labios rectos, la seriedad rodeando sus facciones lo confirmó. —¿Podrías decirme qué...—Madre, ¿alguna vez has querido irte lejos de aquí? —inquirió para su sorpresa, ella miró a todos lados como si estuviera siendo vigilada, y abrió los ojos de par en par. —¿Por qué me preguntas eso? Karim, alguien podría escucharte.—A eso me refiero, ¿quieres vivir el resto de tu vida temiendo? —soltó y ella bajó la cabeza. —¿A qué te refieres? Karim, frustado y enardecido soltó una risa seca. —Sabes de lo que hablo. Mi padre te continúa pisoteando, no te da el lugar que mereces, solo lo obedeces porque temes lo que pueda pasar si le desobedeces —expresó clavando directamente los ojos en ella. La mujer sorbió por la nariz y negó —. Mamá, basta, ya no más. ¿No quieres saber
Karim exhaló un profundo suspiro mientras cerraba la carpeta sobre su escritorio. Eran pasadas las once de la noche y su despacho en casa seguía iluminado, evidencia de otra larga jornada laboral. Últimamente, trabajaba hasta altas horas de la madrugada, incapaz de desconectar. Su mente permanecía nublada por la complejidad de lo que sucedía en su vida. Se levantó de su silla, sintiendo cómo su cuerpo le pesaba más de lo habitual. Una punzada de malestar le recorrió la cabeza, haciéndole fruncir el ceño. Quizás sí debía tomarse un descanso, pensó mientras se encaminaba hacia la habitación. Melanie apareció frente a él. —Señor, ¿se le ofrece algo? —No, descuida. ¿Por qué estás despierta? —Tuve que hacer algo extra, ya iré a descansar. —¿Dónde está Diana? —Ella se ha ido a dormir hace una hora, también ha terminado la jornada un poco tarde. —De acuerdo, buenas noches. —Bien, igualmente. Con su permiso. Ella se retiró, Karim se desvió de su habitación e ingresó a la d
Karim, abrió los ojos al amanecer y se encontró con ella a su lado. Juliette era tan hermosa, incluso con todo el cabello revuelto; ella era perfecta. Abandonó la cama y se fue a su habitación para tomar una ducha; ese sábado que no iría a la oficina, quiso hacer algo diferente, por eso después de comer junto a Juliette, la invitó a una salida. La joven sorprendida lo miró. —¿Estás seguro? Ella que no había cruzado más al otro lado, desde que se escapó, suspiró hondo. —Sí, es un día soleado y quiero despejar la mente. —¿Ya no te sientes mal? —No, solo un ligero dolor de cabeza, apuesto a que si doy una caminata, desaparecerá —dio por hecho. —Iré a cambiarme. —Te espero. Asintió y le dedicó una sonrisa antes de marchar. Él se quedó observando su ida, aturdido con su propio comportamiento, realmente esa mujer le interesaba, sentía algo por ella que lo tiraba al abismo, sin protección. Cuando volvió, se quedó boquiabierto al verla con aquel vestido ceñido que caía s