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Una vez a solas, el árabe la observó. Ella no estaba bien, se miraba bastante molesta, desquiciada. Sus ojos eran poseídos por la locura.

—Estoy casado y espero un hijo, ¿por qué vienes después de mucho tiempo? Lo nuestro terminó, acéptalo.

—¿Ella realmente te gusta? Karim, yo soy la única mujer a la que debes amar —casi soltó en una súplica —. Déjala, acaba con este matrimonio estúpido y déjame ser parte de tu vida.

—¿No lo entiendes? No sé en qué idioma debo hablar para que comprendas que se acabó, lo nuestro llegó a su final para siempre.

Lo miró con los ojos llenos de lágrimas.

—¿Para siempre? ¡Maldita sea! Estás siendo demasiado cruel —emitió llorando.

—Necesitas ayuda, no estás bien. Que yo sepa me detestas, me querías lejos, tampoco querías el bebé. "No quiero tener en mi vientre el hijo de un monstruo," eso me dijiste... Ahora lamentas que lo nuestro haya terminado y me echas la culpa por el aborto, ¿acaso te obligué? Sí, te di la orden, pero tú tomaste la decisión. Asum
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